24 julio 2020

un nuevo imperio

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Tiempos revueltos los que tenemos. China se erige a dominar el mundo… Interesantes estas tres entradas:

China: hacia un nuevo imperio

China establecerá en el mundo un modelo en el que, como en Matrix, lo importante no será la libertad, sino la sensación de libertad
Durante más de cinco mil años, la historia de los seres humanos ha estado dominada por la violencia. La esencia de las relaciones políticas, siempre ligadas a las comerciales, se ha caracterizado por la dominación sobre territorios conquistados a sangre y fuego. El poder se medía en ejércitos poderosos, que mantenían el orden con una mezcla de miedo y prosperidad. Los mayas en América, los persas y los egipcios en Oriente Medio, las dinastías chinas desde la Xia, griegos y romanos, musulmanes y otomanos, españoles, franceses y británicos forjaron sus imperios yendo siempre más allá de sus fronteras originales, buscando riquezas fuera de sus tierras, y dejando, así, rastros culturales que perduran hasta nuestros días. Somos lo que somos en virtud de lo que nos legaron quienes estuvieron donde vivimos.

La noche en que cambió todo

Si el último siglo se caracterizó por la lucha entre la libertad que representan las democracias liberales y la autoridad que representaban el imperio austrohúngaro, el III Reich y, luego, la Unión Soviética, con un saldo de más de cien millones de muertos, el siglo presente lo hace por la lenta e inexorable extensión del soft power chino.
Algo cambió para siempre la noche del 3 al 4 de junio de 1989. La inflación y la muerte del reformista Hu Yaobang se combinaron en el ánimo de miles de estudiantes quetomaron la plaza de Tiananmen durante las siete semanas que acabaron entonces. Deng Xiaoping, ya octogenario, cedió ante la presión del primer ministro Li Peng, quien disolvió las revueltas con el uso indiscriminado de la fuerza militar. Deng, sin embargo, entendió perfectamente que la supervivencia del régimen comunista dependía mucho más de la economía que de los tanques.
En la primavera de 1992 se presentó en varias ciudades del sur del país, entre ellas Shenzen (lo que es hoy el Silicon Valley chino), para proclamar su famoso “enriquecerse es glorioso”, dando así la salida oficial a lo que se conoce, erróneamente, como economía socialista de mercado. Por entonces, el PIB chino era de 360.900 millones de dólares y el PIB per capita no alcanzaba los 320 dólares; para ponerlo en contexto, en ese mismo año el PIB norteamericano era de 6 billones de dólares y la renta per capita de sus ciudadanos alcanzaba los 24.000 dólares.
En estos treinta años transcurridos, el PIB chino ha crecido hasta los 13.7 billones de dólares y la renta per capita se ha situado en los 9.800 dólares; en ese mismo período, el PIB de los EE.UU. ha aumentado hasta los 20.5 billones de dólares y la renta per capita lo ha hecho hasta los 63.000. Es decir, en China se han multiplicado ambas magnitudes por 38 y por 30, respectivamente, mientras que las norteamericanas en alrededor de 3 veces.
Es también indudable que el progreso del nivel de vida de la población, al menos en las ciudades, es lo que ha permitido que las tesis impulsadas por Deng triunfasen
Son dos los pilares fundamentales del desarrollo chino en este período tan corto de tiempo: el mantenimiento de la dictadura en lo político y la apertura al mercado en lo económico. La ausencia de transparencia del régimen hace que la duda sea inherente a todo análisis económico; pero, en todo caso, es también indudable que el progreso del nivel de vida de la población, al menos en las ciudades, es lo que ha permitido que las tesis de Deng triunfasen. Hoy, China tiene 113 zonas urbanas de más de un millón de habitantes, por 114 los EEUU y la UE tomadas de forma conjunta.
La tecnología permite, hoy, que el régimen tenga un control absoluto de los habitantes. Asimismo, la existencia de un poder central indiscutido permite una toma de decisiones rápida que, junto con una mano de obra infinita, permite actuar sin dilación y, sobre todo, sin oposición ni control parlamentario alguno. La capacidad económica que ha generado estos años le permite camuflar, bajo la forma de ayudas económicas, una nueva colonización en el oriente africano, en el norte y en el sur de Europa, o en las repúblicas de Asia central. Mientras, las democracias liberales se debilitan pidiendo perdón por lo que ocurrió en el pasado, hincando la rodilla y derribando estatuas.

Mercados y tecnología

En las próximas semanas efectuaremos un recorrido por los tres pilares que sustentan el soft power chino, y que van a permitirle situarse no sólo como primera potencia mundial, sino, lo que es más grave, establecer su modelo como el hegemónico en lo que hoy llamamos Occidente. Mediante la colonización de los mercados emergentes (África e Hispanoamérica, fundamentalmente), el control de la tecnología y la aplicación de un sistema político enormemente eficaz, China logrará que su modelo sea adoptado, inexorablemente, por los países europeos.
La crisis de la covid-19 no ha hecho más que acelerar el proceso. Todos hemos sido conscientes de la enorme dependencia de China en las cadenas de suministro, con problemas de desabastecimiento en nuestros mercados; asimismo, la ayuda del régimen chino a los países occidentales ha sido recibida con gran satisfacción por las democracias occidentales, en la que es la mayor operación de propaganda del S. XXI. En ese proceso, la libertad individual retrocederá a niveles que pocas personas recuerdan. Ese será el precio que pagaremos por la seguridad. China establecerá, así, un modelo en el que, como en Matrix, lo importante no será la libertad, sino la sensación de libertad.

China: Hacia un nuevo imperio (II)

El gigante asiático arrolla toda la ilusión de libertad que Hong Kong ha mostrado a lo largo de estos 23 años, y que tuvo su manifestación más cercana en las revueltas de 2019 contra la ley de extradición
Durante esta semana se han celebrado los 23 años del traspaso de la soberanía de Hong Kong a Chinapor parte del Reino Unido. Ha sido una celebración amarga, porque ha coincidido con la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Nacional de Hong Kong, aprobada el día anterior por la Asamblea Nacional Popular de China, el máximo órgano legislativo del país. Esta nueva ley introduce una serie de restricciones muy importantes a la autonomía que gozaba esta Región Administrativa Especial. La nueva ley introduce los delitos de secesión, subversión, terrorismo y colusión con fuerzas extranjeras, y liquida definitivamente el concepto de “un país, dos sistemas” que se ha mantenido vigente desde la devolución.
Con esta operación legislativa, China arrolla toda la ilusión de libertad que los hongkoneses han mostrado a lo largo de estos 23 años, y que tuvo su manifestación más cercana en las revueltas de 2019 contra la ley de extradición, que fue finalmente retirada, y que seguía a la revolución de los paraguas de 2014 que estalló como protesta por el intento chino de limitar quién podía presentarse a las elecciones. La actuación del gobierno chino, a través de sus órganos de represión legal, siempre ha sido extremadamente violenta, algo de lo que no han sido ajenos los tibetanos, cuyo territorio fue anexionado en 1951 por Mao Zedong.
Desde entonces, China ha mantenido una férrea política de control de la natalidad en el Tíbet, y ha procedido a colonizar completamente el país. En los primeros años del siglo actual, la inauguración del ferrocarril Qinghai–Tíbet supuso no sólo un hito industrial, que rivaliza incluso con el de las Tres Gargantas, sino la posibilidad de que, en cada viaje, dos mil chinos puedan trasladarse tranquilamente hasta Lhasa. China puso todo su esfuerzo en la finalización de este recorrido, con la participaron de más de 100.000 trabajadores. Uno de los principales problemas, que retrasó mucho tiempo la construcción, fue que el tren debía atravesar más de 500 km de permafrost, el hielo perpetuo en la meseta tibetana. Otro fue el del paso de Tanggula, a más de cinco mil metros sobre el nivel del mar y casi 200 metros por encima de los 4.829 metros a los que se encuentra la estación de Ticlio, en Perú, la más alta de América y, hasta entonces, del mundo. Tan dificultosa resulta la tarea del transporte de viajeros en esas condiciones que la canadiense Bombardier Transportation construyó los trenes con dispositivos de oxígeno enriquecido y sistemas específicos de protección ultravioletas. El destrozo medioambiental no tuvo ningún eco entre quienes habitualmente se movilizan por la tala de un ciprés en la Ciudad Universitaria de Madrid.

Control de la población

Un país con una etnia que supone el 91% de la población, la Han, pero con otras 55 oficialmente reconocidas por el gobierno, algunas con tan pocos representantes como los 3.000 Ihobas, mantiene necesariamente conflictos internos. El caso de los uigures es quizá el más conocido, a pesar del absoluto hermetismo que el Gobierno del Partido Comunista trata de imponer a todo lo relativo a su política interna. Sanmenxia, con más de dos millones de habitantes, es la capital oficiosa de esta etnia. Allí se ha instalado un sistema de video vigilancia inteligente que reconoce los desplazamientos de los habitantes y avisa a la policía cuando más de cuatro personas se desplazan a un barrio que no es el suyo. En un mes, el sistema es capaz de controlar más de medio millón de caras. Las recientes tensiones fronterizas con India, que suponen ahora mismo uno de los principales polvorines del mundo, han acercado aún más a Rusia al segundo país más poblado del mundo.
Estas actuaciones de dominación podemos calificarlas de tradicionales en cualquier sistema imperial. Son mucho más llamativas las que, en los últimos años, está desarrollando a través de la nueva ruta de la seda, la denominada estrategia OBOR, por las siglas de One Belt, One Road que estableció el presidente Xi Jinping al poco de ser elegido, en marzo de 2013, y que conforman la esencia del soft power que anticipaba la semana pasada.
China

La nueva ruta de la seda y su cinturón marítimo

La idea es sencilla, y responde a la perfección a la cita de Mao que abre este artículo: haz política exterior sin derramar sangre, que ya bastante has derramado en casa. Consiste en establecer una dominación persistente mediante el auxilio económico. Un mega plan Marshall a todos los niveles. Desde su puesta en marcha, la inversión global tanto directa como a través de sus empresas se estima en más 900.000 millones de euros, con más de 1.700 proyectos de infraestructuras en los más de 65 países que han firmado con China un programa que afecta al 60% de la población mundial. Fruto de este proyecto es, por ejemplo, la línea de tren más larga del mundo, que, a lo largo de 13.000 km, une Madrid con Yiwu desde diciembre de 2014. Gasoductos chinos atraviesan Asia Central surtiendo más de 200.000 millones de metros cúbicos desde 2009 y generando más de 10.000 empleos en zonas deprimidas de Uzbekistán o Kazajistán; sólo la línea D, actualmente en construcción en sus más de 1.000 km de longitud (de los que el 85% se encuentran fuera de China), será capaz de proporcionar 30.000 millones de metros cúbicos de gas en un solo año, sumándose a las A, B y C para proporcionar, en conjunto, 85.000 millones de metros cúbicos anuales. Para poner en contexto, Medgaz, el gasoducto que aporta el gas natural argelino a España a lo largo de 547 km, tiene previsto ampliar en un 25% su capacidad en 2021 hasta los 10.000 millones de metros cúbicos anuales.
En 2015, China creó el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras como alternativa al BIRD, el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo, la institución del Banco Mundial encargada de la financiación, asistencia y apoyo a las economías en proceso de desarrollo. En cuatro años pasó de 57 a 78 miembros. Cuenta con el objetivo de “cerrar la brecha financiera entre la demanda de infraestructuras sostenibles en Asia y los recursos financieros disponibles, contribuyendo así a mejorar el desarrollo económico y los estándares de vida, ambientales y sociales en los países”, prestando, cómo no, “especial atención a las inversiones sostenibles y verdes para ayudar a los países asiáticos a adoptar tecnologías respetuosas del medio ambiente sobre todo en el sector de la producción de energía”.
A finales de marzo de este año, el Consejo de Administración del banco aprobó más de 13.000 millones de dólares para proyectos en diversos sectores de infraestructura en 21 de sus Estados miembros, como la India, Indonesia y Bangladesh. El banco también puede realizar un máximo del 15% de sus inversiones fuera de Asia, pero en proyectos estrechamente relacionados con dicho continente o que deben tener en cuenta intereses globales, como la protección del clima. Resulta paradójico cómo el país más contaminante del mundo, el mayor exportador mundial de carbón para uso industrial, el que mantiene o construye más de 140 plantas de energía térmica de carbón fuera de su país, el país cuyas inversiones directas, fuera de sus fronteras, en este tipo de energía compensan, desde 2013, todas las reducciones de emisiones de los contaminantes países capitalistas, tenga en tan elevada estima la protección del medio ambiente.
En una operación financiera espectacular, China se hizo con la gestión del puerto de Hambantota durante 99 años; la situación privilegiada de la antigua Ceilán, en el sur de la India, como parada obligada antes de abordar la travesía del Índico, dan cuenta del interés chino. Este es uno de los 9 puertos extranjeros que conforman la gestión directa china y que se suman a los más de 40 que, en todo el mundo, controlan, de una forma u otra, distintas empresas estatales chinas en Asia, África y Europa. En 2010, solo una quinta parte de los 50 puertos de aguas profundas más grandes del mundo tenían alguna inversión china. En 2019, la inversión se había incrementado hasta los dos tercios. La empresa estatal China Ocean Shipping Company controla la mayoría de las propiedades portuarias chinas en el extranjero, y ya es la cuarta flota más grande del mundo. La marina mercante china se ha cuadruplicado desde 2009 para convertirse en la segunda mayor del mundo, y mueve ya más carga global que cualquier otro país.
Esta es la historia de una dominación cerca de casa. Sin embargo, las intenciones del China son globales, como demuestran las operaciones en el centro y sur de América (donde China ya es el segundo inversor en la zona, por delante de la Unión Europea), en África y, cómo no, en Europa, que dejamos para el siguiente capítulo.

China: hacia un nuevo imperio (III)

El objetivo de Pekín de reemplazar a los Estados Unidos como primera potencia mundial pasa por intervenir seriamente en Europa
La mitad de los más de dos billones de dólares que China ha invertido en el extranjero entre 2005 y 2019 se ha dado en los últimos cinco años. De ellos, casi el 60% corresponden a la iniciativa OBOR de la que venimos hablando en las últimas semanas. No sólo el sudeste asiático es objeto del deseo de China, como bien saben en Hispanoamérica. De los distintos foros interministeriales de China y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) han surgido, entre otras, el restablecimiento de relaciones diplomáticas de República Dominicana con China o un posible acuerdo de libre comercio con Uruguay y Colombia que sigan a los firmados con Perú, Chile y Costa Rica, todos ellos previos al OBOR. Todo el Mercosur está en su radar, y las inversiones financiadas por el China Development Bank y el Export-Import Bank of China (Chexim) alcanzan las 85 operaciones entre los años 2005 y 2017, por un total de 150.400 millones de dólares en las áreas de transporte, energía e infraestructuras.
Sólo Brasil ha recibido casi 50.000 millones de dólares en inversión directa china desde el año 2000, Perú aproximadamente la mitad, Chile cerca de 15.000 millones, por 13.000 Argentina y unos 8.000 millones México. Es cierto que, en los últimos años, los dos principales bancos públicos chinos, el Banco de Desarrollo de China (CBD) y el Banco de Importación y Exportación de China (China Exim), han reducido sus niveles de financiación a niveles inferiores a la media de la última década; por ejemplo, en 2019 la financiación conjunta ofrecida por ambos fue de sólo 1.100 millones de dólares, por los 2.100 millones de 2018.

Mano tendida al peronismo

Como también es cierto que el 45% de los fondos que estas instituciones han prestado desde 2007 en la región se han destinado a Venezuela y Ecuador, en una evidente política de préstamos por petróleo que ha permitido abastecer en buenas condiciones al gigante asiático. Si la etapa de Macri al frente del Gobierno argentino se caracterizó por un enfriamiento de las relaciones con China, impulsadas previamente por Cristina Fernández de Kirchner, el nuevo gobierno de Alberto Fernández, del que la anterior es vicepresidenta, ha visto el cielo abierto con la política de mano tendida que le ofrecen desde Asia. Las represas de Condor Cliff y La Barrancosa, en el río Santa Cruz de la provincia de mismo nombre, se proyectaron en los años 50, y en los últimos 13 años su avance ha sido muy lento debido a la controversia medioambiental que suscita un proyecto que, sobre el papel, aumentará la generación hidroeléctrica argentina en un 15%, pero que carece de los preceptivos estudios de impacto ambiental y de la consulta pública a las comunidades locales. Macri atendió a la paralización de las obras que dictaminaron los jueces reduciendo la capacidad del proyecto, algo que el nuevo Gobierno ha respetado, pero sin satisfacer las necesarias demandas medioambientales e indígenas. El proyecto está liderado por la constructora Gezhouba Group Corporation, participada en un 40% por el estado chino, y se considera de tal importancia estratégica que incluye una cláusula de condicionalidad por la que todo el resto de la inversión china en el país andino está sometida al buen fin de la obra.
África es otro de los polos de atracción de la inversión exterior china, y Etiopía uno de los países que más fondos ha recibido en los últimos años. Y si bien en 2019 Occidente tomó la decisión de dar un paso al frente, no quita que fuese el país asiático quien siguiese al frente de las inversiones directas, con un 60% del total. El FMI, por ejemplo, aprobó, por primera vez en una década, un préstamo de casi 3.000 millones de dólares, a los que se sumaron otros casi 6.000 millones de distintos países y organismos occidentales. Esa decisión tiene que ver tanto con la política económica impulsada por el primer ministro Abiy Ahmed como por el deseo de diluir, en parte, la influencia china en el país.
La estrategia china en la región es tan evidente como la desarrollada en Hispanoamérica, y consiste en financiar el desarrollo de la región para ganar, a cambio, la influencia política que Occidente ha despreciado. Así, China ha financiado el ferrocarril que une Mombasa con Nairobi, la mayor obra de infraestructura en Kenia desde su independencia, y que se presenta como el ejemplo de lo que unas buenas relaciones con China pueden lograr para los países de la región. Casi mil kilómetros de recorrido tiene el tren eléctrico que une la capital etíope, Addis Abeba, con el puerto de Yibuti, en el golfo de Adén, en el que China estableció su primera base naval fuera de sus fronteras, y desde donde la ruta marítima de la seda une Sudán hacia el norte, Kenia hacia el sur, con el puerto de Lamu, también construido por China en un proyecto global de más de 25.000 millones de dólares y dando empleo más de 30.000 trabajadores locales; desde allí, cruza el Índico hasta Hambantota, el puerto de Sri Lanka del que hablaba aquí y que supone el pilar del tráfico naval del sudeste asiático.

Garantías reales de los préstamos

China aumentó sus exportaciones de acero a Nigeria un 15% en 2018, y el incremento del 20% de las exportaciones mundiales de aluminio chino en 2019 estuvieron motivadas, en buena parte, por las compras que por más de 46.000 millones de dólares efectuaron países como Egipto, Ghana, Kenia, Nigeria o Sudáfrica. No deja de llamar la atención cómo China parece más interesada en las garantías reales de los préstamos que otorga en la región que en la recuperación de la deuda. Al caso del puerto de Hambantota se une la utilización del puerto de Mombasa como garantía para la construcción del ferrocarril Mombasa-Nairobi y que está sometido a investigación por el parlamento keniata.
De este modo, vamos viendo, tanto en esta entrega como en la anterior, que China está rodeando a Europa mediante un conjunto de inversiones en todas las regiones que, tradicionalmente, han formado parte de su zona de influencia. Sin embargo, y tal y como veremos en la próxima entrega, China no se ha limitado a sustituir a Europa como socio comercial en esas zonas. El objetivo de reemplazar a los EEUU como primera potencia mundial pasa por intervenir seriamente en nuestro continente, con inversiones que, si en 2008 fueron de sólo 840 millones de dólares, se elevaron en 2016 hasta los 42.000 millones, lo que, hasta la fecha, representa su máximo anual.
Abrazos,
PD1: Espero que descanses este verano y que aproveches para no olvidarte del Señor. Tendremos más tiempo libre, aunque las cosas de Dios muchas veces pasan a un segundo término por culpa de la vorágine que tendremos con la familia y las vacaciones… Que cada día tengas un rato y demos muchas gracias por todo lo que nos ha dado…