31 marzo 2022

De locos, las pensiones ligadas al IPC...

Cuando tienes semejante inflación, ningún trabajador va a conseguir que le suban el sueldo en esta brutalidad, pero los pensionistas sí. Y la factura es de órdago en un país quebrado como tenemos….

La Comisión Europea presiona a España para que desligue las pensiones del IPC

La preocupación de Bruselas con la insostenibilidad de la reforma de las pensiones crece en plena espiral de la inflación y cuando tiene que validar la reforma de Escrivá para transferir 12.000 millones del segundo tramo del Plan de Recuperación

El Gobierno tiene pendiente solicitar a la Comisión Europea el pago del segundo tramo del Plan de Recuperación, el más voluminoso, de cerca de 12.000 millones. Antes de pedirlo, se desarrolla una negociación con la Comisión en la que da cuenta de las inversiones y reformas comprometidas en el periodo. Las dos reformas estrella bajo escrutinio a cambio del pago: la laboral y la de las pensiones. Esta última no ha podido llegar en el peor momento: a la preocupación que ya tenía Bruselas con la revalorización de las pensiones con el IPC que ha aprobado el Gobierno en diciembre, que no incluye un mecanismo que garantice de forma efectiva la sostenibilidad del sistema, se suma el efecto de la espiral inflacionaria, que ya roza el 10% en marzo. El coste total de estas prestaciones es este año superior a los 170.000 millones de euros. La revalorización con el IPC puede suponer cerca de 24.000 millones adicionales.

En este escenario, además, España ha aprobado un plan de choque contra la crisis de la guerra de Ucrania en el que carga en los caseros un tope del alquiler y está reclamando a empresas y trabajadores un pacto de rentas por el que unas limiten su margen de beneficios y márgenes y otros sus salarios. A lo que se suma que está solicitando a Bruselas que amplíe el marco de ayudas de Estado para intentar paliar que algunos sectores trabajen a pérdidas. Funcas ha cuantificado el efecto de la inflación en los hogares españoles en una pérdida de 16.700 millones de euros este año.

Según ha podido saber Vozpópuli, Valdis Dombrovskis, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, ha trasladado en reuniones que la Comisión Europea está "muy preocupada" con la reforma de las pensiones de José Luis Escrivá, que ve "insostenible". En concreto, el polémico Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), la piedra angular que debería hacer sostenible una reforma que liga las pensiones con el IPC. Esta fórmula, que además se pactó con los sindicatos a espaldas de CEOE, puede no ser del agrado de Bruselas, pero lo único que exige a los Estados miembros es que ofrezcan un mecanismo, un cálculo, que la haga sostenible. Pero no se da el caso.

La OCDE, el FMI, Banco de España, Standard & Poor's, BBVA y Fedea han denunciado que el citado Mecanismo de Equidad Intergeneracional, esto es, la subida de cotizaciones de 0,6 puntos, que recaen 0,5 sobre la empresa y 0,1 sobre el trabajador, ni se acerca a garantizar la sostenibilidad del sistema. En un principio, desde el Gobierno se planteó que el alza iba a recaudar cerca de 50.000 millones de euros, cuantía que luego Escrivá redujo a 42.000 millones en noviembre, cuando la cerró. Pues bien, Pedro Sánchez rebajó a finales de enero el montante a 30.000 millones en un acto con pensionistas. Expertos de estos organismos y otros consultados por este periódico dudan que reúna siquiera 20.000 millones.

Dombrovskis venía mostrando su preocupación con la reforma de Escrivá antes de que se preparara el plan de respuesta a la guerra y con una inflación 2,2 puntos inferior a la actual, en variación interanual. La vicepresidenta primera para Asuntos Económicos, Nadia Calviño, acompañó a Escrivá en Bruselas el 14 de marzo para vencer las reticencias sobre la reforma de las pensiones. Antes de asistir a la reunión del Eurogrupo, Calviño se reunió con el comisario de Empleo y Derechos Sociales, Nicolas Schmit; con el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, y con Dombrovskis. Y lo hizo con Escrivá a su lado. También acompañó a Escrivá el secretario de Estado de la Seguridad Social y Pensiones, Israel Arroyo, quien también está viajando a Bruselas estos días, según ha podido saber este periódico.

Pues bien, ahora mismo la preocupación y el nerviosismo es máximo, según trasladan fuentes próximas a la Comisión Europea. No cree que pueda justificarse un reparto de la inflación de este tipo. Quienes pensaron que la Comisión haría la vista gorda con las reformas que no le satisfacen en el marco de la guerra y ante la necesidad que tienen los países de recibir los fondos, cuentan que en estos momentos no es el caso.

La respuesta oficial del Gobierno es hasta la fecha negar la mayor y negarse a revisar la reforma de las pensiones aunque sea de forma transitoria, mientras desindexa todos los elementos que puedeLa referencia al IPC es un mantra en el que el Gobierno basa sus anuncios de políticas económicas pero que aplica cada vez menos desde hace tiempo. Así, la tarifa del IRPF no se ha actualizado desde 2008 y a pesar de que el IPC de 2021 va a elevar en 4.100 millones la Campaña de la Renta, el Ejecutivo se niega a actualizarla. Los funcionarios escaparon muy a su pesar del IPC este año, y el Gobierno les impuso un alza del 2% en los Presupuestos de 2022. Mientras, presiona a patronal y sindicatos para que cierren un pacto de salarios ligados a convenio que se aleje del IPC. La gran excepción, las pensiones, el único campo en que el Ejecutivo asegura que va a preservar la vinculación.

A pesar de las previsiones crecientes de este año, el ministro de Seguridad Social asegura que la revalorización es "indiscutible". Ante el impacto en las cuentas de la Seguridad Social de la espiral inflacionista, ha dicho que se compensará con la mayor recaudación por cotizaciones sociales, que avanza este año a un ritmo del 9,7%, según datos de su Ministerio. Preguntada por qué va a ocurrir con las pensiones, la vicepresidenta primera para Asuntos económicos, Nadia Calviño subrayó el lunes: "Los pensionistas pueden estar tranquilos".

Sólo deben subir con el IPC las pensiones mínimas

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha lanzado un aviso a navegantes: se debe “evitar el uso generalizado de cláusulas de indexación automáticas en las partidas de gasto que pudieran alimentar adicionalmente el actual proceso inflacionista”. Así, ha pedido un sacrificio a empresas y trabajadores, como ha hecho el Gobierno. La gran diferencia es que este mismo martes, mientras alertaba de que el dato de marzo de inflación iba a suponer "un incremento adicional de las tensiones inflacionistas", "particularmente negativo, un repunte de la inflación muy significativo", De Cos planteó que sólo deberían subir con el IPC las pensiones mínimas. Así, dijo que el impacto de la crisis actual "va a ser más elevado sobre las personas de mayor edad y menor renta, y este colectivo habría que preservarlo, porque su grado de vulnerabilidad es mayor. Las pensiones mínimas habría que indiciarlas" al IPC, destacó. Pero en esta coyuntura, sólo éstas.

Abrazos,

PD1: San Francisco de Asís decía: “cuando abandonen este mundo no podrán llevarse consigo nada de lo que han recibido …solo lo que han dado.” Así de claro. Estamos aquí para darnos, para gastarnos en los demás. No nos llevamos nada en el cementerio. Solo nuestro cuerpo que se descompondrá… Todo lo que tenemos que hacer es dar…

30 marzo 2022

6.000 millones de déficit presupuestario

Es lo que implica el Plan del Gobierno. Puro parcheo temporal y sin ninguna medida estructural… Si no atajas el problema de raíz, no sirve más que para incrementar el desequilibrio presupuestario…

Otro plan-parche torpe, inútil y tardío

El Gobierno prefiere dirigir desde las instituciones el destino de nuestro dinero, en lugar de dejar que los ciudadanos libremente dispongamos de él

Más de un mes de comenzado el conflicto, llega el Plan de Respuesta a la Guerra. Llevamos ya muchos días con la coletilla de “el 29 de marzo habrá medidas” y hemos esperado pacientemente a que nuestro Gobierno hiciera algo mientras en otros países de nuestro entorno se iban sucediendo los anuncios para suavizar el impacto económico de la actual espiral inflacionista. La novedad, finalmente, se ha concretado y, como ya ocurrió con la crisis del coronavirus, el grueso de las ayudas prometidas son créditos ICO (“10.000 millones en créditos blandos para cubrir necesidades de liquidez”). De nuevo, en lugar de adoptar decisiones contundentes, el Gobierno tropieza en la misma piedra, incurre en el mismo pecado, llega más tarde que los demás y, para más inri, lo hace en una forma menos eficaz. Si en 2020 el PIB español fue el que más cayó de la UE, es bastante probable que el IPC adelantado de marzo que se conocerá esta semana también sea el mayor de nuestra área económica (9,1% es la previsión de Bloomberg Economics, que contrasta con el 4,7% que espera para Francia, 7,1% para Italia y 6,9% para el conjunto de la Eurozona). Es decir, los peores de nuestra área en todos los aspectos.

Sufrimos más que nadie la subida de precios y nuestro gobierno tarda más tiempo en reaccionar y en adoptar medidas. Aparte de los mencionados 10.000 millones en créditos con carencia de doce meses, se extenderán los vencimientos de aquellos que en su día los pidieron por la pandemia y se han visto especialmente afectados de nuevo por este shock externo. En cuanto a medidas directas, la que más nos puede afectar es la que universaliza, a partir de este viernes, algo que ya pactaron el día 25 -sólo para transportistas- en su intento de frenar las movilizaciones: una rebaja de 20 céntimos por litro de combustible, que en una cuarta parte deben asumir las petroleras. O sea, que el Estado, a pesar de que lleva meses haciendo caja por los impuestos del carburante, que suben al ritmo de los precios, sólo asume 15 céntimos de rebaja, un importe muy similar a la diferencia de coste entre una gasolinera normal y otra “low cost”. Los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) calculan que la rebaja de carburante entre abril y junio para todos los ciudadanos que ha planteado el Gobierno tendrá un coste para el Estado de 1.420 millones de euros. Esto es menos de lo ingresado de más sólo por el IVA gracias a la subida de los últimos meses del precio de los combustibles.

Para colmo, ha añadido un tope de un 2% a la subida de los alquileres que es toda una contradicción, ya que asume que los grandes caseros (particulares finalmente han quedado excluidos) tengan que perder poder adquisitivo (como ya perdimos todos los asalariados en 2021 y lo haremos en 2022) a la par que defiende la subida para las pensiones (con diferencia la mayor partida de gasto público de los Presupuestos) en la misma proporción que el IPC, toda una irresponsabilidad económica amen de una decisión insolidaria que prima a un colectivo que es el que menos poder adquisitivo ha perdido en los últimos 15 años.

Teresa Ribera también ha intentado defender y mantener viva la “transición energética” cuando precisamente el empeño en aplicarla, en lugar de retrasarla tras la enorme crisis de 2020, es uno de los mayores responsables del alza de los precios energéticos

Un inciso: Yolanda Díaz ha colado en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros un discurso victimista hacia las mujeres pretendiendo que son ellas las más perjudicadas por “la guerra de Putin” aunque, una vez más, no ha sabido dar un solo argumento válido para establecer esa diferencia de género, también en este tema. Otro ejemplo más de cómo las prioridades están confundidas en este gobierno. Teresa Ribera también ha intentado defender y mantener viva la “transición energética” cuando precisamente el empeño en aplicarla, en lugar de retrasarla tras la enorme crisis de 2020, es uno de los mayores responsables del alza de los precios energéticos y de la pérdida de competitividad de nuestra economía.

En cuanto a medidas sociales, se insiste de nuevo en usar los ERTE e incluye un aumento del 15% en la cuantía del Ingreso Mínimo Vital para llegar a más familias vulnerables. Y las empresas que reciban ayudas directas no pueden dedicar esos recursos a despedir a los trabajadores, como ya pasaba con el ERTE de la pandemia. También se extenderá a 600.000 familias más el bono social eléctrico, hasta llegar a los 1,9 millones de hogares. Y como suele ocurrir, se lanzan cifras sin concreciones como las medidas destinadas a la empleabilidad de jóvenes y mujeres “por más de 2.700 millones de euros”.

Simplemente se ha decidido prorrogar hasta el 30 de junio la rebaja impositiva en la luz. El empeño en no hacerlo es incomprensible porque es la medida más rápida para abaratar los precios

Las eléctricas han mantenido una reacción alcista en bolsa al conocerse este paquete de medidas ya que, aunque se prorrogan hasta el 30 de junio, temían unas medidas más duras en los llamados 'beneficios caídos del cielo'. En cualquier caso, de nuevo el gobierno cae en su habitual hipocresía ya que los que más “exceso de beneficios” han disfrutado fueron las instituciones públicas -entre las que también están las autonomías- que han ingresado de más al elevarse los precios energéticos. Una vez que lo anunciado hoy obtenga el visto bueno de Bruselas se abarataría artificialmente el precio de la luz a cambio de devolverles a las eléctricas lo que dejen de ganar, volviendo a algo que ya conocemos: el “déficit de tarifa” que encarecerá la factura durante años.

Finalmente, y contra el clamor social, no hay rebaja de impuestos; simplemente se ha decidido prorrogar hasta el 30 de junio la rebaja impositiva en la luz. El empeño en no hacerlo es incomprensible porque es la medida más rápida para abaratar los precios. Preferir la subvención y los créditos ICO, aparte de asumir una lentitud burocrática, implica una intención política, que prefiere dirigir desde las instituciones el destino de nuestro dinero, en lugar de dejar que los ciudadanos libremente dispongamos de él.

Es imprescindible bajar los impuestos, trasmitir confianza para que los proyectos no se detengan y es necesario utilizar los fondos europeos, cuando lleguen, para no frenar las inversiones

Se echan de menos decisiones más valientes. Por ejemplo, si todos estamos de acuerdo en que la única forma de gastar menos en combustible, es usarlo menos, ¿por qué no incluir rebajas temporales agresivas en transportes públicos en general, y especialmente en aquellos que menos consumo tengan? Es más, ¿por qué no volver a insistir con el teletrabajo? La inflación es muy negativa y los precios energéticos son los mayores responsables. Basta una cifra para entenderlo: Funcas estima que el valor real de los depósitos bancarios de los españoles se ha reducido en cerca de 20.000 millones de euros como consecuencia de nuestra pérdida de poder adquisitivo mientras todas las medidas anunciadas por el gobierno, incluyendo los créditos, apenas suman 16.000 millones.

Estamos ante un problema global que a los españoles nos pilla en un momento particularmente delicado. Nuestra economía, que atravesó un desplome en 2020 y que en 2021 fue el que registró más diferencia entre precios y salarios de todo el siglo, apuntaba a que este 2022 sería diferente gracias a los fondos europeos y a la recuperación del turismo. Ya estamos asumiendo que será incluso peor que el pasado, a la espera de decisiones rápidas y eficaces. Es imprescindible bajar los impuestos, trasmitir confianza para que los proyectos no se detengan y hay que utilizar los fondos europeos y el que BCE aún no ha subido los tipos, para no frenar las inversiones, que deberían centrarse en la extracción de gas nacional, aumentar el transporte de mercancías ferroviario, alargar la vida de las nucleares etc. Todos estas iniciativas habrían necesitado de una decisión resuelta por parte del Ejecutivo y, desde luego, de una actitud bien diferente por parte de Sánchez, que apenas ha negociado las medidas y tan sólo espera a que 'por patriotismo' sean aprobadas mansamente por la oposición con la manida fórmula de 'hay que arrimar el hombro'.

Abrazos,

PD1: Y como el final de la guerra se ve, las materias primas se desplomaron ayer:

BRENT:


GAS:


MADERA:


TRIGO:


MAIZ:



Sin embargo, las bolsas corrieron arriba por varios motivos: se siguen cerrando los cortos (posiciones bajistas) abiertos en los momentos de pánico. Se está entrando en la bolsa por parte de los fondos de bolsa, que se habían salido antes, para poder presentar el cierre trimestral de mañana con posiciones invertidas, se había producido una avalancha de ventas en este pasado mes por los miedos bélicos (el fujo de salida de fondos de bolsa a nivel mundial fue explosivo esas semanas).

Total que esta subida es bastante artificial y difícil de entender para los que no están en el mercado. Lo que ha pasado los últimos 10 días no es inversión finalista, sino una recomposición de carteras… Los mercados se comportan muchas veces ajenos a la macro y a las expectativas de beneficios (ahora menores por menor consumo y mayores costes por la inflación), y más por otros motivos como te he explicado…

Me alegro de no haberte recomendado vender nada y de haber comprado, hace dos semanas, a mansalva… Creo que fueron unas muy buenas compras. Como siempre, lo que se compra con el pánico merece la pena…

PD2: ¡Ama y ponle corazón a todo lo que hagas! En la vida se pueden tambalear muchas cosas…, menos el amor. Hay que ser perseverante en amar a tu mujer, a tus hijos y familia, a tus amigos, y sobre todo, al Señor que nos regaló la vida…

29 marzo 2022

el dólar

Debería estar mucho más fuerte tras la subida de tipos ya iniciada y la expectativa de las seis nuevas subidas. Además, su economía anda más fuerte que la europea y los bonos largos rentan mucho más… Pero ni por esas…

Primeras grietas en el dólar

El indiscutible dominio del dólar como moneda de reserva global y como divisa principal de la gran parte de las operaciones de comercio internacionales ha sido uno de los pilares de la hegemonía económica de EE.UU. en el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Prácticamente la mitad del comercio internacional global se factura en dólares. Excluyendo las exportaciones intraeuropeas, el comercio en dólares supera el 80%. A pesar de que EE.UU. supone el 15% del PIB mundial y su cuota de mercado en el comercio internacional total es de sólo el 10%.


Conseguir esta posición de domino del dólar ha sido estratégico para EE.UU. Así, en la década de los 70, Estados Unidos, con Nixon de presidente, alcanzó un acuerdo con Arabia Saudita por el que el país árabe vendería su petróleo sólo en dólares (petrodólares) a cambio de una garantía de seguridad estadounidense del reino saudita frente a vecinos hostiles.

El hecho de que los pagos de la compra de petróleo, y de la mayoría del comercio internacional, se realicen en dólares crea una demanda permanente por la divisa americana. Adicionalmente, los exportadores que reciben dólares, o bien los utilizan en el comercio de otros productos, o bien los destinan a la adquisición de activos en dólares, principalmente bonos del Tesoro estadounidense.

El dólar, al ser la divisa principal de intercambio, aporta invalorables ventajas a EE.UU. frente al resto del mundo. Sus empresas no tienen que preocuparse del riesgo de tipo de cambio en sus operaciones de comercio internacional. La Reserva Federal puede ampliar su balance emitiendo nuevos dólares sin que el valor del dólar se deprecie, ante la permanente demanda mundial de su divisa.

En la última semana se ha conocido el acuerdo entre Rusia e India para la venta de petróleo ruso pagándose el precio en rupias. Mucho más relevante, Arabia Saudita está considerando vender petróleo a China a cambio de yuanes. Aunque los importes de estas operaciones de comercio internacional sean una mínima parte del total del comercio mundial, la tendencia de países no occidentales a evitar el dólar como moneda de intercambio va en aumento. Adicionalmente, la cuota de mercado global de las exportaciones de los países emergentes se incrementa paulatinamente.


Es evidente que China, y el resto de países no occidentales, han tomado nota de la capacidad de EE.UU. de utilizar su divisa como arma de guerra, congelando las reservas en dólares de un país considerado "enemigo" en un determinado momento. Ya ocurrió con Afganistán, Irán, Cuba, Venezuela y, ahora con Rusia.


Todo lo anterior acabará teniendo incidencia en la financiación de los abultados déficits públicos americanos. Las necesidades de financiación del Tesoro estadounidense son considerables. El déficit público estadounidense en 2021 alcanzó los $2,1 billones (trillones americanos).

La Reserva Federal, que ha sido uno de grandes compradores de deuda durante los diez últimos años, ya ha anunciado que no comprará más bonos del Tesoro.

Adicionalmente, la tenencia de bonos del Tesoro por parte de inversores extranjeros se ha reducido porcentualmente en los últimos diez años. Aunque han aumentado su posición medida en dólares, el total de la deuda pública estadounidense se ha duplicado en los últimos diez años, lo que hace que el porcentaje de deuda en manos de inversores extranjeros haya disminuido. En la actual situación de prudencia por parte de los países no occidentales respecto a aumentar sus reservas en dólares, es difícil pensar que los inversores internacionales sustituirán a la Reserva Federal como compradores de mayores cantidades de bonos del Tesoro.

EE.UU. ha podido permitirse un aumento considerable de su deuda pública y un permanente déficit comercial con el resto del mundo gracias al papel del dólar como reserva global y divisa principal en el comercio internacional. La posición de preeminencia del dólar sobre el resto de divisas no cambiará de la noche a la mañana. No obstante, el recio muro del dólar presenta sus primeras grietas.

Quizás lo que le mata es su abultada deuda pública:


Para tratar de solucionarlo, el Gobierno de EEUU propuso ayer un impuesto especial a los ricos: Biden hará un tipo impositivo mínimo del 20% para los hogares con más de 100 millones de dólares. El impuesto afectará a las ganancias de capital no realizadas, así como a los ingresos, y supuestamente ingresará 360.000 millones de dólares durante la próxima década. Te cagas, menudo rejón…!!!

Abrazos,

PD1: La Madre Angélica dijo: “La humildad es la habilidad de ver a Dios en todas las cosas". Hay mucha gente que no ve a Dios en nada. Otros solo lo ven en la iglesia… Cuando lo tenemos en todo. No solo en la naturaleza preciosa que nos rodea, sino en la gente, en lo que nos pasa, en nuestro día a día… Hay que saber mirar para descubrirlo. Quizás nos falte humildad.

28 marzo 2022

duración de la guerra

Muchos tenemos una sensación de que la guerra está a punto de finalizar. Rusia se quedará con un cacho de Ucrania que era lo que quería en primer lugar, después de haber destrozado su capacidad militar y de convencerla de que no puede ser de la OTAN… Pero las consecuencias económicas van a durar, más tiempo del que nos imaginamos…

Larga Guerra Económica

Aunque la guerra militar en Ucrania finalizara rápidamente, la guerra económica con Rusia continuará durante un largo tiempo tras el alto el fuego permanente o el eventual acuerdo de paz. A día de hoy, parece una quimera pensar que Rusia renunciará a los territorios del Donbass y de Crimea. Por lo tanto, aunque finalicen las hostilidades militares, las sanciones impuestas sobre Rusia no se levantarán y seguirán en vigor posiblemente durante años.

Aunque desde Occidente se tenga la percepción de que existe una unanimidad casi mundial sobre la imposición de sanciones a Rusia, la realidad es otra. Las sanciones sobre Rusia están respaldadas por 52 países, entre ellos toda la UE, Suiza, Reino Unido, EE.UU., Canadá, Japón y Australia. Pero países tan relevantes como China, India, Arabia Saudita, EAU, Brasil, México o incluso Israel, no se han unido a las sanciones. Un total de 143 no han impuesto sanciones a la Federación Rusa, aunque muchos de ellos hayan condenado la invasión de Ucrania.

La tentación de los países occidentales, principalmente Estados Unidos, de imponer sanciones "de segunda ronda" a aquellos países que comercien con Rusia saltándose las sanciones impuestas por los países sancionadores podría romper el mundo en dos bloques, y crear una profunda crisis económica global.

China, a través de su ministro de AAEE, ha advertido a Estados Unidos: "No dañe los legítimos derechos e intereses de China en sus relaciones con Rusia". Además, ha adelantado que tomarían represalias en caso de aplicarse sanciones a China. "China se opone a sanciones unilaterales que carecen de legalidad internacional".

Países como India están aprovechando los bajos precios del petróleo y de otras materias primas procedentes de Rusia para abastecerse realizando los pagos en rupias indias. Adicionalmente, teniendo en cuenta que India es el principal cliente de la industria de defensa rusa, su dependencia de Rusia va más a allá de las importaciones energéticas. 


Rusia es uno de los principales exportadores de materias primas del mundo
. Su posición tan relevante en numerosas materias primas dificulta su sustitución en el corto plazo sin crear enormes distorsiones en cantidades y precios. Algunas de las posiciones de Rusia en distintas materias primas son las siguientes:

- Segundo mayor exportador de petróleo, siendo los principales importadores China, Alemania, Polonia y Países Bajos.

- Segundo exportador de gasolina y diésel, siendo los principales importadores Francia, Alemania, Turquía y Reino Unido.

- Mayor exportador de gas natural, siendo Alemania el principal comprador.

- Tercer exportador de carbón, siendo la UE y China los principales importadores.

- Responsable de casi el 20% de las exportaciones globales de fertilizantes, con destino Europa, Sudamérica y Asia.

- Segundo mayor exportador de platino y paladio, utilizado en la fabricación de catalizadores de los motores de los automóviles, siendo los principales clientes Estados Unidos, Reino Unido y Japón.

- Tercer exportador de acero.


Desde el punto de vista estrictamente económico, intentar aislar a Rusia del resto del mundo limitaría considerablemente el comercio mundial y supondría una presión considerable y prolongada en el tiempo sobre la inflación. Adicionalmente, implicaría imponer sanciones a terceros países por comerciar con Rusia, entre ellos a China, lo que agravaría considerablemente la situación económica global.

Por el contrario, si las sanciones sólo son aplicadas por los 52 países sancionadores y el resto del mundo sigue comerciando con Rusia, el principal perjudicado sería Europa, por su dependencia energética y de otras materias primas de Rusia.

Como esta misma semana decía el presidente de BlackRock, Larry Fink, "la invasión rusa de Ucrania ha puesto fin a tres décadas de globalización". Dios quiera que acabe pronto la cruenta guerra en Ucrania, aunque la guerra económica será larga.

Abrazos,

PD1: De esto se trata, de dar felicidad a los demás…, de ayudar en lo que podamos.




25 marzo 2022

riesgo de estanflación

Una inflación disparada que va provocando subidas de precios en otros bienes y servicios que se habían librado. Se juan con un atroz desabastecimiento por la guerra y la huelga de transportistas. La gente no consume por los nuevos miedos generados, y porque tiene menos renta disponible o cuesta todo un 7% más caro… Escenario catastrófico…

Esta madrugada parece que se estira el Gobierno y con 1000 millones de euros de subvención al gasoil y ayudas directas a transportistas, debe frenar esta crisis…

Pero la inflación está aquí para quedarse muchos meses más. El petróleo rebotó arriba y anda por los 116 dólares. Bajará cuando se acabe la guerra, o se quedará más arriba que antes, como suele ser habitual. Es lo que les mola a los que venden petróleo, que está cada vez más caro…

La guerra en Ucrania y los riesgos de estanflación

Con una escalada de la guerra, mayores aumentos de las materias primas y una espiral de precios y salarios, los escenarios de esta inflación serán mucho más probables

Desde mediados de 2021, las presiones inflacionistas en Europa y, sobre todo, en EE.UU. dieron lugar a un vivo debate sobre el riesgo de estanflación en las economías avanzadas. El consenso entonces era que el aumento de la inflación se debía a un crecimiento de la demanda agregada, avivada por políticas fiscales y monetarias sin precedentes para hacer frente a la covid-19, muy superior al de la oferta agregada, que se veía lastrada por cuellos de botella y disrupciones en las cadenas mundiales de producción. En la medida que el crecimiento previsto para 2022 de estas economías estaba significativamente por encima de su potencial y que se esperaba una progresiva desaceleración de los precios, como resultado de la retirada de estímulos de demanda y de la normalización de la oferta, la situación parecía estar lejos de un estancamiento de la actividad con persistencia de una inflación elevada o, incluso, creciente. Como escribía hace medio año, tanto en el terreno de la inflación como en el del crecimiento, las autoridades económicas en los países avanzados disponían de un amplio margen de maniobra en términos de políticas y de tiempo, para evitar errores y una estanflación en el futuro.  

Lamentablemente, este margen se ha estrechado considerablemente como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. Las disrupciones causadas por la guerra, las sanciones y el objetivo de reducir la dependencia a muchas exportaciones rusas (bien por seguridad en suministros o por boicots) han dado lugar a uno de los aumentos del precio de petróleo, del gas natural y de las materias primas, en general, más intenso de las últimas décadas. Se trata de una situación que guarda paralelismos con las crisis energéticas de los años setenta y la consiguiente estanflación, caracterizada por una inflación elevada y un bajo crecimiento de la actividad económica o, incluso, recesión.

El nivel de indexación es, en general, menor, de manera que los salarios pueden ser menos sensibles al aumento de la inflación, haciendo menos probable los efectos de segunda ronda, la generación de espirales de precios

Es cierto que la eficiencia energética ha aumentado de forma notable en las últimas décadas, por lo que los efectos de esta perturbación de oferta negativa no tienen que ser los de entonces. También lo es que el nivel de indexación es, en general, menor, de manera que los salarios pueden ser menos sensibles al aumento de la inflación, haciendo menos probable los efectos de segunda ronda, la generación de espirales de precios y la persistencia de la inflación. Además, los bancos centrales son más independientes que entonces (cuando la Reserva Federal se enfrentó al final de Bretton Woods) y guardan la experiencia de aquella época. Por esta razón, las expectativas de inflación a largo plazo han permanecido relativamente bien ancladas.  

En principio, un equilibrio posible podría ser que la guerra en Ucrania generase únicamente un cambio de precios relativos, tal que los del petróleo, gas y otras materias primas respecto a otros bienes y servicios quedaran de manera duradera por encima de los niveles de hace un año, sin que ello generase inflación más allá del ajuste inicial. En esta situación, alcanzado ese nuevo equilibrio, al cabo de un año la contribución de esos aumentos de precios a la inflación sería nula, de modo que el crecimiento de los precios sería transitorio y volvería a estabilizarse sobre su nivel de inflación subyacente.

Lo mejor es favorecer soluciones coordinadas y acuerdos (pactos) de rentas que limiten el crecimiento de los salarios y de los precios, en aquellos casos en los que esto sea posible, y den prioridad al mantenimiento del empleo

Sin embargo, para que esto ocurra, la sociedad debe aceptar esos nuevos precios relativos y la pérdida de poder adquisitivo de los países importadores de esas materias primas respecto a los exportadores de estas. El problema es que este equilibrio es difícil de alcanzar en economías descentralizadas, en las que las cadenas de producción no están integradas verticalmente y, por el contrario, requieren de la actividad de muchas empresas (incluso de muchos países) que intervienen en distintas fases, desde los suministros de materias primas hasta los consumidores finales. Esta producción en cascada facilita que en cada fase los agentes económicos, sean trabajadores o empresas, traten de mantener su poder adquisitivo y trasladarlo, en función de su poder de mercado, a los productores o consumidores en la siguiente fase. En estas circunstancias, lo mejor es favorecer soluciones coordinadas y acuerdos (pactos) de rentas que limiten el crecimiento de los salarios y de los precios, en aquellos casos en los que esto sea posible, y den prioridad al mantenimiento del empleo.

En los países con una larga tradición de este tipo de acuerdos nacionales (por ejemplo, los nórdicos y algunos del centro de Europa) o, en el otro extremo, con mercados más competitivos, el riesgo de que las elevadas tasas de inflación se terminen enquistando es más reducido.

En otros, como es el caso de España, veremos si este riesgo se materializa después de más de una década con bajas tasas de inflación. Por lo pronto, la reciente ley de revalorización de pensiones protege las rentas de casi una cuarta parte de la población frente al aumento de la inflación, al menos a corto plazo. Por lo tanto, la pérdida de poder adquisitivo que se evita a los pensionistas deberá ser absorbida por el resto de la población. Pero los sindicatos ya han afirmado que tienen como objetivo trasladar el mecanismo de mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones a los salarios públicos y privados. Su finalidad es mantener el nivel relativo de los salarios respecto al resto de bienes de consumo, incluidos aquellos más afectados por el aumento de las materias primas. Si alcanzan este objetivo, toda la pérdida de poder adquisitivo debería ser soportada por los beneficios de las empresas, y las rentas de propiedad y de autónomos. Algunas empresas y autónomos decidirían reducir su actividad, y otras aumentar sus precios o hacer las dos cosas al mismo tiempo. En términos dinámicos, esto se traduce en un menor crecimiento del PIB (particularmente de la inversión) y del empleo, y en un nuevo aumento de los precios, esta vez causado por los efectos de segunda ronda.

El riesgo es que cuando estos mecanismos se ponen en marcha pueden ocasionar espirales de precios como las vividas en los años 1970 y principios de los 1980. En estas circunstancias, el proceso se detiene cuando las tasas de desempleo aumentan y los tipos de interés de los bancos centrales se incrementan lo suficiente como para cortar esa espiral inflacionista.

Afortunadamente, estamos en condiciones de evitar que esto ocurra o, al menos, que lo haga con la intensidad suficiente como para que 2022 sea un año recesivo, siempre que una escalada de la guerra en Ucrania no lo impida. Dadas los efectos arrastre de las elevadas tasas de crecimiento de finales de 2021 y de principios de 2022, tanto la eurozona como España podrían soportar un par de trimestres con ligeras caídas de PIB trimestral (por ejemplo, de medio punto) y seguir creciendo en el conjunto del año uno o dos puntos por debajo de las previsiones anteriores a la guerra. Si se evitan los efectos de segunda ronda con los acuerdos necesarios, la política monetaria y fiscal pueden tener todavía margen de maniobra suficiente como para sortear escenarios más disruptivos, y contribuir con medidas redistributivas a minimizar el empobrecimiento ocasionado por la guerra de Ucrania. Por el contrario, con una escalada de la guerra, mayores aumentos de las materias primas, y una espiral de precios y salarios, los escenarios de estanflación serán mucho más probables.     

Abrazos,

PD1: Hoy el Papa Francisco nos ha pedido que recemos por Ucrania y Rusia de nuevo. Es una gran fiesta, día de la Anunciación de María (25 de marzo). Dentro de 9 meses justo nace el Señor. Aprovechando esta señalada fecha, esta tarde se consagra Rusia y Ucrania a María. Y se pide que ella acabe con el conflicto. Ya tenemos un buen motivo para rezar hoy… Se puede rezar u ofrecer todo lo que hagamos este día por esta causa. Tener el trabajo muy ofrecido y en presencia de Dios, es igual que ir rezando todo el día… Trabajar, ofreciendo nuestro esfuerzo en el trabajo (profesional y doméstico), es la mejor forma de rezar…

24 marzo 2022

dependencia rusa

Alemania ha dicho que ella no puede prescindir del petróleo y gas ruso, que no tiene otras alternativas en el corto plazo. Por eso le siguen dando dinero a Rusia y le seguimos financiando su guerra…

Putin, ha dicho que no va a vender el gas en dólares, que si quieren su gas que lo vende en su depreciado rublo. Es muy cuco, ya que eso significaría un coste mayor del gas, dado su debilitado rublo, e impedirá una devaluación adicional de su divisa…

El petróleo ha optado por subir más de precio, cotiza a 121 dólares, alejándose de los 100 dólares alcanzados hace unos días… ¿Quién quiere pagarlo en rublos…? Pobres de nosotros, pobres de los transportistas que se mantienen firmes en huelga…

¿Puede la economía funcionar sin petróleo ruso? Un decálogo describe cómo sería el nuevo orden global

La guerra de Ucrania deja cada vez más señales de un posible desacoplamiento del orden mundial que desligaría el ciclo de negocios de Rusia y China de la escala productiva occidental. Con la ‘entente cordiale’ forjada por Moscú y Pekín desde el inicio de las hostilidades comerciales de la Casa Blanca al gigante chino, en “terrenos inhóspitos e inimaginables hasta ahora”, según admitió el Kremlin días antes de su incursión armada contra su vecino más importante de la ex URSS, la suerte parece estar echada. El ‘decoupling’ supondría una transición energética en Europa aparentemente sin el gas ni el crudo rusos. Pero, ¿podría el Viejo Continente alcanzar la neutralidad medioambiental con fuentes renovables sin que colapse su sistema productivo? El escenario es poco probable, aunque no imposible. 

La guerra emprendida por Rusia en Ucrania ha sido un movimiento súbito e inesperado, pero de consecuencia impredecibles en el tablero de ajedrez del orden mundial. Tal y como se interpreta en la actualidad. O, para ser más precisos, se entendía hasta la invasión de Ucrania. Porque la larga siesta geoestratégica que siguió a la Guerra Fría -desde el 11/9 de 1989, fecha de la caída del Muro de Berlín hasta el 9/11 de 2001, con el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y el intento de estrellar otros dos aviones sobre el Capitolio y el Pentágono- y las tres crisis de índole económico-financiero (la bursátil de las punto.com de comienzos del milenio, el credit crunch de 2008 y la Gran Pandemia de 2020) que se han entrecruzado con posterioridad ha concluido. Hasta el punto de poder anticipar que la batalla por Ucrania ha empujado al planeta a un nuevo universo geoestratégico. 

Uno de los interrogantes iniciales de este viaje a otra dimensión es si el planeta será otra vez bipolar -con China y Rusia disputando la hegemonía a EEUU, sus aliados europeos, anglosajones y Japón y Corea del Sur, pese a haber sido enemigos irreconciliables durante la Guerra Fría- y si las materias primas y carburantes fósiles -de la OPEP + y del resto de productores de gas con un interés compartido con Moscú y Pekín- impedirán, con sus altos precios y dependencia, el salto hacia la neutralidad energética de las economías occidentales. Gail Tverberg, director de Energía Económica en el Space Solar Power Institute, muestra su escepticismo sobre una temprana era de autonomía energética en Europa en oilprice.com, un portal de análisis de commodities. Con un decálogo de posibles escenarios que harían probables, aunque difícil, la salud económica de la UE en una futura guerra económica entre dos mundos que, en cualquier caso, dejará precios anormalmente elevados y una reducción de los niveles de vida de la población global. En los que el dólar será la moneda de referencia en el lado de las democracias liberales -en plena crisis de identidad- con una divisa rival en el bloque ruso-chino y una sucesión de quiebras y defaults de países y una extensión de las deudas nacionales.      

1.- Colapso de la economía rusa. La contracción del consumo de energía por persona significa una reducción de la capacidad de compra individual de bienes y servicios. Horizonte en el que algunos mercados operarán mejor que otros. También en tiempos de paz global. A Rusia siempre le ha ido mejor en periodos de precios de combustibles fósiles elevados. Con la guerra ucrania en marcha, si Moscú transfiere sus exportaciones de petróleo y gas a China, dentro de un bloque común y amplio, podría alcanzar un estadio de progreso en su economía. Pero si el temor a una etapa de colapso, como la que sucedió a la desintegración de la Unión Soviética en 1991, el nivel de vida de su sociedad se hundirá sin remedio. El itinerario de consumo energético ha definido su historia reciente: creció con rapidez tras la Segunda Guerra Mundial, se mantuvo dinámica a lo largo de su trayectoria como rival de EEUU durante la mayor parte de la Guerra Fría -de 1965 a 1985- y descendió hasta colapsar en 1991. Nunca logró recuperar los niveles de comienzos de los años ochenta.     

2.- El temor de Putin a una caída del barril. La antesala de la declaración de quiebra del país. Si se atiende a la evolución histórica de los precios del petróleo ajustados a la inflación, es fácil de comprobar que un largo periodo de baja cotización precede a un colapso en países productores. A través de varios cauces de perjuicio. Desde la caída de fondos de reinversión que obstruirían la demanda productiva, hasta el descenso de los ingresos fiscales asociados a la industria. En los tiempos más recientes, este escenario ha acontecido desde 2013, con el precio más bajo del oro negro de 2014. Con la salvedad del valor negativo del barril en el mercado de EEUU al inicio de la crisis del Covid-19. “A menos que una hipotética fase de bajos precios pueda ser revertida de manera rápida, Rusia, como entidad política, podría entrar en suspensión de pagos con caídas exportadora de todos sus bienes y servicios”, explica Tverberg.    

3.- La relación tipos de interés-deuda. El precio del petróleo depende del equilibrio entre oferta y demanda. Pero también del vínculo deuda-tipos de interés. A mayor nivel de endeudamiento y menor encarecimiento del dinero, la cotización del crudo tiende a subir. En 2008, durante la crisis subprime americana, el barril registraba los 157 dólares ajustados a precios actuales, de 2020. Pero una vez la burbuja de la deuda estalló, el precio descendió hasta los 49 dólares. Y se deslizó a su punto más bajo cuando la Reserva Federal impuso su programa QE de compra de deuda y activos soberanos y corporativos con tipos de interés próximos a cero. La guerra de Ucrania surge con la Fed y los bancos centrales anglosajones subiendo tipos para contener la espiral inflacionista y alzas de deuda empresarial después de varios ejercicios de saneamiento al calor de las facilidades crediticias actuales. El energy crunch surgido en otoño, más visible en la Europa crudo-dependiente, cuando la economía salía del largo bienio de Gran Pandemia, con amplios planes de estímulo fiscal, ha tensionado los vencimientos de deudas. Incluso antes de la invasión, el Brent concluyó enero en 86,51 dólares por barril. El gas y el recibo de la luz habían endeudado ya a hogares y firmas empresariales e industriales.     

4.- Pérdida de capacidad de consumo e inversiones. La demanda interna se desajusta con alzas del petróleo. Salarios y capital de reinversión dejan de operar como en épocas de bajos precios del oro negro. Ocurre desde los años que precedieron a la crisis del petróleo de los setenta, en los que la adquisición de viviendas y automóviles era una constante. Pero cuando los costes de extracción empezaron a subir y se trasladaron los efectos de la recién nacida OPEP, la dificultad de mantener estables los precios fue una quimera. Y en la actualidad, esta trágica relación se ve aún más enrarecida por la conveniencia, por ejemplo, de adquirir vehículos eléctricos. Al menos a medio y largo plazo. O a financiar proyectos empresariales con mayores niveles de deuda a un precio del dinero más caro y con una carestía del petróleo de tres dígitos. 

5.- Nadie sabe hasta dónde podría llegar el valor del crudo. Ni del resto de combustibles fósiles; en particular, del carbón y del gas. De alcanzar los 300 dólares, como auguran voces del mercado como tope excepcional, la inclinación al uso de combustibles fósiles será patente. En términos de rentabilidad de las empresas extractoras. Contrariamente, si caen a 80 dólares durante algún tiempo más o menos prolongado, estas compañías podrían entrar en default, lo que supondría el epitafio de los combustibles fósiles. La lucha entre la Vieja Economía que ha manejado ciclos económicos desde hace siglos y los Green New Deals de sostenibilidad en EEUU y Europa creará una batalla colateral a la de Ucrania. La consecución de márgenes de beneficios suficientes para plantear estrategias de inversión fósiles en el futuro es la clave de su protagonismo en el actual periodo de negocios post-Covid. Rusia tratará de mantener el barril en torno a los 150 dólares. Aunque la incógnita es si China, el otro vértice del eje geoestratégico, y con la mayor demanda de energía global, lo permitirá. O recibirá algún tipo de contraprestación a cambio de su apoyo internacional. Porque podría no desear un decoupling con la economía estadounidense, de la que ha logrado tamaño, expansión y músculo tanto interno como exterior, en sus 50 años recién cumplidos de relaciones bilaterales.  

6.- Europa, sometida a la pinza de deuda y tipos de interés. Los socios del euros -y del resto del mercado interior- no pueden permitirse una navegación económica con un crudo bajo episodios de carestía casi permanente. Con alzas de tipos a la vista -aunque aún parece que no de manera inminente, sino más bien, a finales de año- la coyuntura complica su ecuación más compleja. En particular, porque los préstamos serán más caros, habrá menos liquidez en el mercado y la senda de la recesión parecerá entonces inevitable. Y fulgurante. Frente a China, el otro gran perdedor teórico de los daños energéticos colaterales de la Guerra de Ucrania. Aunque el gigante asiático, con sus recientes pactos secretos con Moscú, parece libre de trabas de abastecimiento. Además de por tener una amplia trayectoria de mayor eficiencia que Europa en el uso y gestión de bienes energéticos exteriores, una cultura social menos proclive al uso de calefacción en invierno -sobre todo, en las latitudes meridionales- a la que se une la utilización del carbón procedente de las plantas eléctricas del norte, que todavía aporta una porción muy superior a la europea en su mix energético. China puede hacer un uso más intensivo de combustibles fósiles que cualquier otra parte del planeta, según sus datos de consumo energético.  

7.- Rusia ha hecho más dependiente de su petróleo a gran parte del planeta. La intensificación de sus ventas de gas y crudo al exterior ha propiciado una mayor demanda de bienes y servicios energéticos rusos. Hasta el punto de ser el gran poder eléctrico global. Su suministrador habitual de materias primas. Lo que induce a pensar que la advertencia del almirante estadounidense Hyman Rickover en 1957 sigue de plena vigencia: “lo que los historiadores empiezan a llamar la Era de los Combustibles Fósiles nos adentra en una era de alto consumo para mantener el nivel de vida ciudadana, algo que también permite avanzar que cualquier interrupción o reducción del gasto energético per cápita revertirá la prosperidad individual y de los países”. Las actuales reservas empiezan a estimarse en función de si hay más o menos costes de extracción. Aunque dentro de la idea de que los recursos son limitados, claro. Pero este axioma ayuda a entender el grado de intensidad extractiva y de puesta en circulación de producción en el mercado. Con los consiguientes movimientos de cotización. Los costes unitarios no pueden sino duplicarse hasta 2050. Parece -explica Tverberg- una mala idea pensar que no tenemos responsabilidad sobre los descendientes futuros, que no tenemos que enterrar la Era de los Combustibles Fósiles. Es una narrativa falsa creer que el cambio climático puede esperar hasta 2100 para acabar con el uso de materias primas como el petróleo, el gas o el carbón. A lo que hay que sumar su dependencia productiva. En 2020, el 41% del gas natural exportado procedía de Rusia. Un componente clave en el mix eléctrico y en la determinación de sus precios.      

Pero no el único. Porque el diésel, creado en refinerías petrolíferas, es otro combustible con una clara amenaza de corte de suministro. Especialmente en Europa, que importa de Rusia entre el 50% y el 60% de las materias primas necesarias para su refino. Y que moviliza entre 4 y 6 millones de toneladas al mes en transporte marítimo. De nuevo, con visos de ser neutralizado por cuellos de botella derivados de la contienda bélica.

8.- Ucrania también aparece en el punto de mira energético. Porque el ataque parece perfilado en alguna medida para elevar el precio del petróleo y mantener la pinza con el gas para atenazar el titubeante ciclo de negocios post-Covid. Claramente, el factor esencial que aduce Vladimir Putin es la amenaza de proximidad de la OTAN. Pero también ha sacado a relucir la supeditación energética a Rusia, capaz de generar un colapso económico. A costa de la propia depresión de su sistema productivo, sometida al cerco de las sanciones occidentales. Pero la incursión militar en Ucrania deja traslucir otra queja de Moscú: la de su frustrante escasa cuota de comercio de bienes y servicios en términos globales. Quizás, el mayor de sus déficits como superpotencia. Si las represalias de EEUU y Europa no son efectivas, el motor de la economía mundial gripará y se precipitará al vacío. Porque la dependencia energética global de Rusia es demasiado importante como para que transite la neutralidad sostenible sin obstrucciones e ineficiencias. El sistema de energía es demasiado complejo como para conseguir ahorros y financiación suficientes como para que se impulsen son celeridad cambios profundos hacia las energías limpias. Las dudas no residen en si se debe emprender la hoja de ruta hacia las emisiones netas cero, sino en que precipitar sus pasos podría ser contraproducente. En especial, si hay un colapso de por medio.       

9.- Una crisis sin parangón como acicate de la revolución energética. Dentro de un nuevo orden mundial y con la economía hacia la debacle. Pero que acabaría con la dicotomía entre consumo energético y renta per cápita. A menos que alguien dé con la tecla de cómo generar prosperidad en economías que toleren precios fósiles tan elevados. El problema de este aterrizaje brusco en el terreno geopolítico y económico-financiero es que se instaurarían estrategias nacionales, con reformas de pensiones, de empleo y de estructura productiva propias. También energéticas y en el terreno del mix eléctrico, que podrían crear un mercado intermitente y demasiado volátil de carburantes fósiles que llevaría a fases de contracción del comercio internacional y a visiones económicas mucho más locales. 

10.- El mundo necesita más que nunca el petróleo americano. Es un factor determinante para evitar el colapso económico y el fulgor que preside el valor del crudo en los mercados y, al mismo tiempo, establecer un corredor de transición hacia las energías verdes que potencias como EEUU o Alemania -también gran parte de sus socios europeos, como España- están acometiendo con medidas como el fomento del vehículo eléctrico o la paulatina sustitución de los combustibles fósiles por fuentes renovables en sus mix energéticos. La alta dependencia germana del gas ruso es una señal de alarma visible de que los tempos energéticos deben transformarse en Europa. Pero no la única. EEUU, el mayor productor neto del planeta y con ingentes reservas estratégicas en estado latente, tiene en Rusia a su tercer importador de petróleo, con más de medio millón de barriles diarios. La Administración Biden, además, puede restablecer el flujo del Keystone XL, el oleoducto con capacidad de suministro de más de 830.000 barriles diarios y que viene a ser una cantidad similar a las compras estadounidenses de crudo saudí y ruso. Poner petróleo en el mercado procedente de EEUU aliviaría la situación de Europa. Al igual que está haciendo la Casa Blanco con el gas natural licuado. De igual manera que en los últimos quince años, según datos de BP Statistical Review, el gas americano ha pasado por encima del ruso, que aportaba en 2005 al mercado un 20% más que el estadounidense, pero que, en la actualidad, el americano rebasa en más de un 40% el que coloca Moscú.  

Porque varios analistas, como Diane Swonk, la economista-jefe en Grant Thornton, estiman que EEUU podría soportar seis meses con unos precios del petróleo en torno a los 100 dólares, pero que su ritmo de actividad, con la inflación en el 7,5%, la más alta en cuarenta años, podría gripar con un barril a 125 dólares, despertar el fantasma del desempleo y precipitar el PIB a un periodo de contracción.

Abrazos,

PD1: Me impresiona la generosidad de la gente. Conozco a una familia que ha acogido a 4 ucranianos… ¡Bien por ellos! Se van a ganar el cielo. Lo hemos hablado en casa y es complicado. Tenemos sitio, pero la incertidumbre de no saber los tiempos es muy elevada. Entrarían con facilidad, pero nunca se sabe cuándo nos volveríamos a quedar solos… Tengo que rezarlo y pensarlo más…