O es sólo un intento de animar el cotarro… Llevan muchos meses diciendo que crecemos por encima del 3%, pero, ¿es un rebote dada la baja base económica que dejamos tras la larga recesión que sufrimos, o es un crecimiento sólido y sobre todo recurrente?
El BBVA decía la semana pasada que desde agosto la tasa de crecimiento se había enfriado, que ya no estábamos por encima del 3%... Quizás el único mensaje de los políticos, como aquí te he contado en muchas ocasiones, es falaz y pesa mucho el todavía gran apalancamiento que sufre la economía española… Mira lo que cuenta este:
Recuperación: mentiras, medias mentiras y algunas verdades
Lamentablemente, y aunque es cierto que los datos han mejorado mucho, no todo pinta, ni mucho menos, de color de rosa
No todos los datos son tan positivos como nos cuentan, y algunos son muy preocupantes
Escuchando los programas de noticias en cualquier TV nacional, cualquiera podría creer que estamos viviendo un boom económico que dejaría en ridículo al mismísimo Japón de los años 60 del pasado siglo. Todo es optimismo: el turismo se dispara, las ventas de coches, de viviendas, el consumo, las exportaciones, los precios de la vivienda suben, la gente encuentra trabajo a cientos de miles... Pero lamentablemente, y aunque es cierto que los datos han mejorado mucho, no todo pinta, ni mucho menos, de color de rosa.
Como datos positivos tenemos la actividad de los servicios, que vemos en el primer gráfico, que sube con firmeza pero cuyo índice todavía no alcanza, ni de lejos, los niveles que tenía después de la primera caída de 2008-2009.
La producción industrial sigue una evolución similar y tampoco llega a los niveles de principios de 2011. Es más, es análoga a la de 1995.
Como podemos apreciar, en ambos casos la subida que estamos viendo es sin duda la más notable desde 2008 pero queda empequeñecida ante las desastrosas caídas sufridas en las dos recesiones de 2008-2009 y 2011-2012. En ambos casos la actividad tendría que seguir subiendo al ritmo actual unos tres años más para llegar a los niveles de 2010 y unos diez años para llegar a los de 2007. Algo que, como veremos más adelante, se antoja complicado.
Otro de los datos que solemos ver como indicio del éxito económico actual es el turismo. No dejamos de ver noticias sobre el inmenso éxito del sector turístico español, que cada año recibe más turistas que el anterior. Sin embargo, y según el propio Ministerio de Industria, Energia y Turismo si bien el turismo sí que subió a mejor ritmo que el turismo europeo en 2014, en 2015 su ritmo de incremento es ligeramente inferior, como informa la Organización Mundial del Turismo (lo vemos en la imagen siguiente), ya que España sube el 4,7% y el conjunto de Europa el 5%.
Otro sector que se suele decir que tiene un miniboom es el inmobiliario. Y es cierto que las cifras están mejorando, pero son tan reducidas que cualquier pequeño aumento que se dé porcentualmente parecerá un boom. Lo vemos en el consumo de cemento, cuyo aumento hay que mirar casi con lupa en el gráfico a pesar de que en tanto por ciento parece mucho.
O en los visados de obra nueva, que están en la misma situación.
En las compraventas de vivienda sí que se ve una pequeña recuperación, pero están lejísimos de los niveles previos a la crisis y tampoco llegan ni mucho menos a los de 2010.
Sobre la manida subida de precios de los pisos, lo más que se puede decir es que los tasadores creen que valen más, porque los notarios nos dicen lo contrario (-2,4%).
En el nuevo crédito vemos una situación similar, con una subida del 36% en julio respecto al mismo mes del año anterior, pero que cuando se pone en perspectiva se observa que la recuperación es mínima, que es lo que vemos en el gráfico.
Hay muchos más datos que hay que relativizar sobre la recuperación, como son el empleo, que desestacionalizado lleva tres meses sin subir, o las cotizaciones a la Seguridad Social, que vuelven a bajar en julio (-0,7%) impulsadas por la gran cantidad de personas que se están quedando sin cobertura de desempleo. Aun así, las cotizaciones de las personas que trabajan aumentan mucho menos que el empleo en tasa interanual (2,2% frente al 3,4% el empleo), lo que nos esta diciendo a las claras que el empleo que se esta creando es de una pésima calidad. O la inversión en empresas de alta tecnología, que no llegó a 77 millones en todo el país en 2014. O la deuda externa, que no para de aumentar según informa el Ministerio de Economíaregularmente y la escasa apetencia por los bonos españoles que tienen los extranjeros de la que últimamente informa el Tesoro.
Todos ellos, datos sumamente preocupantes que nos dicen que la recuperación no está basada en un cambio en el modelo productivo sino en apilar aún más deuda exterior sobre la que ya tenemos, una de las mayores del mundo. Todo ello gracias a una bonanza financiera que ha traído dinero caliente y fácil a nuestra economía. Un dinero especulativo que al primer susto se irá tal como vino, lo mismo que pasó en 2008 y en 2011. Porque eso al final, cuando no se invierte de forma productiva sino que se gasta o invierte improductivamente, siempre pasa.
Y el economista Emilio Ontiveros cuenta esto:
No hace falta precisar demasiado la influencia que el entorno internacional ha tenido en el crecimiento diferencial que la economía española mantiene los dos últimos años. Ha sido muy importante. Desde un punto de partida de mayor depresión que el promedio de las economías de la eurozona, la caída en los precios de los hidrocarburos, la contribución de las instituciones europeas a la capitalización de nuestro sistema bancario, la política monetaria expansiva del BCE y la asociada depreciación del euro, ha beneficiado más a nuestra economía que al resto. Junto a ello, la contención de las rentas salariales y su influencia en la correspondiente de los costes laborales por unidad de producto, han impulsado esa contribución del sector exterior al crecimiento.
La cuestión es hasta qué punto esos factores externos propulsores del crecimiento seguirán manteniendo la misma influencia. Y si así fuera, hasta qué punto pueden verse afectados por factores estrictamente domésticos que con más intensidad que en el pasado pueden deteriorar la confianza en la economía española. Me refiero, claro, a la incertidumbre política a la que todos los agentes económicos, nacionales y extranjeros, es probable que se muestren más sensibles a partir de ahora.
Las señales emitidas hasta ahora por los mercados de deuda no son del todo representativas. Los inversores en bonos y acciones no suelen reaccionar a la nueva información relevante de forma gradual, y no cabe descartar que los escenarios asociados a las dos convocatorias electorales que tendrán lugar en los próximos meses, motiven cierta retracción de los activos españoles, incluida la ralentización de flujos de inversión directa en nuestro país. Perturbaciones tales no favorecerán el proceso de desendeudamiento público y privado, a su vez condición necesaria para el fortalecimiento de la inversión. Esta última es una de las condiciones necesarias para favorecer la transición a un patrón de crecimiento más intensivo en ventajas competitivas basadas en el conocimiento y en la mejora de la calidad empresarial, propias de una economía moderna. Menos vulnerable, en definitiva, a perturbaciones en el entorno como las que han cambiado el panorama económico el pasado agosto.
Abrazos,
PD1: Como padres y educadores se nos plantea un desafío nunca antes percibido: la mayor amenaza para nuestros hijos ya no está quizás en la calle, sino en la tranquilidad de nuestro hogar detrás de una pantalla. Diversos profesionales confirman la popularidad de la pornografía incluso entre preadolescentes. Consideran que nos encontramos ante una verdadera epidemia silenciosa y que la sociedad aún no es consciente de lo que está ocurriendo.
Que un chiquito de 15 años se infle a ver pornografía dura en Internet le hace que sea diferente, le trastoca su desarrollo humano, le hace cambiar sus relaciones con sus amigos y sobre todo, con las mujeres… No podemos quedarnos impávidos, debemos actuar, debemos saber qué hacen, dejándoles su libertad y sin atosigarles, pero al menos, debemos hablar con ellos de valores, de lo que está bien y lo que está mal. Y ser conscientes de que cuanto más viejo, más pellejos… No debemos ponernos en situación de curiosear, debemos evitar las tentaciones.