30 junio 2021

la reforma de las pensiones no me gusta

No se han mojado en nada. Han indiciado las mismas al IPC a costa de que el agujero, enorme, lo paguemos con impuestos, en vez de buscar la autofinanciación de la Seguridad Social que era lo que se hacía siempre. Y eso a la espera de que nos jubilemos los del baby boom. Es un imposible, y las generaciones que siguen tendrán que pagar y pagar las alegrías de ahora… Es la mayor injusticia intergeneracional de nunca…. Pero nadie protesta, es un trágala total. No se han atrevido a tocarlas por miedo a perder votos. Siempre la política, nunca el sentido común…

Una contrarreforma incompleta, arriesgada e injusta

La única lógica detrás de esta contrarreforma no es económica, sino política: a saber, el poder electoral de los pensionistas

La primera parte de la contrarreforma de las pensiones que ha diseñado el Gobierno puede resumirse en tres puntos: derogación formal de la reforma de 2013, incentivos al alargamiento voluntario de la edad de jubilación y la financiación de parte de los gastos de la Seguridad Social mediante impuestos.

En primer lugar, la derogación formal de la reforma del año 2013. ¿Por qué derogación formal? Porque materialmente ya había sido derogada desde hacía años: el factor de sostenibilidad de las pensiones todavía no ha entrado en vigor (pese a que tenía que hacerlo en 2019) y las pensiones se han revalorizado por encima del 0,25% que marcaba el índice de revalorización desde 2018 (todavía con el PP en el poder). Por consiguiente, con esta parte de la contrarreforma, los pensionistas actuales no notarán cambio alguno con respecto a lo vivido durante los últimos años.

Cuestión distinta, claro, es lo que vaya a suceder con los pensionistas futuros. Reindexar las pensiones al IPC durante tres décadas supondrá un incremento del gasto público anual en pensiones equivalente a cuatro puntos del PIB en el año 2050; si a ello le sumamos la abrogación del factor de sostenibilidad (que el Gobierno promete reemplazar por algún otro tijeretazo en una segunda fase de la reforma, lo cual todavía está por ver), nos vamos a un incremento de casi cinco puntos. ¿Cómo pagar todo ese gigantesco agujero?

Pues no está ni mucho menos claro. Y es que, en segundo lugar, los incentivos a retrasar la edad de jubilación que contempla la contrarreforma del Gobierno apenas contribuirán a reducir el gasto de 2050 en alrededor del 1% del PIB… en el mejor de los casos. Eso significa que, si no hay reemplazo del factor de sostenibilidad, quedará un agujero de unos cuatro puntos de PIB por cubrir en 2050; y si hay reemplazo, unos tres puntos de PIB. En este sentido, el ministerio lo fía todo a una fuerte entrada de inmigrantes durante las próximas décadas (10 millones de personas), la cual permitiría reducir el gasto en 2,5-3 puntos de PIB en 2050 (a través del aumento del PIB, puesto que el número de pensionistas no se vería influido por la inmigración). O, dicho de otro modo, el Gobierno espera costear la reindexación de las pensiones al IPC con los incentivos al retraso voluntario de la edad de jubilación más la entrada de hasta 10 millones de inmigrantes.

Si este último fuera el caso (algo ya de por sí muy improbable), el único déficit que restaría por cubrir es aproximadamente el déficit actual de unos dos puntos de PIB: el cual el Gobierno espera fulminar traspasando gastos presuntamente impropios de la Seguridad Social a los Presupuestos Generales del Estado. Esta es, de hecho, la tercera pata de la reforma: financiar el déficit actual con cargo a impuestos bajo el argumento de que se trata de un desequilibrio provocado por gastos que no deberían ser sufragados por la Seguridad Social.

Dejando de lado que algunos de esos gastos sí son propios de la Seguridad Social (por ejemplo, los 3.000 millones de euros anuales que cuestan las pensiones contributivas por nacimiento y cuidado de hijos; o los 4.000 millones anuales que se requieren para los costes de funcionamiento), lo cierto es que trasladar gastos desde una Administración (Seguridad Social) a otra (Administración central) no reduce el déficit conjunto del Estado, sino que únicamente lo redistribuye entre sus distintas ramas. La cuestión pasa a ser, entonces, la de cómo hacer frente a esos 23.000 millones de euros anuales que representa el déficit actual de la Seguridad Social: qué impuestos específicamente incrementaremos para acabar con ese agujero financiero que solo ha cambiado de lugar.

Ahora bien, subamos los impuestos que subamos, lo cierto es que con esta fórmula solo estaremos reduciendo la contributividad de la Seguridad Social. En la medida en que el pago de esos 23.000 millones de euros termine recayendo, directa o indirectamente, sobre los hombros de los trabajadores (subida del IRPF, subida del IVA o incluso subida de sociedades), esos trabajadores estarán contribuyendo al mantenimiento de gastos que hasta ahora eran imputables a la Seguridad Social, pero sin devengar a partir de ahora ningún derecho futuro contra la Seguridad Social. Nótese que si esos desembolsos se hubieran mantenido dentro de la Seguridad Social y se hubiesen financiado con nuevas cotizaciones sociales, al menos los trabajadores habrían adquirido el derecho a una mayor pensión futura: pero, ahora, ni eso. Pagar más y cobrar menos.

En definitiva, el Gobierno ha aprobado una contrarreforma de las pensiones inacabada (incluso según los propios términos del Ejecutivo hará falta una segunda vuelta de tuerca donde se reemplace el actual factor de sostenibilidad por otro tipo de recorte), que nos expone a un muy grave riesgo de sostenibilidad financiera futura (si no llegan 10 millones de inmigrantes a lo largo de los próximos 30 años, la sobreacumulación de deuda pública nos abocará a la suspensión de pagos) y que, para más inri, es del todo inequitativa intergeneracionalmente (los jóvenes pagarán muchos más impuestos sin obtener a cambio contraprestaciones en forma de pensiones futuras). La única lógica detrás de este movimiento no es económica, sino política: a saber, el poder electoral de los pensionistas. 10 millones de votos son los que en última instancia justifican desequilibrar financieramente el sistema cargando sus sobrecostes sobre las generaciones más jóvenes.

Abrazos,

PD1: Ayer fue San Pedro y San Pablo. Se me pasó escribir de ellos. Son lo mejor de lo mejor. Pedro, un simple pescador que fue capaz de negar al Señor, fue el apóstol entre los judíos, llegando hasta Roma donde murió mártir como Jesús. Pablo, convertido, como muchos de nosotros, fue el apóstol de los gentiles. Viajó y viajó y propago la Buena Nueva, el mensaje de Amor… Nosotros, debemos ser apóstoles como ellos, profetas de nuestro tiempo. El Papa dijo ayer:

“Como Pedro estamos llamados a liberarnos de la sensación de derrota ante nuestra pesca, a veces infructuosa; a liberarnos del miedo que nos inmoviliza y nos hace temerosos, encerrándonos en nuestras seguridades y quitándonos la valentía de la profecía”.

29 junio 2021

Central Bank Digital Coins

Así quieren competir con el bitcoin los bancos centrales:

CBDC, la alternativa que preparan los bancos centrales para competir con el bitcoin

CENTRAL BANK DIGITAL COINS

Las entidades ya trabajan en sus propias monedas virtuales para no quedarse atrás en la carrera ante los criptoactivos, ¿cómo afectará a las criptomonedas?

La sesión del 19 de mayo ocupa (y ocupará) un espacio destacado en los anales de la historia del mercado de las criptomonedas. Después de meses de vertiginoso ascenso, el bitcoin cayó más de un 30% hasta el punto de perder, por momentos, los 30.000 dólares; una cota sobre la que había conseguido mantenerse desde principios de enero de este año. Entre los detonantes, las declaraciones de Elon Musk, dueño de Tesla, que en pocas horas pasó de adalid de la moneda virtual a antagonista (actualmente ha vuelto a posicionarse a favor), o el anuncio de las autoridades chinas, prohibiendo el uso de las criptomonedas. Así se mueve la controvertida moneda virtual, cuya "volatilidad, complejidad y falta de transparencia la convierten en una apuesta de alto riesgo", según el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Sin embargo, el interés por las criptomonedas privadas como bitcoin, ethereum, dogecoin o litecoin, entre otras, crece y los expertos en economía tradicional asumen que las monedas virtuales han llegado para quedarse. Aún queda un largo camino regulatorio por recorrer para disminuir el alto de riesgo de invertir en ellas, poniendo coto a la especulación y vigilando el curso de las monedas.

Así, en materia normativa, hasta finales de año no está previsto que entre en vigor el reglamento MICAR (Markets in Crypto-Assets Regulation) de la Unión Europea que regula los criptoactivos; en EEUU, la nueva Administración trabaja en unificar y ajustar las diversas orientaciones normativas; y en Reino Unido se acaba de empezar un proceso de consulta.

La carrera de las CBDC

Y mientras se desarrolla el marco jurídico para las criptomonedas, la carrera de los bancos centrales por lanzar sus propias monedas digitales ha comenzado. Bajo el acrónimo CBDC (Central Bank Digital Coins), algunos organismos monetarios están diseñando sus proyectos para realizar pagos seguros como: DCEP en China, ya testado; el sand dollar, en Bahamas, todavía en investigación; o el e-krona, de Suecia, aún en fase piloto.

En esta reinvención del dinero, los incentivos para emitir monedas por parte de los órganos monetarios reguladores pasan por la “estabilidad e inclusión financiera, la implementación de la política monetaria, la eficiencia de pagos (nacionales y transfronterizos) y la mejora la seguridad de los pagos”, enumera Christian Nolting, Global CIO de Deutsche Bank, en el informe ‘Historia de dos hermanas: criptomonedas y CBDC. El camino a seguir’.

“La introducción generalizada de CBDC (Central Bank Digital Coins) podría crear un entorno más difícil para los criptoactivos”

“Se prevé que el proceso de ejecución de las CBDC lleve aún un tiempo. Sin embargo, con una perspectiva más larga, la introducción generalizada de CBDC, acompañada de una mayor regulación de criptomonedas, podría crear un entorno más difícil para los criptoactivos, ya que algunas (pero no todas) de sus ventajas con respecto a los activos financieros tradicionales se disiparían a más largo plazo”, señala el experto.

Criptomonedas vs. CBDC

Sin duda, y tal y como se indicaba anteriormente, los principales riesgos de las criptomonedas son dos. De un lado, la fuerte especulación que las rodea, amparada por patrimonios de dudosa procedencia, y la limitada oferta. De otro, la imposibilidad de vigilar las órdenes de compra y venta y los importes, ya que se hace todo a través de un sistema encriptado fuera de control de ninguna autoridad.

En cuanto a las ventajas, el citado documento destaca cuatro que, no obstante, deben tomarse con cierta “cautela” y que, además, se diluirían conforme se materializasen las CBDC:

Las criptomonedas son vistas como un escudo de protección contra la inflación dado su carácter finito. Este atractivo gana enteros en la actualidad por las tensiones inflacionistas que estamos viviendo a causa de las inyecciones de liquidez de los bancos centrales para sostener las débiles economías y del tirón del consumo tras meses de restricciones a la movilidad.

Reduce de forma considerable los tiempos y costes en las transacciones transfronterizas, algo que en Europa se pretende contrarrestar con la iniciativa de la zona única de pagos en euros (SEPA).

Desde el punto de vista de construcción de las carteras, es visto como una forma de diversificar riesgos en un momento en el que los tipos de interés de la renta fija son nulos o, incluso negativos, y en el que la renta variable está en máximos. Si bien, “para que las criptomonedas consigan una verdadera aceptación generalizada en las carteras tradicionales, sus mercados necesitarían ser mucho más líquidos que en la actualidad”, advierte Nolting.

‘Startups’ y pequeñas y medianas empresas ven en este sistema un método de financiación sencillo, sin burocracia y rápido. Especialmente avalado por grandes empresas que también ven con buenos ojos el desarrollo de sistemas propios de pago, como ha sido Facebook (libra) o Amazon (coin).

Uso en la economía real

“Las criptomonedas viven por ciclos y estamos todavía en un momento inicial. Una vez que desaparezca el ruido del precio veremos cómo la tecnología que hay detrás de ellas va evolucionando para aplicarse en la economía real”, señala el experto en monedas virtuales Javier Molina, que cita como ejemplos el ‘sandbox’, constituido por la CNMV, el Tesoro y el Banco de España para testar nuevos instrumentos innovadores en el sector financiero y al que se han presentado proyectos apoyados en monedas digitales y Blockchain para facilitar financiación a pymes. En su opinión, “cuando veamos verdaderamente el valor de su aplicación en la economía real, la volatilidad que hoy sufre la cotización de las criptomonedas se verá reducida”.

“Algún día tendremos euros en monedas digitales, de curso legal, y serán meras inscripciones digitales, encriptadas”

Algo en lo que desde coinciden, pero en un proceso inverso: “En cuanto haya cierta estabilidad en lo que se refiere a las fluctuaciones de precios, su uso para el intercambio de bienes y servicios podría aumentar, siempre y cuando los bancos centrales no hayan introducido sus propias monedas digitales”.

Por su parte, el profesor emérito de banca internacional y finanzas de Esade, Robert Tornabell, reconoce que “mientras haya especuladores, habrá monedas digitales encriptadas, pero vamos hacia un mundo digital y fabricar este dinero es más rápido, sencillo y barato al ser simples anotaciones encriptadas. Algún día tendremos euros en monedas digitales, de curso legal, y serán meras inscripciones digitales, encriptadas. Pero seguiremos teniendo billetes de 20, 50 o 100 euros en papel”, concluye.

Abrazos,

PD1: No debemos de cansarnos de hacer el bien. Siempre merece la pena…

28 junio 2021

la próxima década, ¿será inflacionista?

No lo sé, pero tendremos más inflación que en la pasada…

Una nueva década para la inflación

En la medida que no se generen espirales de aumentos de precios y salarios, y un desanclaje de expectativas, este escenario puede ser incluso benigno

Los últimos datos de inflación publicados en Estados Unidos han hecho sonar las alarmas al alcanzar el 5%, una tasa no vista desde 2008. En la eurozona, donde la recuperación es intensa pero con menor dinamismo que en el país norteamericano, la inflación sigue también una tendencia ascendente, situándose en el 2% en mayo. Cuando se aíslan sus elementos más volátiles, como alimentos frescos y energía, con el fin de observar la evolución de los componentes más tendenciales, se observa que la inflación subyacente en Estados Unidos alcanzó el pasado mes de mayo el 3,8%, dato que no se veía desde 1992, y muy por encima de su equivalente en la eurozona (1%).

Evidentemente, estos aumentos de la inflación contienen mucho ruido como consecuencia de lo ocurrido durante la pandemia. Buena parte del incremento se debe a los efectos base, puesto que las tasas de inflación utilizadas con más frecuencia se expresan en términos interanuales. Por ejemplo, la tasa de crecimiento de los precios en mayo de 2021 se calcula respecto a los precios del mismo mes en 2020, justo cuando la Covid-19 golpeaba con la primera ola, cuando mayores eran las restricciones a la movilidad y a la actividad, y además se observó la mayor caída de la demanda. En aquellos momentos, la inflación tocó mínimos y en mayo de 2020 en Estados Unidos se acercó al 0%. A medida que la actividad se va recuperando, así lo están haciendo los precios, por lo que este efecto base estará presente a lo largo de 2021, pero su impacto será cada vez más moderado.

El segundo componente transitorio son los cuellos de botella, disrupciones en las cadenas de producción y los problemas en el suministro de materias primas y componentes. Durante la pandemia muchas empresas vieron caer su demanda de manera muy abrupta. Como resultado de las restricciones a la movilidad social, o incluso el cierre de ciertas actividades, muchas empresas tuvieron que parar o ralentizar sus procesos productivos. Los avances en la vacunación y el tratamiento de la Covid-19 han permitido reducir o eliminar estas restricciones, reactivando así la demanda. Pero muchos procesos productivos no se mueven tan rápido y necesitan tiempo para volver a los niveles de producción e inventarios normales. A todo ello hay que añadir la recuperación de los precios de bienes y servicios especialmente afectados por la crisis. Al no poderse atender toda la demanda acumulada, se producen fuertes aumentos en los precios. Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con los automóviles, la construcción o los fletes marítimos. Como consecuencia, los precios de producción crecen por encima de los de consumo (un 6,6% frente al 5%, en el caso de Estados Unidos), lo que anticipa que la inflación se mantendrá elevada por un tiempo. Al igual que sucede con los efectos base, los cuellos de botella y las disrupciones en las cadenas de producción sobre los precios serán transitorios e irán desapareciendo a medida que se vuelva a aumentar la capacidad productiva de aquellos sectores y empresas donde las tensiones son mayores, se repongan inventarios, y se vaya dando salida a la demanda acumulada. En cualquier caso, aunque su previsión para 2021 ha aumentado recientemente hasta el 1,9%, el Banco Central Europeo (BCE) no descarta que a finales de año pueda alcanzar el 3%. Por su parte la Reserva Federal (Fed) también acaba de revisar al alza sus expectativas de inflación para el conjunto de 2021 al 3,4%.

Gráfico 1: Tasa de crecimiento de los precios de consumo, 1995-2021. Fuente: elaboración propia a partir de OCDE, Fed y BCE.

Frente a los anteriores efectos temporales, hay otros factores que pueden tener otros más duraderos, dando lugar a una inflación promedio durante esta década más elevada que la observada en la anterior (la inflación promedio entre 2010 y 2019 fue del 1,8% en Estados Unidos y 1,3% en la eurozona). El primero de ellos tiene que ver con el objetivo de transitar hacia una sociedad más digital y sostenible, tanto en lo social como en lo medioambiental. La digitalización, que ha interaccionado intensamente con la globalización, el cambio tecnológico y la demografía han propiciado menores tasas de inflación durante la década anterior. Hasta ahora, en la carrera de la oferta frente a la demanda de servicios y bienes digitales ha vencido la primera. Pero habrá que ver si este balance continúa siendo así en el futuro y si es posible evitar restricciones de recursos productivos en su reasignación sectorial y mundial. La presión sobre el capital humano es ya importante, y cada vez se requieren más habilidades y capacidades digitales en muchas ocupaciones, de manera que para atraer a personas con las cualificaciones que demandan las empresas se ofrecen salarios más altos.

Nada asegura que el avance de las energías renovables y la sustitución de las fósiles evolucionen al ritmo que imponen las necesidades medioambientales

Más importante incluso son los efectos potenciales de la transición energética. De nuevo aquí básicamente tenemos una carrera con una elevada incertidumbre entre, por un lado, la oferta de energías renovables y, por otro, la demanda global de energía y la reducción de la oferta de energía basada en combustibles fósiles. De manera acertada, la transición energética obliga a que se internalice correctamente el coste social del carbono. El aumento del coste de emisiones de CO2 presiona al alza el coste de uso de los combustibles fósiles, como se termina reflejando en el IPC de modo directo a través de combustibles y electricidad. Seguramente la innovación y la transición a las energías renovables dará lugar a una situación al final del proceso con un precio de la energía más bajo. Pero es muy probable que en la transición sea inevitable pasar por una situación de precios más elevados. Primero, porque nada asegura que el avance de las energías renovables y la sustitución de las fósiles evolucionen al ritmo que imponen las necesidades medioambientales y el propio crecimiento económico. Todo ello puede derivar en escaladas de precios, a medida que lo vayan haciendo la fiscalidad medioambiental y los derechos de emisión (fácilmente en una horquilla entre los 110 y 120 euros por tonelada de CO2 a finales de esta década, frente a los 20 de mayo de 2020 o los más de 50 actuales) y se amplíe el rango de sectores y actividades afectadas. Segundo, porque esos precios más elevados son los que precisamente pueden atraer las inversiones necesarias para desarrollar nuevas tecnologías más eficientes y aumentar la producción de energías renovables.

Activos verdes y sostenibles

Lo que está ocurriendo actualmente con el petróleo es un buen ejemplo de los efectos de la transición energética. Podría argumentarse que el alza del precio del barril de brent desde los 18,3 dólares de abril de 2020 hasta los 74,5 dólares actuales es sólo consecuencia de la reactivación de la demanda. Sin embargo, también se explica por factores de oferta, como las restricciones a la producción impuestas por la OPEP+ (la suma de los países de la OPEP y de Rusia), y porque la capacidad de producción de combustibles fósiles no aumenta como en el pasado al ritmo de los precios. Durante la última década el aumento de la producción en Estados Unidos, que más que se duplicó, fue el principal factor de reducción de precios de petróleo. No obstante, en los últimos meses no estamos viendo aumentos de la producción en este país en respuesta al aumento de precios. Por el contrario, como resultado de la presión regulatoria y de la mayor sensibilización social frente al cambio climático, lo que se está produciendo es un enorme cambio en la composición de las carteras mundiales de inversión, aumentando la exposición de sus balances a activos verdes y sostenibles, mientras la reducen a los activos marrones.

Es difícil esperar que este crecimiento de los salarios se absorba íntegramente mediante una disminución de márgenes empresariales y no a través de un aumento de los precios de producción, como ya estamos viendo

Y, por último, tenemos el que seguramente será el factor más importante para explicar la evolución de la inflación: la interacción entre la política fiscal y monetaria. De nuevo, el caso de Estados Unidos es todo un ejemplo. Su PIB cayó un 3,3% en 2020, pero los estímulos fiscales ya aprobados suponen un 13% del PIB. Este estímulo fiscal sin precedentes en las últimas décadas, junto con el enorme ahorro acumulado durante la pandemia y listo para gastar, hará que la actividad este año no sólo recupere el nivel de 2019, sino que incluso se sitúe en 2021 por encima de la tendencia que se esperaba antes de la crisis de la Covid. Algunos de sus efectos, en su mayor parte temporales, ya se están viendo en el tensionamiento del mercado de trabajo, con un nivel creciente de puestos de trabajo sin cubrir, reducción del desempleo y aumento de los salarios. De hecho, uno de los objetivos de estos planes de estímulo fiscal es precisamente el aumento de los salarios, sobre todo en los segmentos de menores rentas. Pero es difícil esperar que este crecimiento de los salarios se absorba íntegramente mediante una disminución de márgenes empresariales y no a través de un aumento de los precios de producción, como ya estamos viendo. Desde hace décadas sabemos que la inflación puede ser el resultado de un problema de redistribución de rentas del trabajo y del capital que tratan de mantener sus respectivos márgenes. A los planes ya aprobados hay que añadir los que se esperan de ayudas a las familias y de infraestructuras. Aunque está previsto que estos dos planes futuros se autofinancien con subidas de impuestos, el aumento de la carga impositiva puede dar lugar a un aumento de los precios. Por su parte, en la Unión Europea el estímulo fiscal de los fondos europeos NGEU es significativamente menor que los planes aprobados en Estados Unidos, pero también supone una mayor presión de la demanda agregada sobre la oferta a corto plazo.

Es cierto que los estímulos fiscales no necesariamente dan lugar a una mayor presión de la demanda sobre la oferta si el gasto público se centra en un aumento de la capacidad productiva y en la transformación de la economía. Sin embargo, hasta el momento no ha sido el caso. Incluso políticas como las de NGEU pueden tardar en aumentar la capacidad productiva (time to build), haciendo que a corto plazo dominen los factores de demanda y la presión al alza de los precios.

Liquidez y solvencia

En este contexto, la política monetaria tendrá una importancia fundamental para evitar una presión al alza en los precios o, por el contrario, para convivir con tasas de inflación más elevadas, aunque en absoluto desbocadas. Primero, porque esta década ha empezado de una manera muy diferente desde el punto de vista monetario a la situación que se dio tras las Gran Crisis Financiera. En los años posteriores a dicha crisis no se notaron los efectos del enorme aumento del balance de los bancos centrales debido, entre otros factores, a que una gran parte de su potencial impacto quedó neutralizado por el desapalancamiento del sector financiero y las nuevas exigencias de liquidez y solvencia a las que se vio sometido, lo que se conoce como recuperación sin crédito. Pero ahora partimos de una situación muy distinta, con un sistema financiero con suficiente liquidez y solvencia, de modo que la tracción de la política monetaria sobre la demanda agregada será notablemente mayor. Segundo, un aspecto incluso más relevante que el anterior es el cambio de actitud de los bancos centrales respecto de sus objetivos de inflación. La Fed de Estados Unidos anunció el cambio de su estrategia monetaria en la reunión de Jackson Hole en agosto de 2020, con un objetivo de inflación alrededor de un 2% en promedio (aunque sin especificar durante cuántos años), al tiempo que se mantiene la situación de pleno empleo el máximo tiempo posible. El BCE anunciará próximamente su nueva estrategia de política monetaria y todo hace pensar que propondrá un objetivo simétrico de inflación. En esta nueva situación, los bancos centrales pueden consentir cifras de inflación más elevadas, mientras no se produzca un desanclaje de expectativas y sus objetivos de inflación no peligren a medio y largo plazo. Tercero, los gobiernos salen de la crisis de la Covid-19 con niveles de deuda pública muy superiores a los que tenían antes de la pandemia, lo que aumenta la probabilidad de acercarse a una situación de una mayor dominancia fiscal sobre la política monetaria, para evitar así el riesgo de una crisis de deuda soberana, como ha señalado recientemente Peter Praet.

En resumen, hay factores temporales que presionan al alza la inflación y que se disiparán conforme se recupere la capacidad productiva. No obstante, existen otros más persistentes. La transición energética, los cambios estructurales y la interacción de la política fiscal y monetaria pueden llevarnos fácilmente a un equilibrio en el que la inflación en esta década sea sensiblemente superior a la de la anterior. No sería extraño que, en promedio, este aumento estuviera por encima de un punto, en cualquier caso, alcanzando niveles muy por debajo de la observado en la década de los años 70, cuando la inflación promedio en Estados Unidos fue del 7,1%. En la medida que no se generen espirales de aumentos de precios y salarios, y un desanclaje de expectativas, este escenario puede ser incluso benigno. Pero también hace más probable que la política monetaria se vea obligada a sobrerreaccionar en el futuro. Por el momento estamos lejos de ese escenario, con un amplio margen temporal para evitarlo, como acaba de avisar la Fed con su voluntad de impedir que esto ocurra.

Ayer eché gasolina al coche, 50 litros, 75 euros el depósito, con el litro a 1,50 euros. Me escandalicé…, y pensé en los transportistas.

Bank of America prevé que el crudo suba a los 100 dólares el año que viene:

Abrazos,

PD1: Tuvimos una ceremonia muy entrañable. El nuevo cura lo hizo formidable, con un sermón espectacular. Hasta hubo besamanos, algo que pensamos no sería posible en estos complicados días. Pero lo que más noté, es que la gente que vino eran los más espirituales de los que habíamos invitado. ¡Disfrutaron a tope con una Misa! Sí, se puede disfrutar con una Misa, con una Misa muy especial… Gracias por los rezos para el nuevo cura, muchas gracias.

25 junio 2021

elasticidad de la demanda

Estudiada en la carrera con ahínco, pero no vista en muchos años. Muy interesantes estos razonamientos:

El Banco de España y el comité de expertos sobre el salario mínimo

La opinión pública debería entender que con esta política se están estrangulando las posibilidades de empleo de los jóvenes y de los menos cualificados

El haber llevado a cabo un análisis riguroso de las consecuencias de la última subida del salario mínimo sobre el empleo en nuestro país honra al Banco de España (BdE)no sólo por la calidad del documento sino porque con ello manifiesta su independencia en el difícil ambiente político reinante. Los autores del estudio han realizado un notable esfuerzo didáctico para hacerlo comprensible a la mayoría de economistas interesados en el tema, aunque al parecer ha sido insuficiente para que lo entiendan todos.

Así lo atestigua la reciente recomendación del comité de expertos sobre el salario mínimo, efectuada varios días después de la publicación del informe del BdE, de seguir efectuando subidas adicionales del mismo hasta 2023. Comité este que tiene todo el aroma de haber sido montado por la ministra de Trabajo pro domo sua. De momento se desconocen los estudios empíricos en los que dicho comité apoya sus recomendaciones. A falta de la publicación de estos estudios, cabe efectuar algunas calificaciones provisionales de los miembros del citado comité y de la ministra que los utiliza como coartada para seguir perpetrando sus ataques a los trabajadores más vulnerables. O bien estas personas manejan un cuerpo de conocimientos ajeno a la disciplina de la economía (y acaso también a la ley de los silogismos y demás imposiciones de la lógica) o les importa un ardite la suerte laboral de los jóvenes y de los trabajadores menos cualificados o bien ambas cosas a la vez.

El cálculo de la elasticidad

Mientras llegan esos estudios, quizá no sea del todo inútil intentar hacer algo más inteligible el trabajo del BdE. Vaya por delante que, a mi juicio, las consecuencias negativas de la subida del salario mínimo son aún peores que las calculadas en el citado trabajo por razones que especificaré más adelante. El concepto clave para entender el informe es la elasticidad de la demanda de empleo por parte de las empresas ante variaciones del salario. Más concretamente, el concepto clave sería la elasticidad de la demanda de empleo de trabajadores con salarios alrededor del mínimo ante la subida porcentual del mismo en 2019. Partiendo de los niveles salariales y de productividad existentes, el valor de dicha elasticidad mediría la variación porcentual del empleo de ese colectivo de trabajadores por cada punto porcentual de variación del salario mínimo. Así, una elasticidad del -x% implicaría una caída del x% del empleo por cada punto porcentual de aumento del salario mínimo. Huelga decir que el cálculo de dicha elasticidad no es sencillo y está siempre rodeado de incertidumbre. Consecuentemente con ello, el estudio del BdE estima que el valor de esta elasticidad en el periodo de referencia se sitúa en una horquilla entre el -0,3% y el -0,5%. Como se puede observar, cuanto más negativo sea el valor de la elasticidad mayor será la caída del empleo provocada por el aumento salarial.

Pérdida porcentual de empleo

Así pues, la pérdida porcentual de empleo neto de los trabajadores afectados por la subida del salario mínimo es igual al producto de dos variables: la elasticidad de la demanda de empleo de los trabajadores potencialmente afectados por la variación del salario mínimo multiplicada por el incremento proporcional del salario mínimo. Si la citada elasticidad fuera del -0.5%, la subida del salario mínimo del 22% en 2019 habría acarreado una pérdida de empleo de este colectivo de trabajadores del 11%. La pérdida porcentual de empleo neto total sería igual a este 11% multiplicado por la proporción del total de trabajadores que representa el colectivo afectado por el salario mínimo. Siendo esta proporción del 10%, dicha pérdida de empleo neto total sería del 1,1%. Aplicando esta caída al montante de la población asalariada existente a finales de 2018 se obtiene la cifra de unos 170.000 puestos de trabajo destruidos en 2019 por la subida del 22% del salario mínimo que entró en vigor a comienzos de dicho año. Evidentemente la destrucción de empleo sería inferior si utilizáramos el valor menos negativo de la horquilla de elasticidades estimada por el BDE pero aún así sería considerable, especialmente para los trabajadores con salarios alrededor del mínimo que sufrirían una pérdida de empleo neto del 6,6%.

La subida pone en marcha procesos de inversión y robotización tendentes a sustituir trabajadores poco cualificados por máquinas de un tipo u otro

Hay razones para pensar que las consecuencias de la subida del salario mínimo son peores que las contempladas por el estudio del BdE. El objetivo de este estudio es calcular el impacto de la subida del salario mínimo en el 2019 sobre el empleo en dicho año. Se trata, por tanto, de una elasticidad a corto plazo. Pero esta subida seguirá afectando negativamente al comportamiento del empleo más allá de 2019. Esto es así porque la subida pone en marcha procesos de inversión y robotización tendentes a sustituir trabajadores poco cualificados por máquinas de un tipo u otro, además de seguir imposibilitando la supervivencia de empresas altamente intensivas en esos trabajadores afectados por la subida del salario mínimo. Por esta razón, las elasticidades de la demanda de empleo a largo plazo, que intentan capturar todo ese cúmulo de efectos que se extienden más allá del año, son más negativas que las de corto plazo.

El drama del salario mínimo, sobre todo cuando se sube tan bruscamente después de notables subidas previas, es que perjudica gravemente a una minoría y aparentemente beneficia a un grupo mucho más amplio de trabajadores. Aparentemente porque buena parte de los potenciales beneficiarios de la medida se encuentran con reducciones involuntarias del número de horas de sus contratos de manera que a pesar de la subida no se altera su renta salarial anual. Es una medida de la que desgraciadamente ha hecho bandera el autodenominado progresismo para demostrar a la sociedad que están del lado de los trabajadores. Pero no de todos. La opinión pública debería entender que con esta política se están estrangulando las posibilidades de empleo de los jóvenes y de los menos cualificados. Ahí están las permanentemente enormes tasas de paro de estos trabajadores para demostrarlo.

Abrazos,

PD1: Ya tenemos al nuevo cura y mucho lio doméstico. Me impresiona como todos mis hijos han mamado el “voy yo” que les hemos enseñado desde que eran pequeños. Cuando en casa somos muchos, hay mucho que hacer. Se pueden asignar tareas para cada uno. Y también se puede enseñar a los hijos que arrimen el hombro cuando se necesita. Esa maravilla de que todos estén dispuestos a ayudar, ese “voy yo”, aunque no le toque…

Como decía San Juan Bosco: “Nunca hay que decir no me toca, sino ¡Voy yo!”

Y eso que han aprendido en casa les debe valer también en su vida laboral exitosa que tienen. Saben que les toca a ellos, los marrones, lo más pesado, lo que no quiere hacer el otro. Es el mejor mensaje de amor: servir.

24 junio 2021

China o EEUU, quién será el líder en tecnología...

No va a haber ninguna duda, a pesar de las grandes corporaciones tecnológicas en EEUU. Una cosa son las empresas digitales, que EEUU lleva la delantera, y otra cosa es la tecnología aplicada al resto de sectores. No se vive del mundo digital, aunque nos intenten convencer de que sí ahora…

China, Estados Unidos y la competencia tecnológica

De acuerdo a Matthew Bay: “Hubo un tiempo en el que Estados Unidos podía respirar tranquilo en la seguridad de que ningún otro país alcanzaría su combinación de habilidad tecnológica y tamaño físico. Ese tiempo pasó. Ahora China puede” (“The coming tech war with China”, Forbes, February 7, 2018). Las cifras hablan por si solas, evidenciando una competencia feroz por la primacía tecnológica en el que Estados Unidos lleva todavía la delantera, pero donde China le pisa los talones. 

China sigue a Estados Unidos como mayor inversor en investigación y desarrollo tecnológicos. De un gasto global en esta materia de casi dos billones (millón de millones) de dólares en 2015, China representó un 21% del total. Sin embargó, entre 2010 y 2015 sus desembolsos en este rubro crecieron a una tasa anual promedio de 18%, lo que representó un incremento cuatro veces superior al de Estados Unidos durante el mismo período. China deberá estar tomando la delantera en gastos de investigación y desarrollo tecnológicos en los próximos cinco a diez años (World Economic Forum, “China is an innovator superpower: This is why”, February 7, 2018).

En inversiones de capital de riesgo, un área financiera que ha resultado fundamental para el emerger de Silicon Valley y de las nuevas tecnologías estadounidenses, China ocupa el segundo lugar y va en vías de alcanzar el primero.  Si bien Estados Unidos atrae todavía más de la mitad de los fondos globales en este sector, su porcentaje ha venido declinando de manera sostenida. Entre tanto China, con un 30% del total global, crece aceleradamente (World Economic Forum, citado). 

De las siete grandes corporaciones mundiales en material de Inteligencia Artificial, cuatro pertenecen a Estados Unidos (Google, Amazon, Facebook y Microsoft) y tres a China (Tencent, Alibaba y Baidu). En este ámbito la competencia resulta particularmente cerrada, estimándose que China disfruta de ventajas comparativas que podrían conducirla al primer lugar. Entre ellas, la masa crítica de información sobre las preferencias de los consumidores que está en capacidad de recabar y la naturaleza particularmente despiadada y combativa de sus empresarios. Esto último resulta fundamental en un ambiente en el cual, según el famoso dicho de Andrew Grove, sólo el paranoico sobrevive (Kai-Fu Lee, AI Superpowers: China, Silicon Valley and the New World Order, Boston, 2018).

Entre 2000 y 2015 el número de egresados anuales en carreras de ciencia y tecnología de las universidades chinas pasó de 359.000 a 1,65 millones. Entre tanto, el número de graduados en universidades estadounidenses durante ese mismo período pasó de 483.000 a 742.000. De igual manera, en 2016 el número de publicaciones científicas en China superó a las provenientes de Estados Unidos: 426.000 contra 409.000 (World Economic Forum, citado y Philip Ball, “China’s great leap forward in science”, The Guardian, 18 February, 2018).  

De acuerdo al último informe de “Estrategia de Seguridad Nacional”, que periódicamente publica la Casa Blanca, el creciente poderío tecnológico de China constituye una seria amenaza para el liderazgo económico y militar estadounidense. En diversas tecnologías emergentes vitales, se señala, la nación asiática ha tomado la delantera. Ello resulta tanto mas significativo cuanto que apenas cinco años atrás, China era percibida no como innovadora sino como simple imitadora de tecnologías foráneas. Entre las áreas en donde China ha tomado la delantera se encontrarían algunas como las siguientes: misiles hipersónicos, satélites e Internet basados en tecnología quántica, reingeniería genética o bioingeniería aplicada a trasplante de órganos  (Matthew Bay, citado, y Philip Ball, citado).

Detrás de esta competencia, destaca la aproximación contrapuesta de sus respectivos sistemas políticos a la innovación tecnológica. El gobierno estadounidense (que en el pasado propulsó activamente la carrera espacial y otros importantes desarrollos tecnológicos), mantiene desde hace años una política de “manos afuera” en este campo. El mismo es dejado a cargo de la iniciativa y del capital privados, con importante referencia a los fondos de capital de riesgo. La intervención gubernamental, cuando se materializa, va esencialmente dirigida a evitar la consolidación de monopolios tecnológicos. Ello inevitablemente penaliza a los más exitosos y los hace vulnerables ante sus competidores (en este caso los chinos).

China, por el contrario, evidencia un voluntarismo estatal sustentado en planes de la nación y políticas públicas. El mismo busca dar forma en pocos años a un desarrollo tecnológico que, dejado al curso natural de los eventos, tomaría décadas. Más aún, la sinergia existente entre el gobierno nacional y los gobiernos regionales y locales se traduce en un efecto multiplicador de alto impacto sobre el desarrollo tecnológico. Recursos, estímulos, y facilidades se acumulan así para brindar el mayor apoyo posible a la innovación tecnológica.

Abrazos,

PD1: Siempre el obispo Munilla. ¡Qué claridad…! Siempre debemos dar ejemplo ante nuestros hijos. A nosotros, con todos nuestros errores y torpezas, nos miran los chicos con detenimiento…

23 junio 2021

China como inversión a largo plazo

A corto plazo, no sabemos lo que ocurrirá con los mercados. Pero a la largo plazo sigue siendo China la que se lleve el gato al agua…

Allianz GI: Las perspectivas a largo plazo en renta variable china siguen siendo positivas

La tercera ola de Covid-19, la más severa hasta la fecha, está remitiendo actualmente tanto en Asia como a escala global. Con este telón de fondo, la 12ª Conferencia de Allianz Global Investors sobre Asia se centró en la pregunta: «Más allá de la pandemia, ¿qué es lo siguiente para Asia?» Por segundo año consecutivo, el evento, con participantes de toda Europa, se celebró virtualmente.

Renta variable china: Análisis, perspectivas, posicionamiento

Hasta ahora, 2021 ha sido un período volátil para los mercados de valores de China. La primera parte de este año fue una continuación del impulso de 2020. Pero después del Año Nuevo chino hubo período corto, pero bastante intenso, de toma de beneficios. Para el gestor de fondos de renta variable china, Anthony Wong, la clave está en poder ver más allá de estos episodios de volatilidad, que pueden ser una característica de los mercados en los que hay un peso elevado de inversores minoristas, como es el caso de las acciones A de China.

“No creemos que esto cambie las perspectivas positivas a largo plazo para la renta variable china”, comenta Wong. “Los flujos de entrada de los mercados de valores internacionales continúan y muchos inversores de todo el mundo buscan aumentar su exposición a la segunda economía más grande del mundo a medida que los mercados de capitales de China se abren más al exterior. Además, el mercado de renta variable del país continúa siendo atractivo porque tiene buenas características de diversificación como resultado de la baja correlación con otras clases de activos».

En los próximos meses, es probable que China continúe atrapada entre una regulación activa y políticas económicas más estrictas, por un lado, y la salud fundamentalmente sólida del sector empresarial, por el otro. Debido al entorno fundamental aún favorable, Allianz GI ve las correcciones del mercado como una oportunidad para construir o expandir posiciones a más largo plazo. Sin embargo, los inversores deben ser muy selectivos al hacerlo.

Además, cada vez más inversores deberían mirar más allá del mercado de renta variable china: los bonos onshore en RMB, es decir, los bonos negociados en China continental y denominados en yuanes, también ofrecen un gran potencial de diversificación y primas de rendimiento sobre los bonos de mercados desarrollados, según Allianz GI.

Un enfoque de inversión temática sobre China

Una forma alternativa e innovadora de tener exposición a la renta variable en China, en opinión de Allianz GI, es a través de estrategias temáticas. Andreas Fruschki, director de Renta Variable Temática, explicó en su presentación durante la Conferencia de Asia que la exitosa filosofía de inversión global temática de Allianz GI también se puede aplicar a un mercado grande y diverso como China. Muchas de las megatendencias subyacentes que se pueden observar en todo el mundo también se están desarrollando en China, a menudo de una manera distintiva. Fruschki trae el ejemplo del cambio demográfico: «Si bien se estima que la población mundial crecerá en más de un tercio adicional a alrededor de 11.000 millones de personas para 2100, se espera que la población de China alcance su punto máximo en las próximas décadas y disminuya significativamente a fines de siglo. Esto plantea desafíos muy especiales para el país y presenta oportunidades de inversión«. Allianz GI está actualmente analizando la mejor forma de invertir en China con un enfoque temático.

El objetivo de neutralidad climática para 2060 de China

El especialista de producto Shannon Zheng y el gestor de renta variable Kevin You dedicaron su presentación al objetivo de China de transformar su economía para alcanzar la neutralidad de carbono en 2060. Según Zheng, este es un plan muy ambicioso: «No será fácil para China lograr estos objetivos. Después de todo, el modelo económico del pasado se basaba en gran medida en industrias intensivas en emisiones de carbono. Como resultado, alrededor del 30 por ciento de las emisiones globales de CO2 provienen de China. Sin embargo, las intenciones del país nos parecen creíbles, ya que las políticas de Beijing están impulsadas por imperativos medioambientales y el deseo de abrir nuevas áreas de crecimiento y empleo para la economía del futuro». Kevin You añadió: «El 2060 parece muy lejano. Sin embargo, la planificación para lograr cero emisiones netas ya está en marcha y los inversores harían bien en incluir esto en sus análisis actuales. La transición traerá ganadores y perdedores. Nosotros vemos oportunidades de crecimiento estructural en áreas como las energías renovables y la electromovilidad, y también en algunas áreas de la llamada ‘vieja economía’ que están experimentando una transformación».

Identificación de empresas líderes en el medio ambiente

En la presentación final de la Conferencia de Asia, Kunal Ghosh, director de Inversiones de Estrategias Sistemáticas, explicó el potencial que tiene la inteligencia artificial (IA) para identificar señales ambientales. Allianz GI ha desarrollado y entrenado una IA que utiliza el procesamiento del lenguaje natural (NLP) para generar información en tiempo real sobre el camino de la sostenibilidad de las empresas asiáticas a partir de millones de artículos. Esta información a menudo difiere significativamente de las calificaciones de sostenibilidad de terceros. «La industria de la gestión de activos se encuentra en una etapa temprana en cuanto a la integración de la IA en los procesos de análisis e investigación», señala Ghosh, que añade: «Para las regiones donde las iniciativas ambientales están ganando importancia, como Asia-Pacífico y China en particular, los modelos de sostenibilidad potenciados por la IA tienen un gran potencial para ayudar a identificar a los líderes medioambientales del mañana«.

Abrazos,

PD1: El relativismo que tenemos metido en la sociedad, es causa de muchos males. Cada persona tiene su “verdad” y piensa que los demás andan equivocaditos. Cada uno vive según su verdad y si no le gusta su verdad, la cambia por otra que le complazca más. Hay una enorme crisis de no saber cuál es la verdad buena, sino de ir viendo como se van cambiando en función de modas, de tendencias, que nos inculca la TV, los políticos y las redes sociales… Es una vida simple y conformista, donde no se piensa en casi nada, más que en el disfrute del cuerpo a tope…, sin complicaciones. Se piensa que la vida se llena con cosas (coches, viajes, mujeres, comidas), y que no hay vida espiritual alguna…

Se desconoce y no se cree en la gran Verdad: que fuimos creados por Dios por amor, que nos mandó a su Hijo, hecho carne como nosotros, para redimirnos del pecado original. Que murió porque le matamos, y que nos dejó un enorme mensaje de amor, paz y la vida eterna.

Ayer fue el día de San Tomás Moro que se dejó matar por permanecer fiel a la Verdad y no dejar a Enrique VIII que se casara con Catalina de Aragón…, lo que provocó la escisión de la iglesia y empezó el anglicanismo… ¿Cuántos hoy aceptaríamos el martirio por la Verdad? No, se prefieren nuestras miserias…

22 junio 2021

toca volver a una normalidad monetaria

Tras tantos estímulos, lo que vamos a oír en los próximos meses es hablar mucho del TAPPERING, es decir, de la reducción de los estímulos (lo de imprimir billetes de la nada para que los bancos centrales compren bonos), hasta dejarlos en cero. Luego en 2022 ya hablaremos de subir tipos de interés. Y por entonces, tendremos una visión más realista de la tendencia de la inflación, no solo perspectivas como ahora…

Y empezar a hacer ese tapering es doloroso ya que es nuevo dinero fluía directamente a los mercados de capitales, en vez de a nuevo crédito como se pretendió en su momento.

Inflación y tipos de interés

Vivimos tiempos extraordinarios, en los que los axiomas que durante décadas han sido admitidos sin discusión se rompen uno tras otro. Esta tendencia afecta a numerosos aspectos de las sociedades occidentales, incluso a las propias raíces de nuestra civilización. La política monetaria aplicada por los distintos bancos centrales no escapa a esta situación de quiebra de los axiomas más esenciales.

Tradicionalmente, los bancos centrales han tenido como objetivo mantener la estabilidad de precios al consumo, pretendiendo que las expectativas de inflación no superaran un determinado umbral. En Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed) cuenta con un objetivo dual: control de la inflación y maximización de la cifra de empleo. Si dicho objetivo de contención de la inflación peligraba, el banco central correspondiente no dudaba en subir los tipos de interés para enfriar la economía y contener la inflación. Así, el BCE subió los tipos de interés en 2008 cuando la inflación alcanzó el 4% y los volvió a incrementar en 2011 cuando de nuevo alcanzó el 3%.

Durante décadas los principales bancos centrales han fijado su objetivo de inflación en una cifra concreta: 2%. En la última década la inflación ha estado habitualmente en niveles inferiores a dicho nivel, e incluso en niveles negativos en determinados momentos.

Ahora que las presiones inflacionistas son evidentes, tanto la Fed como el BCE han pasado a considerar un objetivo de inflación media flexible (FAIT - Flexible Average Inflation Targeting). Así, se considera que el objetivo pasa a ser una inflación media del 2% durante un largo periodo de tiempo. Simplificando mucho, si la inflación se ha situado entre el 0 y el 1% durante una década, se consideraría admisible una inflación entre el 3 y el 4% durante otra década. Este objetivo de inflación media ya está vigente en EE.UU. y en breve será adoptado formalmente por el BCE.

Los problemas surgen al pasar de la teoría a la práctica. Tras años de inflación consistentemente por debajo del nivel objetivo del 2%, ahora la inflación marca niveles no vistos en décadas en EE.UU. En mayo la inflación alcanzó el nivel del 5%, muy alejado del anterior objetivo del 2%.

Ahora incluso con una inflación en el 5%, se considera que es un incremento de precios coyuntural y no permanente. En consecuencia, y aplicando el nuevo criterio de objetivos de inflación media, la Fed no tiene prisa en subir los tipos de interés. En su reunión de esta semana anuncia que espera subir los tipos de interés en 2023, dentro de dos años. Adicionalmente, seguirá comprando bonos todos los meses por un importe de $120.000 millones "hasta que se logren sustanciales progresos adicionales en los objetivos de máximo empleo y estabilidad de precios". En definitiva, otros $2,2 billones adicionales inyectados en los próximos dieciocho meses, si no hay ninguna modificación de la política actual.

Cuando China ha puesto en marcha medidas de control de precios en productos como el maíz, el trigo o la carne de cerdo, interviniendo esos mercados, es evidente que la preocupación por una posible espiral inflacionista es a nivel global. Aun así, tanto el BCE como la Fed tienen difícil adoptar una decisión de subir los tipos de interés y acabar con la inyección de liquidez, a través de la compra de bonos, sin causar un terremoto en los mercados financieros y en la economía real.

De momento, el anuncio de la Fed ante una inflación del 5% en mayo se concreta en una posible subida mínima de tipos ¡dentro de dos años! Y en el mantenimiento de la inyección de liquidez mensual de $120.000 millones. Los bancos centrales se han metido en un callejón con difícil salida.

Así que hasta que no se concrete el tapering, con una nueva inyección de liquidez de 120.000 millones de dólares mensuales, no habrá motivos de duda… Abrazos,

PD1: Qué bonito es servir. Desde que te levantas y ofreces el día, ya gritas un “servir”, que vas recordando durante el día varias veces. En el examen de conciencia de la noche, te preguntas si has servido, si has amado. Ojalá llegue un día que no nos tengamos que examinar de si hemos servido o no, sino que nos haya salido con tanta naturalidad, que sea una constante en nuestra vida…

21 junio 2021

14.500 euros por tener un hijo

¿Funcionará la medida? Se tendrán más hijos en Madrid. Me temo que no sólo es una cuestión de dinero, que también, si no es un plan de vida, que tampoco… Además, creo que afecta a cuatro gatos que cumplen lo establecido…

¿Funcionará el cheque bebé de Ayuso?

La medida estrella de Isabel Díaz Ayuso en su discurso de investidura fue el cheque bebé: una paga (¿paguita?) de 14.500 euros distribuida en 29 mensualidades de 500 euros desde el quinto mes de embarazo hasta los dos años de edad del menor— que se entregará por cada hijo que tengan a aquellas mujeres menores de 30 años, que lleven empadronadas al menos una década en Madrid y que cuenten con unos ingresos familiares inferiores a 30.000 euros anuales.

Huelga decir que se trata de una política frontalmente antiliberal. No porque sea antiliberal preocuparse por la natalidad en nuestro país, sino por los medios que se pretenden utilizar para promoverla: meter la mano en el bolsillo a los ciudadanos para dar dinero a otras personas con el objetivo de persuadirlas de que sean madres. Aun reconociendo que el problema de la natalidad en Occidente es un problema importante y que no conoce de soluciones mágicas (ningún país occidental, salvo Israel, alcanza la tasa de reemplazo demográfico), existen otras políticas liberales de carácter pronatalista muy preferibles a la anterior: liberalizar el mercado inmobiliario (para abaratar el precio de la vivienda que tanto dificulta la emancipación de familias jóvenes), liberalizar el mercado laboral (para facilitar la generación de empleo estable y de calidad que otorgue previsibilidad de ingresos a los jóvenes), liberalizar las barreras migratorias (salvo que el objetivo político sea fomentar la natalidad autóctona) o liberalizar ciertas técnicas reproductivas como la gestación subrogada (que también permite a muchas parejas ser padres).

Pero más allá de las consideraciones morales, conviene plantearse si esta medida será eficaz a la hora de conseguir su objetivo —promover la natalidad— o si se tratará, por el contrario, de otro despilfarro del dinero del contribuyente para mayor gloria propagandística del político de turno. Empecemos acudiendo a las estadísticas de fecundidad del Instituto Nacional de Estadística. ¿Qué razones llevan a las mujeres por debajo de 30 años a no haber tenido todavía hijos?

La principal es considerar que todavía son demasiado jóvenes (48%); en segundo lugar, el deseo de seguir estudiando (13%); en tercer lugar, no haber encontrado una pareja adecuada (10%); en cuarto lugar, no querer ser madre (8,4%), y ya en quinto lugar, las razones económicas (8,3%). Es decir, solo un 8,3% de las mujeres por debajo de 30 años no han tenido hijos por motivos monetarios: solo a ellas se dirige, en principio, la propuesta de Ayuso.

¿Y cuánto es el 8,3% de las mujeres por debajo de 30 años? Pues poco más de 200.000 en toda España, de modo que apenas estaremos hablando de unas 30.000 en Madrid, lo que, aplicando las restantes restricciones para cualificar a la ayuda (renta y empadronamiento), probablemente reduzca el número de potenciales beneficiarias que podrían sentirse interpeladas por esta medida a las 20.000 o 15.000.

Las transferencias monetarias incentivan a la gente a tener hijos

Claro que también cabría pensar que otras mujeres que no han dejado de tener hijos por razones económicas podrían sentirse atraídas por la medida de Ayuso y lanzarse a incrementar la natalidad en Madrid. De ahí que convenga analizar la evidencia internacional que existe respecto a la eficacia de este tipo de cheques bebé para enjuiciar más rigurosamente la propuesta. En este sentido, y a pesar de que el número de estudios no es muy numeroso, parece que el efecto de esta clase de políticas es más bien adelantar la fecha en que se tienen hijos, pero no tanto incrementar el número de hijos que se tienen. Tal como indican Tomáš Sobotka, Anna Matysiak y Zuzanna Brzozowska en esta revisión de la literatura sobre políticas pronatalidad.

Pocos estudios han estudiado la influencia de las transferencias monetarias a largo plazo sobre la decisión de mujeres y hombres de tener más hijos de los que alternativamente habrían tenido. Ahora bien, las investigaciones que sí lo han hecho muestran que los efectos a largo plazo de estas políticas son muy pequeños (si es que llegan a existir). Las transferencias monetarias normalmente incentivan a la gente a tener sus hijos antes de lo que pensaban, pero no suelen incentivarles a tener más hijos de los que pensaban tener. En su estudio de 18 países de la OCDE, Luci-Greulich y Thévenon (2013) estimaron que, por cada incremento equivalente a un punto del PIB en transferencias monetarias, la tasa de fertilidad apenas se incrementaba en un 0,02%. Asimismo, Kalwij (2010) no encontró ningún tipo de efecto de las transferencias monetarias sobre la fertilidad en Europa occidental, y Baizán (2016) solo halló un efecto positivo entre las personas de educación superior.

En definitiva, la propuesta de Ayuso no solo es una medida antiliberal sino también probablemente ineficaz. En lugar de haber enarbolado la bajada de impuestos como su estandarte político durante el discurso de investidura, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha preferido apostar por la redistribución democristiana de la renta. Los comportamientos políticos siempre han sido más definitorios que las grandilocuentes apelaciones a la libertad.

Abrazos,

PD1: Cuando nos hacemos mayores, nos preocupa pensar en el final de nuestros días. Siempre obsesionados con la muerte, temerosos de ella. No hay segundas oportunidades… Y eso no es así, cada día se nos brinda una nueva oportunidad de cambiar, de dejar de lado nuestros egoísmos y empezar a amar a los demás…