Hay una seria discrepancia entre  la economía real y la financiera. Siempre suele haberla. Pero en estos tres  meses de fuerte subida del mercado español, más si cabe…
Han bastado tres meses de  fuertes subidas en las bolsas para que muchos ahorradores se  olviden de las malas experiencias pasadas con la renta variable y  vuelvan a plantearse entrar en bolsa. Es curioso que quien no tenía  ninguna intención de invertir en bolsa con el IBEX 35 a 6.000, 7.000 u  8.000 puntos, se lo plantee cuando el índice alcanza los 10.000 puntos.
La influencia de los medios  de comunicación en el estado anímico y de confianza general es  indiscutible. Tras ocho semanas de subidas ininterrumpidas, el excelente  comportamiento de la bolsa se ha convertido en una de las principales noticias  de cualquier noticiario.
Los flujos de dinero  hacia la renta variable europea, y también la española, han sido constantes y  crecientes en estos tres últimos meses, provocando una espiral que se  autoalimenta: entra dinero en los fondos de inversión de renta variable;  el gestor se ve obligado a comprar acciones en proporción similar  a la que cada valor tiene en el índice; la presión compradora hace que suban  las cotizaciones; las subidas de cotizaciones generan nuevas entradas en  fondos de renta variable; la espiral continúa. Noticias como la entrada de  inversores extranjeros de renombre como Bill Gates en el accionariado de  empresas cotizadas, refuerza la sensación de que no estar invertido en bolsa es  perder oportunidades de lograr fuertes rentabilidades y provoca más flujo  de compra en las bolsas.
La percepción de España  para los inversores extranjeros está cambiando a mejor de forma significativa.  Conseguir aparecer en portada del Financial Times y del Wall Street  Journal con una noticia positiva sobre el fin de la recesión en  España y el interés de fondos de Capital Riesgo americano en paquetes de  activos de la SAREB es el mejor espaldarazo a la MARCA ESPAÑA. No hace  tanto que la portada de algún periódico internacional ilustraba la imagen de  España con un mendigo rebuscando en un contenedor de basura.
Nadie sabe durante cuánto  tiempo seguirán entrando flujos hacia la renta variable española, ni en qué  cuantía. Es cierto que hace apenas un año España ni siquiera entraba dentro de  los destinos elegibles en las carteras de muchos inversores  institucionales extranjeros. Por tanto, las compras actuales no significan  que estén priorizando o sobreponderando España frente a otros destinos,  sino que simplemente están reduciendo su infraponderación a nuestro  mercado.
El ahorrador o  inversor particular que se pregunta ahora si ha llegado el momento de invertir  parte de un error de base. Ante la pregunta ¿dónde invierto? habría que  responder: ¿para qué invierte?, ¿cuál es la finalidad de la inversión? La inversión  por impulsos es la menos recomendable: ahora se invierte porque la bolsa está  subiendo; lo mismo que se venderá cuando la bolsa caiga un 5% o durante varias  semanas consecutivas.
La rentabilidad de los depósitos  y la renta fija durante los próximos años será exigua, sin que puedan  servir de referencia las rentabilidades obtenidas en los últimos dos años.  Quien desee obtener mayores rentabilidades deberá invertir parte de su  patrimonio en renta variable. Ahora bien, las fuertes oscilaciones de las  bolsas se volverán a producir en el futuro. Tras una subida del 30% en  tres meses a nadie le debería sorprender una corrección de cierta  importancia, aunque luego se reanuden las subidas.
Quien sólo se plantea  invertir en bolsa cuando la bolsa sube y porque la bolsa sube, no debería colocar  sus ahorros en renta variable: venderá cuando la bolsa baje. La amnesia  de muchos inversores comienza a ser un brote que puede acabar en  epidemia
Abrazos,
PD1: Esta nueva fase de  recuperación está basada en cosas no muy recurrentes. Es posible que no dure  mucho. Además, la confianza está por los suelos y la gente se da cuenta que  sobre sus espaldas recae todo el esfuerzo, machaque fiscal, mientras que la  austeridad o la tijera no se ha visto en las administraciones públicas…
¿Recuperación sin ahorro?
    Después de nueve trimestres  consecutivos con crecimientos intertrimestrales negativos, la economía española  ha alcanzado crecimiento positivo en el entorno del 0,1% en el tercer trimestre  de 2013. Pero la tasa de crecimiento interanual se sitúa aún en el -1,2% y no  será positiva hasta el primer trimestre del próximo año, mientras que el  crecimiento interanual del empleo tardará aún más, no se producirá hasta  2015. Desde que comenzó la crisis, hace ya más de seis años, ésta es la segunda  recuperación de la actividad, tras la que se inició en el primer trimestre de  2010. Entonces se alcanzó crecimiento interanual positivo en el tercer  trimestre de 2010 que volvió a cifras negativas a finales de 2011. La primera  recuperación comenzó con variaciones del empleo del -3,6% que llegaron a ser  del -0,9 a mediados de 2011. La recuperación comienza ahora con variaciones del  empleo en el entorno del -3,1% que, si la recuperación persiste, terminarán  siendo positivas. 
Pero hay una diferencia notable entre la recuperación actual y  la de 2010. Entonces la tasa de ahorro de las familias se había casi duplicado desde el 6,5% del PIB al inicio de la crisis  hasta el 12,3% del PIB en diciembre de 2009. Ello constituyó un factor de  impulso de la recuperación. Pero la situación ahora es bien diferente. La tasa  de ahorro de las familias se ha reducido 5 puntos del PIB desde entonces hasta  el 7,3% de junio de 2013. Ello cuestiona que el gasto de las familias pueda ser  un factor de sostenibilidad de la recuperación actual. Los factores de soporte  deben ser la demanda externa y la inversión. 
Cuando comenzó la crisis, la inversión era el 31% del PIB y  ahora sólo supone el 18,8%, un nivel mínimo en muchos años. Para que la  recuperación sea sostenible es preciso que la inversión recupere un nivel  intermedio. Debería aumentar hasta el entorno del 25%, es decir más de 6 puntos  del PIB. Como se aprecia en el gráfico, el cierre de la balanza por cuenta  corriente se ha debido al desplome de la inversión porque, en contra de lo que  suele afirmarse, el ahorro no sólo no ha subido desde el inicio de la crisis  sino que incluso se ha reducido en 1,8 puntos. La variación de 10,4 puntos del  saldo corriente se ha debido a la caída de la inversión de 12,2 puntos. Ello  explica la intensidad de los efectos sobre el empleo de la larga crisis actual. 
Pero para que la inversión aumente 6 ó 7 puntos del PIB resulta  necesario que el ahorro aumente en la misma magnitud. En caso contrario, la  inversión sólo podría aumentar con ahorro externo. Y suponiendo que ello fuera  posible, que se accediera a la financiación en los mercados internacionales,  implicaría volver a un déficit por cuenta corriente  de 6 puntos del PIB. 
La conclusión es clara. Para que la recuperación sea sostenible es  necesario aumentar el ahorro nacional en al menos 6 puntos del PIB. Lo deben  hacer el sector público y las familias. El ahorro público sigue en cifras  negativas, es decir el gasto corriente supera a los ingresos en al menos 4,6  puntos del PIB. Ello cuestiona el proceso de consolidación fiscal. El ahorro  público debe aumentar reduciendo el gasto corriente. Y ello debería ser  compatible con la reversión de las subidas impositivas para permitir la  recuperación del ahorro de las familias. Sin ahorro no habrá inversión ni  recuperación sostenible.
PD2: El otro día vi a mis hijos  pequeños que intentaban aprender geografía… ¡Qué recuerdos! Pues no  muchos. Comprobé mi gran capacidad de olvido. Si quieres intentarlo, pasarás un  rato divertido…Tienes que pinchar el país  que te proponen.
PD3: Es falso que Dios de cosas  malas a los malos y cosas buenas a los que rezan. Eso es mentira. Dios es bueno  y quiere lo mejor para todos sus hijos que somos nosotros, para los buenos y para  los malos. Hay gente que se cree que Dios le castiga, o que castiga a otros con  enfermedades y les manda eso que dicen muy malamente de “castigos divinos”.  Esto es falso y deleznable. No, Dios no quiere el mal a nadie, ni nos castiga  si somos malos, o si no le prestamos atención. Dios nos quiere y quiere que  voluntariamente le amemos. A los que vamos a Misa, rezamos y tratamos de ser  mejores nos quiere igual que si no hiciéramos esas cosas. Bueno, algún  detallito yo sí que veo que me da, bastantes por cierto. No busco eso por  tratarle de forma abundante, por querer imitar a Nuestro Señor, por echarle  varias horas al día. Me encanta hablar con Dios, me encanta su “cháchara”. Hay  gente que no sabe que los que rezamos intentamos oír lo que nos quiere decir. Y  nos dice muchas cosas. Sólo hay que escucharle. La cantidad de memeces que se  oyen en la tele, o nos cuenta la gente… Pues bien, Dios nos habla a los que  rezamos, y nos pide cosas, y nos da consejos, y nos dice muchas veces si lo que  hacemos es lo correcto, o nos da sugerencias para mejorar… Solo hay que  intentar sintonizarle.
 
 
























