El crecimiento del PIB español está fuertemente relacionado con el crecimiento de la población, que viene dado por la inmigración, tanto de europeos y suramericanos con importante patrimonio como de inmigrantes sin este.
Solo cuando crece mucho la población, crece mucho el PIB. Eliminando el crecimiento de la población, el PIB crece tan solo entre un 1,0% y un 1,5% en los distintos periodos contemplados desde el año 2000.
La población residente en España a 1 de enero de 2022 era de 47.432.893 habitantes a 1 de octubre de 2025 fue de 49.442.844: una media anual superior a 500.000 habitantes/año.
¿Qué consecuencias tiene este crecimiento poblacional?
EN ALGÚN MOMENTO DE 2026 ESPAÑA TENDRÁ 50 MILLONES DE HABITANTES.
Pero hay un dato clave que lo explica todo: en este crecimiento demográfico, casi 500.000 personas son nacidas fuera de España.
En octubre de este año había 9,8 millones de inmigrantes censados, lo que significa que uno de cada cinco habitantes del país nació en el extranjero. En cambio, en los últimos doce meses, el número de personas nacidas en España disminuyó.
Ese impulso demográfico tiene un reflejo directo en la economía. Si observamos el panorama europeo, la diferencia es evidente. Nuestro país crecerá un 2,9 % en 2025, según FUNCAS y el FMI, mientras que economías como Alemania, Francia o Italia se mantienen casi estancadas. Sin embargo, ese progreso de España se debe sobre todo al aumento de la población y del empleo inmigrante.
El crecimiento español actual se apoya, en gran medida, en el aumento de la mano de obra. Sobre todo, en sectores de baja productividad: hostelería, construcción, agricultura o cuidados. Esto eleva el PIB, pero no asegura un aumento de la renta per cápita. Este modelo económico, basado en más gente, más trabajo, más cotizantes, más consumo, más inflación y más necesidad de viviendas, no incrementa el bienestar de los ciudadanos. Mención especial merecen los efectos de la inmigración sobre la inflación. La población extranjera está incrementando la demanda de bienes y servicios; sobre todo, los básicos, como alimentación, energía y alquileres, lo que está provocando una subida de los precios de los bienes de consumo.
2026 podría ser un año peor. Se espera un cierto enfriamiento del mercado laboral, debido a varios factores que lastran nuestra economía: el aumento del salario mínimo, la imparable subida de las cotizaciones sociales, el elevado peso de los impuestos y la persistente incertidumbre política. Todo ello podría frenar la inversión, el consumo y, por tanto, la creación de empleo. ¿Puede evitarse? Probablemente, sí, si apostáramos decididamente por la productividad, la formación profesional y el avance tecnológico. Así podríamos garantizar empleo estable, de calidad y con salarios dignos, lo que sostendría el bienestar a largo plazo.
Abrazos,
PD: Una de las blasfemias más arraigadas, por lo menos en España, es usar la palabra "Hostia". Es demasiado frecuente escucharla. Muchas veces incluso personas que son católicas practicantes la utilizan. Se entiende porque tal vez no se hable de ello o no se sepa, unido a que es algo muy arraigado y común.
Pero la mayoría lo entiende cuando se les explica y buscan extirpar esta mala costumbre.
Para ello, recomiendo siempre en confesión o fuera de ella:
1. No agobiarse, ya que generalmente es algo arraigado y no es fácil que se escape alguna vez...
2. Cada vez que se diga porque se escapa, simplemente hacer una jaculatoria (viva Jesús en el Santísimo Sacramento del altar, por ejemplo) y golpearse el pecho o algo por el estilo. Pedir perdón y seguir adelante...
3. No acudir a confesión por ello a no ser que se diga conscientemente, con lo cual podría ser pecado mortal.
4. Confesarlo en la siguiente confesión...
La Hostia se refiere a lo más Sagrado que tenemos: la Eucaristía, al mismo Jesucristo presente realmente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Por ello usar esta palabra indebidamente es una gran blasfemia. Por amor al Señor y a la Eucaristía, procuremos no decirla y reparar cuando se diga o se oiga de otros.