28 octubre 2022

subir impuestos, sin tocar el gasto estructural, no funciona

El Estado está cobrando más por la inflación, pero no se vislumbran recortes de gastos superfluos, sino todo lo contrario. Y así esto no funcionará…

Las ensoñaciones fiscales de los brexiteros (y de la izquierda española)

En un país con elevado nivel de gasto público y con una deuda pública cercana al tamaño del PIB, no existe margen de bajada neta de impuestos sin ajustes de gastos

La furibunda reacción de la izquierda española a la crisis británica, aprovechando la ocasión para intentar justificar su injustificable política impositiva, y el debate consiguiente han hurtado a la opinión pública aspectos esenciales de dicha crisis. Una crisis en cuyo desencadenamiento las rebajas impositivas han desempeñado un papel mucho menos importante que el que le atribuyen los portavoces del gobierno y medios afines. En lo inmediato, se trata esencialmente de una típica crisis de credibilidad provocada por medidas y objetivos de política económica inconsistentes entre sí, crisis por cierto no muy diferente de la que se cierne sobre la gestión económica del gobierno socialcomunista de nuestro país. En lo mediato, en lo concerniente a las causas últimas, hay que remontarse al Brexit.

Desde 2016, el crecimiento anual del PIB del Reino Unido ha sido un punto inferior al que habría conseguido si hubiera seguido en la UE

En efecto, en el principio fue el Brexit. Impulsados por una mezcla tóxica de ignorancia o autoengaño y nostalgia imperial, el grueso del partido conservador británico pensaba que a partir del primer día fuera de la UE la renta del Reino Unido aumentaría por el monto de las transferencias fiscales netas a la Unión previamente existentes. A medio y largo plazo, además, liberado de las cadenas de la pesada carga regulatoria, así como de la política comercial proteccionista y demás restricciones de la UE, creían o querían creer que el Reino Unido podría acelerar su crecimiento económico y alcanzar niveles de renta per cápita similares a los de Suiza o Singapur. Junto con la reducción de las transferencias fiscales y las trabas regulatorias de los mercados de bienes y servicios impuestas por la pertenencia a la UE, las piezas esenciales de la nueva ruta hacia la prosperidad serían el establecimiento de acuerdos comerciales con los países extracomunitarios más liberales que los acordados por la UE y la rebaja de la imposición empresarial y de las rentas del capital.

Desde el referéndum de junio de 2016 se han llevado a cabo una amplia batería de estudios sobre las consecuencias del Brexit y todos, sin excepción, estiman un daño significativo para la economía británica tanto a corto como a medio y largo plazo, en contra de lo que sostenía la taimada propaganda del UKIP (partido independentista británico) en la que aparentemente creían la mayoría de los tories. Uno de estos estudios (Born et alia,“The Costs of Economic Nationalism: Evidence from The Brexit Experience, Economic Journal 129, 2019) calcula que desde 2016 el crecimiento anual del PIB del Reino Unido ha sido un punto inferior al que habría conseguido si hubiera seguido en la UE. Ante esta incontestable evidencia, el partido conservador, que permitió y alentó la salida de la UE, está presionado para adoptar medidas que cuanto menos restauren el potencial de crecimiento del país. Es importante mantener esta perspectiva del Brexit porque está íntimamente vinculada con las decisiones que han desencadenado la crisis e indudablemente seguirá influyendo pesadamente en la política británica.

El verdadero detonante de la crisis: el aumento del gasto público y, más específicamente, el aumento derivado del enorme monto de las ayudas comprometidas para paliar los efectos de la crisis energética

Veamos ahora la crisis. Ante todo, se ha de señalar que es un error calificar el Partido Conservador como neoliberal por haber propuesto bajadas de impuestos a las rentas empresariales y del capital, una etiqueta que ciertamente se adaptaría más cabalmente a las políticas de otros países con niveles bajos de estos impuestos como los citados Suiza y Singapur o Irlanda, por señalar un país dentro de la UE. En 2019, antes de la pandemia, el gasto público en proporción al PIB alcanzaba el 14% en Singapur, el 31,5% en Suiza y el 24,2% en Irlanda, mientras que en el Reino Unido suponía el 39%. En 2021, las cifras correspondientes eran 12%, 35%, 24,9% y 44,6%. Como se puede constatar, el nivel y la deriva del gasto público en el Reino Unido eran sustancialmente mayores que los de los países cuyo bienestar económico pretendía emular. Había propuestas para equipararse a sus niveles impositivos pero ni rastro de propuestas de racionalización o control del gasto público como las existentes en esos países, sino más bien todo lo contrario.

Esto nos lleva al verdadero detonante de la crisis, una crisis que a mi juicio se habría producido incluso sin los anuncios de bajadas impositivas: el aumento del gasto público y más específicamente el aumento derivado del enorme monto de las ayudas comprometidas para paliar los efectos de la crisis energética. Estas ayudas suponían alrededor del 5% del PIB, una magnitud sólo comparable a las concedidas en Alemania, cuya economía es más dependiente que la británica del gas en general y del gas ruso en particular. Pero a diferencia de Alemania, el gobierno británico se comprometió a mantener dichas ayudas durante dos años. Con el agravante de que las elecciones generales en el Reino Unido están previstas justamente dentro de dos años, por lo que los mercados anticiparon que se extenderían al menos otro año más. En estas circunstancias, la presentación del presupuesto, aumentando además otras partidas de gasto público y reduciendo los impuestos antes señalados precipitó la crisis.

En un país con elevado nivel de gasto público y con una deuda pública cercana al tamaño del PIB, no existe margen de bajada neta de impuestos sin ajustes de gastos. Se pueden bajar impuestos con potencial de dinamizar la economía y generar aumentos de ingresos públicos a medio plazo pero sólo si se acompañan de subidas de otros impuestos que garanticen el avance o mantenimiento de los ingresos a corto plazo. Pero ni siquiera esto es posible si al mismo tiempo se está disparando el gasto público.

La ensoñación del socialcomunismo en España es creer que se puede pagar un aumento descomunal del gasto público estructural mediante subidas de impuestos directos a las rentas altas, una quimera simétrica a la de los brexiteros. La pertenencia de nuestro país al euro y el transitorio crecimiento extra de los ingresos públicos generado por la inflación retrasan pero no eliminan el brusco encontronazo con la realidad que nos espera.

Ayer nueva subida de 0,75% de los tipos en Europa. El BCE necesita enseñar los dientes, pero sabe que la inflación es más de oferta (costes energéticos) que de demanda (salarios reales), que eso limita mucho la efectividad de las subidas de tipos para contener los precios y que además genera contraindicaciones serias. Frenará la subida que será de 50 pb la siguiente para terminar con otra de 25 pb…


Y el BUND alemán reflejando que la subida de tipos no será tan intensa como se piensa. Ha pasado de tener un rendimiento del 2,5% a un 2%:


Abrazos,

PD1: Gran desafío :

Reza, piensa y reflexiona el triple;

haz el doble;

y habla la mitad. 

27 octubre 2022

Airef pesimista con el PIB. Funcas optimista con el IPC

La AIREF alerta de recesión técnica para los dos próximos trimestres en España:

Mal, pero mejor de lo esperado

Creo que lo he comentado en más de una ocasión. Vivimos tiempos convulsos y cualquier día es bueno para que tengamos noticias que nos hagan replantear parcialmente, e incluso completamente, nuestra visión del momento actual o del futuro cercano. La semana pasada no fue una excepción.

En una intervención en el Congreso que dio varios titulares, la presidenta de la AirefCristina Herrero, alertaba sobre las dificultades de que el crecimiento estimado para el PIB español en 2023 por el Gobierno pudiera alcanzarse. Esta estimación, del 2,1 %, se antoja por no poco elevada, ya que se desmarca claramente por las presentadas por el resto de los organismos que igualmente hacen sus previsiones. Muchas de estas se sitúan en el entorno del 1,5 %, aunque no faltan aquellos que ofrecen cifras incluso mucho más bajas, como es el caso de Funcas con su 0,7 %.

Sea lo que fuere, en lo que todos están de acuerdo es que en este tercer trimestre de 2022 entraremos en una nueva fase cíclica que supondrá, cuando menos, un menor crecimiento en el corto y medio plazo. Los argumentos para esta caída en el crecimiento son por todos de sobra conocidos. El shock energético es la causa principal. Este shock, que ha disparado el precio de materias primas tan críticas como el gas o el crudo, explicaría buena parte del aumento de la inflación en Europa, afectando directamente y de forma severa al poder adquisitivo de las rentas de los españoles y europeos reduciendo con ello el consumo, la demanda y el PIB.

Como se espera que el año que viene este shock afloje, pero no demasiado, es de creer que el ajuste continuará y no se podría descartar, de hecho se asegura, una contracción o recesión en buena parte del continente. La subida de tipos que se espera aportará, además, vientos de frente al crecimiento, que en principio serán moderados salvo que dicha subida genere tensiones que terminen desestabilizando los mercados financieros. España, a pesar de mostrar mejores perspectivas, tampoco parece que se libraría de, cuando menos, una contracción técnica en los próximos meses.

Sin embargo, algunas cosas han cambiado y, como decía al inicio de esta columna, en estas últimas semanas hemos sido testigos de noticias que han matizado lo que esperábamos no hace mucho. No pocos indicadores que se han actualizado en estos días han mostrado una cara más amable de la que se les esperaba hace no mucho. Y estas buenas nuevas han cambiado, aunque suavemente, el perfil de crecimiento más inmediato.

Si esto es así lo vamos a saber muy pronto. A finales de esta semana tendremos un aluvión de indicadores importantes. En un intervalo de menos de veinticuatro horas saldrán la EPA y el PIB del tercer trimestre, así como el IPC de octubre, que nos perfilarán casi definitivamente 2022 y nos dejarán un avance de lo que esperamos para 2023. Sin duda serán datos que merecerán una lectura sosegada y con precaución.

Haciendo un repaso de lo ocurrido desde que llegamos de vacaciones, podemos señalar algunas cuestiones relevantes. En primer lugar, los datos de afiliación no han sido, digámoslo de esta manera, tan malos como se esperaban en julio. Si bien es verdad que no han sido los mejores del año, mostrando una tendencia clara al agotamiento del impulso en el mercado de trabajo, estos se han comportado mejor de lo que se esperaba. Esto nos lleva a pensar que la EPA nos dará cifras que no serán las que nos gustaría, ya que seguro reflejará este debilitamiento, pero posiblemente serán mejores que aquellas que habríamos esperado hace solo unas semanas. Se espera que, desestacionalizada, la ocupación crezca muy débilmente o caiga en algunas décimas.

En segundo lugar, otros indicadores, como son los del turismo, la facturación de empresas y la industria nos han dado sorpresas positivas en estas últimas semanas. Por sorpresa positiva señalo que los datos llegados en los últimos días han podido ser tanto buenos como menos malos de lo esperado. La consecuencia de este halo de aire fresco con indicadores diversos es que el tercer trimestre ciertamente va a ser peor que el segundo, pero mejor de lo que esperábamos a principios de agosto. Así, con los datos disponibles, de momento se espera un crecimiento intertrimestral nulo o cercano a esta cifra, decimas arriba, décimas abajo. La probabilidad hoy de que en el tercer trimestre sorteemos la contracción no es pequeña, casi del 50 %, por lo que todo dependerá de para qué lado caiga finalmente la moneda.

Otro de los datos que, como he adelantado, conoceremos esta semana es el de inflación. Septiembre vino con buenas noticias y es seguro que octubre hará lo propio. Algunas estimaciones sitúan la inflación en el entorno del 8 %, con un recorte de casi un punto, si finalmente se da este dato, respecto a septiembre. Otras estimaciones más venturosas y arriesgadas afirman que se bajaría del 8 %. En todo caso, independientemente de cuál sea el nivel, es cierto que estamos encarando una bajada más o menos rápida de la inflación general. Ojalá contagie igual de rápido a la subyacente, verdadero vehículo que determinará cuán rápido o lento tendremos un aterrizaje en el crecimiento de los precios.

Las causas principales para esta moderación son principalmente dos. Por un lado, el efecto base empieza a operar cuando en los últimos meses la intermensual ha bajado considerablemente de ritmo. En segundo lugar, el hecho de que el precio de las materias primas que causaron el fuerte repunte de la inflación antes de la guerra, pero sobre todo a partir de esta, han seguido con su fuerte descenso, con el caso más extraordinario del gas. Todo ello se confabula a llevar nuestra inflación de vuelta a niveles más cómodos en un escenario donde, de nuevo, no hay señales de efectos de segunda ronda.

Todo apunta a una recuperación suave a partir del mismo inicio de 2023 y que nos llevaría a un saldo final del año a un crecimiento positivo

¿Y cómo ordenamos todo esto en función de tratar de dar una previsión al futuro más cercano? Como he dicho, el tercer trimestre vendrá con un frenazo del crecimiento de nuestra economía. La posibilidad de una contracción existe, pero si esta ocurriera sería muy leve y casi aleatoria (me da igual si el dato es del +0,1 % como si es del -0,1 %, ambas reflejarían la misma realidad). El ajuste más intenso quedaría postergado para el IV trimestre, algo que ya sabemos desde hace tiempo, trimestre para el cuál, de momento, va a ser bastante difícil sortear la contracción. Para los siguientes, ya veremos, pero todo apunta a una recuperación suave a partir del mismo inicio de 2023 y que nos llevaría a un saldo final del año a un crecimiento positivo, pero pequeño, acorde con una cifra cercana, de momento, al punto porcentual.

Así pues, si no cambia nada, estas últimas noticias nos obligan a replantearnos el futuro cercano y hasta el año 2023. No significa que ahora vayamos a crecer tres veces más de lo esperado, pero sí que, de momento, estamos atravesando un territorio que no parece tan inhóspito como pensábamos hace unas semanas. Los nubarrones permanecen en el horizonte, pero la lluvia que parecía iba a descargar de inmediato muestra retrasarse un poco. Ojalá tarde más e incluso decida ser magnánimos con nosotros. Seguimos expectantes y ávidos de información para poder seguir contando qué nos depara el futuro próximo.

¡Ah!, ya se me olvidaba: no he hablado de fondos europeos, cuyo papel en 2023 va a ser, creo que esta vez sí, importante para el saldo final del crecimiento español. Quizás aquí esté el gran hecho diferencial en el año que entra en poco más de dos meses.

Y las estimaciones de FUNCAS sobre la inflación: El efecto base tirará para debajo de la subida de los precios como ya sabemos…


Gris
: impacto del 'efecto base'.

Azul claro: IPC interanual si los precios evolucionasen mes a mes como la media del mismo mes entre 2017 y 2021.

Azul oscuro: previsión FUNCAS.

Abrazos,

PD1: El Señor no nos abandona nunca…



26 octubre 2022

¿Qué hacen las bolsas cuando hay recesión?

Siempre han hecho suelo antes de que se confirme que hay recesión. Los mercados son un indicador adelantado que anticipan el futuro. Quizás ya hayamos visto lo peor… Stocks tend to bottom long before the economy does.

Mira las recesiones de EEUU y la evolución del SP500:

A ver si se repite la historia… Abrazos,

PD1: Ser generoso no es sólo “dar” algo valioso, sino experimentar algo valioso cuando “das y te das” a los demás. Me paso los días dando lo que puedo a los demás, todos los días y a todas horas…

25 octubre 2022

datos de la economía china

Ayer se publicaron sus datos macro. Estos son:

Chinese GDP (Y/Y) Q3: 3.9% (exp 3.3%; prev 0.4%)

Chinese Industrial Production (Y/Y) Sep: 6.3% (exp 4.8%; prev 4.2%)

-Industrial Production YTD (Y/Y) Sep: 3.9% (exp 3.7%; prev 3.6%)

Chinese Retail Sales (Y/Y) Sep: 2.5% (exp 3.0%; prev 5.4%)

Exports rise 5.7% (ext. 4.0%)

PIB China:


Desde JPMorgan comentaban ayer:

“China growth data surprised positively over the weekend, but their equity market is selling off strongly today. We believe this is a good opportunity to add given an expected growth recovery, gradual COVID reopening, and monetary and fiscal stimulus”. JPMorgan’s Marko Kolanovic

La caída ha sido importante por culpa de la sensación de demasiado poder que acumula la cúpula directiva tras el Congreso.

Sus acciones están por debajo del book value:


Y el PER está tirado:


Mientras que su economía se ha doblado:

China's GDP grew to 114 trillion yuan from 54 trillion yuan in the past decade & come to account for 18.5% of the world economy. Its per capita GDP has risen from 39,800 yuan to 81,000 yuan.

Sigue siendo la segunda economía del mundo en PIB:


Aunque en términos de PPP ha superado a EEUU… Y no les gusta nada.

Hoy ha habido una orden del Gobierno chino a los bancos para que compren acciones y paren estas bajadas. Veremos a ver…

Abrazos

PD1: El Papa sugiere evitar homilías muy largas y pide a los sacerdotes y obispos que, inspirados en los textos bíblicos, toquen con ellas el corazón de las personas. 

24 octubre 2022

problema estructural no coyuntural

Lo demás son parches a un problema de fondo…

Tres meses no es largo plazo

Y hoy batacazo de la bolsa china. A pesar de haber publicado con atraso su PIB que creció un 3,9%, mayor a lo esperado, la sensación de que Xi se ha quitado a sus críticos del Comité, y que no habrá voces discordantes, no ha gustado a los inversores. A ver si hace suelo de una vez… Abrazos,

PD1: Siempre discrepar de lo que dicen o piensan otros es bueno. Nunca exaltarse. Nunca odiar…

21 octubre 2022

para evitar la estanflación

Es mejor sufrir una corta recesión…

Una recesión quirúrgica para evitar la estanflación destructiva

Las lecciones de los 70 y 80 enseñan que los bancos centrales no pueden vacilar contra la inflación y que ir fiscalmente a la contra agrava el problema

Cada día se suma más doctrina al bando de los sorprendidos por las severas subidas de tipos de interés para neutralizar la inflación, alarmados por el riesgo inevitable de una recesión severa que apenas permitiría a las economías respirar tras la contracción cuantitativamente histórica generada por el Covid hace cuatro días. Censuran con vehemencia las decisiones de los banqueros centrales cuando las tasas nominales de interés siguen estando en una franja históricamente baja, y los hacen porque se han acostumbrado al dinero gratis durante tanto tiempo que la memoria no alcanza para recordar su carestía tradicional.

Lo hacen cuando apenas con unas pocas subidas encadenadas, tanto en EE UU como en Europa, la actividad empieza a ceder y a acercarse peligrosamente al estancamiento, una posibilidad que los organismos internacionales atisban ya para este fin de año y los primeros trimestres de 2023. La reacción de los celadores de la política monetaria ha sido perezosa y hasta bien entrado 2022 no han admitido que la inflación era más persistente de lo que estimaban, puesto que a los déficits de oferta provocados por la pandemia se ha aliado una guerra en Europa que incendia los precios de la energía y la alimentación. Han reaccionado tarde a un fenómeno que cabalga una grupa más rápida que la suya y costará unos cuantos trimestres alcanzarlo y abatirlo.

Al contrario de lo ocurrido en las décadas de los setenta y ochenta del pasado siglo, donde las fórmulas para domeñar la inflación eran diferentes porque la raíz del mal y su arborescencia eran novedosas, ahora las autoridades monetarias coinciden en diagnóstico y tratamiento, y se aprecian pocas fisuras en sus palabras y muy pocas en sus obras. Hay decisiones apresuradas y disruptivas en zonas monetarias menores que están costando caro a sus gobernantes y quejas aisladas reclamando coordinación (Christine Lagarde) para evitar desacoplamientos que refuercen unas divisas frente a otras y anulen el efecto de las subidas de tipos. El hecho de que EE UU vaya varios cuerpos por delante en la carrera refuerza al dólar y exporta inflación al resto del mundo, amén de vaciar de capitales itinerantes a las economías más débiles, desde las emergentes hasta otras pasadas de maduras.

Las lecciones de prolongados periodos de estanflación –término acuñado por el ministro de Finanzas británico Ian N. MaCleod en los sesenta y que define tasas elevadas de inflación y desempleo con estancamiento económico o crecimientos muy pobres–, provocados por políticas antiinflcionistas dubitativas han enseñado que lo primero es enterrar la inflación y después estimular la actividad, admitiendo incluso que el precio a pagar deba ser una recesión lo más rápida y quirúrgica posible, y aún a sabiendas de que tal contracción generará coste en riqueza y empleo, y que en muchas economías será elevado y más dilatado de la cuenta.

En los setenta la inflación surgió solo de una crisis energética provocada por la guerra árabe-israelí del Yom Kippur (octubre de 1973) en la que los precios del petróleo, con un uso industrial y doméstico mucho más intensivo que hoy en todo el mundo, pero especialmente en Europa, se multiplicaron por seis, y experimentaron un segundo encarecimiento espectacular a partir de 1979 (crisis de los rehenes americanos en su embajada en Teherán). Aunque muchos analistas advirtieron entonces que la crisis se prolongó porque EEUU –gran potencia en reservas de crudo, entonces y ahora, y aliado de Arabia Saudí– quería poner de rodillas a Europa en términos económicos, lo cierto es que víctimas fueron todas las economías. La inflación en EEUU pasó del 3,8% en 1972 a superar el 10% en 1980; en la Unión Europea (entonces a 15), del 6,3% al 13%; y en España, que todavía trataba de sacudirse su estigma de emergente, del 7,35% a superar el 23%.

En todas las zonas el crecimiento se acercó al estancamiento, con años en negativo, y con pérdidas muy notables de inversión; en Alemania, la UE-15 y EEUU descendió hasta en cuatro años entre 1973 y 1986, mientras que en España lo hizo durante ocho de los 14 años del ciclo. Del pleno empleo se mutó a tasas muy preocupantes de paro, obscenas en el caso de España: en EEUU se acercó al 10%, en Alemania superó el 8%, en la UE-15 llegó al 10,3% y aquí desbordó con creces el 20%. De hecho, España encadenó once años de destrucción de empleo, con un severo ajuste en el aparataje industrial que culminó con drásticas reconversiones. En definitiva, en todas las zonas, pero en unas más que en otras, los más desagradables ingredientes de una destructiva estanflación.

La reacción de los bancos centrales fue la misma, pero con ritmos temporales e intensidades diferentes. Mientras que en Europa (no había banco central ni unión monetaria) los tipos nominales a largo plazo fueron exageradamente elevados en Francia, España e Italia para defender a sus divisas, pero más moderados en Alemania, en EEUU superaron el 12% muchos años por la aplicación decidida de la doctrina de Paul Volcker. Los tipos reales fueron mucho más duros en Norteamérica que en Europa, y por ello el control de los precios se logró antes, como también antes se consolidó la recuperación.

Ahora me cuesta creer que los críticos con las subidas de tipos de los meses pasados y los venideros estén dispuestos a soportar un lapso de diez o doce años de estanflación. Hay que respetar el complicado trabajo de los banqueros centrales con su encarecimiento súbito del dinero, mientras que los gobiernos deben evitar decisiones de bombero con bajadas o subidas inconvenientes de impuestos que sequen el efecto del encarecimiento de la financiación al consumo y a la inversión.

Lagarde lo pide siempre que abre la boca, pero las capitales del euro le hacen poco caso, unas veces por desmemoria de que estamos en una unión monetaria en la que se pretende que la financiación sea igual para todos, y otras por urgencias electorales que no arreglan nunca nada. En una lucha de contrarios en la que la política monetaria combate la inflación subiendo tipos y achicando el espacio al crecimiento, y las políticas fiscales estimulan el consumo y la propia inflación, los combatientes se neutralizan y prolongan el problema, con riesgo evidente de convivir en estanflación una temporada larga.

Que cada cual haga su trabajo. En Europa hemos puesto en manos de un banco central soberano el control de los precios, y está comprometido a llevarlos de nuevo al 2%, aunque admite que tal faena le costará no menos de dos años, y siempre que el conflicto de Rusia con Europa que se juega en Ucrania se diluya pronto. Y es muy probable que tenga que mediar una recesión, que plancha la demanda y los precios, por mucho que en Fráncfort pongan celo para evitarlo. Y llegado el objetivo, que cada cual, con orden, opte por la fórmula que quiera para poner de nuevo el motor en marcha, tentándose bien la ropa que lleva puesta (déficit, deuda, desempleo, presión fiscal, ...) para evitar males mayores. Ahí volverá la disputa entre keynesianismo y liberalismo, pero esa es otra historia.

Abrazos,

PD1: No puedes sentir envidia y ser feliz al mismo tiempo. Hay que elegir y rechazar la envidia de lo que tienen otros, o de lo que son…

La envidia es uno de los pecados más invisibles, de los que no se notan por lo metido que lo tenemos en el coco…

No merecen la pena las cosas ni el éxito de los demás. Hay que contentarse con lo que somos…, y tratar de mejorar cada día.

20 octubre 2022

mercados emergentes

¿Lo harán mejor o peor que los mercados desarrollados? Una recesión en Occidente no les viene bien. Sin embargo sus datos de inflación son envidiables (China tiene un IPC del 2,8%). Y si no venden a Occidente lo harán al sudeste asiático que tiene 5.000 millones de personas… La realidad es que su bolsa está en mínimos y debería rebotar de una vez…

Emerging Markets Equity: Catalysts for Stock Market Leadership Transition

Abrazos,

PD1: El Papa Juan Pablo II vino a España 6 veces!!! Te acordarás de verle en el Santiago Bernabeu, en Avila, en Santiago de Compostela… El Papa Benedicto estuvo dos veces: En Valencia en la jornada de las familias que tantos fuimos. Y en Madrid en Cuatro Vientos, cuando todo salió volando…

Hay una anécdota muy buena de la visita a Valencia contada por Francisco Camps, el de los trajes y uno de los políticos más brillantes que he conocido. Este verano nos decía que para que un Papa venga a España tiene que ser invitado formalmente por el Presidente de Gobierno. El Rey Juan Carlos medió y Zapatero se la envaino ya que no quería. Hoy Sanchez no invita al Papa Francisco, que ya lleva 8 años de pontificado y ni se le espera…, ni le quieren invitar. ¿Algún mediador?

No se coscan de la cantidad de cosas buenas que provoca una visita papal. Tengo en mi memoria tantas cosas positivas de Juan Pablo II y su “no tengáis miedo”, hasta el alborozo de Cuatro Vientos… Habrá que esperar a otro gobierno, o a otro papa… Paciencia, que tendremos ambas cosas…

19 octubre 2022

pacto de rentas

Es lo que se debería hacer, pero no se intenta por no perder votos… Se le da todo a los pensionistas (la subida del IPC), casi todo a los funcionarios (ya cobran más que el salario medio del sector privado), y se le pide a las empresas que paguen más… ¿Sobrevivirán las empresas a las subidas del salario mínimo? ¿Aceptarán subidas en los convenios colectivos? ¿Habrá mucha presión?

Cotizaciones sociales, salarios públicos y pacto de rentas

Algunas de las partidas de los PGE encierran detalles cuyas implicaciones no son percibidas a simple vista. He aquí algunas de las más importantes

Como suele ocurrir con motivo de la presentación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), en las últimas semanas asistimos a un enconado debate sobre la fiscalidad, las políticas de gasto y la dirección de la política presupuestaria. Los ingresos y gastos proyectados en los PGE reflejan las prioridades del Gobierno condicionadas a su previsión de crecimiento. Sin embargo, algunas de las partidas de los PGE encierran detalles cuyas implicaciones no son percibidas a simple vista.

Los PGE recogen la revalorización prevista de las pensiones con el IPC y el aumento pactado de los salarios de los empleados en el sector público. Las implicaciones de estas dos medidas exceden su impacto sobre el gasto del sector público, pues pueden afectar a la negociación salarial en el sector privado, un aspecto importante en el actual contexto de elevada inflación. De hecho, no han sido pocas las voces que ya han propuesto que lo negociado en el ámbito del sector público sirva de base para lo que resulte de la negociación entre empresas y trabajadores. No en vano, muchos economistas llevamos tiempo reclamando que un eventual pacto de rentas incluyera también a pensionistas y funcionarios.

Las pensiones en el año 2023 crecerán un 8,5 por ciento, para compensar la pérdida de poder adquisitivo debida al crecimiento medio del IPC durante 2022. Sin embargo, la inflación del IPC en 2022 será muy superior al crecimiento del deflactor del PIB, siendo la diferencia el resultado del aumento de los precios de las importaciones. El proceso inflacionista originado por un aumento en el coste de los productos importados significa que España está transfiriendo renta al resto del mundo, en especial a los países de los que importamos materias primas más caras. El coste de dicha pérdida de capacidad adquisitiva en términos de consumo (aproximadamente un 4% del PIB según las estimaciones de BBVA Research) debería ser asumido de manera equitativa por amplios sectores sociales. Cualquier intento de un colectivo de protegerse contra esta pérdida de renta que afecta al país en su conjunto tiene dos consecuencias: reduce aún más la capacidad económica de otros colectivos y puede seguir alimentando la inflación.

La subida del 8,6% de las bases máximas de cotización no sólo aumenta los costes laborales, sino que tendrá también un efecto desincentivador en la creación de empleo

La revalorización de las pensiones se financiará incrementando la deuda del conjunto de las Administraciones públicas y con impuestos más elevados, como los incrementos anunciados de las cotizaciones a la Seguridad Social. El aumento previsto de los ingresos de cotizaciones a la Seguridad Social en los PGE, en parte debido al incremento del tipo de cotización en 6 décimas del Mecanismo de Equidad Intergeneracional que entrará en vigor en 2023, es casi el doble que el crecimiento esperado del PIB nominal. Aun así, será insuficiente para reducir el déficit del sistema contributivo de pensiones. Este aumento en el coste laboral supone un sobreesfuerzo adicional para las empresas, tras el aumento del precio de la energía, las materias primas y los bienes intermedios, y de otros impuestos, creciendo la probabilidad de tensiones adicionales en la inflación por los efectos de segunda ronda. Aquellas empresas con problemas para trasladar el aumento de costes a precios, ante la caída de sus márgenes de producción, podrían verse abocadas a reducir su actividad o su creación de empleo, o aumentar menos los salarios, con el consiguiente impacto negativo sobre las rentas agregadas del trabajo. Adicionalmente, la subida del 8,6% de las bases máximas de cotización no sólo aumenta los costes laborales, sino que tendrá también un efecto desincentivador en la creación de empleo, particularmente en los niveles de cualificación más elevados. Para evitar estos efectos negativos sería necesario que los trabajadores asumieran estos aumentos de las cotizaciones sociales como un salario diferido, reduciendo en la misma cuantía su salario corriente. Sin embargo, parece muy poco probable que esto ocurra, teniendo en cuenta que la subida de las bases máximas excede el crecimiento de los salarios, no sigue una regla estable y predecible en el tiempo, y no se percibe que se puedan garantizar futuras pensiones proporcionalmente más elevadas dado el abultado déficit ya existente en el sistema.

En el Gráfico siguiente puede observarse la cuña impositiva sobre las rentas del trabajo que implican las cotizaciones sociales, el IRPF y los impuestos indirectos, de acuerdo con la definición del Premio Nobel Edward C. Prescott (2004). La diferencia respecto al 100% indica el porcentaje de la renta disponible para adquirir bienes y servicios, una vez descontados los impuestos sobre el trabajo y los impuestos indirectos. Desde el año 2015 la cuña impositiva sobre el trabajo no ha hecho más que aumentar, alcanzando niveles históricamente elevados a partir de 2017 y creciendo casi en 10 puntos porcentuales desde la Gran Recesión hasta la actualidad. Sin embargo, este incremento no se ha visto compensado por otro de magnitud similar en la eficiencia en la provisión de bienes y servicios públicos. El aumento en las cotizaciones a la Seguridad Social previsto en los PGE del año 2023 supondrá otra vuelta de tuerca a esta cuña fiscal hasta alcanzar previsiblemente valores por encima del 47%.

Lo que no parece trasladable con carácter general es la rebaja de la jornada del trabajo en un 6,7%, de 37,5 a 35 horas semanales, y que segmentará aún más el mercado de trabajo entre el sector público y privado

En cuanto al acuerdo salarial para los empleados públicos pactado recientemente, la subida del 3,5% en 2022 (hasta el 3,5% en 2023 y 2,5% en 2024), en línea con el crecimiento del deflactor del PIB, resulta en principio una buena guía para el sector privado, con la que evitar los temidos efectos de segunda ronda. Lo que no parece trasladable con carácter general es la rebaja de la jornada del trabajo en un 6,7%, de 37,5 a 35 horas semanales, y que segmentará aún más el mercado de trabajo entre el sector público y privado. Reducir las horas en esta cuantía, junto con la subida salarial del 3,5% en 2022, equivale a un aumento salarial anual por hora trabajada de un 10,2%, muy por encima del crecimiento observado hasta ahora en el deflactor del PIB. Dicha subida del salario por hora en el sector privado se antoja inasumible, cuando se añade a los otros aumentos de los costes laborales que ya hemos comentado. Las reducciones de jornada deben venir acompañadas por aumentos de productividad o ajustes salariales, y deben ser en cualquier caso evaluadas. No hay constancia de que este haya sido el caso en el sector público lo que, a su vez, plantea serias dudas sobre cómo repercutirá en la calidad de la provisión de los servicios públicos o en sus futuras necesidades de empleo.


En conclusión, el entorno económico actual caracterizado por una elevada tasa de inflación requiere el consenso entre los agentes económicos para evitar los temidos efectos de segunda ronda. La falta de este consenso en el reparto equitativo del coste económico que impone una inflación de origen importado y el fracaso en la implementación de un pacto de rentas puede conducir a una situación con una inflación enquistada con tasas elevadas, menos actividad económica y el empobrecimiento de los colectivos con menor capacidad de negociación. En este contexto, el aumento de las cotizaciones sociales y de la cuña fiscal, y la reducción de la jornada de trabajo en el sector público suponen una presión inflacionista que implica un peligro para el crecimiento equilibrado de la economía española.

Abrazos,

PD1: Nos encanta discutir a los españoles… Deberíamos aprender a callar y evitar esos acaloramientos que se producen…


Me ha gustado lo de tener la paz, eso que los cristianos conseguimos estando cerca del Señor… 

18 octubre 2022

La inflación va a caer tan rápido como subió...

La evolución del precio del gas en Europa, que tanto se habla estos días, está siendo fulminante: ya está más bajo que hace un año…:


“La inflación va a caer tan rápido como subió, y esa es la señal de los inversores para volver a entrar en el mercado de acciones”

Abrazos,

PD1: No le pidas a Dios más señales. Es tan habitual para los que no creen pedirle a Dios que se muestre, que les diga algo para poder creer…

Hay que pedirle más fe para que podamos ver todas las señales de amor que el Señor nos hace llegar a diario.


17 octubre 2022

el mundo que vivimos en 1980-2020 se acabó

Entrevista a Napier que sigue muy pesimista:

«We Will See the Return of Capital Investment on a Massive Scale»

Market strategist and historian Russell Napier warns of a 15- to 20-year phase of structurally elevated inflation and financial repression. He shares his views on how investors should prepare for this new world.

Russell Napier has never been one of the eternal inflation warners. On the contrary: The market strategist and historian, who experienced the Asian Financial Crisis 25 years ago at first hand at the brokerage house CLSA in Hong Kong, wrote for years about the deflationary power of the globalised world economy.

Two years ago, the tide turned and Napier warned of a vicious return of inflation – and he hit the mark. In an in-depth conversation with The Market NZZ, which was lightly edited for clarity, he explains why most developed economies are undergoing a fundamental shift and why the system most investors have become accustomed to over the past 40 years is no longer valid.

According to Napier, financial repression will be the leitmotif for the next 15 to 20 years. But this environment will also bring opportunities for investors. «We will see a boom in capital investment and a reindustrialisation of Western economies,» says Napier. Many people will like it at first, before years of badly misallocated capital will lead to stagflation.

In summer of 2020, you predicted that inflation was coming back and that we were looking at a prolonged period of financial repression. We currently experience 8+% inflation in Europe and the US. What's your assessment today?

My forecast is unchanged: This is structural in nature, not cyclical. We are experiencing a fundamental shift in the inner workings of most Western economies. In the past four decades, we have become used to the idea that our economies are guided by free markets. But we are in the process of moving to a system where a large part of the allocation of resources is not left to markets anymore. Mind you, I'm not talking about a command economy or about Marxism, but about an economy where the government plays a significant role in the allocation of capital. The French would call this system «dirigiste». This is nothing new, as it was the system that prevailed from 1939 to 1979. We have just forgotten how it works, because most economists are trained in free market economics, not in history.

Why is this shift happening?

The main reason is that our debt levels have simply grown too high. Total private and public sector debt in the US is at 290% of GDP. It's at a whopping 371% in France and above 250% in many other Western economies, including Japan. The Great Recession of 2008 has already made clear to us that this level of debt was way too high.

How so?

Back in 2008, the world economy came to the brink of a deflationary debt liquidation, where the entire system was at risk crashing down. We've known that for years. We can't stand normal, necessary recessions anymore without fearing a collapse of the system. So the level of debt – private and public – to GDP has to come down, and the easiest way to do that is by increasing the growth rate of nominal GDP. That was the way it was done in the decades after World War II.

What has triggered this process now?

My structural argument is that the power to control the creation of money has moved from central banks to governments. By issuing state guarantees on bank credit during the Covid crisis, governments have effectively taken over the levers to control the creation of money. Of course, the pushback to my prediction was that this was only a temporary emergency measure to combat the effects of the pandemic. But now we have another emergency, with the war in Ukraine and the energy crisis that comes with it.

You mean there is always going to be another emergency?

Exactly, which means governments won't retreat from these policies. Just to give you some statistics on bank loans to corporates within the European Union since February 2020: Out of all the new loans in Germany, 40% are guaranteed by the government. In France, it's 70% of all new loans, and in Italy it's over 100%, because they migrate old maturing credit to new, government-guaranteed schemes. Just recently, Germany has come up with a huge new guarantee scheme to cover the effects of the energy crisis. This is the new normal. For the government, credit guarantees are like the magic money tree: the closest thing to free money. They don't have to issue more government debt, they don't need to raise taxes, they just issue credit guarantees to the commercial banks.

And by controlling the growth of credit, governments gain an easy way to control and steer the economy?

It's easy for them in the way that credit guarantees are only a contingent liability on the balance sheet of the state. By telling banks how and where to grant guaranteed loans, governments can direct investment where they want it to, be it energy, projects aimed at reducing inequality, or general investments to combat climate change. By guiding the growth of credit and therefore the growth of money, they can control the nominal growth of the economy.

And given that nominal growth consists of real growth plus inflation, the easiest way to do this is through higher inflation?

Yes. Engineering a higher nominal GDP growth through a higher structural level of inflation is a proven way to get rid of high levels of debt. That's exactly how many countries, including the US and the UK, got rid of their debt after World War II. Of course nobody will ever say this officially, and most politicians are probably not even aware of this, but pushing nominal growth through a higher dose of inflation is the desired outcome here. Don't forget that in many Western economies, total debt to GDP is considerably higher today than it was even after World War II.

What level of inflation would do the trick?

I think we'll see consumer price inflation settling into a range between 4 and 6%. Without the energy shock, we would probably be there now. Why 4 to 6%? Because it has to be a level that the government can get away with. Financial repression means stealing money from savers and old people slowly. The slow part is important in order for the pain not to become too apparent. We're already seeing respected economists and central bankers arguing that inflation should indeed be allowed at a higher level than the 2% target they set in the past. Our frame of reference is already shifting up.

Yet at the same time, central banks have turned very hawkish in their fight against inflation. How does that square?

We today have a disconnect between the hawkish rhetorics of central banks and the actions of governments. Monetary policy is trying to hit the brakes hard, while fiscal policy tries to mitigate the effects of rising prices through vast payouts. An example: When the German government introduced a €200 bn scheme to protect households and industry from rising energy prices, they're creating a fiscal stimulus at the same time as the ECB is trying to rein in their monetary policy.

Who wins?

The government. Did Berlin ask the ECB whether they can create a rescue package? Did any other government ask? No. This is considered emergency finance. No government is asking for permission from the central bank to introduce loan guarantees. They just do it.

You're saying that central banks are powerless?

They're impotent. This is a shift of power that cannot be underestimated. Our whole economic system of the past 40 years was built on the assumption that the growth of credit and therefore broad money in the economy was controlled through the level of interest rates – and that central banks controlled interest rates. But now, when governments take control of private credit creation through the banking system by guaranteeing loans, central banks are pushed out of their role. There's another way of looking at today's loud, hawkish rhetoric by central banks: Teddy Roosevelt once said that, in terms of foreign policy, one should speak softly and carry a big stick. What does it tell you when central banks speak loudly? Perhaps that they're not carrying a big stick anymore.

Would that apply to all Western central banks?

Certainly to the ECB and definitely to the Bank of England and the Bank of Japan. These countries are already well on their path to financial repression. It will happen in the US, too, but we have a lag there – which is why the dollar is rising so sharply. Investment money flows from Europe and Japan towards America. But there will come a point where it will be too much for the US as well. Watch the level of bond yields. There is a level of bond yields that is just unacceptable for the US, because it would hurt the economy too much. My argument for the past two years was that Europe can't let rates go up, not even from current levels. The private sector debt service ratio in France is 20%, in Belgium and the Netherlands it's even higher. It's 11% in Germany and about 13% in the US. With rising interest rates, it won't take long until there will be serious pain. So it's just a matter of time before we all get there, but Europe is at the forefront.

Walk us through how this will play out.

First, governments directly interfere in the banking sector. By issuing credit guarantees, they effectively take control of the creation of broad money and steer investment where they want it to. Then, the government would aim for a consistently high growth rate of money, but not too high. Again, history shows us the pattern: The UK had five big banks after World War II, and at the beginning of each year the government would tell them by what percentage rate their balance sheet should grow that year. By doing this, you can set the growth rate of broad money and nominal GDP. And if you know that your economy is capable of, say, 2% real growth, you know the rest would be filled by inflation. As a third prerequisite you need a domestic investor base that is captured by the regulatory framework and has to buy your government bonds, regardless of their yield. This way, you prevent bond yields from rising above the rate of inflation. All this is in place today, as many insurance companies and pension funds have no choice but to buy government bonds.

You make it sound easy: The government just has to engineer a level of nominal growth and of inflation that is consistently somewhat higher than interest rates in order to shrink the debt to GDP ratio.

Again, this is how it was done after World War II. The crucial thing is that we are moving from a mechanism where bank credit is controlled by interest rates to a quantitative mechanism that is politicised. This is the politicisation of credit.

What tells you that this is in fact happening today?

When I see that we are headed into a significant growth slowdown, even a recession, and bank credit is still growing. The classic definition of a banker used to be that he lends you an umbrella but would take it away at the first sight of rain. Not this time. Banks keep lending, they even reduce their provisions for bad debt. The CFO of Commerzbank was asked about this fact in July, and she said that the government would not allow large debtors to fail. That, to me, was a transformational statement. If you are a banker who believes in private sector credit risk, you stop lending when the economy is headed into a recession. But if you are a banker who believes in government guarantees, you keep lending. This is happening today. Banks keep lending, and nominal GDP will keep growing. That's why, in nominal terms, we won't see an economic contraction.

Won't there come a point where the famed bond market vigilantes would step in and demand significantly higher yields on government bonds?

I doubt it. First, we already have a captured investor base that just has to buy government bonds. And if push comes to shove, the central bank would step in and prevent yields from rising higher, with the ultimate policy being overt or covert yield curve control.

What if central banks don't want to play along and try to regain control over the creation of money?

They could, but in order to do that, they would really have to go to war with their own government. This will be very hard, because the politicians in government will say they are elected to pursue these policies. They are elected to keep energy prices down, elected to fight climate change, elected to invest in defence and to reduce inequality. Arthur Burns, who was the Fed chairman during the Seventies, explained in a speech in 1979 why he lost control of inflation. There was an elected government, he said, elected to fight a war in Vietnam, elected to reduce inequality through Lyndon B. Johnson's Great Society programs. Burns said it wasn't his job to stop the war or the Great Society programs. These were political choices.

And you say it's similar today?

Yes. People are screaming for energy relief, they want defence from Putin, they want to do something against climate change. People want that, and elected governments claim to follow the will of the people. No central banker will oppose that. After all, many of the things that are associated with financial repression will be quite popular.

How do you mean that?

Remember I said that financial repression means engineering an inflation rate in the area of 4 to 6% and thereby achieving a nominal GDP growth rate of, say, 6 to 8%, while interest rates are kept at a lower level. Savers won't like it, but debtors and young people will. People's wages will rise. Financial repression moves wealth from savers to debtors, and from old to young people. It will allow a lot of investment directed into things that people care about. Just imagine what will happen when we decide to break free from our one-sided addiction of having pretty much everything we consume produced in China. This will mean a huge homeshoring or friendshoring boom, capital investment on a massive scale into the reindustrialisation of our own economies. Well, maybe not so much in Switzerland, but a lot of production could move back to Europe, to Mexico, to the US, even to the UK. We have not had a capex boom since 1994, when China devalued its currency.

So we're only at the start of this process?

Absolutely. I think we'll need at least 15 years of government-directed investment and financial repression. Average total debt to GDP is at 300% today. You'll want to see it down to 200% or less.

What's the endgame of this process, then?

We saw the endgame before, and that was the stagflation of the 1970s, when we had high inflation in combination with high unemployment.

People are already talking about stagflation today.

That's utter nonsense. They see high inflation and a slowing economy and think that's stagflation. This is wrong. Stagflation is the combination of high inflation and high unemployment. That's not what we have today, as we have record low unemployment. You get stagflation after years of badly misallocated capital, which tends to happen when the government interferes for too long in the allocation of capital. When the UK government did this in the 1950s and 60s, they allocated a lot of capital into coal mining, automobile production and the Concorde. It turned out that the UK didn't have a future in any of those industries, so it was wasted and we ended up with high unemployment.

So the endgame will be a 1970s style stagflation, but we're not there yet?

No, not by a long shot. First comes the seemingly benign part, which is driven by a boom in capital investment and high growth in nominal GDP. Many people will like that. Only much later, when we get high inflation and high unemployment, when the scale of misallocated capital manifests itself in a high misery index, will people vote to change the system again. In 1979 and 1980 they voted for Thatcher and Reagan, and they accepted the hard monetary policy of Paul Volcker. But there is a journey to be travelled to get to that point. And don't forget, by the time Thatcher and Reagan came in, debt to GDP had already come down to new lows. That enabled them to introduce their free market policies, which would probably not have been possible if debt to GDP were much higher. So that's why we're in for a long social and political journey. What you have learned in market economics in the past forty years will be useless in the new world. For the next twenty years, you need to get familiar with the concepts of political economy.

What would have to happen for you to conclude that we'll avoid this path?

If governments went out of interfering with the banking system, reinstated private sector credit risk and handed back control over the growth of money to central bankers. Also, if we had a huge productivity revolution that would make real GDP grow at 4%. This would allow us to keep inflation at 2% in order to get nominal growth of 6%. We can't forecast productivity, and I never want to underestimate human ingenuity, so we'll see about that. A third possibility would be voters telling their governments to stop these policies by voting them out of office. But this is not likely because, as mentioned, most people will like this environment at first.

What will this new world mean for investors?

First of all: avoid government bonds. Investors in government debt are the ones who will be robbed slowly. Within equities, there are sectors that will do very well. The great problems we have – energy, climate change, defence, inequality, our dependence on production from China – will all be solved by massive investment. This capex boom could last for a long time. Companies that are geared to this renaissance of capital spending will do well. Gold will do well once people realise that inflation won't come down to pre-2020 levels but will settle between 4 and 6%. The disappointing performance of gold this year is somewhat clouded by the strong dollar. In yen, euro or sterling, gold has done pretty well already.

What about countries that don't follow the path of financial repression?

That's going to be tricky. Switzerland, for example, will probably stay away from these policies, but it will see continued inflows of capital, creating upward pressure on the franc. Sooner or later, Switzerland will have to bring back some forms of capital controls. That will be a feature worldwide. We have gotten used to sitting in Zurich or London and investing money in the US, in China, in Malaysia or Mexico. There are some emerging markets that are attractive today, as they have low levels of debt. But in a world where large parts of the global economy are in a system of financial repression, there will be all sorts of capital controls. That means that as an investor, you best invest in jurisdictions where you plan to spend your retirement. To me, that means I don't want to be invested in China at all, for example. The risks of getting stuck there are way too high, as the example of Russia has shown. Many investors today still pretend that we're in the system that we had from 1980 to 2020. We're not. We're going through fundamental, lasting changes on many levels.

Abrazos,

PD1: Hace 44 años, un día como hoy, el mundo conoció al Papa Juan Pablo II, el primer pontífice no italiano en más de 400 años. San Juan Pablo II, ruega por nosotros.