Esto dicen desde PIMCO:
El viaje de la economía europea: de la fragilidad a la resiliencia
Tras el covid, la región europea experimentó una recesión más profunda y una recuperación más tibia que la mayoría de los demás países desarrollados
Tras el inicio de la pandemia, el crecimiento en la zona euro ha sido débil. La región experimentó una recesión más profunda y una recuperación más tibia que la mayoría de los demás países desarrollados. La proximidad de la eurozona al conflicto entre Ucrania y Rusia la hizo más vulnerable a la subida de los precios de la energía, las medidas de apoyo fiscal fueron menos generosas que en Estados Unidos y las hipotecas a más corto plazo han amplificado el impacto de una política monetaria más restrictiva.
A primera vista, muchos de los efectos perturbadores de la pandemia se han desvanecido. La eurozona parece más "normal" que en cualquier otro momento desde que empezó la pandemia. La inflación general ha vuelto al objetivo del BCE, la actividad económica real creció a un ritmo similar al tendencial en el primer semestre del año y el crecimiento del crédito se ha estabilizado. Además, los déficits fiscales se han reducido en general, la política monetaria está empezando a normalizarse y el BCE ya ha recortado los tipos de interés tres veces este año.
No obstante, las perspectivas siguen siendo frágiles. La debilidad de China y del sector manufacturero mundial está lastrando la actividad económica, mientras que los hogares han agotado los excedentes de ahorro que acumularon durante la pandemia. El crecimiento de la productividad sigue siendo débil y, a diferencia de la mayoría de los demás países, el gasto en inversión en la eurozona se ha desplomado en los dos últimos años. El informe de Mario Draghi presentó una lista exhaustiva de recomendaciones políticas encaminadas a mejorar las perspectivas de crecimiento a largo plazo. Sin embargo, es poco probable que la mayoría de ellas se apliquen y, en el caso de que sí, dudamos que alteren de forma significativa la trayectoria del crecimiento a corto plazo.
En general, esperamos que el crecimiento en la zona euro siga siendo lento, en torno al 1%, lo que se aproxima a la tasa de crecimiento a largo plazo. Aunque no prevemos una recesión inminente, el riesgo de que se produzca sigue siendo elevado, sobre todo teniendo en cuenta la incertidumbre en torno a las perspectivas del comercio mundial a la luz de las próximas elecciones estadounidenses. Pero a pesar de la fragilidad de las perspectivas de crecimiento, somos más optimistas sobre un aspecto crucial: es improbable que la economía europea vuelva a la inestabilidad de hace una década.
Por un lado, las medidas políticas han demostrado ser más eficaces y oportunas que en el pasado. El BCE fue un fiable prestamista soberano de última instancia durante la pandemia, comprando activos y añadiendo nuevas herramientas –como el Instrumento de Protección de la Transmisión– para mitigar la inestabilidad. La política fiscal también ha sido más proactiva con la introducción de transferencias fiscales transfronterizas a través del Fondo de Recuperación de la UE, sentando potencialmente un precedente para futuras recesiones. Además, el contexto político actual parece menos perturbador, con un apoyo cada vez menor a la salida de la unión monetaria en la mayoría de los países.
También hay menos desequilibrios económicos en la región. Muchos de los desequilibrios externos que existían antes de la crisis financiera han retrocedido. Tras una década de superávit por cuenta corriente, la zona del euro es ahora un prestamista neto del resto del mundo, con más activos internacionales que pasivos. El crecimiento económico también ha convergido dentro de la región, con países que antes iban a la zaga, sobre todo en la periferia, superando a los países centrales y a Alemania en particular desde el inicio de la pandemia.
La zona del euro es ahora un prestamista neto del resto del mundo, con más activos internacionales que pasivos
Por último, la ausencia de tensiones financieras significativas en los últimos años es un signo de resiliencia. Es cierto que el crecimiento ha sido débil, pero los diferenciales soberanos se han mantenido en general estables a pesar de numerosos desafíos. Por supuesto, persisten algunos riesgos de cola dada la falta de una unión fiscal y financiera completa. Aun así, la región parece más estable que hace una década.
¿Qué significa todo esto para la política monetaria? A corto plazo, la dirección está clara. A medida que los factores relacionados con la pandemia sigan desapareciendo, esperamos que la inflación subyacente vuelva al objetivo del BCE el próximo año y que los tipos de interés sigan disminuyendo.
Las perspectivas a largo plazo de la política monetaria son más confusas. ¿Dónde está el tipo de interés oficial neutral? Aunque la incertidumbre sigue siendo elevada, no esperamos que los tipos de interés vuelvan a sus niveles anteriores a la pandemia. Las expectativas de inflación han vuelto a anclarse al alza, y los riesgos de inflación parecen ahora más equilibrados en torno al objetivo del 2% que antes de la pandemia. Además, los diferenciales de los bonos soberanos son en general más estrechos hoy en día, en parte debido a un marco institucional más sólido. Esto significa que para lograr el mismo coste global de endeudamiento, el BCE puede mantener un tipo de interés oficial más alto que antes. En ausencia de recesión, esperamos que el tipo de interés oficial se sitúe entre el 1,5% y el 2%. Aunque una recesión podría dar lugar a tipos de interés más bajos, creemos que sigue habiendo un listón muy alto para que el BCE vuelva a tipos de interés negativos.
Nicola Mai, gestor de carteras de renta fija, y Peder Beck-Friis, economista, de PIMCO
Abrazos,
PD: Ayer el Rey le decía a unos chicos desolados que quieren el CAOS, que les va bien cuanto más caos haya. Es completamente marxista. Buen aviso que unos ya sabíamos pero que el propio rey se atrevió a decir. Efectivamente, en un momento de pérdida de confianza total sobre el sistema político, con una desazón por lo poco que se hace, y una sensación que la clase política es desastrosa, el CAOS les va bien a los marxistas…
Pero lo que más me incomoda es la cantidad de muertos que ha habido por salvar los coches. Un auténtico desastre perder la vida por el coche que te lo va a pagar el seguro.
Y mi otra desazón es lo poco que se reza por las víctimas, los muertos (que no muestran) y desaparecidos, por sus familias. Decían ayer que la cifra ronda las 1700 personas, pero que no quieren darlas para no asustar, que las irán dando poco a poco. Siempre mintiendo…
¡Cuánta solidaridad de la buena genera el pueblo español en momentos dramáticos! La gente se da por los demás de forma insuperable. Pero que poco se reza por los que faltan, por los que se han quedado sin nada, sin casa, sin empleo, sin tienda… Por los que tienen un calvario a partir de ahora…