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03 noviembre 2021

¿se contendrá a China como se hizo con Japón?

 

Es todo muy complicado. Hay actores nuevos que moverán la situación geopolítica mundial. Habrá movimientos de dinero de aquí para allá, buscando los precios mejores y las perspectivas de futuro… Pero que China repita la historia de Japón, lo dudo. Me pega más que está repitiendo la historia de EEUU cuando fue emergente hace muchas décadas…

China

Vienen por delante años de una revolución militar, que tendrá enormes repercusiones económicas, con un importante cambio comercial que nos afectará a todos

Las causas de este reventón son muchas y variadas pues, aparte de la principal, la pandemia, lo cierto es que el modelo chino, gracias a Trump, se agotó: eso de hacer comercio desigual, violar los derechos de propiedad intelectual, amenazar a tus vecinos y principales clientes mientras violas los acuerdos sobre Hong Kong y acosas a Taiwán no podía terminar bien.

También podría terminar peor, pero pensemos que no, que los estadounidenses y sus aliados sabrán contenerles y que los muy afortunados de los chinos, aunque no se lo merezcan, menguarán en poder relativo como antes hicieron los estadounidenses con los japoneses, caso con el que hoy contrataremos sus estadísticas.

Crisis y sector exterior

Al caso japonés no le hemos dedicado mucho espacio en esta bitácora porque, más allá de que me aburrieran en los noventa del pasado siglo con la no reforma de su vil partitocracia, van a piñón fijo al precipicio demográfico (China y nosotros también) y solo suelen servir de mal ejemplo, como cuando exploramos "guerra comercial y bolsa japonesa". Aún así, antes, vimos una especie de sorpresa japonesa (micro déficit en el comercio exterior de bienes), que luego se corrigió y que podría indicar que esto de contener a China ya se preparaba hacia 2014; se intentó antes, con el incidente del EP3 Orion en 2001, pero se aparcó por la crisis del 11S, hasta ahora.

El caso es que antes, con Japón, las cosas fueron mal en los Acuerdos Plaza tras aceptarlos y cumplirlos a la asiática, además, el premier Nakasone y otros, hacían, en su engreimiento, repetidos comentarios racistas; posteriormente, Bush padre, mientras negociaba con ellos, se indispuso en una cena teniendo que salir su mujer a tranquilizar al mundo. Todo malos augurios. ¿Se acuerdan? ¿Y de los listos que decían que EE.UU. estaba acabado y tocaba aprender japonés? El caso es que los estadounidenses, con paciencia y tiempo, los pusieron en su lugar e igual que los subieron los bajaron y, de forma similar, aunque no lo crean, las bobadas de ZP1 y ZP2, las estamos pagando.

En el caso chino, la caída no empezó, obviamente, con los Acuerdo Plaza, sino con los acuerdos Trump, que remató él mismo, tema que vimos en "Robert Lighthizer y las guerras del opio". ¿Pero, y el sector exterior qué?¿Se produjo en Japón un déficit comercial por su terapia? No (línea negra, siguiente gráfica), luego podría ocurrirle algo parecido a China, aunque su previsión no es muy buena (línea roja) y podría empeorarse, claro. Donde sí se notó la terapia a Japón fue en otra variable, lo que nos lleva al siguiente punto.

Déficit público

La posición comercial internacional de Japón se debe, como la de China, a la (antigua) Pax Americana, gracias a la cual sus cuentas públicas iban bien (siguiente gráfica), sobre todo cuando su producción se consolidó en segmentos de alto valor agregado, pero ese avance relativo se paró y, sorpresa, aparecieron otros competidores. China no llegó a tanto; ¿se acuerdan de Huawei, esa extraña empresa  y cómo le cambió el futuro en tres años? Como decimos en este blog: "don't mess with the Americans"; tienen su parte benéfica y hay que saber llevarles, pero lamentablemente estamos en manos de sinvergüenzas que encima les toman por tontos destruyendo una alianza que, para nosotros, podría ser excepcional.  


¿Crisis cambiaria?

En estas crisis siempre aparecen amantes del escándalo, el amarillismo y los aspavientos metiendo miedo con catástrofes en algún mercado monetario, pero es que esta terapia, que igual dura, si lo consiguen pacíficamente, dos décadas (o una generación), no va así. De hecho, cuando se estudia el caso japonés, que venía de una fuerte revaluación, lo que se observa es una continuidad de tendencia hasta que se hace asintótica (siguiente gráfica). 

También es cierto que hacia ese 2012 que mencionamos hubo una fuerte revaluación (de 150 a 75 yens por dólar), que luego se corrigió y ahora están ahí, entre 100-125 yens por dólar y, si la contención de China lo requiriese, igual baja más. En China es distinto, pues no vienen de una fuerte revaluación, sino de lo contrario (siguiente gráfica); aun así, con esta crisis inmobiliaria, el yuan chino está fuerte y así podría seguir, con una traslación lateral como Japón desde 1992, veremos.

Es cierto que China ha tenido una pérdida de reservas internacionales (casi el 25%) hace unos años (2014-2017), pero no ahora, que aún son poco más del doble de las japonesas y ambos con mucha deuda americana (que podría comprar la FED sin problemas). Lo que si tienen difícil es generar confianza, pues como todos los comunistas, son amigos del robo y del saqueo, al punto de que sus empresarios más prominentes pueden "desaparecer" por manías de sus políticos mafiosos, como el fundador de Alibaba, que ha reaparecido por Mallorca y que, lógicamente, no quiere hablar de su "secuestro". Obviamente, con ese estado sin derecho el yuan no va a substituir al dólar nunca, de la misma forma que España, con su partitocracia depredadora y parasitaria, nunca podrá ser un buen lugar para canalizar el ahorro internacional.

Tamaño y guerra pacífica

Cuando George Bush padre dio su discurso sobre el Nuevo Orden Mundial, presumió de que su economía era el doble de la de su principal competidor en el Pacífico (Japón); hoy, tras la terapia pacífica, EE.UU. es casi cuatro veces más grande. Tema distinto es lo de China, que superó a los americanos en 2013, que se rearma exponencialmente (ya tiene superioridad absoluta regional) y que está construyendo una flota, no ya para invadir Taiwán, cosa que tenía hace décadas, sino para invadir Australia y lo que se le ponga por delante.

Con esas dinámicas, no se extrañen que antes de veinte años la muy envejecida Japón empiece a fabricar armas nucleares y misiles balísticos con la rapidez, volumen y calidad con que hacen tantos productos de alto valor, que la vida da muchas vueltas y me temo, que con semejante matón enfrente, no les queda otra. Por su parte, su aliado estadounidense enfrenta un escenario que recuerda, por dimensiones, a la hegemonía imperial británica, tema que tratamos en su momento.

AUKUS y más allá.

El Reino Unido tiene un enrome acerbo histórico, cultural y diplomático a nivel global que está usando (de momento bien) para compensar el Brexit y, además, es quien mejor ha entendido y anticipado en Europa la Nueva Pax Americana, seguida de Italia, y ambos aprovechan los planes de estímulo por la covid para rearmarse y poner sus armadas en forma; los peores de todos en entenderla son Francia y sus vasallos españoles rectores del nacionalsocialismo que nos arruina la vida.

Curiosamente, tras tomar posesión Boris Johnson, en uno de sus discursos listó las capacidades industriales británicas para compensar el Brexit resaltando la industria nuclear, de ahí que el año pasado anunciara que se construirían 16 minireactores nucleares para asistir en la descarbonización de la economía (idea que hoy le copia Macron fantasiosamente). Por otro lado, mientras China imponía sanciones a Australia (luego sufrió ciberataques, "casualidades") por pedir una investigación independiente del Covid, la UE (Francia y Alemania) castigaban al Reino Unido con temas Brexit. Así las cosas, ¿quién podría comprarles tecnología nuclear puntera? Blanco y en botella; Australia se acogió a la clausula de salida del contrato de submarinos diesel-eléctricos franceses que pasarán a ser nucleares angloamericanos (toda una historia).

El AUKUS no es solo submarinos y tampoco es la única alianza regional contra China, está el QUAD (Australia, Japon, EE.UU. e India), Cinco Ojos, más otros bilaterales, que no deberían permitir, bajo ningún concepto, un anschluss a la china porque, después de Taiwán, dónde está el freno. De modo que, si las cosas van a más (favorecerían a una Rusia semineutral), que es lo más probable, nuestra crisis de suministros (y de China) va a parecer un mero tropezón logístico producto, en buena parte, de haber abandonado a la América Latina prefiriendo corromperse con los saqueadores neocomunistas y su aliado ruso.

En los 90's del siglo pasado, los enemigos de la Libertad daban por acabado a EE.UU. y apostaban por Japón; en la primera década de este siglo, los mismos arruinavidas lo hacían por la UE y ahora por China. Menudos patanes, ellos y quienes les creen. En todo caso, vienen por delante años de una revolución militar, que tendrá enormes repercusiones económicas, con un enorme cambio comercial que nos afectarán a todos y, siendo cierto que las naciones libres están muy endeudadas, con todo lo que ello implica, y que Estados Unidos está en su crisis de cambio de ciclo generacional, estas décadas de hercúleo forcejeo asiático serán ideales para enrumbar un segundo siglo de hegemonía americana.

Abrazos,

PD1: Ayer, día de los difuntos. Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.

Y se puede pedir por ellos, ponerlos como primera intención en la Misa. Hay que rezar por las almas del Purgatorio, para darles un empujoncito hacia arriba…

14 octubre 2021

seguimos con la fuerte apuesta por los mercados emergentes

Aunque no por todos, que algunos se han ido de precio. China, a pesar de este año, sigue siendo la que mejor relación calidad precio tiene, la que más perspectivas a largo plazo presenta…

Tres motivos por los que seguimos abogando por el alza de los mercados emergentes a largo plazo

Abrazos,

PD1: Lo más valioso que puedes dedicarle a alguien es tiempo y oración, tu tiempo y tu oración. Pasa tiempo de calidad con quienes amas y reza por ellos…

08 octubre 2021

china es responsable de un tercio del crecimiento del PIB global

Esto es lo que hay…

China Is Responsible For More Than A Third Of World GDP Growth - This Is A Problem

Abrazos,

PD1: Los costes de mandar un contenedor de 40’ de Shangai a Los Angeles han bajado esta semana, pero habían subido tanto que son los culpables de parte de la inflación… y sobre todo, de la escasez de suministro en las cadenas de montaje del mundo:

PD2: Ya han marroneado a mi hijo que se ordenó sacerdote en mayo. Está dando su primer curso retiro a sus compañeros. 7 días de retiro espiritual que implican 22 meditaciones de media hora… Anda preparándolas como un loco, cuando es el Espíritu Santo el que sale de sus labios. Desde casa, no podemos hacer más que rezar para que se ilumine, diga cosas bonitas y consiga que no se le duerman. Seguro que lo hace muy bien, pero por si acaso sigo rezando por él para que todo vaya bien…

31 agosto 2021

volatilidad de China

Ha sufrido un revés ligero, pero las perspectivas siguen siendo muy grandes en el largo plazo. Y la valoración es muy atractiva, frente a las bolsas occidentales.

Hace unos días las medidas de los reguladores chinos contra las tecnológicas generó un nuevo descenso en los principales valores del país. La caída de los precios de las acciones chinas ha llevado a muchos inversores a analizar las perspectivas de China. Pero la volatilidad a corto plazo no debería empañar los puntos fuertes que tiene su mercado.

La ofensiva del gobierno chino es un intento de poner en marcha la legislación de protección de datos y antimonopolio, un punto débil en comparación con sus homólogos mundiales y que acerca a China a las normas internacionales.  Estas normas, sin embargo, han puesto en entredicho a compañías como Alibaba, Tencent, Baidu, Didi Global y Meituan. Además de las recién estrenadas en bolsa, como Ant Group, que habría sido la mayor OPV del mundo.

Parte de la regulación se ha explicado en términos de nivelación de ingresos. La Comisión Central de Asuntos Económicos y Financieros del país dijo la semana pasada que planea "regular los ingresos excesivamente altos y animar a los grupos y empresas de altos ingresos a devolver más a la sociedad". En un nuevo desafío a la industria tecnológica, la semana pasada el presidente chino Xi Jinping exigió "regular las rentas altas". En lugar de trabajar para generar riqueza a cualquier precio, el partido pretende ahora "una prosperidad común para todos", dice Stéphane Monier, Chief Investment Officer de Lombard Odier.

Y es que China quiere convertirse en una economía de renta alta en los próximos 15 años, duplicando su PIB. Una economía con una renta nacional bruta per cápita superior a 12.535 dólares, frente a los 10.410 dólares que tenía el país en 2019.  El Banco Mundial estimó en 2018 que 373 millones de ciudadanos chinos ganaban menos de 5,50 USD al día, su umbral de pobreza en "países de renta media alta". En un nuevo indicio de la mentalidad del Partido Comunista, el mes pasado los reguladores también dijeron que la enseñanza privada extraescolar en materias básicas debe ser sin ánimo de lucro, con el objetivo de reducir el coste de la vida y aumentar así la tasa de natalidad de China. En octubre de 2015, China levantó su política de un solo hijo después de más de tres décadas, a dos hijos por pareja.

Eso no ha sido suficiente para evitar que en 2020 se registre el menor crecimiento  demográfico del país desde el primer censo fiable de 1953, y la tasa de fertilidad de la nación ha caído a 1,3 hijos por mujer, por debajo del 1,7 de Estados Unidos y del 1,4 de Japón. En mayo de 2021, el gobierno chino levantó el límite de tres hijos.

Los retos demográficos de China aumentan a medida que su población envejece y un menor número de trabajadores debe compensar una menor base imponible. La proporción de personas en edad de trabajar con respecto a los mayores de 65 años ha pasado del 11% al 20% en una década, mientras que la población en edad de trabajar ha descendido un 3%.

Aunque las Naciones Unidas han pronosticado que la población de China alcanzará su punto máximo en 2030, también es posible que ya haya alcanzado su nivel más alto. Incluso el Banco Popular de China (PBoC) ha advertido que existen incentivos para sobredimensionar los datos de población a nivel regional y ministerial, porque las cifras de población están ligadas a los presupuestos. "Debemos darnos cuenta de que el panorama demográfico de China se ha invertido", dijo el banco central en abril.

Perspectivas de crecimiento

El envejecimiento demográfico de China comenzó a restarle al crecimiento general en 2016 a un ritmo de entre 10 y 30 puntos básicos por año. “En los próximos 15 años, esperamos que este proceso recorte una media de 50 puntos básicos del crecimiento, eliminando hasta un 1% del PIB en 2035. Sin embargo, si China consigue reproducir las trayectorias de productividad de Corea del Sur o Taiwán, debería ser capaz de mantener un crecimiento anual del 4,0-4,5% a pesar de sus presiones demográficas”, reconoce el experto de Lombard Odier.

En marzo, el PBoC proyectó un crecimiento potencial anualizado de entre el 5% y el 5,7% hasta 2025. Creemos que el crecimiento potencial a largo plazo de China está ahora por debajo del 5%. Dicho esto, el año que viene esperamos que la economía crezca un 5,3%, lo que sugiere que no debería haber un descenso del empleo, a pesar de los efectos demográficos negativos del envejecimiento de la población.

A muy corto plazo, el impacto económico de la variante Delta de Covid, la ralentización de los flujos de crédito e inversión, así como los recientes cambios normativos, mermarán el crecimiento del tercer trimestre. No obstante, la economía sigue gozando de apoyo fiscal y monetario. Esperamos que los tres últimos meses de 2021 compensen parte de la debilidad de este trimestre, y prevemos un crecimiento superior al potencial del 8,7% para todo el año.

Los inversores deben permanecer reactivos

Por ahora, con las noticias sobre la regulación china impulsando el mercado, los inversores deben permanecer reactivos. No obstante, creemos que el impulso de un nuevo marco normativo se reducirá en un plazo de seis a doce meses, a medida que China entre en una fase de cumplimiento y las empresas se adapten. En particular, las empresas que aún no están en el punto de mira pasarán a cumplir las normas para evitar una atención más perjudicial. Tampoco esperamos que este impulso regulador, que llena un vacío donde antes había poco, dé un giro aún más dramático hacia la nacionalización.

Ahora, las valoraciones de la renta variable están más cerca de sus medias y, con la política monetaria más acomodaticia del PBoC, esperamos que la actividad empresarial mejore. En consecuencia, “creemos que los mercados se mostrarán más estables y el equilibrio riesgo-recompensa ya ha cambiado. Por lo tanto, hemos aprovechado los recientes movimientos de los precios del mercado para volver a situar nuestro posicionamiento en una posición neutral”-

Los rendimientos de la renta fija china siguen siendo atractivos y continúan ofreciendo diversificación a la cartera. El renminbi sigue beneficiándose de unas valoraciones sólidas y de una balanza de pagos robusta, aunque las exportaciones se han ralentizado y la política más neutral del banco central hace que hayamos tomado algunos beneficios en nuestra exposición a la divisa reduciendo a la mitad nuestra asignación de sobreponderación.

Abrazos,

PD1: La oración mueve el corazón de Dios. Él siempre nos escucha y responde. Hay que pedir y confiar…

24 junio 2021

China o EEUU, quién será el líder en tecnología...

No va a haber ninguna duda, a pesar de las grandes corporaciones tecnológicas en EEUU. Una cosa son las empresas digitales, que EEUU lleva la delantera, y otra cosa es la tecnología aplicada al resto de sectores. No se vive del mundo digital, aunque nos intenten convencer de que sí ahora…

China, Estados Unidos y la competencia tecnológica

De acuerdo a Matthew Bay: “Hubo un tiempo en el que Estados Unidos podía respirar tranquilo en la seguridad de que ningún otro país alcanzaría su combinación de habilidad tecnológica y tamaño físico. Ese tiempo pasó. Ahora China puede” (“The coming tech war with China”, Forbes, February 7, 2018). Las cifras hablan por si solas, evidenciando una competencia feroz por la primacía tecnológica en el que Estados Unidos lleva todavía la delantera, pero donde China le pisa los talones. 

China sigue a Estados Unidos como mayor inversor en investigación y desarrollo tecnológicos. De un gasto global en esta materia de casi dos billones (millón de millones) de dólares en 2015, China representó un 21% del total. Sin embargó, entre 2010 y 2015 sus desembolsos en este rubro crecieron a una tasa anual promedio de 18%, lo que representó un incremento cuatro veces superior al de Estados Unidos durante el mismo período. China deberá estar tomando la delantera en gastos de investigación y desarrollo tecnológicos en los próximos cinco a diez años (World Economic Forum, “China is an innovator superpower: This is why”, February 7, 2018).

En inversiones de capital de riesgo, un área financiera que ha resultado fundamental para el emerger de Silicon Valley y de las nuevas tecnologías estadounidenses, China ocupa el segundo lugar y va en vías de alcanzar el primero.  Si bien Estados Unidos atrae todavía más de la mitad de los fondos globales en este sector, su porcentaje ha venido declinando de manera sostenida. Entre tanto China, con un 30% del total global, crece aceleradamente (World Economic Forum, citado). 

De las siete grandes corporaciones mundiales en material de Inteligencia Artificial, cuatro pertenecen a Estados Unidos (Google, Amazon, Facebook y Microsoft) y tres a China (Tencent, Alibaba y Baidu). En este ámbito la competencia resulta particularmente cerrada, estimándose que China disfruta de ventajas comparativas que podrían conducirla al primer lugar. Entre ellas, la masa crítica de información sobre las preferencias de los consumidores que está en capacidad de recabar y la naturaleza particularmente despiadada y combativa de sus empresarios. Esto último resulta fundamental en un ambiente en el cual, según el famoso dicho de Andrew Grove, sólo el paranoico sobrevive (Kai-Fu Lee, AI Superpowers: China, Silicon Valley and the New World Order, Boston, 2018).

Entre 2000 y 2015 el número de egresados anuales en carreras de ciencia y tecnología de las universidades chinas pasó de 359.000 a 1,65 millones. Entre tanto, el número de graduados en universidades estadounidenses durante ese mismo período pasó de 483.000 a 742.000. De igual manera, en 2016 el número de publicaciones científicas en China superó a las provenientes de Estados Unidos: 426.000 contra 409.000 (World Economic Forum, citado y Philip Ball, “China’s great leap forward in science”, The Guardian, 18 February, 2018).  

De acuerdo al último informe de “Estrategia de Seguridad Nacional”, que periódicamente publica la Casa Blanca, el creciente poderío tecnológico de China constituye una seria amenaza para el liderazgo económico y militar estadounidense. En diversas tecnologías emergentes vitales, se señala, la nación asiática ha tomado la delantera. Ello resulta tanto mas significativo cuanto que apenas cinco años atrás, China era percibida no como innovadora sino como simple imitadora de tecnologías foráneas. Entre las áreas en donde China ha tomado la delantera se encontrarían algunas como las siguientes: misiles hipersónicos, satélites e Internet basados en tecnología quántica, reingeniería genética o bioingeniería aplicada a trasplante de órganos  (Matthew Bay, citado, y Philip Ball, citado).

Detrás de esta competencia, destaca la aproximación contrapuesta de sus respectivos sistemas políticos a la innovación tecnológica. El gobierno estadounidense (que en el pasado propulsó activamente la carrera espacial y otros importantes desarrollos tecnológicos), mantiene desde hace años una política de “manos afuera” en este campo. El mismo es dejado a cargo de la iniciativa y del capital privados, con importante referencia a los fondos de capital de riesgo. La intervención gubernamental, cuando se materializa, va esencialmente dirigida a evitar la consolidación de monopolios tecnológicos. Ello inevitablemente penaliza a los más exitosos y los hace vulnerables ante sus competidores (en este caso los chinos).

China, por el contrario, evidencia un voluntarismo estatal sustentado en planes de la nación y políticas públicas. El mismo busca dar forma en pocos años a un desarrollo tecnológico que, dejado al curso natural de los eventos, tomaría décadas. Más aún, la sinergia existente entre el gobierno nacional y los gobiernos regionales y locales se traduce en un efecto multiplicador de alto impacto sobre el desarrollo tecnológico. Recursos, estímulos, y facilidades se acumulan así para brindar el mayor apoyo posible a la innovación tecnológica.

Abrazos,

PD1: Siempre el obispo Munilla. ¡Qué claridad…! Siempre debemos dar ejemplo ante nuestros hijos. A nosotros, con todos nuestros errores y torpezas, nos miran los chicos con detenimiento…

23 junio 2021

China como inversión a largo plazo

A corto plazo, no sabemos lo que ocurrirá con los mercados. Pero a la largo plazo sigue siendo China la que se lleve el gato al agua…

Allianz GI: Las perspectivas a largo plazo en renta variable china siguen siendo positivas

La tercera ola de Covid-19, la más severa hasta la fecha, está remitiendo actualmente tanto en Asia como a escala global. Con este telón de fondo, la 12ª Conferencia de Allianz Global Investors sobre Asia se centró en la pregunta: «Más allá de la pandemia, ¿qué es lo siguiente para Asia?» Por segundo año consecutivo, el evento, con participantes de toda Europa, se celebró virtualmente.

Renta variable china: Análisis, perspectivas, posicionamiento

Hasta ahora, 2021 ha sido un período volátil para los mercados de valores de China. La primera parte de este año fue una continuación del impulso de 2020. Pero después del Año Nuevo chino hubo período corto, pero bastante intenso, de toma de beneficios. Para el gestor de fondos de renta variable china, Anthony Wong, la clave está en poder ver más allá de estos episodios de volatilidad, que pueden ser una característica de los mercados en los que hay un peso elevado de inversores minoristas, como es el caso de las acciones A de China.

“No creemos que esto cambie las perspectivas positivas a largo plazo para la renta variable china”, comenta Wong. “Los flujos de entrada de los mercados de valores internacionales continúan y muchos inversores de todo el mundo buscan aumentar su exposición a la segunda economía más grande del mundo a medida que los mercados de capitales de China se abren más al exterior. Además, el mercado de renta variable del país continúa siendo atractivo porque tiene buenas características de diversificación como resultado de la baja correlación con otras clases de activos».

En los próximos meses, es probable que China continúe atrapada entre una regulación activa y políticas económicas más estrictas, por un lado, y la salud fundamentalmente sólida del sector empresarial, por el otro. Debido al entorno fundamental aún favorable, Allianz GI ve las correcciones del mercado como una oportunidad para construir o expandir posiciones a más largo plazo. Sin embargo, los inversores deben ser muy selectivos al hacerlo.

Además, cada vez más inversores deberían mirar más allá del mercado de renta variable china: los bonos onshore en RMB, es decir, los bonos negociados en China continental y denominados en yuanes, también ofrecen un gran potencial de diversificación y primas de rendimiento sobre los bonos de mercados desarrollados, según Allianz GI.

Un enfoque de inversión temática sobre China

Una forma alternativa e innovadora de tener exposición a la renta variable en China, en opinión de Allianz GI, es a través de estrategias temáticas. Andreas Fruschki, director de Renta Variable Temática, explicó en su presentación durante la Conferencia de Asia que la exitosa filosofía de inversión global temática de Allianz GI también se puede aplicar a un mercado grande y diverso como China. Muchas de las megatendencias subyacentes que se pueden observar en todo el mundo también se están desarrollando en China, a menudo de una manera distintiva. Fruschki trae el ejemplo del cambio demográfico: «Si bien se estima que la población mundial crecerá en más de un tercio adicional a alrededor de 11.000 millones de personas para 2100, se espera que la población de China alcance su punto máximo en las próximas décadas y disminuya significativamente a fines de siglo. Esto plantea desafíos muy especiales para el país y presenta oportunidades de inversión«. Allianz GI está actualmente analizando la mejor forma de invertir en China con un enfoque temático.

El objetivo de neutralidad climática para 2060 de China

El especialista de producto Shannon Zheng y el gestor de renta variable Kevin You dedicaron su presentación al objetivo de China de transformar su economía para alcanzar la neutralidad de carbono en 2060. Según Zheng, este es un plan muy ambicioso: «No será fácil para China lograr estos objetivos. Después de todo, el modelo económico del pasado se basaba en gran medida en industrias intensivas en emisiones de carbono. Como resultado, alrededor del 30 por ciento de las emisiones globales de CO2 provienen de China. Sin embargo, las intenciones del país nos parecen creíbles, ya que las políticas de Beijing están impulsadas por imperativos medioambientales y el deseo de abrir nuevas áreas de crecimiento y empleo para la economía del futuro». Kevin You añadió: «El 2060 parece muy lejano. Sin embargo, la planificación para lograr cero emisiones netas ya está en marcha y los inversores harían bien en incluir esto en sus análisis actuales. La transición traerá ganadores y perdedores. Nosotros vemos oportunidades de crecimiento estructural en áreas como las energías renovables y la electromovilidad, y también en algunas áreas de la llamada ‘vieja economía’ que están experimentando una transformación».

Identificación de empresas líderes en el medio ambiente

En la presentación final de la Conferencia de Asia, Kunal Ghosh, director de Inversiones de Estrategias Sistemáticas, explicó el potencial que tiene la inteligencia artificial (IA) para identificar señales ambientales. Allianz GI ha desarrollado y entrenado una IA que utiliza el procesamiento del lenguaje natural (NLP) para generar información en tiempo real sobre el camino de la sostenibilidad de las empresas asiáticas a partir de millones de artículos. Esta información a menudo difiere significativamente de las calificaciones de sostenibilidad de terceros. «La industria de la gestión de activos se encuentra en una etapa temprana en cuanto a la integración de la IA en los procesos de análisis e investigación», señala Ghosh, que añade: «Para las regiones donde las iniciativas ambientales están ganando importancia, como Asia-Pacífico y China en particular, los modelos de sostenibilidad potenciados por la IA tienen un gran potencial para ayudar a identificar a los líderes medioambientales del mañana«.

Abrazos,

PD1: El relativismo que tenemos metido en la sociedad, es causa de muchos males. Cada persona tiene su “verdad” y piensa que los demás andan equivocaditos. Cada uno vive según su verdad y si no le gusta su verdad, la cambia por otra que le complazca más. Hay una enorme crisis de no saber cuál es la verdad buena, sino de ir viendo como se van cambiando en función de modas, de tendencias, que nos inculca la TV, los políticos y las redes sociales… Es una vida simple y conformista, donde no se piensa en casi nada, más que en el disfrute del cuerpo a tope…, sin complicaciones. Se piensa que la vida se llena con cosas (coches, viajes, mujeres, comidas), y que no hay vida espiritual alguna…

Se desconoce y no se cree en la gran Verdad: que fuimos creados por Dios por amor, que nos mandó a su Hijo, hecho carne como nosotros, para redimirnos del pecado original. Que murió porque le matamos, y que nos dejó un enorme mensaje de amor, paz y la vida eterna.

Ayer fue el día de San Tomás Moro que se dejó matar por permanecer fiel a la Verdad y no dejar a Enrique VIII que se casara con Catalina de Aragón…, lo que provocó la escisión de la iglesia y empezó el anglicanismo… ¿Cuántos hoy aceptaríamos el martirio por la Verdad? No, se prefieren nuestras miserias…

07 junio 2021

China ha cambiado sin que nos demos cuenta

Gracias a sus planes a largo plazo:

China y el largo plazo

El sistema de gobierno chino tiene una diferencia esencial con el existente en los países occidentales. Al no ser una democracia, y no exponerse a cambios radicales de gobierno cada cuatro o cinco años, China es capaz de realizar y poner en práctica programas económicos y de inversión que abarcan incluso varias décadas. Lamentablemente, en las democracias occidentales es casi anecdótico la existencia de planes a largo plazo que acaben materializándose. Con el habitual cambio de gobierno, tras una o dos legislaturas, los pocos planes a largo plazo diseñados o iniciados suelen dejarse aparcados o son cambiados radicalmente. Los ejemplos son numerosos, especialmente en España.

Muchos ignoran que en la década pasada China dio inicio a su plan industrial a treinta años con el que pretende convertirse en el líder mundial de la innovación en 2045. La primera parte del plan, puesto en marcha en 2015, es el denominado "Made in China 2025". Dicho plan se ha ido desarrollando paso a paso con el objetivo de convertirse en una potencia tecnológica, impulsando la reestructuración y el desarrollo de su sector industrial. Adicionalmente, pretende reducir la dependencia de China de la tecnología extranjera y promocionar a los fabricantes tecnológicos chinos en el mercado global.    

Con este plan, China pretende convertirse en una "superpotencia manufacturera" de alto valor añadido, habiendo centrado sus esfuerzos en diez sectores prioritarios, entre otros: nueva generación de tecnologías de la informaciónrobóticatecnología aeroespacialbiofarmanuevos materialesvehículos eficientes energéticamente o equipamiento médico avanzado.

El éxito de algunos proveedores tecnológicos chinos como Huawei en el despliegue de redes 5G ha sido evidente, e incluso ha provocado la preocupación de países occidentales, comenzando por Estados Unidos, por lo avanzado de la tecnología China frente a las compañías occidentales.   

Otro de los planes a largo plazo, paralelo al anterior, es la iniciativa "One Belt, One Road"(OBOR). Se anunció en 2013 y la fecha prevista de finalización es 2049. Se pretende construir una "ruta de la seda" marítima y por carretera y ferrocarril que conecte China con países asiáticos, africanos y europeos. El plan abarca más de 60 países, con los que China firma acuerdos de libre comercio. Mediante esta iniciativa, China ayuda a los distintos países de la ruta a financiar grandes infraestructuras a cambio de acuerdos comerciales preferentes.

Paralelamente, China está desplegando la "ruta digital" de 7.500 km de cable de comunicación de alta velocidad submarino que abarca parte de los países involucrados en la iniciativa OBOR.

Si a lo anterior unimos el desarrollo del "yuan digital", es fácil imaginar que su objetivo sea cerrar el círculo. Con los países incluidos en la iniciativa OBOR es evidente que su capacidad de influencia y de comercio con los mismos aumentará considerablemente. El uso del yuan digital, como sustitución del dólar en las transacciones entre los países involucrados, será un proceso más o menos lento, pero casi inevitable.

Ya ha pasado casi el tiempo equivalente a dos legislaturas españolas desde que se anunciaron los programas Made in China 2025 y One Road, One Belt. La realidad de ambas iniciativas es palpable y el punto de destino y los objetivos intermedios están claramente marcados. Mientras tanto, Europa, carente de programas equivalentes de medio y largo plazo, parece abocada a una pérdida paulatina de relevancia global en los sectores punteros con el creciente riesgo de aumentar más y más su dependencia exterior, especialmente de China.

Como decía Felipe González hace dos años, "Europa ha sido durante siglos el laboratorio de las grandes ideas, pero ahora es un museo". Lamentablemente, no parece que Europa vaya a reaccionar.

Recientemente ha corregido, pero sigue siendo la mejor inversión a largo plazo, por precio y por expectativas… Abrazos,

PD1: Ayer fue el Corpus, así que tocaba hablar de la Eucaristía:

28 abril 2021

el Presidente de China

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El mito de Xi: la vida de mil espejos del hombre más poderoso del mundo

Faltan pocos minutos para las cuatro de la tarde y una nutrida comitiva de coches oficiales aparca frente a la modesta hacienda cafetalera de Tulio Zamora y Ruth Calvo en Santo Domingo de Heredia, una localidad aledaña a la capital costarricense. La familia ha preparado café caturra, empanada de chiverre, picadillo de arracache y bizcochos para sus distinguidos invitados, el presidente Xi Jinping y su esposa Peng Liyuan.

Es junio de 2013 y hace apenas tres meses que Xi ha sido nombrado presidente de la República Popular China. Llega a casa de los Zamora vestido con pantalones negros y una sencilla camisa blanca, sin chaqueta ni corbata. En su fugaz visita, la sonriente pareja estrechará manos, abrazará niños y compartirá un dulce. Todo perfectamente coreografiado y registrado para su posterior edición.

“Yo también soy del pueblo llano. Fui agricultor siete años, luego me convertí en alcalde de un pueblo, de un distrito, de una ciudad y gobernador de una provincia –explica el líder asiático sentado a la mesa con sus anfitriones a través de un intérprete–. Pero tengo un vínculo natural con la gente común”.

De la larga lista de anécdotas, datos o imágenes que podrían servir para introducir la figura de Xi, la insólita merienda costarricense es la que mejor resume la idea central de este perfil. Una escena que refleja la vida de mil espejos del líder chino, cuya biografía ha quedado fundida y confundida con la propaganda comunista con un único objetivo: crear un mito a la altura de la ambición de un hombre cuyas decisiones –y no exageramos aquí– marcarán al mundo por generaciones.

Porque, ¿qué sabemos en realidad de Xi Jinping? Si le interesa la vida de los políticos internacionales, no tendrá problemas en conocer los detalles más oscuros, polémicos o sensibles del pasado de Vladímir Putin, Angela Merkel o Donald Trump, sujetos al escrutinio de un sinfín de libros, biografías y documentales. Pero el líder chino ha permanecido ajeno a este fenómeno editorial que produce la fascinación del poder. Las únicas semblanzas que tenemos son las que nos llegan enmascaradas en el brochazo gordo de la propaganda o distorsionadas por la crítica furibunda.

“Una razón por la que no hay una buena biografía de Xi Jinping es por el gigantesco coste personal”, explicó una vez Mike Forsythe, uno de los corresponsales del 'New York Times' en China. “El Partido Comunista Chino guarda con mucho celo la historia oficial. Y el intento de hacer una investigación dentro del país sobre su juventud o su década en Fujian es peligroso para ti, para cualquiera con el que trabajes y para cualquiera con el que hables”.

Cómo se construye un mito, paso a paso

Cualquier perfil será, entonces, un retrato forzosamente incompleto de la vida de Xi. Todos repetimos las mismas citas de las mismas entrevistas, recopilamos las mismas anécdotas y los mismos testimonios filtrados que, como migas de pan, ha dejado la censura para asegurarse una versión monolítica y sin fisuras. Sus refinados gustos literarios de lector empedernido, su afición a ‘blockbusters’ de Hollywood como 'El Padrino', su ecléctica filosofía de budismo tibetano y ocultismo chino. Todo, fuegos de artificio que no nos sirven para escrutar a un hombre que tiene autoridad absoluta sobre políticos, militares, empresarios, periodistas y jueces de la mayor potencia demográfica del planeta.

Irónicamente, puede que la mejor pista que tengamos para entender hacia dónde se dirige Xi sea la que nos presenta el propio relato oficial. Porque, en esa obstinada deconstrucción de la realidad, el Partido Comunista Chino (PCCh) ha dejado entrever sus obsesiones, sus debilidades y sus grandilocuentes planes de futuro. De forma instintiva, están siguiendo el arquetipo conocido como ‘el viaje del héroe’, analizado por Joseph Campbell en su clásico ‘El héroe de las mil caras’ publicado en 1949. Un arco narrativo en el que el personaje irá completando sucesivas etapas para transformarse, progresivamente, en un ‘mito’.

En el caso de Xi, la leyenda traza el camino de un príncipe caído en desgracia que, desde una remota aldea, irá ascendiendo en la sociedad hasta convertirse, medio siglo después, en 'el elegido' que vencerá a su archienemigo para cumplir, por fin, la gran profecía geopolítica: el renacer de China y el ocaso de Occidente. Esta sublimación desde la pobreza, la humillación y la servidumbre a la riqueza, la gloria y el poder calza a la perfección con la mística y evolución del pueblo chino en los últimos 70 años. Una forma nada sutil de dejarnos claro que Xi es China. O “los brazos, las piernas y el corazón de toda la nación”, como le gusta decir con su habitual pompa al aparato.

“Xi Jinping, nos cuenta la propaganda, es un hombre que, al contrario que la élite china, ha experimentado la crudeza de la vida en su máxima expresión”, explica Kerry Brown, sinólogo y autor de ‘El CEO de China: El auge de Xi Jinping’, en una entrevista con El Confidencial. “Y ese sufrimiento compartido con el pueblo es esencial para tener la legitimidad de emprender el 'gran rejuvenecimiento' de China: liderar un país que sufrió injusticias por parte de Occidente durante décadas y ahora quiere convertirse en una superpotencia a la que nadie le haga ‘bullying’”.

Entonces, ¿qué hace el futuro hombre más poderoso del mundo tomando un cafecito en el porche de la casa del señor Tulio a 15.000 kilómetros de su país? Es su primera gira internacional en el cargo –cuyo destino final es estrechar la mano de Barack Obama en la Casa Blanca– y Xi Jinping está aprovechando para mandar un mensaje. Varios, en realidad. El primero, a su público en casa. Uno que no para de repetir a cada oportunidad y que viene a decir: yo vengo de abajo, soy uno de vosotros y os entiendo. El segundo, a quien quiera estar escuchando: el mito de Xi será global.

Paso 1. Comienza la aventura: de príncipe a porquero

Xi Jinping se educó entre algodones. Tercero de cuatro hermanos, nació en 1953 en una familia de la élite. Su padre, Xi Zhongxun –héroe de la Revolución del 49– era ministro de Propaganda de Mao Zedong y poco después sirvió como vice primer ministro. Estos cargos permitían que el niño Xi perteneciera al selecto club de “los pequeños príncipes” que correteaban por los pasillos de Zhongnanhai, la Casa Blanca china, y estudiaban en el ‘1 de Agosto’, el exclusivo colegio reservado para la dirigencia comunista. Ellos estaban destinados a ser los futuros líderes del Partido y la nación. Pero las cosas comenzaron a torcerse para los Xi.

El ‘viaje del héroe’ o 'the quest' comienza cuando la vida apacible y familiar del protagonista se ve subvertida por un evento inesperado que lo forzará a emprender una búsqueda épica, en la que sufrirá la soledad, enfrentará infinitas dificultades y estará a punto de morir varias veces.

A principios de los sesenta, la familia de Xi cayó en desgracia por desavenencias políticas. Su padre fue desterrado a trabajar a una fábrica y su madre, enviada a trabajos forzados en una granja. Las cosas empeoraron el 26 de diciembre de 1966, cuando Mao Zedong celebró su 73 cumpleaños con una consigna: “¡Por el nacimiento de una guerra civil por todo el país!”. Era el comienzo oficial de la desastrosa Revolución Cultural, que dejó al país con millones de muertos, decenas de millones de desplazados y una economía arrasada.

El propio dictador había firmado una directiva que instigaba a atacar a los representantes de la burguesía, entre los que se encontraba su familia. Nacer 'rojo' dejó de ser el pasaporte hacia la buena vida. Con apenas 13 años, la vida de Xi corría peligro en Pekín, donde la situación se había vuelto insostenible. Declarado enemigo del pueblo de la noche a la mañana, tuvo que aprender la única habilidad que no le habían enseñado en su escuela de lujo: sobrevivir.

“Para entender quién es Xi Jinping hay que comprender esta increíble fuerza de alguien que conoció lo mejor y después cayó a los infiernos”, explica François Bougon, corresponsal durante años en China y autor del libro ‘Dentro de la mente de Xi Jinping’ a El Confidencial. “Aquella generación de jóvenes que fue obligada a huir hacia el campo aprendió a vivir como lobos solitarios. Y Xi Jinping es como un lobo: tiene fe ciega en el comunismo, pero sabe que cualquier persona le puede traicionar y que, de un día para otro, lo puedes perder todo”.

"Tiene fe ciega en el comunismo, pero sabe que cualquier persona le puede traicionar y que, de un día para otro, lo puedes perder todo"

En las pocas entrevistas que ha dado a lo largo de los años, el líder chino recuerda una época de caos, terror y mucha incertidumbre. Un colapso 'distópico' que le marcó de por vida. Sin clases a las que asistir, se dedicaba a robar libros de las bibliotecas o a recoger los que tiraban otros a la basura por miedo a que los acusaran de “enemigos del pueblo”. Hasta en cuatro ocasiones le detuvieron los Guardias Rojos y le amenazaron con matarle. Una vez, recordaba el propio Xi en el año 2000, le preguntaron si creía que sus crímenes eran graves.

“¿Tan graves como para merecer que me disparéis?”, cuenta que les respondió él. “Ellos me dijeron que iba a ser fusilado 100 veces, y yo pensé: ¿Cuál es la diferencia entre que te fusilen una y 100 veces? Es lo mismo. Los Guardias Rojos querían meterme miedo diciéndome que ahora iba a sentir lo que era una dictadura democrática del pueblo y que solo me quedaban cinco minutos de vida. Pero al final me dijeron que me pusiera a leer frases de Mao todas las noches”.

Paso 2. Los cuchillos se afilan en piedra

En 1969, con apenas 15 años, Xi Jinping fue enviado con otros 15 adolescentes a Liangjiahe, un pueblo remoto a las afueras de Yan’an —conocida como la “tierra santa de la Revolución China"—, en la provincia agrícola de Shaanxi. Era parte del masivo plan de Mao para endurecer y 'reeducar' a los acomodados jóvenes urbanos. Cuando se subió al tren, contó más adelante, todos sus compañeros lloraban menos él, que sonreía. Sabía que irse de la capital significaba seguir con vida.

Allí, entre colinas alfombradas de bosques y escarpados picos amarillos, Xi vivió siete años, tres de ellos en una cueva. Sus inicios fueron duros. Él mismo reconoció que era tan incompetente que otros trabajadores le pusieron un seis sobre 10, “ni siquiera igual de alto que las mujeres”. “La intensidad del trabajo me estremeció”. Para escaquearse empezó a fumar, porque “nadie molesta a un hombre fumando”. Después de tres meses, intentó escapar a Pekín, pero fue arrestado y trasladado de nuevo al pueblo, según relató en un ensayo de 1998 titulado 'Hijo de la Tierra Amarilla'. Entonces, llegó la epifanía.

"Los cuchillos se afilan en la piedra. La gente se modela a través de las dificultades"

Siguiendo el formato hagiográfico del mito, nos encontramos aquí con la habitual reticencia al cambio del personaje y cómo la figura de un mentor le da la inspiración necesaria para aceptar su destino. El maestro, convenientemente para la leyenda de Xi, será el propio pueblo chino. La gente humilde del campo. “Yan’an es el punto de inicio de mi vida”, dijo en 2007 recordando sus años rurales. “La mayoría de las ideas fundamentales y las cualidades que tengo hoy fueron adquiridas en Yan’an”.

Testimonios de personas del lugar recogidos en algunas crónicas describen a un niño de ciudad perdido, que llegó al pueblo con una pesada maleta llena de libros y que no se entendía con los locales por el acento. En Liangjiahe, Xi Jinping se convirtió en jornalero, acarreando estiércol y reparando caminos rurales. Dormía en una cama de ladrillos cubierta de una fina colcha, comía y cenaba gachas y su inodoro era un balde. Pasó de ser un delicado y tímido adolescente a un joven estajanovista, cavando zanjas a destajo por la mañana con los pantalones atados con una cuerda y por las noches leyendo obras marxistas a la luz del quinqué.

“Mientras él leía, yo liaba cigarrillos. Leía la Selección de Obras de Mao Zedong, citas famosas de Mao y el periódico. No había nada más”, recordaría Lü Housheng, uno de los compañeros de Xi en la cueva, a la BBC en una entrevista en 2015, en la que describe a Xi como un joven sin sentido del humor, que no jugaba a las cartas ni quería buscar novia ni salir de fiesta.

“Los cuchillos se afilan en la piedra. La gente se modela a través de las dificultades”, dijo en su entrevista más extensa que dio en 2000 sobre cómo esos años forjaron su carácter y cimentaron su pragmatismo. “Ahora, cada vez que me enfrento a un problema, tan solo pienso cómo de difíciles eran las cosas antes y que nada podría ser tan complicado ahora”.

En poco tiempo, Xi Jinping se convirtió en un pequeño ídolo local. Si había una pelea, un conflicto o un problema, la comunidad le pedía consejo. “Ven en dos días”, les decía Xi. Y cuando volvían, el problema estaba solucionado, relataba Lu Nengzhong, el patriarca de una casa-cueva donde Xi vivió tres años, al ‘New York Times’. También cuenta que hizo experimentos con estiércol de cerdo para lograr biogás y que muchas casas lo empezaron a usar para cocinar. Cuando acabó su etapa en el pueblo y se disponía a marchar, todos quisieron invitarlo a su casa para la última cena.

“Aquellos años que van desde la Revolución Cultural hasta el final de su etapa en Shaanxi fueron un entrenamiento muy duro en una sociedad dividida entre las buenas y malas clases”, detalla Kerry Brown. “Fue una época muy turbulenta y Xi Jinping sobrevivió”.

"Cuando llegué a los 15 años, estaba ansioso y confundido. Cuando partí a los 22, tenía firmes objetivos en mi vida y estaba lleno de confianza", resumió Xi años más tarde, una línea que sería luego replicada hasta la saciedad por la propaganda china. Las bases del mito ya estaban construidas. Ahora el héroe está listo para cruzar el primer umbral. Queda un arduo camino para volver a la cima del poder de la que fue arrojado. ¿El siguiente paso? Entrar al Partido Comunista. No iba a ser tarea fácil.

Paso 3. En la barriga de la ballena: el partido y la causa

Algunos dicen que Xi Jinping fue rechazado por el Partido siete veces. Otros, nueve. Cualquiera de las cifras sirve para hacerse una idea de la obstinación de este hombre corpulento y 1,75 metros de altura por volver al sitio del que había sido expulsado. Porque, pese a todo, Xi Jinping seguía creyendo en el Partido. En 1974, tras varios rodeos, fue finalmente admitido. En términos narrativos, entramos en la fase conocida como ‘la barriga de la ballena’ que marca el punto de no retorno para el personaje.

“Tenemos la idea de que, al haber sufrido tanto con Mao, la familia de Xi Jinping debería odiar al Partido”, afirma Bougon. “Es todo lo contrario, ¡eran comunistas al 100%! Estoy convencido de que Xi Jinping tiene ideas mesiánicas sobre el Partido Comunista”. De hecho, el padre de Xi, que gracias al ascenso de Deng Xiaoping a la presidencia en 1978 había sido perdonado tras 16 años de desprecio, lo primero que hizo fue escribir un artículo en un diario local para dejar claro que él “ama al partido”.

Algunos de sus compañeros en la reeducación rural se sintieron traicionados por su retorno al sistema que les arruinó la juventud. “Xi decidió sobrevivir convirtiéndose en más rojo que los rojos”, dijo en 2009 un profesor, antiguo amigo y vecino de Xi, a diplomáticos estadounidenses, según un cable diplomático publicado por WikiLeaks. El retrato que hace del joven Xi es el de un pragmático radical movido por una mezcla de “una ambición excepcional”, una ideología flexible y un permanente sentimiento de autopreservación. Un hombre que “difícilmente será corrompido por el dinero, pero sí por el poder”.

Xi es un pragmático movido por una mezcla de "una ambición excepcional", una ideología flexible y un sentimiento de autopreservación

A su vuelta a la capital, Xi Jinping estudia ingeniería química en la prestigiosa Universidad de Tsinghua en Pekín y se saca un doctorado en marxismo. Cuando termina, en 1979, comienza a trabajar como secretario de Geng Biao, ministro de Defensa e íntimo amigo de su padre. Después de los años turbulentos y oscuros, a Xi le sonríe la vida. Contrae matrimonio con Ke Xiaoming, hija del embajador chino en Reino Unido, de la que se divorcia poco después. Además, se ha ganado el derecho a llevar uniforme militar –que vestirá a diario durante años– que le permite hacer importantes conexiones.

Varios caminos se abren ante él para engranarse en la élite del Partido que, ahora sí, le recibe con los brazos abiertos. En Pekín o Shanghái puede medrar en los pasillos de poder, abrirse oportunidades de negocio y codearse con la flor y nata de la alta sociedad china. Pero el joven Xi piensa a largo plazo y desprecia los atajos. Irse a las provincias “era el único camino hacia el poder central”; si se hubiera quedado en Pekín habría generado resentimiento y muchos enemigos, le confesaría a su antiguo amigo profesor. Así que, con 29 años, pide que lo manden a Zhengding, un condado de la provincia agrícola de Hebei, donde llega en 1982 como modesto secretario adjunto del Partido.

“No es un idealista, sino que hace las cosas de acuerdo al plan, paso por paso. Yo soy más idealista”, declaró Ke, la exesposa de Xi, en una entrevista con el diario China Digital Times en 2015. “Al fin y al cabo, a las mujeres nos gustan los hombres que entienden el romanticismo. Pero Xi, no. A menudo sentí que era demasiado inflexible. Y eso tiene mucho que ver con cómo crecimos y con nuestra educación”.

Durante esta etapa, Xi experimentó con las economías de mercado, permitiendo a los agricultores a utilizar más tierra para ganado en vez de cultivar los granos que exigía el mercado mientras mantenía una imagen de humildad y trabajo, siempre con los pantalones verde olivo. En 1985, salió por primera vez de China en un viaje de dos semanas a Iowa como parte de una delegación agrícola. Allí pasó dos días en la casa de Eleanor y Thomas Dvorchak, que recuerdan a un hombre “humilde”, que dormía en la habitación de sus hijos entre juguetes de Star Trek, visitando granjas locales y asistiendo interesado a un partido de béisbol.

Tres años después, en 1987, dejó Hebei para comenzar una etapa clave como miembro del partido y vicealcalde de la ciudad portuaria de Xiamen, en la provincia industrial de Fujian, frente a cuyas costas está Taiwán. Allí, a los 33 años, conocería a su actual esposa, la famosa soprano Peng Liyuan, de 24, con quien se casó poco después y tendría una hija (Xi Mingze, quien llegaría a estudiar en Harvard con un seudónimo). Xi aseguró posteriormente en una entrevista que decidió pedirle matrimonio 40 minutos después de conocerla.

Xi continúa con su ascenso por las carreteras secundarias del aparato comunista. Ahora que se entrevista con políticos e inversores extranjeros, cuelga el atuendo castrense y occidentaliza su guardarropa. Es una década de trabajo silencioso y escalada administrativa de la que emerge fortalecido en 1995, nombrado secretario provincial del Partido. Pero antes, dos episodios históricos clave transformarán para siempre la visión que tiene Xi del Partido, del comunismo y de la propia China.

Paso 4. La tentación de la libertad: comunismo milenario

En la primavera de 1989, miles de estudiantes se manifestaron en la plaza de Tiananmen, en Pekín. Protestaban porque el pueblo apenas sobrevivía en la miseria mientras la élite comunista crecía rica y corrupta. El Partido respondió sacando los tanques a la calle y cientos de personas murieron por la represión de los militares. Xi Jinping y su padre vieron en las protestas la semilla de la destrucción que presenciaron durante la Revolución Cultural, una época de “superstición y estupidez”. Décadas más tarde, cuando le preguntaron si temía que pudiera volver a suceder algo parecido, él asintió: “Sin estabilidad ni unidad, todo es posible”.

Meses después, ese mismo 1989, comenzaría el llamado Otoño de las Naciones. Una oleada de revoluciones en el espacio soviético que no se detendría hasta el colapso de la URSS en diciembre de 1991. Casi de un día para otro, la superpotencia que plantó cara a Estados Unidos durante décadas y ofreció un camino distinto al de las democracias liberales capitalistas desapareció.

Ambos capítulos operaron una transformación fundamental en el pensamiento de Xi Jinping. Es imposible saber las ideas en crudo del futuro líder chino sobre estos capítulos. No existe ninguna indiscreción a algún amigo íntimo ni ningún ataque de sinceridad epistolar. Pero la propaganda reinterpretó estos fenómenos históricos para convertirlos en los típicos desafíos y dilemas que darán al ‘héroe’ las herramientas para consumar más tarde su destino.

Para Xi, Tiananmen evidenció que en China ya no se puede “hacer la revolución” por lo que el Partido Comunista debía buscar otra legitimidad previa a la Revolución del 49. El Partido debía regresar a las raíces nacionalistas y rescatar esa China milenaria imperial. Mientras Mao quería acabar con el confucionismo, Xi citaría habitualmente al filósofo para recalcar la importancia de la obediencia y el orden, promoviendo la idea de que el Partido es el guardián de una civilización de 5.000 años de antigüedad. Esto, por supuesto, sin renunciar al propio Mao.

"Ideológicamente, el presidente Xi siempre ha tenido tres creencias", explica Shi Yinhong, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Renmin y asesor del Consejo de Estado chino. "La primera, es la creencia de la grandeza china, reforzada por la doctrina de Confucio del rol civilizatorio de la nación china sobre el resto del mundo y por el nacionalismo moderno chino para ajustar el desequilibrio y las injusticias en el planeta. La segunda, una idea de un Partido Comunista firme y disciplinado comandado por un único líder para conducir al país. Y la tercera, la firme convicción de que el Estado debe penetrar en la vida de todos los chinos. Y Xi Jinping considera estos dos últimos puntos como precondiciones de la consecución del primero".

“El Partido Comunista Chino de Xi es esa mezcla de comunismo, nacionalismo, nostalgia de un pasado dorado y el ansia de regresar a ese pasado”, explica Bougon. Es lo que más tarde acabaría llamándose “socialismo con características chinas para una nueva era”. En ese sentido, afirma el analista francés, Xi siempre fue el “mejor líder” para hacerlo realidad.

"Xi piensa que las manifestaciones deben ser prevenidas con propaganda"

Por su parte, la implosión del campo soviético obsesionó a la generación de Xi y marcó profundamente su visión de Occidente. Aunque el hundimiento tuvo muchas causas –a falta de crecimiento económico, la corrupción, la caída del precio del petróleo o la carrera armamentística– Xi Jinping agregó otro factor, explica Richard McGregor en el libro ‘Xi Jinping: The Backlash’: la infiltración de valores occidentales subversivos y el tóxico papel del aperturista Gorvachov.

Se entiende mejor con las palabras del propio Xi. “El Partido Comunista Soviético, proporcionalmente, tenía más miembros que el chino, pero nadie fue lo suficientemente hombre como para alzarse y resistir”, reflexionaría años más tarde en un discurso interno para cuadros del Partido. “Rechazar la historia de la Unión Soviética y del Partido Comunista soviético, rechazar Lenin y Stalin, y rechazar todo esto es abrazar el nihilismo histórico. Confunde nuestras ideas y debilita las organizaciones del Partido a todos los niveles”.

Para evitarlo, comprendió que era fundamental que los intereses del Partido Comunista y del Ejército de Liberación Popular estuvieran alineados. “Tanto el padre como el hijo pensaban que las manifestaciones estudiantiles eran amenazas peligrosas y caóticas que deben ser prevenidas con propaganda y solucionadas con violencia”, explica Joseph Torigian, profesor en la American University y autor de varios estudios sobre la evolución de China desde Mao hasta Xi Jinping. “Los escépticos deben alinearse con el Partido y reconocer que solo el Partido y el comunismo pueden salvar China”.

Paso 5. Un camino de pruebas: el silencioso ascenso de Xi

Según vamos avanzando en la historia de Xi Jinping, crecen las lagunas biográficas. Apenas hay información de sus años como engranaje en la gran maquinaria del partido. Xi no tuvo grandes escándalos, ni reveses. No hizo declaraciones altisonantes ni tomó decisiones arriesgadas. Con el cambio de siglo, el político chino sigue una carrera anodina proyectando la imagen de abnegado funcionario que esquiva los asuntos políticos más espinosos y se centra solo en una cosa: la economía.

El comunismo chino ya había superado con Deng Xiaoping la gran contradicción de combinar el socialismo autoritario político con el liberalismo económico en pleno despeque de la globalización. A mediados de los años 80, durante una comida en el Cosmos Club en Washington, el politólogo Tom Robinson le preguntó a Chen Yuan, posterior director del Banco Chino de Desarrollo, cómo manejaba las aparentes contradicciones entre las reformas económicas capitalistas que estaba emprendiendo su Gobierno y la ideología marxista del Partido Comunista. Después de varias preguntas, Chen, molesto por la insistencia de su interlocutor, dejó el tenedor y su cuchillo sobre la mesa. “Escuche, señor Robinson” –dijo– “somos el Partido Comunista y nosotros definiremos lo que es el comunismo”.

En 2002, Xi asumió el cargo de la pujante provincia de Zhejiang, en la costa oriental del país. El gigante asiático acaba de ingresar en la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo que abría toda una nueva dimensión de retos y oportunidades. Con tanta visibilidad política, cualquier paso en falso podía acabar con tu carrera. Así que el verdadero desafío para Xi, como años antes, era sobrevivir. Y para ello debía evitar caer en el fuego cruzado de las volubles guerras internas del Partido.

En esos años, un periodista local le preguntó cómo puntuaría su gestión: “¿Te darías un 100 o un 90?”. “Ninguna de las dos”, respondió Xi, relata Evan Osnos en su perfil 'Nacido Rojo' publicado en el The New Yorker. “Un número tan alto como 100 parecería presumir de forma gratuita y un número tan bajo como 90 reflejaría baja autoestima”.

Xi llevó a cabo varias políticas para promover el sector privado y contribuir al pantagruélico crecimiento chino, pero ninguna demasiado controvertida. “Mi estrategia es calentar el cazo con un fuego pequeño, pero continuo, echando agua fría para evitar que hierva”, aseguró en una ocasión. Pese a los avances, sabía que seguía siendo un terreno ideológico pantanoso. Algo que aprendió cuando su padre pasó al ostracismo definitivo en 1987 por defender las reformas económicas como única forma de sacar al pueblo chino de la pobreza.

"Cómo llegó Xi Jinping a la cima de la jerarquía del Partido sigue siendo un gran misterio"

Desde entonces, Xi se justificaba ante los intelectuales comunistas más ortodoxos que renegaba del imparable auge del capitalismo en la sociedad china con metáforas. La empresa privada era “una flor exótica en el jardín del socialismo con características chinas”. Una flor que permitió levantar gigantescos rascacielos por todo el país, construir miles de kilómetros de trenes de alta velocidad, disparar sus exportaciones y agigantar su economía para consolidar a China como la fábrica del mundo. En los 40 años desde que Den Xiaoping arrancó el proceso de Reforma y Apertura, el Producto Interno Bruto (PIB) chino se disparó un 8.000% pasando de 150.000 millones de dólares en 1978 a 12.240.000 millones en 2018, según la ONU. “Ellos piensan que el capitalismo no es un fin en sí mismo, sino un medio para crear un país más poderoso”, explica Brown. “Creen en el mercado para fortalecerse a ellos mismos”.

En marzo de 2007, la carrera de Xi Jinping da un acelerón. Un caso de corrupción lo catapulta a la poderosa secretaría del Partido de Shanghái y, en octubre de ese mismo año, sella su ascenso a la cúspide en el 17º Congreso del Partido, donde es nombrado como uno de los nueve miembros del Politburó, ubicado por delante de Li Keqiang, actual primer ministro y eterno aspirante al trono. Su contribución a los exitosos Juegos Olímpicos de 2008 le dan un aura pública de eficacia. Y ya en 2010 es considerado 'el sucesor' oficial.

“Mantener un perfil bajo puede haber sido un activo. No haber expresado ‘opiniones fuertes’, irónicamente, pudo haber sido un punto a su favor. Que sepamos, hubo pocas cosas que él dijera o hiciera antes de ascender a lo más alto que provocara una gran controversia”, explica Jeff Waserstrom, experto en China y autor de la pieza ‘¿Por qué no hay biografías de Xi Jinping?’. “Pero cómo Xi Jinping llegó exactamente a la cima de la jerarquía del Partido sigue siendo uno de los grandes misterios que le rodean”.

Paso 6. Muerte y renacimiento: de Xi Jinping a 'Xi Dada'

Aquí llegamos al momento crucial en la biografía de Xi. Ese pasaje de 'muerte y renacimiento' al que obligan los cánones de la mitología para consagrar la metamorfosis definitiva. En noviembre de 2012, con su nombramiento como secretario general del Partido Comunista, desaparece el Xi Jinping discreto que rehuía el conflicto con sus pares y aflora en su lugar 'Xi Dada' (el gran tío Xi, como lo llaman los medios oficiales), una personalidad completamente inesperada cuya ambición irá creciendo según se afianza en el poder.

Esta es una época en la que el Partido ya no podía controlar todos los rincones de la sociedad china como en los 70. El país comienza a asumir una mayor permisividad editorial, un internet cada vez más libre y una sociedad cada vez más permeable a las tendencias y opiniones internacionales. Emergía la China más capitalista y muchos quisieron intuir una crisis en el modelo comunista.

Así que, en un primer momento, la aparición de un prácticamente desconocido Xi pilló fuera de juego a muchos sinólogos y observadores internacionales, que especulaban con el perfil del hombre que venía a reemplazar al gris y funcionarial Hu Jintao. Las hipótesis iban desde los que creían (o temían) que se trataba de una marioneta de la vieja guardia comunista para reprimir un aperturismo que se les estaba yendo de las manos a los que esperaban (o más bien, deseaban) que fuera un Mijaíl Gorvachov chino.

Pero Xi estaba decidido a ser Xi.

“Xi Jinping ve a Gorbachov como un fracaso”, afirma Kerry Brown. “La década de los noventa en Rusia fue una época terrible, por lo que Xi Jinping ve la caída de la Unión Soviética de una forma muy distinta a cómo la ve Europa o Estados Unidos. Por supuesto, no cree que esto fuera positivo para el mundo”. Cuando asumió el mando en Pekín, el líder obligó a todos los cuadros del partido a ver un documental de seis capítulos sobre por qué el Partido Comunista soviético había colapsado de esa manera tan espectacular y, en particular, el papel de las subversivas ideas occidentales para promover la llamada 'evolución pacífica' hacia la democracia.

“Los comunistas chinos siempre han estado muy obsesionados con lo que ocurrió en la URSS y nunca aceptarán que pase lo mismo en China. Por eso mismo, nunca permitirán 'Glasnost' ni 'Perestroika', ni cualquier atisbo de democracia”, sostiene Bougon.

En innumerables ocasiones, Xi se ha descrito a sí mismo como el líder que viene a salvar a China de la corrupción, la ineficiencia, la contaminación, las protestas en Hong Kong, del terrorismo en Xinjiang, la injerencia extranjera, la crisis económica y la desunión de la nación. Con semejante tarea –justifica el discurso oficial– él y sus aliados tendrían que volver a retomar el timón de la sociedad a cualquier precio.

"Tiran a la basura el 'software' marxista, pero todavía usan el 'hardware' soviético. Le han dado un toque de McKinsey para asegurarse el éxito"

Las bases eran sólidas –describe Bo Zhiyue, nominado al Premio Tang, el ‘Nobel de la sinología’– pues el PCCh es “un partido leninista bien organizado bajo el principio del centralismo democrático. En cierto sentido, es como la Iglesia Católica, con comités a todos los niveles y ramas del partido en organizaciones y empresas. Con el principio de que debe liderar todos los ámbitos, el Partido Comunista con sus más 92 millones de miembros ha penetrado la vida cotidiana de los chinos de muchísimas formas”.

Pero para adaptarse al siglo XXI necesitaba una actualización. Para ello, Xi aceleró un proceso que ya llevaba varios en marcha para “tirar a la basura el 'software' marxista, pero todavía usar el 'hardware' soviético”, en palabras de Richard McGregor en ‘El Partido’, el libro de referencia para entender la organización comunista china. El sistema sigue siendo “podrido, costoso, corrupto y disfuncional” pero, al mismo tiempo, tan “flexible y proteico” como para absorber cualquier crisis. “La burocracia leninista sobrevive pero le ha dado un toque de McKinsey para asegurarse de que tiene éxito”, concluye McGregor.

Paso 7. Revelación: el arte de cazar tigres y moscas

Cinco meses después de llegar a la jefatura del Partido, Xi es confirmado presidente de la República Popular China el 14 de marzo de 2013. Ahora puede hacer realidad su revelación: el Sueño Chino. Una virtuosa combinación de prosperidad, unidad y fortaleza que dará lugar “al gran rejuvenecimiento de la nación” y un cambio de paradigma económico basado en la innovación. Una revitalización que pasaba, necesariamente, por limpiar la casa.

Enarbolando la lucha contra la corrupción, Xi lanza una campaña para cazar “tigres y moscas” –referencia para identificar a dirigentes del Partido y funcionarios de base-. No había terminado 2014 y más de 100.000 miembros del PCC habían sido arrestados. Para 2016, la cifra de investigados superaba el millón. De un plumazo, el nuevo hombre fuerte de China pudo purgar la administración, alejar a sus rivales del poder y lanzar un mensaje a sus compatriotas, que llevaban décadas resintiéndose ante la creciente corrupción que minaba la omnipresente burocracia estatal.

Si queréis dinero, no os unáis al Partido”, fue el mensaje de Xi que acompañó a la caída de los primeros pesos pesados del sistema. Algunos ejemplos fueron el temido Zhou Yongkang, quien en 2015 se convirtió en el miembro más alto del Partido en ser juzgado –y condenado a cadena perpetua– por corrupción, o el carismático Bo Xilai, ambos acusados de conspirar para destruir la unidad del PCCh.

La efectividad de la campaña –pese al espeso barniz de la propaganda– ha sido cuestionada y los escándalos que involucran a funcionarios de todo rango han seguido sucediéndose. Sobornos, malversación y abusos de poder de toda calaña. Hasta la familia del propio Xi ha sido señalada por mover millonarias cantidades al extranjero, según investigaciones del 'New York Times'. Hace unos años, en una visita ese pueblo remoto donde se hizo un hombre, Xi llevó despertadores para todos los habitantes pero, según una investigación posterior de 'Los Ángeles Times', el secretario de partido acaparó varios para sus amigos y muchos en el pueblo se quedaron sin relojes.

“El movimiento contra la corrupción por parte de Xi Jinping puede verse como un atractivo populista, de ahí que se haya promovido tanto la imagen de que él es muy duro contra la corrupción”, recalca Wasserstram. “Muchos de los objetivos han sido rivales políticos por lo que hay un ajuste de cuentas detrás. Pero si le dices a la gente en China que detrás de esta campaña anticorrupción hay un intento de 'vendetta', te dirán: 'quizá, pero es bueno que algunos corruptos sean apartados del poder'”.

La mano dura no se reservó solo para los corruptos. Mientras Xi se presentaba ante la escena internacional en 2014 decidido a llevar al “socialismo con características chinas” a nuevas cotas globales con la llamada ‘Belt and Road’ Nueva Ruta de la Seda –un megaproyecto de inversión planetaria con presencia en más de 130 países que representan el 48% de la población mundial–, dentro de China cualquier cuestionamiento a su autoridad fue (y es) brutalmente reprimida. Desde Xinjiang hasta Hong Kong, desde Taiwán hasta las entrañas de internet, cualquier disenso que ponga en peligro la estabilidad del Partido –y, por tanto, la de Xi en el poder– sería rápidamente eliminada.

"Es un imaginario imperial. Cualquier crítica se ve como un ataque contra su dignidad"

El Partido erigió una maquinaria distópica de control digital para supervisar los movimientos, pensamientos y el comportamiento de la población. El presidente aplastó incluso los pequeños oasis de oposición –política y cultural– blindando a la sociedad china de cualquier roce con la cultura occidental. Instagram, Facebook, Google y grandes medios estadounidenses quedaron vetados. “Si no das un golpe en la mesa de vez en cuando, si no transmites el suficiente miedo, la gente no te tomará en serio”, dijo a un entrevistador chino en 2003 sobre su estilo de gestión.

Musulmanes, cristianos, abogados, blogueros y todo tipo de activistas han sido encarcelados por expresar sus convicciones. El celo de los censores ha llegado a extremos ridículos, como la cruzada que mantienen contra toda una serie de memes que se burlan del supuesto parecido entre el presidente chino y el popular dibujo animado ‘Winnie the Pooh’. Sienten que la ridiculización debilita al mito y eso puede ser peligroso.

“Ellos están obsesionados con la estabilidad. Cualquier intento que quiera hacerles daño, aunque sea una inofensiva biografía, lo ven como una amenaza y un posible ataque”, destaca Kerry Brown. “Es una especie de imaginario imperial. El poder de Xi Jinping y el propio Xi Jinping tiene que estar por encima y más allá de cualquier amenaza, porque cualquier crítica se ve como un ataque contra su dignidad”.

El Gobierno chino ya no teme al dedo acusador occidental. Sea por los campos de concentración de los uigures, por incumplir la promesa 'un país, dos sistemas' o por su creciente apetito sobre Taiwán, funcionarios y medios citan a Xi.

"Algunos extranjeros con los estómagos llenos y nada mejor que hacer se dedican a señalarnos con el dedo”, afirmó en un inusual ataque de sinceridad durante una rueda de prensa en México en 2009, criticando que Occidente aplicara su marco de pensamiento 'imperialista' a Pekín. “Primero, China no exporta revolución. Segundo, no exporta hambre y pobreza. Y tercero, no va liándola por ahí. ¿Qué más hay que decir?".

Paso 8. Apoteosis: el destino de Xi

A estas alturas, Xi Jinping se ha convertido en un agujero negro del que no sale información. Ya solo refleja propaganda. Un individuo que se ha hecho irremplazable tras ir asumiendo –o creando– una decena de títulos para sí, monopolizando desde los clásicos comités más influyentes del Partido –política exterior, Taiwán, economía– a los nuevos entes que supervisan internet, la reforma militar o la seguridad nacional. “El presidente de todo”, le apodaron en un informe.

Retratos y bustos presiden oficinas oficiales, escuelas, cuarteles y hogares. Omnipresente en las calles y en internet, el presidente 'protagoniza' su propia serie de dibujos animados que anima a los párvulos a “ser como Xi”. Las medallas y suvenires con su efigie compiten con los de Mao en los puestos callejeros. Los medios oficiales cultivan una idílica imagen pública de presidente 24/7, frugal y disciplinado, que evita los banquetes y a veces usa la furgoneta en vez de la limusina. Unos hábitos que quiere imponer como la cultura corporativa del Partido y la nación. En el manual 'Las Ocho Reglas', Xi especificó áreas de mejora para los funcionarios, incluyendo la necesidad de acabar con “el desperdicio y las extravagancias”.

La estatura política de Xi va creciendo dentro y fuera de China. En octubre de 2017, el 19º Congreso Nacional del Partido Comunista incorpora a la Constitución una nueva doctrina política que pasará a estudiarse en universidades y escuelas: el 'Pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una Nueva Era'. Una distinción que lo pone ideológicamente al nivel de Mao y Deng Xiaoping.

Al año siguiente, con el férreo control ideológico y ejecutivo del Partido, la economía rebotando tras varios años de ralentización y sus rivales geopolíticos inmersos en crisis existenciales (el trumpismo en EEUU y el Brexit en la UE), el presidente chino se lanza a enmendar la Constitución para permitir su reelección indefinida, de 2.964 diputados, solo dos votaron en contra y tres, en blanco. No solo ha alcanzado en solitario la cúspide, sino que ha despejado el camino para asegurarse que le da tiempo a cumplir ‘su misión’.

"China no exporta revolución. No exporta hambre. Y no va liándola por ahí. ¿Qué más hay que decir?"

Pekín siente que ha salido reforzada de 2020. Pese a ser el país origen del coronavirus, consiguió controlar la epidemia rápidamente, con apenas 90.000 contagios y menos de 5.000 muertos, según cifras oficiales. Su economía no solo evitó la recesión, sino que el Gobierno aseguró haber logrado erradicar la pobreza extrema, un ambicioso objetivo que se había fijado antes de la crisis sanitaria. Y la salida de Donald Trump de la Casa Blanca no evitará el conflicto político, pero sí puede atenuar los efectos más sangrantes de la guerra comercial. El Producto Interno Bruto (PIB) chino podría superar al estadounidense en 2028, cinco años antes de lo previsto, según el Centro para la Investigación Económica y Empresarial (CEBR, por su sigla en inglés).

Los medios estatales chinos han aprovechado para endosar al máximo líder –“el hombre que se ha echado el país a las espaldas”– el éxito en conjurar el desastre. Gracias a su actuación decisiva, repiten periódicos, radios y televisiones estatales-, China evitó una crisis mayor. Nada se habla sobre cómo los cuadros locales ocultaron la crisis sanitaria por miedo a represalias de Pekín, ralentizando la respuesta global a la catástrofe que se venía encima.

El panorama está lejos de ser idílico. Primero, pese a que los chinos que han participado en estudios como el Proyecto Pew Global Attitudes han mostrado opiniones altamente favorables a su líder, en realidad es imposible auscultar la opinión pública china. Lo mismo pasa con las tendencias y ambiciones en el seno del Partido Comunista, una organización imposible de fiscalizar. La economía, aunque se está recuperando, se enfriará; la demografía empeora y la trampa de ingreso medio, una situación de estancamiento que ya han vivido otras grandes economías antes que Pekín, acecha peligrosamente. Mientras, la imagen de China ha salido perjudicada en algunos sectores de la opinión pública internacional.

“Si hay menos crecimiento económico, la gente tendrá que hacer más sacrificios y el Partido Comunista se tendrá que justificar. ¿Cómo? Agitando la bandera del nacionalismo”, destaca Kerry Brown. “Eso también será un problema dentro de China, porque el nacionalismo crea su propia bestia y se perpetúa”.

A esta historia solo le queda un capítulo y es de confrontación.

Epílogo

En la lógica mitológica de la propaganda, todos los caminos que ha recorrido el ‘héroe’ –privilegio, purga, rehabilitación y ascenso– lo han llevado inevitablemente hasta aquí: el momento exacto para que afronte su destino. Pero ¿cuál es exactamente su meta final? ¿Qué busca Xi? “Quiere ser el gran arquitecto de la China que aspira a ser la primera economía mundial”, destaca Bougon. “Una nación rica y próspera, respetada por la comunidad internacional y bajo el liderazgo del Partido Comunista”.

Hace unos días, el presidente chino explicaba que la pandemia debía dar paso a un nuevo orden mundial, en una clara alusión a Occidente en general y a Estados Unidos en particular. “China nunca buscará la hegemonía, la expansión o una esfera de influencia, no importa cuán fuertes nos volvamos”, dijo durante su intervención en el Boao Forum, el Davos asiático. Luego agregó: “No debemos permitir que las reglas de un país o unos pocos países sean impuestas a otros ni permitir el unilateralismo con el que ciertos países quieren imponer su ritmo al resto del mundo”.

La pandemia está acelerando las tendencias geopolíticas. De la peor crisis sanitaria en un siglo, emerge una China sin complejos comandada por un líder decidido a reclamar el liderazgo mundial. Su poderosa influencia económica, construida con discreción durante décadas, viene ahora acompañada con un tono mucho más duro en el discurso. La prudencia del “esconde tu fuerza, espera tu momento” que cultivó la política exterior china desde Deng Xiaoping ha dado paso a una agresiva diplomacia Wolf Warrior, reflejo de una aspiración a poner fin a la hegemonía política, económica y cultural que todavía ostenta Estados Unidos, con respaldo de sus aliados. Para muchos países de América Latina a Europa del Este, pasando por África y Asia, Xi se ha convertido en el heraldo del fin del mundo unipolar.

“En resumidas cuentas” –concluye Gil Bates, sinólogo australiano y profesor de estudios de seguridad indopacíficos en Macquarie University–“Xi Jinping quiere hacer a China grande otra vez”.

Abrazos,

PD1: Dios nos da lo que necesitamos para ser feliz. Hay gente que es infeliz porque no deja de pensar en lo que no tiene, en lugar de pensar en lo mucho que tiene en este momento. Así que demos siempre gracias a Dios por todo lo que nos da y no busquemos la felicidad en lo que no tenemos…