La Gran Coalición PP-PSOE es la  solución, sólo si quisieran… Me entretuve ayer viendo el careto de los 350  nuevos diputados por si se me ocurría alguno para presidir el Gobierno de España,  pero no me satisfacía lo que veía. Me sorprendió que conozco a muy pocos…  Detrás de las grandes figurines políticos hay personas que no son públicas, ya  que sus jefes no quieren que les hagan sombra. ¿Habrá algún tipo listo que nos  sirva, alguno que brille por encima de la media, que esté limpio de  corruptelas, que no haya dicho, o escrito, muchas tonterías? Quizás…, aunque es  muy poco probable. La mayoría son bastante mediocres.
Pensé en Angel Gabilondo como  posible hombre de consenso entre PP y PSOE, muy independiente, brillante, y muy  listo... Pensé en Manuel Pizarro como alternativa pepera… Busqué entre  empresarios y se me ocurrieron varios: Pablo Isla (consejero delegado de ZARA),  Juan Roig (Presidente de Mercadona), ¿tragarían los políticos metiendo a  gestores de reconocido prestigio? ¿Tragarían Sanchez y Rajoy en irse a sus  casas y dejar la "cosa pública" a otros? Dudo que Soraya sirva, no a los ojos  de los socialistas, para una "gran coalición"…
Recomendaban en las redes a  Bertín Osborne por su afinidad con los candidatos… ¡Ja, ja!
¡Quiá, tenemos un problema, y de  los grandes…!
No reconocer la crisis cuando  vino le fue muy mal al PSOE. No reconocer y atajar la corrupción cuando se  desmandó, hace dos años, no dimitir y dejar a otro, fue un grave error para  Mariano. No regenerar la democracia cuando el 15M, ningunearlos, provocó que  tengamos ahora al temido "Podemos" y una España ingobernable. Gracias PP, os  debemos haber llegado hasta aquí. ¿Por qué no se largan a sus casas y dejan a  otros, porfa please? ¿Dónde están los tecnócratas que aglutinen a los políticos  y les saquen de su ceguera? Quiero gestores públicos, no más políticos…, no  sirven, no funcionan.
Faltan dos meses. Rajoy está  fuera y no debe tardar en irse. Hay tanto por hacer, tanto que pactar. ¡Qué  tentación para el PP convocar elecciones de nuevo! ¿Se la jugarán? No deberían,  ya que puede haber más sorpresas, o que salga lo mismo. Y Sanchez, ¡qué  tentación ser Presidente con los populistas! Ojalá haya sensatez y se larguen  los dos, o los echen sus compis de una vez.. Las alternativas son desastrosas y  lo van a recoger los mercados españoles, sin duda… Habrá más deuda, más  déficit, más paro, menos crecimiento, más pobreza… ¡Qué mierda de país estamos  dejando a nuestros hijos tras ZP y Rajoy, qué desastre!
Son tantos los engaños que hemos  sufrido, tantas mentiras, tantos intereses partidistas… Los políticos siempre  pensando en sus intereses y no en los de España, o los de nuestros hijos y  nietos. 
Los cuidados paliativos son los  que hay que hacer a los que se van a morir, o tienen muchos dolores. Este es un  buen resumen de los problemas de España y los cuidados paliativos que necesita.  No estarás de acuerdo al cien por cien, yo tampoco, pero es lo que hay que  acometer…, el que venga lo tendrá que hacer. Te recomiendo su lectura:
Si nos ponemos a pensar podrían salir más, pero pienso que estos  son los principales problemas que hoy tiene, que hoy soporta la economía  española; problemas que la frenan y limitan. Y lo peor: en la mayoría España no  puede hacer absolutamente nada para solventarlos o reducirlos.
Estos trece problemas son:
1 – Una estructura de PIB sustentada en el medio y bajo valor  añadido.
2 – Un modelo productivo intensivo en factor trabajo de una  cualificación real requerida media reducida.
3 – Una baja productividad por persona ocupada.
4 – Un crecimiento desequilibrado y sesgado.
5 – Una deuda total impagable que origina unos intereses que  drenan recursos a otros usos necesarios o imprescindibles.
6 – Una tasa de actividad reducida.
7 – Una oferta de trabajo muy superior a la demanda de trabajo  existente.
8 – Unos compromisos de déficit que incluso suponiendo el  cumplimiento de las muy optimistas previsiones de crecimiento del Gobierno, se  demuestras incompatibles con la realidad.
9 – Una Seguridad Social insostenible.
10 – Una parte de la población que o bien ya se halla excluida, o  tiende aceleradamente hacia la exclusión.
11 – Una administración territorial que no responde en absoluto a  cuestiones económicas ni a razones técnicas.
12 – Un sistema fiscal perverso que combina una presión fiscal  reducida con un nivel de fraude fiscal muy elevado que, como consecuencia,  origina una crónica insuficiencia recaudatoria en un entorno de un muy elevado  nivel de economía sumergida.
13 – La dependencia, de esas previsiones gubernamentales, de  factores sobre los que España en nada puede influir: bajos precios del  petróleo, tipos de interés muy reducidos, depreciación del euro.
1 –  Una estructura de PIB sustentada en el medio y bajo valor añadido. Turismo,  construcción, automóvil,  … 
Pero no un turismo de un alto nivel de gasto medio por día de  estancia; tampoco una construcción de valor elevado sino fundamentalmente  orientada a la vivienda media con muy escasa innovación (y no porque no haya  empresas constructoras preparadas y potentes, que va, las hay, como lo  demuestran sus realizaciones en otros países, realizaciones que son PIB en esos  otros países); no una industria del automóvil que ensamble vehículos de alto y  muy alto valor añadido (una industria en la que todos sus centros de decisión  se hallan fuera de España).
A la vez una estructura de PIB prácticamente vacía de grandes  compañías que generen economías de escala y sinergias. Y con un escasísimo  número de compañías que dediquen una parte significativa de sus beneficios a  I+D+i+d tanto de forma individual como en colaboración con otras empresas como  con los muy buenos departamentos técnicos, que los hay, en las universidades  españolas.
Todo ello da lugar a un esquema que pone de manifiesto una situación  limitada, topada por la realidad; una situación que imposibilita ir a más y que  predetermina un tope imposible de superar.
2 –  Un modelo productivo intensivo en factor trabajo de una cualificación real  requerida media reducida. 
Hasta la Reforma Laboral del 2010 – 2012, y desde siempre, la  vinculación entre PIB y ocupación era más que total: cuando el PIB aumentaba lo  hacía el empleo, y al revés, pero en ambos casos de forma potenciada, como  sobreactuando.
La Reforma Laboral en parte ha acabado con ello, pero a costa de  precarizar el mercado de trabajo, de reducir el poder adquisitivo de los  salarios, facilitar, de abaratar el despido, … Ya no hace falta crecer al 2% o  al 2,5% para generar ocupación, pero a cambio la ocupación que se crea es  precaria y sobre remunerada; e independiente, en muchos casos, del nivel de  cualificación de la persona.
Se establece un círculo vicioso: como en numerosísimos casos la  estructura del PIB español no justifica –no compensa– la inversión necesaria  para aumentar la productividad porque el valor de lo fabricado no compensa el  proceso inversor, la competitividad española ha estado basada, mientras se  pudo, en las devaluaciones de la peseta y, ahora, desde la Reforma Laboral, en  la minusvaloración de los costes salariales. Lo que degrada las cotizaciones  sociales, el consumo y la recaudación impositiva.
3 –  Una baja productividad por persona ocupada.
En España, la productividad por hora trabajada es reducida:  mientras que, de media, en cada hora trabajada en España se generan 32,1 €, en  Noruega se generan 69,6; en Dinamarca 57,4; 45,8 en Holanda, 45,6 en Francia, …  Como resumen baste un dato: el PIB por hora trabajada de España en el año 2005,  uno de los años de la fase del 'España va bien', equivalía al que Suecia mostraba  en … ¡1973!. Esta menor productividad tiene un origen muy claro y ya anticipado  en el punto anterior y una consecuencia terrible.
Como en España la competitividad hoy se consigue y/o aumenta  despidiendo trabajadores, reduciendo costes salariales y recurriendo al empleo  a tiempo parcial, el aumento de productividad que se obtiene a través de la  reducción de plantilla no supone una mejora del valor de lo fabricado, por lo  que el recurso a los descensos salariales y al subempleo es inevitable.
Es un esquema consecuencia de un modelo productivo generador de  bajo valor, por lo que al ser reducido el valor unitario obtenido no permite  –ni compensa– invertir para pasar de una ganancia de productividad sucia a una  limpia a fin de mejorar el valor añadido generado.
La consecuencia es evidente: en un mundo en el que la eficiencia  es ya el referente en todos los sectores, y al requerir el aumento de la  eficiencia cantidades ingentes de inversión y mejoras continuadas de los  sistemas organizativos, un creciente número de actividades económicas en España  se irán tornando menos y menos productivas –es decir, menos eficientes– a  medida que se vaya agotando el 'efecto reforma laboral', por lo que la  competitividad española tiende al estancamiento.
4 –  Un crecimiento desequilibrado y sesgado.
El crecimiento económico en España, ni es uniforme ni general. La  economía española se halla basada en la actividad de unos subsectores  concretos, subsectores que se hallan localizados en áreas geográficas determinadas,  lo que dibuja un mapa económico español distorsionado: junto a los 31.004 euros  a que asciende el PIB pc de Madrid, o los 29.683 del de Euskadi, conviven los  18.307 de Castilla la Mancha y los 15.752 de Extremadura.
Lo anterior va acompañado –lógicamente– de un hecho que refleja la  realidad económica española. Igualando a 100 el PIB pc medio de la UE 28, el de  España alcanzaría un valor de 93, el de Francia 107, 130 el de Holanda, y para  ir más allá de la UE, 179 el de Noruega. Evidentemente hay países que tienen un  PIB pc más bajo que el de España pero, ¿es el objetivo compararnos con  economías más-peores que la española?
PIB y PIB pc, con todos sus problemas, son dos indicadores que  reflejan una realidad española insuficiente, desequilibrada y sesgada y que  predetermina una situación que limita el abordar acciones para revertir esa  situación. Es un círculo vicioso del que, tal vez, sea imposible salir.
5 –  Una deuda total impagable que origina unos intereses que drenan recursos a  otros usos necesarios o imprescindibles. 
Es una herejía: decir que España no puede pagar lo que debe, pero  pienso es una de las escasas cosas que es objetivamente incuestionables. España  tiene una deuda total que supera los tres billones de euros de los que  aproximadamente la mitad están en manos de inversores extranjeros, de hecho  España es, después de USA, el segundo país, en términos relativos, con más  deuda exterior del planeta. De esos tres billones un tercio corresponde a la  deuda pública, de tal modo que los intereses de esa deuda es la tercera partida  del presupuesto de gastos: unos 33 mM€. Bien, pues todo eso no se puede pagar  pero es pecado mortal decir tal cosa.
La deuda pública absorbe recursos de todos para pagar los  intereses que genera y al ser pública deberá ser amortizada por todos –a 23.000  euros asciende la parte alícuota  que le corresponde a cada española y  cada español de la deuda del Estado, incluidos los bebés que acaban de nacer–  pero, ¿de dónde van a salir esos recursos para pagar esa deuda?.
El negocio de las deuda públicas se halla en los intereses que  generan: si España no ha tenido hasta ahora problemas para refinanciar su deuda  se debe a que ha satisfecho puntualmente los intereses, pero eso drena recursos  para realizar inversiones públicas y gasto social. Es un tema tabú, pero la  realidad está ahí aplastando la economía.
6 –  Una tasa de actividad reducida.
Recordemos que la tasa de actividad es el cociente entre la  población con una edad comprendida entre los 16 y los 65 años que manifiesta que  desea trabajar y el total de la población con ese rango de edades que no tiene  ningún impedimento que le imposibilite trabajar; pues bien, España tiene una  tasa de actividad más reducida de Europa: el 59%. En comparación Dinamarca y  Holanda la tienen del 65% y Suecia del 64%.
Una reducida tasa de actividad supone que no todas las personas  que podrían trabajar desean hacerlo, los motivos básicamente son dos: que no lo  necesiten, que crean que no lo necesitan o que piensen que no vale la pena en  base a las condiciones laborales ofrecidas ya que tienen su vida más o menos  resuelta, o que no tengan incentivos para querer trabajar. Pero una reducida  tasa de actividad implica que lo es la población activa, por lo que la tasa de  desempleo queda influida por la tasa de actividad.
España tiene una tasa de desempleo que es, tras la de Grecia, la  más elevada de Europa (ya: habría que considerar la ocupación en negro, la  sumergida, pero también habría que tener en cuenta el subempleo): el 22,2%. En  comparación con los países anteriores, la tasa de paro española es monstruosa:  Dinamarca: 6,3%; Holanda: 6,8%; Suecia: 7,3%.
Es decir, España tiene una elevadísima tasa de desempleo que  acompaña a una tasa de actividad muy reducida. Si España tuviese una tasa de  actividad en línea con Dinamarca y Holanda, ¿qué tasa de desempleo tendría?. En  otras palabras: el desempleo en España se ve 'beneficiado' porque la población  activa es baja y se halla en descenso por la emigración y por el retorno de  inmigrantes a sus países de procedencia.
Es muy  negativo y a la vez muy significativo que España  tenga una baja tasa de actividad ya que pone de manifiesto que existen escasas  posibilidades de empleo para las personas desempleadas y para los jóvenes que  se van incorporando al mercado de trabajo.
7 –  Una oferta de trabajo muy superior a la demanda de trabajo existente.
España: 22,2% de paro, 15% estimado de subempleo, el 64% de los  desempleados llevan más de dos años sin trabajo, y eso con la tasa de actividad  que España tiene. El problema es simple: no hay demanda de trabajo para  absorber la población activa existente y mucho menos para la población cuya  edad le permitiría convertirse en población activa. La consecuencia inmediata  de eso es que España está condenada a tener una tasa de desempleo estructural  muy, muy elevada: de entre el 16% y el 20% según diferentes estimaciones para  cuando la situación económica se estabilice y la volatilidad caiga una vez la  crisis haya concluido.
España vivía en una situación negativa y característica de  economías con baja productividad: el crecimiento debía ser mayor del 2% / 2,5%  para que se generase ocupación. La Reforma Laboral acabó con eso, ¿cómo?,  precarizando el empleo hasta límites antes inimaginables.
A pesar de que la demanda de trabajo ya no es, en la inmensa  mayoría de las actividades y subsectores, función directa de los niveles  salariales, como en España el modelo productivo es ultra intensivo en factor  trabajo, las reducciones salariales y el abaratamiento y la facilitación de los  despidos ha potenciado la demanda de trabajo coyuntural sobre todo en  actividades de reducido valor, como los servicios relacionados con el turismo  de baja capacidad de gasto.
Paralelamente en estos años de crisis se ha potenciado en España  la figura del 'emprendedor': una persona, la mayoría de las veces joven, que  desempeñando una actividad como autónomo y contratado por obra y servicio o  autoempleado, obtiene unos ingresos reducidos y aperiódicos.
Por lo que se llega a la conclusión de que la única forma efectiva  de reducir el desempleo en España es reducir la población activa: como la  demanda de trabajo es la que es y no es presumible que aumente  significativamente, tan sólo la caída de la oferta de trabajo supondrá  disminuciones apreciables en el desempleo. 
8 –  Unos compromisos de déficit que incluso suponiendo el cumplimiento de las muy  optimistas previsiones de crecimiento del Gobierno, se demuestras incompatibles  con la realidad.
Da igual el color del Gobierno, en las últimas décadas España no  ha tenido déficit fiscal sólo cuatro años, bueno, tres: el 2004 cerró las  cuentas públicas con un saldo del 0%. En el 2005 se obtuvo un superávit fiscal  equivalente al 1,2% del PIB, del 2,2% en el 2006 y del 2,0% en el 2007. Eran  los años del 'España va más que bien' y de 'La economía española juega en la  Champions League de las economías mundiales', y tuvo esos superávits fiscales  sin tener en cuenta las muchas carencias crónicas que España arrastraba desde  siempre; pero los tuvo porque la recaudación fiscal aumentó gracias a la  bonanza, lo que permitió mantener una deuda pública del 35% del PIB. Luego todo  cambió y se volvió a déficit crónico.
Lo que pasó es que, con la crisis, las cosas ya no fueron como  antes y los miembros de la UE tuvieron que adoptar compromisos … y llegaron los  incumplimientos. España se comprometió a cerrar el 2012 con un saldo público  del -6,3%, cerró con el -10,6%. En el 2013 tenía que haber cerrado con el -6,5%  y cerró con el -7,1%. El 2014 el compromiso era del -5,8 pero cerró con el  -5,7%, pero fue el segundo déficit más elevado de Europa. El -4,2% es el  acuerdo para el 2015 y el -2,8% el del 2016, y todo apunta que va a rondar el  -4,5% y el -3,5% respectivamente. Y ojo: el horizonte del compromiso es el 0%  de déficit en el 2020: veintiséis miembros de la UE firmaron eso en el año  2011.
¿Qué sucede con las cuentas públicas de España? Pues algo tan  sencillo como que los ingresos son menores que los gastos. ¿Aumentar ingresos?.  Eso se consigue, bien con una mayor recaudación proveniente de una mayor  actividad, bien aumentando tipos impositivos, bien persiguiendo el fraude  fiscal, bien con una combinación de las tres vías anteriores.
Margen hay: España tiene una de las presiones fiscales más  reducidas de Europa, pero hay un problema: España genera poco valor por unidad  de factor utilizado, por lo que las contribuciones fiscales adquieren un peso  relativo elevado sobre el bien o servicio fabricado y mucho mayor que si el  valor de ese bien o servicio fuese de alto valor; la consecuencia es la pérdida  de competitividad y la deriva hacia la economía sumergida y el fraude fiscal;  que no se persiguen como se podría porque aún incidiría en una menor actividad  al hacer no rentables un creciente número de actividades a medida que ese  fraude se persiguiese.
En consecuencia reducir el gasto público –los gastos públicos al  contar las tres Administraciones Públicas existentes en España– se convierte en  la vía idónea para el caso español. Pero claro, el gasto público español es ya  uno de los más reducidos de Europa tomando como referencia el PIB, por lo que  menos gasto público significa el empeoramiento de los servicios públicos,  degradación de la red de carreteras del Estado, menos recursos en sanidad y  educación, …
¿Hacia dónde apunta la tendencia?. España, al igual que los otros  firmantes del acuerdo, alcanzará la meta del 0% en el 2020: eso está fuera de  toda discusión: más de 45.000 millones de reducción en su déficit en cinco  años. Pero lo conseguirá a pesar de los españoles porque el crecimiento que en  estos años se produzca pienso que ni remotamente va a dar para generar ingresos  por esa cantidad, luego será a partir de aumentos de impuestos –IVA e IBI,  fundamentalmente, pienso– junto a recortes de gasto público e introducción de  copagos como conseguirá alcanza esa meta. 
9 –  Una Seguridad Social insostenible.
España llegó muy tarde al modelo de protección social: en la  década de 1980, y cuando llegó tardó en universalizarlo. Hoy en España la  Seguridad Social básicamente se ocupa del pago de las prestaciones por  desempleo y de las pensiones, y se nutre de las aportaciones que empresas y  trabajadores realizan, por ello el problema es doble (y no es exclusivo de  España, lo que sucede es que en España es mucho más agudo).
Por un lado, el desempleo drena recursos al Estado porque es el  Estado quien cotiza a la Seguridad Social por las personas desempleadas; por  otro, la reducción de salarios que se ha producido en estos años reduce las  bases de cotización y en consecuencia los ingresos; por otro más, los supuestos  en los que se basó el modelo de protección social: pleno empleo del factor  trabajo, salarios permanente crecientes, esperanza de vida de 65 / 70 años, …,  hace tiempo que no se dan, lo que incide en el equilibrio de las cuentas de la  Seguridad Social.
En el presupuesto de ingresos correspondiente al 2015 el Gobierno  presupuestó un crecimiento del 6,18% en los ingresos de la Seguridad Social en  el año, sin embargo a 30 de Septiembre tan sólo habían crecido el 1,08%, y eso  considerando que para el Gobierno el 2015 es el año de la recuperación. En el  presupuesto del 2016 el Gobierno ha ido más allá y ha previsto un aumento de  los ingresos de la Seguridad Social del 6,7%. El organismo tiene que recurrir  sistemáticamente a la caja de reserva para hacer frente a las pensiones, de tal  modo que en tres años ha consumido el 60% de dicha caja, por lo que cuando el  contenido de esa caja se agote … Y eso que algo viene en ayuda de la Seguridad  Social: cada vez es menor el número de personas desempleadas cubiertas por el  subsidio de paro al agotarse el tiempo de prestación: el 72% de los parados no  percibe prestación.
¿Qué va a suceder con la Seguridad Social en España? Pues que, a  pesar de las reformas que ya se han introducido y las que se introducirán, no  va a poder cumplir con los compromisos adquiridos con los cotizantes ni con los  actuales pensionistas.
10 –  Una parte de la población que o bien ya se halla excluida, o tiende  aceleradamente hacia la exclusión.
Actualmente en España la riqueza se distribuye así: el 10% de la  población controla el 88% de la riqueza y el 90% de la población controla el  12%. Dejando por un momento a un lado lo llamativo de los números, no es una  distribución extraordinariamente diferente de la que se da en otros países  desarrollados. La cosa se complica cuando a los datos anteriores se suma la  tasa de exclusión social, la tasa AROPE (At-Risk-Of Poverty and Exclusion) que  en España alcanza un nivel del 29,2%, verdaderamente elevada y que sitúa el  nivel de exclusión en un ratio cercano a un ciudadano o residente de cada tres.
Entre principios de los años 50 y finales de los 70 el objetivo  fue el de redistribuir la renta, lo que se hacía por el lado de políticas  fiscales que gravaban los altos ingresos y recaudación con la que los Estados  nutrían un potente gasto público. España quedó al margen de esta operativa  hasta principio de los años 80 cuando ya se hallaba en retroceso en la mayoría  de los países capitalistas. Este modelo fiscal funcionó porque las desigualdades  de rentas vigentes en los años 20 y 30 se redujeron, lo que era un objetivo en  si mismo debido a la atmósfera de guerra fría reinante: era preciso mantener la  paz social y el orden público y el consumo interior debía ser creciente.
El fin del Bloque del Este y la expansión de la globalización  eliminaron la redistribución de la lista de objetivos importantes, de forma que  la desigualdad comenzó a aumentar. En España, como llegó tarde al proceso  redistributivo, mantuvo el tirón en las mejoras de las rentas bajas, aunque  estando mucho más vinculada tal mejora a la reducción del desempleo y al  aumento salarial que al aumento de la presión fiscal; recordemos: la de España  es de las más reducidas de Europa.
El boom de los 2000 mejoró la renta media en España vía empleo  aunque no redujo sustancialmente la tasa de pobreza: apenas dos puntos. La  situación general fue a mejor porque el consumo aumentó, pero a ello contribuyó  sustancialmente el acceso al crédito que se facilitó a la población en general  que disparó el endeudamiento y que tapó el problema de base: lo reducido de las  rentas reales: entre 1996 y el 2007 los salarios reales tan solo crecieron a  una media del 0,7% anual, incremento que en absoluto justifica el aumento  exponencial del consumo que se produjo.
Hoy, con un desempleo de récord, con un subempleo galopante, con  unos salarios congelados tras las caídas experimentadas en los años pasados, y  con una legislación fiscal que no favorece el aumento de la presión fiscal  entre las rentas altas ni la persecución intensa del fraude fiscal, la  situación de amplios colectivos es verdaderamente preocupante. 1/3 de la  población se halla excluida y el número de trabajadores pobres, es decir, de  personas con ocupación peo en situación de pobreza por sus reducidas rentas, se  halla en aumento, pero nada indica que vaya a solventarse uno de los mayores  problemas sociales de España: la insuficiencia de las rentas bajas y de muchas  de las llamadas medias porque la demanda de trabajo es la que es y la oferta es  muy superior.
Es decir, el problema no reside en los megamillonarios con  patrimonios que ascienden a un número de millones de cinco cifras, sino en las  personas que engrosan las colas de Cáritas y de otras organizaciones  caritativas y en la insuficiencia de los salarios que no alcanzan para atender  los mínimos vitales.
11 –  Una administración territorial que no responde en absoluto a cuestiones  económicas ni a razones técnicas.
La LOFCA de 1980 bendijo, con el sistema de financiación que  instauró, un sistema de administración territorial insostenible. (Reproduzco lo  que en relación al tema digo en las Págs. 207 y 208 de "La Economía. Una  Historia muy personal" Los libros del Lince 2015: pienso que resume la realidad  regional española).
La división administrativo-territorial de España en Comunidades  Autónomas es fruto de los Pactos Autonómicos de 1981 y 1985, acuerdos que nunca  fueron refrendados en el parlamento ni incorporados a la Constitución de 1978  que sí se refiere, de forma genérica, al derecho a la autonomía de las  regiones. La Constitución y los Pactos Autonómicos significaron la instauración  de un sistema territorial que tiene mucho de federal y que se hallaba en clara  oposición al centralismo hasta entonces vigente.
Se dotó a las CCAA de competencias y se instauraron Gobiernos  autonómicos con sus estructuras administrativas. El problema llegó cuando tuvo  que establecerse su sistema de financiación. Dos, Euskadi y Navarra, y debido a  sus antiguos derechos forales, vigente en el caso de la segunda, derogados por  el franquismo en el de la primera, contaron con regímenes fiscales propios  consistentes en que sus Haciendas recaudan las contribuciones fiscales en sus  territorios y luego entregan a la Agencia Tributaria aportaciones anuales en  función de su respectivo peso en el PIB de España, mientras que las quince CCAA  restantes quedaron sujetas a un sistema común en el que la Agencia Tributaria  recauda y luego reparte en función de variados criterios. El sistema de  financiación de las CCAA de régimen común así como de las Ciudades Autónomas de  Ceuta y Melilla quedó recogido en la LOFCA, la Ley Orgánica de Financiación de  las Comunidades Autónomas, de 22 de Septiembre de 1980, que luego tuvo diversos  ajustes y modificaciones en 1996, 2001 y 2009. Y aquí surgió el problema.
La financiación de las CCAA según lo dispuesto en la LOFCA no fue  establecida como una consecuencia ni del peso económico de cada una ni de la  aportación que cada una realizaba al PIB de España, sino como un sistema para  reducir las diferencias de las rentas medias de cada una de las CCAA respecto a  la renta media de España. Lejos de analizar la viabilidad de las Comunidades  antes de darles nacimiento y las posibilidades de que pudieran financiar las  competencias que iban a serles transferidas, se estableció un sistema por el  que las CCAA qué más PIB generaban y con mayor PIB potencial, más les era  detraído por la Agencia Tributaria y entregado a las que menos generaban y  menor potencial tenían, de forma que las que aportaban muy bien podían quedarse,  tras aportar, en una posición peor de la que tenían antes de aportar, y todo  ello sin que se realizase un análisis de la viabilidad económica de las que  recibían.
Es decir, como las posibilidades de crecimiento real de España y  de cada una de las Comunidades era el que era, se instauró un sistema por el  que unas Comunidades pasaron a sostener a otras pero sin que se llegase al  fondo de la viabilidad futura de las sostenidas. La razón era simple: España es  una economía que es capaz de generar lo que es capaz de generar, pero lo que no  es capaz de generar es un crecimiento para que todas sus CCAA tengan el mismo  nivel económico ni de desarrollo.
Durante los primeros años el sistema se fue adaptando, pero muy  pronto empezaron las divergencias a medida que iba quedando patente que no se  cumplía la regla de oro de la financiación autonómica: la teórica igualdad de  financiación por habitante y por servicio. El problema se pervirtió cuando esta  problemática se politizó.
La única vez que el Gobierno de España publicó las Balanzas  Fiscales, el instrumento contable que recoge los saldos interregionales, fue en  el 2008 con datos a 31 de Diciembre del 2005, y lo que tales balanzas pusieron  de manifiesto es que unas pocas regiones aportaban más de lo que recibían y el  resto recibía más de lo que aportaban, en algunos casos sensiblemente más.
A partir de aquí el tema se politizó completamente y prácticamente  abandonó el terreno de lo técnico: la viabilidad de todas las CCAA formadas y  la sostenibilidad de las competencias transferidas, politización que pivotó no  alrededor del eje del crecimiento sino del de la solidaridad: quienes  reclamaban la revisión del sistema por menoscabar las posibilidades de  crecimiento de las CCAA que aportaban pasaron a ser calificados de insolidarios  y de separatistas. Y en ese contexto es en el que la frase del Dr. Antoni  Castells adquiere todo su significado.
12 –  Un sistema fiscal perverso que combina una presión fiscal reducida con un nivel  de fraude fiscal muy elevado que, como consecuencia, origina una crónica  insuficiencia recaudatoria en un entorno de un muy elevado nivel de economía  sumergida.
De la economía sumergida y del fraude fiscal se han efectuado en  España diversas estimaciones; de estas se deriva que la economía sumergida  alcanza un volumen que oscila entre el 19% y el 23% del PIB y el fraude fiscal  se movería entre el 6,5% y el 9% del PIB; cifras que por sí solas son enormes.  La pregunta automática: ¿por qué no se persiguen ambos destinando a ello los  recursos que sean precisos?.
España en un país que, en contra de lo que piensa la mayoría de la  población, tiene una baja presión fiscal: mientras que en España es del 30,4%,  en Dinamarca alcanza el 48,1%, el 46,9% en Suecia, … ; nuestros vecinos Francia  y Portugal el 41,6% y el 31% respectivamente; sólo Irlanda, con el 28,2% la  tiene menor en la UE-15. Y con respecto al fraude fiscal, las estimaciones  realizadas de España más que duplican las de los países del euro. Sin embargo  la ciudadanía española piensa que paga muchos impuestos, a la vez que la  recaudación fiscal es insuficiente como pone de manifiesto el déficit  existente.
El problema fiscal de España es doble. Por un lado las bases  imponibles quedan limitadas por una panoplia de deducciones y reducciones que,  para compensarlas, son gravadas por unos tipos muy elevados, pero a la vez, las  personas cuyos ingresos provienen únicamente del trabajo por cuenta ajena y se  mueven en cantidades medias y reducidas, no tienen forma de obtener rebajas en  sus bases; por otra parte, las grandes sociedades cuentas con abundantes  recursos fiscales –todos legales– para reducir su factura fiscal  Es  decir, la estructura fiscal de los impuestos directos en España está orientada  a favorecer a 'los ricos y potentes'. En cuanto a los indirectos su función es  meramente recaudatoria tal y como están diseñados.
España no recauda lo suficiente para abordar el gasto público que  debería corresponder a una economía occidental y desarrollada, de ahí que el  gasto público sea reducido en España: el equivalente al 43,6% del PIB en el  2014, frente al 58,7% en Finlandia, el 57,2% en Francia, el 57% en Dinamarca, …  , el 49% de media en los países del área euro. Y como no recauda lo suficiente  se enfrenta a diversas carencias y a dificultades para reducir su tasa de  pobreza. La solución pasaría por reducir significativamente la economía  sumergida y el fraude fiscal, pero el hacerlo acarrearía consecuencias.
Muchas de las actividades realizadas en negro y que engrosan el  fraude fiscal únicamente son viables en negro porque el fraude es el nutriente  que precisan para continuar existiendo, de tal modo que su paso a la economía  blanca significaría su desaparición con el impacto que ello tendría para sus  proveedores, para el sistema bancario y para el empleo. ¡Tremendo!. La economía  española mantiene una tasa descomunal de economía sumergida que ocasiona un  cuantiosísimo fraude fiscal –si mañana fuese eliminado todo el fraude en España  la economía española pasaría a tener superávit fiscal– pero su liquidación  supondría un retroceso económico sin parangón.
Lo cierto, grotesco y preocupante, es que la economía de España  depende de la actividad en negro y del fraude fiscal para mantenerse, y así  continuará mientras en Europa se lo signa permitiendo. Y sí: con la crisis este  cuadro se ha agudizado.
13 – La dependencia, en  esas previsiones gubernamentales, de factores sobre los que España en nada  puede influir: bajos precios del petróleo, tipos de interés muy reducidos,  depreciación del euro.
La tan traída  y llevada 'recuperación' que en España se está produciendo desde finales del  2014 y que ya muestra signos de agotamiento se ha basado en tres líneas. Por un  lado, las ganas de la población española de creer que España realmente estaba  saliendo de la crisis y que ha llevado a un aumento del consumo y a un descenso  de la tasa de ahorro. Por otro, una disminución del desempleo que ha sido  sustituido por empleo precario –temporal y a tiempo parcial– remunerado con  salarios insuficientes y que ha influido en un repunte de la actividad  exportadora y turística sustentada en una competitividad obtenida a base de  rebajas salariales. Por otro más, en una serie de factores completamente  externos a la capacidad de influencia española.
A  España le ha beneficiado, le están beneficiando los bajos precios del crudo, y  las compras masivas de deuda por parte del BCE que inyectan cantidades ingentes  de liquidez en el sistema y que deprimen al euro, y los bajos y decrecientes  tipos de interés que contribuyen a tal depresión del valor de la moneda única,  pero son factores externos que mañana pueden desaparecer, o reducirse, por lo  que su efecto beneficioso se volatilizaría.
Conclusión:
Pienso que soluciones a la situación en la que España se halla no  existen. La economía española es como es debido a siglos de hacer las cosas  como se hicieron. Ejemplos mil, sólo uno: mientras que en la década de los años  veinte la II Revolución Industrial estaba ya implementada en casi toda Europa  occidental, en España aún estaba pendiente la reforma agraria. Soluciones no  hay, pero algunos posibles paliativos sí podrían ser aplicados. Una lista no  exhaustiva podría ser:
- Llevar hasta sus extremos la colaboración internacional, no sólo  europea, a fin de coordinar medidas y políticas económicas y sociales.
España es una economía pequeña, débil y muy dependiente, por lo  que sola y aislada muy poco puede hacer. Su salida pasa por colaborar y  coordinarse con otras economías. Pienso que el Gobierno que salga de las elecciones  del 20 D, tenga el color que tenga y esté compuesto por las caras por las que  esté compuesto debe tener como tarea prioritaria promover la cooperación con  otras economías.
- Redefinición de la administración territorial.
La actual división de España en regiones no funciona porque está  basada en un  objetivo que carece de lógica económica: aproximar las rentas medias de cada  región a la renta media de España sin considerar las distorsiones que ello crea  en zonas con verdaderas posibilidades. Pienso que esa administración  territorial debe modificarse potenciando las zonas con proyección (y  modificando perímetros regionales) y reestatalizando competencias de aquellas  regiones que no puedan sostenerlas. Paralelamente pienso que debería producirse  una agrupación de municipios en los casos en que tal agrupación sea  beneficiosa.
- Favorecer la formación de clusters viables.
Se halla íntimamente ligada a la anterior. La gran ventaja de los  clusters es la generación de economías de escala y de sinergias, creando  núcleos de atracción de compañías que se complementan. Debería ponerse todo el  esfuerzo en la creación, el estímulo y el desarrollo de esas zonas.
- Antes de efectuar recortes o reducciones de gasto público  analizar si lo que ahora se está gastando se está gastando 'bien'.
Tras las primeras manifestaciones de la crisis en el 2007, y tras  la sensación de caos que se produjo tras la quiebra de Lehman en el 2008, los  Gobiernos de todos los países se pusieron a gastar y a inyectar dinero público  a mansalva par fomentar la recuperación, en España fue a través del llamado  Plan E. Y las consecuencias de ello fueron un déficit y una deuda pública  monstruosos, lo que ha dado lugar a recortes indiscriminados de gasto en una  especie de café para todos a la inversa. Pienso que lo que hubiese debido  hacerse, lo que debería hacerse cuando sea imprescindible abordar una reducción  de gasto, es un análisis exhaustivo de en qué se está gastando y disminuir  aquel gasto que sea menos necesario.
- Priorización de los gastos y de la inversión a realizar,  atendiendo tanto a actividades como a zonas y en función de los retornos que  generasen de forma que ambos se optimicen.
Continuamos en la línea anterior: escoger, analizar  costes-beneficios, maximizar opciones, priorizar. Caso por caso, partida por  partida, elemento por elemento. La idea es la de que cada céntimo es  importante.
- Durante esta fase de ajuste / salvación las contribuciones  fiscales deben estar en función de la capacidad real de pago.
Las cuestiones fiscales son hoy muy complejas porque las  correspondientes a las grandes fortunas, a los grandes patrimonios, a las  grandes compañías no son nacionales, sino internacionales. Alguien con un  patrimonio de 100 millones, de 500 millones, una compañía con niveles de cashflow  de 2.000 millones, dispone de una panoplia de herramientas que permiten reducir  muchísimo la cuota fiscal, y siempre moviéndose en la más estricta legalidad.
Durante décadas se han permitido la existencia de 'regímenes  fiscales especiales' en diferentes países y territorios porque ha convenido:  esas fortunas, esos grandes patrimonios, esas compañías transnacionales debía  contar con una salida –legal– a la progresividad fiscal de sus países sedes. Se  puede criticar, o no, pero lo que no se puede ahora es cambiar el pasado. Lo  que ahora debe decidirse es si, para resolver esta situación de déficit que  afecta a casi todos los países se debe adoptar una decisión conjunta, o no.
España, en términos de capacidad de decisión y de influencia  política es una hormiga, por lo que poco pude hacer ella sola en términos  mundiales … y nacionales: hoy la libertad en el tránsito de capitales y fondos  legales es total, y está bien que así sea. De lo que se trataría es de  consensuar una política fiscal global en cuanto a normas conceptuales y  operativas, y adoptar políticas fiscales locales de tal modo que adaptasen los  tipos a la capacidad efectiva de pago de cada persona física o jurídica. Como  ya he expresado en diversos foros y en distintas ocasiones soy partidario de un  impuesto único sobre el gasto, pero mientras las cosas se arreglan, a pagar  según capacidad.
- Decretar una amnistía fiscal sin peajes y con olvido del pasado  a fin de que aflore actividad sumergida; posteriormente persecución del fraude.
Las amnistías fiscales han sido muy criticadas, el razonamiento  por lo que lo han sido es simple: ¿cómo se puede considerar igual a alguien que  ha cumplido con sus obligaciones fiscales que a quienes no han cumplido?.  Pienso que debería tomarse una decisión final: perdonar y olvidar el pasado, y  a partir de la conclusión para el perdón y el olvido perseguir el fraude a  sangre y fuego, sin paliativos ni excepciones.
Y aquí sucede lo mismo: la capacidad de España en este ámbito en  términos globales es prácticamente inexistente, por lo que su papel debería ser  influir para que se avanzase en este sentido.
- Redefinición de la política fiscal.
La filosofía política fiscal que aún es de general aplicación en  los países desarrollados y, conceptualmente, en muchos otros, nace tras la II  GM y lo hace con un objetivo muy claro: recaudar lo máximo posible para que los  Estados puedan alimentar el elevado y creciente gasto público que se decide  afrontar y que abarca desde la financiación del modelo de protección social al  cada vez más caro armamento que sostiene la Guerra Fría, pasando por los gastos  y las inversiones civiles que ayudan y fomentan el crecimiento económico. Es  decir: durante décadas el tándem 'Estado potente – Gasto público abundante' fue  una constante. Pero eso ya no es así y el nuevo modelo pienso que no va a ir  por ahí.
Ahora el 'crecimiento continuado y permanente' ya no se lleva  porque es imposible debido a que los recursos son limitados y su oferta nos es  infinita, pero es que además no existe capacidad de consumo –la inversión  también lo es– para absorber todo lo que la oferta es capaz de fabricar.  Paralelamente las grandes corporaciones se hallan ya por encima de los Estados  porque disponen de elementos de presión que son mucho más efectivos que los  resortes de los Estados, con la ventaja para ellas que su territorio es todo el  planeta.
La redistribución de la riqueza ya no es necesaria porque ya no  hay enemigos de los que apartar a poblaciones descontentas; con el modelo de  protección social sucede lo mismo y, encima, ya no es financiable porque no se  cumplen las premisas bajo las que se diseñó en los 50; y ya no es preciso que  los Estados tengan los aparatos administrativos con los que contaban debido a  que con Internet, por un lado, y las corporaciones, por otro, se pude y pueden  realizar tareas que antes desempeñaba el Estado. Es decir, los Estados, en esta  tendencia de responsabilizar a las ciudadanías de lo que les atañe, precisan de  menos fondos y, en cualquier caso precisan de esos fondos de otra manera.
De ahí que piense que hoy debería eliminarse la fiscalidad sobre  los ingresos para poner el acento de la imposición en el gasto atendiendo al  tipo de bien o servicio en el que se gasta, y con impuestos negativos en los  bienes definidos como básicos o de primera necesidad.
- Instauración de la Renta Básica.
La tendencia que está dibujando el nuevo modelo apunta a un  desempleo estructural muy elevado por apuntar a la baja la demanda de trabajo, a  un subempleo enorme porque el trabajo que se precise se necesitará de forma  ultraflexible, y a un modelo de protección social insuficiente por  infinanciable. Pero las necesidades básicas estarán ahí y ahí van a seguir.
La cuestión es si se desea eliminar la pobreza y garantizar unos  mínimos esenciales a una parte muy numerosa de la población que no va ser  necesaria en términos económicos; una cantidad adaptada al poder adquisitivo de  la zona de referencia.  Por las razones que se quiera, incluido el mantenimiento  del orden público. Y con una ventaja: sería conveniente que esta sistemática se  aplicase en todos los países, pero cada país puede ponerla en marcha cuando lo  crea conveniente; y también aquí las corporaciones podrían desempeñar un papel  fundamental.
(La idea de Renta Básica que contemplo es el modelo que define el  Dr. Daniel Raventós).
- Análisis de la capacidad real de pago de países, empresas y  familias a fin de conocer qué volúmenes de deuda son pagables y cuáles no,  para, posteriormente, realizar compensaciones y quitas.
No importa lo que digan los políticos –prácticamente todos– y los  expertos –la inmensa mayoría–: la deuda total no se puede pagar en su  totalidad. Se puede estar soñando que sí, y se pueden continuar contabilizando  los bonos y los créditos con un valor que se sabe que nunca se va a poder  recuperar, pero esa es una ficción que tiene fecha de caducidad: cuando un  acreedor se pregunte en público cuándo y cuánto va a poder cobrar.
Tampoco abordar esta problemática está al alcance de una sola  economía, por muy potente que sea, y menos puede hacerlo una economía pequeña  como la española. Por ello debe ser el conjunto de acreedores o una mayoría  significativa de los mismos quienes adopten la decisión de proponer  compensaciones de deuda y quitas en las cantidades que no sean abordables. La  justificación de esta propuesta es muy sencilla: más vale percibir el X% de  algo que el 100% de nada. Y con esto hecho se podría pensar en afrontar otros  menesteres; de hecho, posiblemente este punto debería figurar en primer lugar  en esta lista.
Recuérdese, nuevamente, que España representa el 2% del PIB del  planeta y el 10% del europeo. Muy poco no, absolutamente nada puede hacer  España por sí sola, máxime teniendo en cuenta que la actividad económica, al  igual de lo que sucede en otros países, se conentra en escasos lugares, escasas  compañías y escasas personas.
Abrazos,
PD1: Si lo único que hay que  hacer es coger a la persona que más quieres y decírselo… Hay que decirlo, con  obras y de palabra. A Dios también.