30 diciembre 2015

deudas y préstamos

Los resultados de las empresas empezaron a empeorar durante el tercer trimestre, ya que, si bien el ciclo de los tipos de interés está a punto de comenzar, el ciclo económico cuenta ya su séptimo año de recorrido. Los márgenes de las empresas se habían ampliado considerablemente hasta hace poco y alcanzaron niveles históricos, impulsados especialmente por la reducción de los costes salariales y la caída de los tipos de interés.
Ahora, la reducción de la tasa de desempleo empieza a fomentar una subida de los costes salariales, mientras que la evolución de los tipos de interés se convertirá en un factor negativo. Así, los márgenes de las empresas inevitablemente caerán, sobre todo si el dólar se aprecia. De ello se desprende que el motor de crecimiento que supone la inversión de las empresas se debilitará. ¿Podrá el consumo tomar el relevo?
La reducción de los costes salariales no impidió, hasta hace poco, un nivel de consumo muy resistente, aupado por una tendencia bajista de la tasa de ahorro y de los gastos financieros. Desde hace ya tres años, la tasa de ahorro se mantiene (el famoso «efecto riqueza» ya no funciona) y la confianza de los hogares (medida todos los meses por el Consumer Confidence Index del Conference Board) ha empezado a decaer desde principios de año.
Así, incluso con un ligero incremento de los ingresos medios, es muy poco probable que se produzca una aceleración del consumo en Estados Unidos. Por último el motor de las exportaciones es, en sí mismo, muy vulnerable en este momento. Dado que la ralentización de la actividad industrial china sigue su curso, las empresas se ven obligadas a liquidar el excedente de capacidad en forma de exportaciones baratas, lo que refuerza la presión sobre los volúmenes de negocio de los exportadores estadounidenses.
Esta perspectiva mundial no se refleja actualmente en el índice S&P 500 (que se mantiene en el 2%, uno de sus niveles más altos). Una de las principales razones es que la ingeniería financiera, y especialmente los importantes programas de recompra de acciones, han seguido inflando los beneficios por acción.
La anunciada subida de los tipos de interés —que tendrá como telón de fondo un endeudamiento neto de las empresas estadounidenses que ha aumentado un 80 % en tres años, de los 1,5 billones de dólares de 2012 a los casi 2,8 billones actuales—, pesará inevitablemente sobre el estímulo que suponen los beneficios por acción.
Según las últimas estadísticas disponibles, el cuarto trimestre debería confirmar la continuidad de esta mejora. No obstante, existen cada vez más motivos para prever una desaceleración de la zona del euro en los próximos trimestres.
Efectivamente, la drástica depreciación del euro, el desplome de los precios energéticos, la leve reducción de las políticas de austeridad presupuestaria y la mejora de la confianza empiezan a ver truncados sus efectos, mientras que el contexto mundial se torna menos favorable.
Al mismo tiempo, el aumento de la concesión de préstamos bancarios, que empezó a mejorar a partir de febrero de 2014, apenas logra hoy superar el ritmo anual del 1% e incluso ha vuelto a caer al 0,4 % en octubre.
El billón de euros en concepto de préstamos con intereses de demora que aún siguen presentes en los balances de los bancos europeos obviamente está ahí por algo.
Francia e Italia son los dos últimos países que han mostrado esperanzadores indicios de reformismo pero, por ahora, sin ningún efecto notable sobre el ritmo de inversión, que sigue en niveles muy débiles.
Ahora le toca a Mario Draghi  utilizar de nuevo el arma de la depreciación del euro para tratar de impulsar las exportaciones y estimular un poco la inflación. Ante el ciclo económico mundial y las presiones deflacionistas que intensifican la ralentización del universo emergente, no deberíamos hacernos demasiadas ilusiones sobre el efecto de estas medidas.
La bolsa española cierra hecha una caquita, después de un año que, a pesar de haber estado alentada por la subida de los mercados europeos, llena de estímulos financieros del BCE, a pesar del fuerte crecimiento del PIB español, las dudas han sido tan grandes que termina el año por debajo de cómo arrancó…
El futuro sigue muy impredecible y prefiero seguir evitando España hasta que se vislumbre algo de sentido común y sensatez. ¿Qué va a ser de nosotros? Están enrocados y no ven más allá de sus narices…
En EEUU las cosas han pintado flojas, frente a lo logrado en años anteriores. Pero sorprende ver esos resultados acumulados tan boyantes. Esos miedos irracionales que se tienen al invertir en bolsa se quitan cuando ves que a pesar de un año malo, lo normal es tener muchos años buenos…
Esta es la comparación desde 1995 entres el SP500 (^GSPC), esas grandes corporaciones americanas, y el IBEX:
Buena entrada de AÑO NUEVO!!! Un fuerte abrazo,
PD1: En la Misa del Gallo, el Papa abogó por la sobriedad: “En una sociedad frecuentemente ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo, Dios nos llama a tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante
Y siguió diciendo: “Ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia, que extraemos cada día del pozo de la oración
No se puede decir nada más mejor. ¡Qué buenos propósitos, sobriedad, sencillez, compasión, misericordia, piedad, para este año 2016 que llega!

29 diciembre 2015

industria en España

Para que España se reindustrialice, hace falta hacer cosas, no esperar a que otras empresas las hagan antes… De nuevo, Emilio Ontiveros lo clava:

Digitalización industrial en España

Las políticas para crear empresas son las que van a afianzar el patrón de crecimiento

La sostenibilidad de la recuperación de la economía española depende en gran medida de que las exportaciones mantengan la firmeza que las convirtió en uno de los factores determinantes del abandono de la recesión. También han sido cruciales, como es lógico,para que el sector exterior dejara de drenar posibilidades de crecimiento como lo hizo hasta bien entrada la crisis. La continuidad de su dinamismo no está, sin embargo, garantizada.
No les falta razón a quienes consideran que si los propulsores externos —el abaratamiento de las materias primas, la política monetaria expansiva y la consiguiente depreciación del euro— se debilitaran, o los salarios españoles repuntaran, el sector exterior volvería a convertirse en un problema. Quizás no tanto como lo fue en los años de expansión del crecimiento previos a 2007, dado que parte del aumento en la propensión exportadora —la ampliación del censo de empresas vendedoras al exterior, la diversificación de bienes y destinos de las exportaciones— observada durante los últimos años ha podido arraigar. Pero también es fácil convenir que en ausencia de mejoras en la composición tecnológica de las exportaciones de bienes, las vulnerabilidades volverían a ponerse de manifiesto.
En estos últimos años el esfuerzo inversor por mejorar el capital tecnológico no se ha puesto de manifiesto. Acabamos de conocer los datos del INE sobre la inversión en I+D en el pasado año. Han vuelto a ser decepcionantes: el 1,24% del PIB es inferior al de 2013, mucho más que las asignaciones de otras economías avanzadas, e incluso de algunas emergentes. Y en esas condiciones es difícil sostener crecimientos de las exportaciones y contención de las importaciones a medio y largo plazo como sería necesario. En mayor medida cuando la observación de lo que está ocurriendo en la industria global subraya más que nunca la importancia de la dotación tecnológica.
La creciente extensión de la digitalización resume gran parte de esas tendencias. Puede sonar algo exagerado, pero ya se habla de la “cuarta revolución industrial”, para caracterizar al conjunto de transformaciones asociadas a la digitalización del sector manufacturero. “Industria 4.0” o “Industria inteligente” son denominaciones alternativas para describir esa misma tendencia de extensión de la digitalización en las manufacturas. Una verdadera transformación del sector de la que quedar rezagado en su asimilación puede significar la exclusión.
Se trata de una nueva fase en la extensión de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC). De la explotación innovadora de ese binomio fundamental constituido por el cumplimiento de la Ley de Moore —el aumento de la capacidad de computación— y de la Ley de Metcalfe —la extensión de las redes, y más concretamente de la conectividad— que siguen amparando las transformaciones económicas propiciadoras de ganancias de productividad y, desde luego, de fortalecimiento de la adecuación a la demanda. Están en lo cierto quienes tras la extensión de la digitalización en la actividad empresarial anticipan una nueva fase competitiva, de extensión verdaderamente global y, con ello, una suerte de aceleración en las tensiones darwinistas en algunos sectores, con potenciales alteraciones en los liderazgos industriales.
La transformación más explícita en las manufacturas es la mutación de productos convencionales en servicios. La combinación de buenos productos con la oferta de servicios digitales asociados. Un número creciente de manufacturas se encuentran conectadas inalámbricamente, generando datos que a su vez nutren nuevos servicios. El valor asociado a estos puede llegar a ser superior al de los productos originales. Es una de las consecuencias del “internet (en este caso industrial) de las cosas”. En algunas de las notas técnicas elaboradas para ADEI ( http://observatorioadei.es/), las amparadas bajo el enunciado de “Digitalización y sectores productivos en España”, se reflejan avances y el potencial en distintos sectores —agroalimentaria, automoción, medios de comunicación, comercio minorista, turismo— esenciales en la industria española para que sus producciones sean más “inteligentes”. La transversabilidad de la digitalización, su impacto en todos los sectores productivos y en todos los subsistemas empresariales son evidentes. Como lo es la generación de nuevos modelos de negocio o, en definitiva, la contribución a la regeneración empresarial mediante la aceleración de la “destrucción creativa” o el aumento de la competitividad. Convertir la disposición de esas ventajas en prioridad es una condición necesaria para la supervivencia de la base industrial de cualquier economía. En el caso español, la importancia del sector de la automoción, por ejemplo, obliga a tomarse en serio esa intensificación digital.
Un contraste internacional de la extensión de la digitalización en nuestra industria lo proporciona el DESI (Digital Economy and Society Index), un índice compuesto que reúne indicadores considerados relevantes sobre la inserción en la digitalización competitiva. Son cinco las dimensiones que incorpora: conectividad, capital humano, uso de internet, integración de tecnología digital y servicios públicos digitales.
Al igual que ocurre con otros indicadores que miden la inserción en la economía del conocimiento, la clasificación está encabezada por las economías nórdicas. España ocupa la posición 14ª, con puestos más rezagados en conectividad y capital humano. La primera mide el despliegue de infraestructuras de banda ancha y su calidad. El factor más específico de “Integración de la tecnología digital” mide la digitalización de la actividad empresarial así como su explotación en el canal comercial. Se trata de una condición para aumentar la eficiencia agregada, para conectar mejor con los clientes y colaboradores. El último factor constitutivo de ese índice, pero no el menos importante, es la existencia de servicios públicos digitales que además de eficiencia aportan servicios adecuados a los ciudadanos. A la verificación de que son las economías más avanzadas de Europa las que encabezan todos esos indicadores se añade la del avance de economías menos desarrolladas que la nuestra, con vocación de asumir localizaciones de industrias pujantes.
Son indicadores complementarios de otros igual de relevantes como los que incorpora el Doing Business, en el que España aparece todavía en la posición 33ª en la última edición. De este se ha hecho una edición especial para las Comunidades Autónomas españolas. Este estudio particulariza la constitución y puesta en marcha de las empresas en el sector industrial y los resultados no son precisamente alentadores. La dispersión territorial de resultados es en cierta medida tranquilizadora: significa que no existe una maldición específica sobre la economía española que obligue, por ejemplo, a retrasar la creación de empresa. Algunas Comunidades Autónomas han conseguido agilizar los trámites y la duración para constituir una empresa, demostrando que es posible si hay voluntad política.
Son esas actuaciones, las orientadas a facilitar la natalidad empresarial, pero también a garantizar la supervivencia exitosa mediante la asimilación de dotaciones tecnológicas necesarias, las que han de confirmar la mejora del dichoso patrón de crecimiento de la economía española. No se trata de cambiar ningún modelo, ni siquiera la estructura sectorial de la producción española, sino de facilitar que la generación de ganancias de productividad se ampare en ventajas competitivas adicionales al coste de factores circunstancialmente reducidos. Se trata, en definitiva, de observar las mejores prácticas en economías de nuestro entorno, donde la capacidad para competir globalmente es compatible con la distribución razonable de la renta. Ambos elementos, producción más eficiente, más intensiva en tecnología y menor desigualdad, son hoy condiciones básicas para la estabilidad y cohesión en las modernas economías.
Abrazos,
PD1: Mi hija pequeña Rosario, de nueve años, que todavía cree en los Reyes Magos, escribió una carta, la metió en un sobre y la cerró. Nos pidió que la echara al correo. Conseguimos abrirla y nos llevamos una gran sorpresa: Después de decir que había sido buena, decía que solo quería dos cosas:
1- Un hámster, con su jaula y comida
2- La paz del mundo
Se despedía dando las gracias y diciendo que se iba a seguir portando bien…
Pasmado me quedé. A mi mujer se le saltaban las lágrimas. Horrorizado ya que cómo le hago saber que lo segundo no se puede comprar, sino que se consigue día a día, entre todos, desde la casa de cada uno.
Además, no nos quiso decir lo que había pedido, quería que fuera un secreto entre ella y los Reyes Magos. (Como varios de los que leéis esto la conocéis, no le digáis nada).
Hablamos con ella, y en connivencia con su hermana María, le sonsacamos lo del hámster, que nos tenía muy preocupados también… Qué asquet!!! Conseguimos convencerla de que lo cambiara por peces para el acuario que tenemos abandonado en el trastero. Le sugerí algún juguete pero, con 9 hermanos, tienen tantos, son todos iguales…
De lo segundo, de la paz del mundo, no nos dijo ni pío. ¿Qué le ponemos, qué hacemos? ¿Alguna sugerencia?

28 diciembre 2015

dónde tenemos la pasta los españoles

Interesante saber lo que hacen con sus perras las familias españolas: http://www.inverco.es/archivosdb/1506-ahorro-financiero-de-las-familias-espanolas.pdf
Te copio unos cuantos gráficos que me parecen esclarecedores y muy sorprendentes:
Hubo una subida muy importante de los activos en los años de la bonanza, que después se estancaron y ahora vuelven a crecer tras la reducción de las deudas…
Se sigue invirtiendo de manera similar, en los bancos a través de depósitos (y eso que no dan apenas nada), en acciones en directo (uff) y ha vuelto a subir aunque muy tímidamente de la gestión colectiva profesionalizada como son los fondos de inversión y la desgravación en pensiones…
Me sorprenden. Sigue habiendo tan poca cultura financiera. Me desgañito a escribirte todos los días, trato de formar a mi entorno, pero al final, el conjunto de los españoles tienen unos activos que me dan miedo. ¡Qué difícil es cambiarle las costumbres a la gente! ¡Qué mal se invierte en España, con lo que cuesta ahorrar…! Y todo esto al margen de los timos que ha habido en el sistema bancario español… La gente no escarmienta!!!
Abrazos,
PD1: Ahora, igual que hace 2015 años…

23 diciembre 2015

Feliz Navidad

Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo

lo que dicen de España...

Paul Krugman escribe en el New York Times sobre el caso español, y remarca que la política de devaluación interna es muy dolorosa, como bien sabemos aquí. Incide en que se hicieron políticas de ajuste al principio, pero seguimos con un déficit estructural brutal, es decir dejando a muchos años vista el pago de gastos corrientes actuales… ¿Es justo que nuestros hijos tengan que pagar lo que nos hemos gastado estos años en sanidad, en sueldos y salarios de los funcionarios, en chuminadas varias, al monetizarlo en papelitos llamados bonos del estado que se prolongarán en el tiempo? Pues claro que no.

Adjustment in the Euro Area

The crisis in the euro area — as opposed to the broader global financial crisis — began in late 2009. It’s still far from over. But some of the hard-hit peripheral economies, notably Ireland and Spain, are finally growing again. So how should we think about such recoveries, and how do they fit into an overall picture of the single currency’s performance? I thought it might be useful to walk through how I understand the situation, illustrating the argument with data from Spain, which I think of as the quintessential euro-crisis country — a country that didn’t commit any obvious policy sins, but was whipsawed by huge inflows of capital that suddenly reversed. (All data are from the IMF World Economic Outlook database.)
First, a reminder of just how bad it has been, and how far we still are from full recovery:
Notice that at this point Finland — which is suffering from an idiosyncratic shock to its export industries rather than a sudden stop in capital inflows — is doing as badly as much of southern Europe. This is a reminder that the euro system creates huge problems for adjustment everywhere, that this isn’t a one-time problem.
But how would we expect countries to respond to adverse shocks? Contrary to what many people seem to believe, Keynesian-type analysis doesn’t say that countries can never recover without devaluation and/or fiscal stimulus; on the contrary, as I pointed outmore than three years ago, it predicts a gradual recovery through internal devaluation — that is, a depressed economy will cause low or negative inflation, gradually improving competitiveness against other members of the currency union, and rising net exports should drive growth as long as they’re not offset by ever-tighter austerity.
Spanish experience since the euro was created in 1999 does indeed suggest that a depressed economy holds down inflation:
And internal devaluation has slowly improved competitiveness (as measured by relative GDP deflators) against the European core:
What about austerity? Spain did a lot of tightening in the first few years of the euro crisis, but not much since then:
So we would expect, other things equal, to see Spain experiencing faster growth than the rest of the euro area at this point, as internal devaluation improves competitiveness while fiscal policy is no longer tightening the screws.
The question then is, does this constitute any kind of vindication of either the euro or the austerity regime? As you might guess, I’d say that the answer is a clear no. Yes, adjustment can take place even with a single currency; but it’s a very slow and painful process. Yes, growth can resume once you stop imposing ever-harsher austerity; also, if you repeatedly hit yourself on the head with a baseball bat, you will feel better when you stop.
What is true is that the single currency isn’t totally unworkable. It’s just extremely costly.
And on an intellectual level, basic macroeconomics continues to account pretty well for European developments. There’s nothing in recent experience that should shock a Keynesian or cause deep self-doubt.
Abrazos,
PD1: Es problema español es que no tenemos dinero y actuamos muchas veces con esa presunción de que somos ricos…
Esto es lo que somos: Renta per capita:
Hay mucha desigualdad entre los socios de la UE…
Y dentro de España hay mucha desigualdad también… Cuántas veces te he hablado de las dos Españas… Todo sigue igual:
PD2: Infraestructuras: hemos hecho de todo pensando que éramos ricos y ahora hay que pagarlas:
Seguimos dale que te pego al AVE…, siendo conscientes de que no podremos pagar ni el mantenimiento…
¿Volverá a ser la construcción el motor de la economía española? Lo dudo:
PD3: El turismo va muy bien, pero aporta tan poco al total de la economía…, que no nos salva.
PD4: Seguimos con un déficit estructural negativo, es decir, seguimos pasando a deuda pública gastos corrientes (sueldos y salarios, gastos de sanidad y educación…), que se convierten en bonos y se pagarán de forma perpetua (nuestros nietos van a seguir pagando lo que hemos gastado estos años). ¿Cuándo se va a corregir?
PD5: Y como no se reduce el gasto público, se cuadra vía impuestos. Nos tienen fritos…
Y no cuadran las cuentas ni por esas…
PD6: Al final, todos son deudas. Mira la evolución desde 2007 hasta el último dato de 2015:
Mira España, mira Alemania…
Y muchos optan por largarse:
¡Qué pena esa mano de obra cualificada que se larga a buscarse las castañas por ahí, a dar lo mejor de sí a otros!
PD7: Y es un camelo que nos salvan las exportaciones. Se vuelven a ir para atrás, y el crecimiento se basa en el consumo, de nuevo. Mismos errores, mismo modelo. ¿Qué pasa si la gente percibe más incertidumbre y gasta menos? Pues para atrás…
PD8: Hay que ser valientes. Hay que tener esperanza y fe, pero hay que ser muy valientes…

22 diciembre 2015

paliativos para la economía española

La Gran Coalición PP-PSOE es la solución, sólo si quisieran… Me entretuve ayer viendo el careto de los 350 nuevos diputados por si se me ocurría alguno para presidir el Gobierno de España, pero no me satisfacía lo que veía. Me sorprendió que conozco a muy pocos… Detrás de las grandes figurines políticos hay personas que no son públicas, ya que sus jefes no quieren que les hagan sombra. ¿Habrá algún tipo listo que nos sirva, alguno que brille por encima de la media, que esté limpio de corruptelas, que no haya dicho, o escrito, muchas tonterías? Quizás…, aunque es muy poco probable. La mayoría son bastante mediocres.
Pensé en Angel Gabilondo como posible hombre de consenso entre PP y PSOE, muy independiente, brillante, y muy listo... Pensé en Manuel Pizarro como alternativa pepera… Busqué entre empresarios y se me ocurrieron varios: Pablo Isla (consejero delegado de ZARA), Juan Roig (Presidente de Mercadona), ¿tragarían los políticos metiendo a gestores de reconocido prestigio? ¿Tragarían Sanchez y Rajoy en irse a sus casas y dejar la "cosa pública" a otros? Dudo que Soraya sirva, no a los ojos de los socialistas, para una "gran coalición"…
Recomendaban en las redes a Bertín Osborne por su afinidad con los candidatos… ¡Ja, ja!
¡Quiá, tenemos un problema, y de los grandes…!
No reconocer la crisis cuando vino le fue muy mal al PSOE. No reconocer y atajar la corrupción cuando se desmandó, hace dos años, no dimitir y dejar a otro, fue un grave error para Mariano. No regenerar la democracia cuando el 15M, ningunearlos, provocó que tengamos ahora al temido "Podemos" y una España ingobernable. Gracias PP, os debemos haber llegado hasta aquí. ¿Por qué no se largan a sus casas y dejan a otros, porfa please? ¿Dónde están los tecnócratas que aglutinen a los políticos y les saquen de su ceguera? Quiero gestores públicos, no más políticos…, no sirven, no funcionan.
Faltan dos meses. Rajoy está fuera y no debe tardar en irse. Hay tanto por hacer, tanto que pactar. ¡Qué tentación para el PP convocar elecciones de nuevo! ¿Se la jugarán? No deberían, ya que puede haber más sorpresas, o que salga lo mismo. Y Sanchez, ¡qué tentación ser Presidente con los populistas! Ojalá haya sensatez y se larguen los dos, o los echen sus compis de una vez.. Las alternativas son desastrosas y lo van a recoger los mercados españoles, sin duda… Habrá más deuda, más déficit, más paro, menos crecimiento, más pobreza… ¡Qué mierda de país estamos dejando a nuestros hijos tras ZP y Rajoy, qué desastre!
Son tantos los engaños que hemos sufrido, tantas mentiras, tantos intereses partidistas… Los políticos siempre pensando en sus intereses y no en los de España, o los de nuestros hijos y nietos.
Los cuidados paliativos son los que hay que hacer a los que se van a morir, o tienen muchos dolores. Este es un buen resumen de los problemas de España y los cuidados paliativos que necesita. No estarás de acuerdo al cien por cien, yo tampoco, pero es lo que hay que acometer…, el que venga lo tendrá que hacer. Te recomiendo su lectura:
Si nos ponemos a pensar podrían salir más, pero pienso que estos son los principales problemas que hoy tiene, que hoy soporta la economía española; problemas que la frenan y limitan. Y lo peor: en la mayoría España no puede hacer absolutamente nada para solventarlos o reducirlos.
Estos trece problemas son:
1 – Una estructura de PIB sustentada en el medio y bajo valor añadido.
2 – Un modelo productivo intensivo en factor trabajo de una cualificación real requerida media reducida.
3 – Una baja productividad por persona ocupada.
4 – Un crecimiento desequilibrado y sesgado.
5 – Una deuda total impagable que origina unos intereses que drenan recursos a otros usos necesarios o imprescindibles.
6 – Una tasa de actividad reducida.
7 – Una oferta de trabajo muy superior a la demanda de trabajo existente.
8 – Unos compromisos de déficit que incluso suponiendo el cumplimiento de las muy optimistas previsiones de crecimiento del Gobierno, se demuestras incompatibles con la realidad.
9 – Una Seguridad Social insostenible.
10 – Una parte de la población que o bien ya se halla excluida, o tiende aceleradamente hacia la exclusión.
11 – Una administración territorial que no responde en absoluto a cuestiones económicas ni a razones técnicas.
12 – Un sistema fiscal perverso que combina una presión fiscal reducida con un nivel de fraude fiscal muy elevado que, como consecuencia, origina una crónica insuficiencia recaudatoria en un entorno de un muy elevado nivel de economía sumergida.
13 – La dependencia, de esas previsiones gubernamentales, de factores sobre los que España en nada puede influir: bajos precios del petróleo, tipos de interés muy reducidos, depreciación del euro.
1 – Una estructura de PIB sustentada en el medio y bajo valor añadido. Turismo, construcción, automóvil,  … 
Pero no un turismo de un alto nivel de gasto medio por día de estancia; tampoco una construcción de valor elevado sino fundamentalmente orientada a la vivienda media con muy escasa innovación (y no porque no haya empresas constructoras preparadas y potentes, que va, las hay, como lo demuestran sus realizaciones en otros países, realizaciones que son PIB en esos otros países); no una industria del automóvil que ensamble vehículos de alto y muy alto valor añadido (una industria en la que todos sus centros de decisión se hallan fuera de España).
A la vez una estructura de PIB prácticamente vacía de grandes compañías que generen economías de escala y sinergias. Y con un escasísimo número de compañías que dediquen una parte significativa de sus beneficios a I+D+i+d tanto de forma individual como en colaboración con otras empresas como con los muy buenos departamentos técnicos, que los hay, en las universidades españolas.
Todo ello da lugar a un esquema que pone de manifiesto una situación limitada, topada por la realidad; una situación que imposibilita ir a más y que predetermina un tope imposible de superar.
2 – Un modelo productivo intensivo en factor trabajo de una cualificación real requerida media reducida. 
Hasta la Reforma Laboral del 2010 – 2012, y desde siempre, la vinculación entre PIB y ocupación era más que total: cuando el PIB aumentaba lo hacía el empleo, y al revés, pero en ambos casos de forma potenciada, como sobreactuando.
La Reforma Laboral en parte ha acabado con ello, pero a costa de precarizar el mercado de trabajo, de reducir el poder adquisitivo de los salarios, facilitar, de abaratar el despido, … Ya no hace falta crecer al 2% o al 2,5% para generar ocupación, pero a cambio la ocupación que se crea es precaria y sobre remunerada; e independiente, en muchos casos, del nivel de cualificación de la persona.
Se establece un círculo vicioso: como en numerosísimos casos la estructura del PIB español no justifica –no compensa– la inversión necesaria para aumentar la productividad porque el valor de lo fabricado no compensa el proceso inversor, la competitividad española ha estado basada, mientras se pudo, en las devaluaciones de la peseta y, ahora, desde la Reforma Laboral, en la minusvaloración de los costes salariales. Lo que degrada las cotizaciones sociales, el consumo y la recaudación impositiva.
3 – Una baja productividad por persona ocupada.
En España, la productividad por hora trabajada es reducida: mientras que, de media, en cada hora trabajada en España se generan 32,1 €, en Noruega se generan 69,6; en Dinamarca 57,4; 45,8 en Holanda, 45,6 en Francia, … Como resumen baste un dato: el PIB por hora trabajada de España en el año 2005, uno de los años de la fase del 'España va bien', equivalía al que Suecia mostraba en … ¡1973!. Esta menor productividad tiene un origen muy claro y ya anticipado en el punto anterior y una consecuencia terrible.
Como en España la competitividad hoy se consigue y/o aumenta despidiendo trabajadores, reduciendo costes salariales y recurriendo al empleo a tiempo parcial, el aumento de productividad que se obtiene a través de la reducción de plantilla no supone una mejora del valor de lo fabricado, por lo que el recurso a los descensos salariales y al subempleo es inevitable.
Es un esquema consecuencia de un modelo productivo generador de bajo valor, por lo que al ser reducido el valor unitario obtenido no permite –ni compensa– invertir para pasar de una ganancia de productividad sucia a una limpia a fin de mejorar el valor añadido generado.
La consecuencia es evidente: en un mundo en el que la eficiencia es ya el referente en todos los sectores, y al requerir el aumento de la eficiencia cantidades ingentes de inversión y mejoras continuadas de los sistemas organizativos, un creciente número de actividades económicas en España se irán tornando menos y menos productivas –es decir, menos eficientes– a medida que se vaya agotando el 'efecto reforma laboral', por lo que la competitividad española tiende al estancamiento.
4 – Un crecimiento desequilibrado y sesgado.
El crecimiento económico en España, ni es uniforme ni general. La economía española se halla basada en la actividad de unos subsectores concretos, subsectores que se hallan localizados en áreas geográficas determinadas, lo que dibuja un mapa económico español distorsionado: junto a los 31.004 euros a que asciende el PIB pc de Madrid, o los 29.683 del de Euskadi, conviven los 18.307 de Castilla la Mancha y los 15.752 de Extremadura.
Lo anterior va acompañado –lógicamente– de un hecho que refleja la realidad económica española. Igualando a 100 el PIB pc medio de la UE 28, el de España alcanzaría un valor de 93, el de Francia 107, 130 el de Holanda, y para ir más allá de la UE, 179 el de Noruega. Evidentemente hay países que tienen un PIB pc más bajo que el de España pero, ¿es el objetivo compararnos con economías más-peores que la española?
PIB y PIB pc, con todos sus problemas, son dos indicadores que reflejan una realidad española insuficiente, desequilibrada y sesgada y que predetermina una situación que limita el abordar acciones para revertir esa situación. Es un círculo vicioso del que, tal vez, sea imposible salir.
5 – Una deuda total impagable que origina unos intereses que drenan recursos a otros usos necesarios o imprescindibles. 
Es una herejía: decir que España no puede pagar lo que debe, pero pienso es una de las escasas cosas que es objetivamente incuestionables. España tiene una deuda total que supera los tres billones de euros de los que aproximadamente la mitad están en manos de inversores extranjeros, de hecho España es, después de USA, el segundo país, en términos relativos, con más deuda exterior del planeta. De esos tres billones un tercio corresponde a la deuda pública, de tal modo que los intereses de esa deuda es la tercera partida del presupuesto de gastos: unos 33 mM€. Bien, pues todo eso no se puede pagar pero es pecado mortal decir tal cosa.
La deuda pública absorbe recursos de todos para pagar los intereses que genera y al ser pública deberá ser amortizada por todos –a 23.000 euros asciende la parte alícuota  que le corresponde a cada española y cada español de la deuda del Estado, incluidos los bebés que acaban de nacer– pero, ¿de dónde van a salir esos recursos para pagar esa deuda?.
El negocio de las deuda públicas se halla en los intereses que generan: si España no ha tenido hasta ahora problemas para refinanciar su deuda se debe a que ha satisfecho puntualmente los intereses, pero eso drena recursos para realizar inversiones públicas y gasto social. Es un tema tabú, pero la realidad está ahí aplastando la economía.
6 – Una tasa de actividad reducida.
Recordemos que la tasa de actividad es el cociente entre la población con una edad comprendida entre los 16 y los 65 años que manifiesta que desea trabajar y el total de la población con ese rango de edades que no tiene ningún impedimento que le imposibilite trabajar; pues bien, España tiene una tasa de actividad más reducida de Europa: el 59%. En comparación Dinamarca y Holanda la tienen del 65% y Suecia del 64%.
Una reducida tasa de actividad supone que no todas las personas que podrían trabajar desean hacerlo, los motivos básicamente son dos: que no lo necesiten, que crean que no lo necesitan o que piensen que no vale la pena en base a las condiciones laborales ofrecidas ya que tienen su vida más o menos resuelta, o que no tengan incentivos para querer trabajar. Pero una reducida tasa de actividad implica que lo es la población activa, por lo que la tasa de desempleo queda influida por la tasa de actividad.
España tiene una tasa de desempleo que es, tras la de Grecia, la más elevada de Europa (ya: habría que considerar la ocupación en negro, la sumergida, pero también habría que tener en cuenta el subempleo): el 22,2%. En comparación con los países anteriores, la tasa de paro española es monstruosa: Dinamarca: 6,3%; Holanda: 6,8%; Suecia: 7,3%.
Es decir, España tiene una elevadísima tasa de desempleo que acompaña a una tasa de actividad muy reducida. Si España tuviese una tasa de actividad en línea con Dinamarca y Holanda, ¿qué tasa de desempleo tendría?. En otras palabras: el desempleo en España se ve 'beneficiado' porque la población activa es baja y se halla en descenso por la emigración y por el retorno de inmigrantes a sus países de procedencia.
Es muy  negativo y a la vez muy significativo que España tenga una baja tasa de actividad ya que pone de manifiesto que existen escasas posibilidades de empleo para las personas desempleadas y para los jóvenes que se van incorporando al mercado de trabajo.
7 – Una oferta de trabajo muy superior a la demanda de trabajo existente.
España: 22,2% de paro, 15% estimado de subempleo, el 64% de los desempleados llevan más de dos años sin trabajo, y eso con la tasa de actividad que España tiene. El problema es simple: no hay demanda de trabajo para absorber la población activa existente y mucho menos para la población cuya edad le permitiría convertirse en población activa. La consecuencia inmediata de eso es que España está condenada a tener una tasa de desempleo estructural muy, muy elevada: de entre el 16% y el 20% según diferentes estimaciones para cuando la situación económica se estabilice y la volatilidad caiga una vez la crisis haya concluido.
España vivía en una situación negativa y característica de economías con baja productividad: el crecimiento debía ser mayor del 2% / 2,5% para que se generase ocupación. La Reforma Laboral acabó con eso, ¿cómo?, precarizando el empleo hasta límites antes inimaginables.
A pesar de que la demanda de trabajo ya no es, en la inmensa mayoría de las actividades y subsectores, función directa de los niveles salariales, como en España el modelo productivo es ultra intensivo en factor trabajo, las reducciones salariales y el abaratamiento y la facilitación de los despidos ha potenciado la demanda de trabajo coyuntural sobre todo en actividades de reducido valor, como los servicios relacionados con el turismo de baja capacidad de gasto.
Paralelamente en estos años de crisis se ha potenciado en España la figura del 'emprendedor': una persona, la mayoría de las veces joven, que desempeñando una actividad como autónomo y contratado por obra y servicio o autoempleado, obtiene unos ingresos reducidos y aperiódicos.
Por lo que se llega a la conclusión de que la única forma efectiva de reducir el desempleo en España es reducir la población activa: como la demanda de trabajo es la que es y no es presumible que aumente significativamente, tan sólo la caída de la oferta de trabajo supondrá disminuciones apreciables en el desempleo. 
8 – Unos compromisos de déficit que incluso suponiendo el cumplimiento de las muy optimistas previsiones de crecimiento del Gobierno, se demuestras incompatibles con la realidad.
Da igual el color del Gobierno, en las últimas décadas España no ha tenido déficit fiscal sólo cuatro años, bueno, tres: el 2004 cerró las cuentas públicas con un saldo del 0%. En el 2005 se obtuvo un superávit fiscal equivalente al 1,2% del PIB, del 2,2% en el 2006 y del 2,0% en el 2007. Eran los años del 'España va más que bien' y de 'La economía española juega en la Champions League de las economías mundiales', y tuvo esos superávits fiscales sin tener en cuenta las muchas carencias crónicas que España arrastraba desde siempre; pero los tuvo porque la recaudación fiscal aumentó gracias a la bonanza, lo que permitió mantener una deuda pública del 35% del PIB. Luego todo cambió y se volvió a déficit crónico.
Lo que pasó es que, con la crisis, las cosas ya no fueron como antes y los miembros de la UE tuvieron que adoptar compromisos … y llegaron los incumplimientos. España se comprometió a cerrar el 2012 con un saldo público del -6,3%, cerró con el -10,6%. En el 2013 tenía que haber cerrado con el -6,5% y cerró con el -7,1%. El 2014 el compromiso era del -5,8 pero cerró con el -5,7%, pero fue el segundo déficit más elevado de Europa. El -4,2% es el acuerdo para el 2015 y el -2,8% el del 2016, y todo apunta que va a rondar el -4,5% y el -3,5% respectivamente. Y ojo: el horizonte del compromiso es el 0% de déficit en el 2020: veintiséis miembros de la UE firmaron eso en el año 2011.
¿Qué sucede con las cuentas públicas de España? Pues algo tan sencillo como que los ingresos son menores que los gastos. ¿Aumentar ingresos?. Eso se consigue, bien con una mayor recaudación proveniente de una mayor actividad, bien aumentando tipos impositivos, bien persiguiendo el fraude fiscal, bien con una combinación de las tres vías anteriores.
Margen hay: España tiene una de las presiones fiscales más reducidas de Europa, pero hay un problema: España genera poco valor por unidad de factor utilizado, por lo que las contribuciones fiscales adquieren un peso relativo elevado sobre el bien o servicio fabricado y mucho mayor que si el valor de ese bien o servicio fuese de alto valor; la consecuencia es la pérdida de competitividad y la deriva hacia la economía sumergida y el fraude fiscal; que no se persiguen como se podría porque aún incidiría en una menor actividad al hacer no rentables un creciente número de actividades a medida que ese fraude se persiguiese.
En consecuencia reducir el gasto público –los gastos públicos al contar las tres Administraciones Públicas existentes en España– se convierte en la vía idónea para el caso español. Pero claro, el gasto público español es ya uno de los más reducidos de Europa tomando como referencia el PIB, por lo que menos gasto público significa el empeoramiento de los servicios públicos, degradación de la red de carreteras del Estado, menos recursos en sanidad y educación, …
¿Hacia dónde apunta la tendencia?. España, al igual que los otros firmantes del acuerdo, alcanzará la meta del 0% en el 2020: eso está fuera de toda discusión: más de 45.000 millones de reducción en su déficit en cinco años. Pero lo conseguirá a pesar de los españoles porque el crecimiento que en estos años se produzca pienso que ni remotamente va a dar para generar ingresos por esa cantidad, luego será a partir de aumentos de impuestos –IVA e IBI, fundamentalmente, pienso– junto a recortes de gasto público e introducción de copagos como conseguirá alcanza esa meta. 
9 – Una Seguridad Social insostenible.
España llegó muy tarde al modelo de protección social: en la década de 1980, y cuando llegó tardó en universalizarlo. Hoy en España la Seguridad Social básicamente se ocupa del pago de las prestaciones por desempleo y de las pensiones, y se nutre de las aportaciones que empresas y trabajadores realizan, por ello el problema es doble (y no es exclusivo de España, lo que sucede es que en España es mucho más agudo).
Por un lado, el desempleo drena recursos al Estado porque es el Estado quien cotiza a la Seguridad Social por las personas desempleadas; por otro, la reducción de salarios que se ha producido en estos años reduce las bases de cotización y en consecuencia los ingresos; por otro más, los supuestos en los que se basó el modelo de protección social: pleno empleo del factor trabajo, salarios permanente crecientes, esperanza de vida de 65 / 70 años, …, hace tiempo que no se dan, lo que incide en el equilibrio de las cuentas de la Seguridad Social.
En el presupuesto de ingresos correspondiente al 2015 el Gobierno presupuestó un crecimiento del 6,18% en los ingresos de la Seguridad Social en el año, sin embargo a 30 de Septiembre tan sólo habían crecido el 1,08%, y eso considerando que para el Gobierno el 2015 es el año de la recuperación. En el presupuesto del 2016 el Gobierno ha ido más allá y ha previsto un aumento de los ingresos de la Seguridad Social del 6,7%. El organismo tiene que recurrir sistemáticamente a la caja de reserva para hacer frente a las pensiones, de tal modo que en tres años ha consumido el 60% de dicha caja, por lo que cuando el contenido de esa caja se agote … Y eso que algo viene en ayuda de la Seguridad Social: cada vez es menor el número de personas desempleadas cubiertas por el subsidio de paro al agotarse el tiempo de prestación: el 72% de los parados no percibe prestación.
¿Qué va a suceder con la Seguridad Social en España? Pues que, a pesar de las reformas que ya se han introducido y las que se introducirán, no va a poder cumplir con los compromisos adquiridos con los cotizantes ni con los actuales pensionistas.
10 – Una parte de la población que o bien ya se halla excluida, o tiende aceleradamente hacia la exclusión.
Actualmente en España la riqueza se distribuye así: el 10% de la población controla el 88% de la riqueza y el 90% de la población controla el 12%. Dejando por un momento a un lado lo llamativo de los números, no es una distribución extraordinariamente diferente de la que se da en otros países desarrollados. La cosa se complica cuando a los datos anteriores se suma la tasa de exclusión social, la tasa AROPE (At-Risk-Of Poverty and Exclusion) que en España alcanza un nivel del 29,2%, verdaderamente elevada y que sitúa el nivel de exclusión en un ratio cercano a un ciudadano o residente de cada tres.
Entre principios de los años 50 y finales de los 70 el objetivo fue el de redistribuir la renta, lo que se hacía por el lado de políticas fiscales que gravaban los altos ingresos y recaudación con la que los Estados nutrían un potente gasto público. España quedó al margen de esta operativa hasta principio de los años 80 cuando ya se hallaba en retroceso en la mayoría de los países capitalistas. Este modelo fiscal funcionó porque las desigualdades de rentas vigentes en los años 20 y 30 se redujeron, lo que era un objetivo en si mismo debido a la atmósfera de guerra fría reinante: era preciso mantener la paz social y el orden público y el consumo interior debía ser creciente.
El fin del Bloque del Este y la expansión de la globalización eliminaron la redistribución de la lista de objetivos importantes, de forma que la desigualdad comenzó a aumentar. En España, como llegó tarde al proceso redistributivo, mantuvo el tirón en las mejoras de las rentas bajas, aunque estando mucho más vinculada tal mejora a la reducción del desempleo y al aumento salarial que al aumento de la presión fiscal; recordemos: la de España es de las más reducidas de Europa.
El boom de los 2000 mejoró la renta media en España vía empleo aunque no redujo sustancialmente la tasa de pobreza: apenas dos puntos. La situación general fue a mejor porque el consumo aumentó, pero a ello contribuyó sustancialmente el acceso al crédito que se facilitó a la población en general que disparó el endeudamiento y que tapó el problema de base: lo reducido de las rentas reales: entre 1996 y el 2007 los salarios reales tan solo crecieron a una media del 0,7% anual, incremento que en absoluto justifica el aumento exponencial del consumo que se produjo.
Hoy, con un desempleo de récord, con un subempleo galopante, con unos salarios congelados tras las caídas experimentadas en los años pasados, y con una legislación fiscal que no favorece el aumento de la presión fiscal entre las rentas altas ni la persecución intensa del fraude fiscal, la situación de amplios colectivos es verdaderamente preocupante. 1/3 de la población se halla excluida y el número de trabajadores pobres, es decir, de personas con ocupación peo en situación de pobreza por sus reducidas rentas, se halla en aumento, pero nada indica que vaya a solventarse uno de los mayores problemas sociales de España: la insuficiencia de las rentas bajas y de muchas de las llamadas medias porque la demanda de trabajo es la que es y la oferta es muy superior.
Es decir, el problema no reside en los megamillonarios con patrimonios que ascienden a un número de millones de cinco cifras, sino en las personas que engrosan las colas de Cáritas y de otras organizaciones caritativas y en la insuficiencia de los salarios que no alcanzan para atender los mínimos vitales.
11 – Una administración territorial que no responde en absoluto a cuestiones económicas ni a razones técnicas.
La LOFCA de 1980 bendijo, con el sistema de financiación que instauró, un sistema de administración territorial insostenible. (Reproduzco lo que en relación al tema digo en las Págs. 207 y 208 de "La Economía. Una Historia muy personal" Los libros del Lince 2015: pienso que resume la realidad regional española).
La división administrativo-territorial de España en Comunidades Autónomas es fruto de los Pactos Autonómicos de 1981 y 1985, acuerdos que nunca fueron refrendados en el parlamento ni incorporados a la Constitución de 1978 que sí se refiere, de forma genérica, al derecho a la autonomía de las regiones. La Constitución y los Pactos Autonómicos significaron la instauración de un sistema territorial que tiene mucho de federal y que se hallaba en clara oposición al centralismo hasta entonces vigente.
Se dotó a las CCAA de competencias y se instauraron Gobiernos autonómicos con sus estructuras administrativas. El problema llegó cuando tuvo que establecerse su sistema de financiación. Dos, Euskadi y Navarra, y debido a sus antiguos derechos forales, vigente en el caso de la segunda, derogados por el franquismo en el de la primera, contaron con regímenes fiscales propios consistentes en que sus Haciendas recaudan las contribuciones fiscales en sus territorios y luego entregan a la Agencia Tributaria aportaciones anuales en función de su respectivo peso en el PIB de España, mientras que las quince CCAA restantes quedaron sujetas a un sistema común en el que la Agencia Tributaria recauda y luego reparte en función de variados criterios. El sistema de financiación de las CCAA de régimen común así como de las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla quedó recogido en la LOFCA, la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, de 22 de Septiembre de 1980, que luego tuvo diversos ajustes y modificaciones en 1996, 2001 y 2009. Y aquí surgió el problema.
La financiación de las CCAA según lo dispuesto en la LOFCA no fue establecida como una consecuencia ni del peso económico de cada una ni de la aportación que cada una realizaba al PIB de España, sino como un sistema para reducir las diferencias de las rentas medias de cada una de las CCAA respecto a la renta media de España. Lejos de analizar la viabilidad de las Comunidades antes de darles nacimiento y las posibilidades de que pudieran financiar las competencias que iban a serles transferidas, se estableció un sistema por el que las CCAA qué más PIB generaban y con mayor PIB potencial, más les era detraído por la Agencia Tributaria y entregado a las que menos generaban y menor potencial tenían, de forma que las que aportaban muy bien podían quedarse, tras aportar, en una posición peor de la que tenían antes de aportar, y todo ello sin que se realizase un análisis de la viabilidad económica de las que recibían.
Es decir, como las posibilidades de crecimiento real de España y de cada una de las Comunidades era el que era, se instauró un sistema por el que unas Comunidades pasaron a sostener a otras pero sin que se llegase al fondo de la viabilidad futura de las sostenidas. La razón era simple: España es una economía que es capaz de generar lo que es capaz de generar, pero lo que no es capaz de generar es un crecimiento para que todas sus CCAA tengan el mismo nivel económico ni de desarrollo.
Durante los primeros años el sistema se fue adaptando, pero muy pronto empezaron las divergencias a medida que iba quedando patente que no se cumplía la regla de oro de la financiación autonómica: la teórica igualdad de financiación por habitante y por servicio. El problema se pervirtió cuando esta problemática se politizó.
La única vez que el Gobierno de España publicó las Balanzas Fiscales, el instrumento contable que recoge los saldos interregionales, fue en el 2008 con datos a 31 de Diciembre del 2005, y lo que tales balanzas pusieron de manifiesto es que unas pocas regiones aportaban más de lo que recibían y el resto recibía más de lo que aportaban, en algunos casos sensiblemente más.
A partir de aquí el tema se politizó completamente y prácticamente abandonó el terreno de lo técnico: la viabilidad de todas las CCAA formadas y la sostenibilidad de las competencias transferidas, politización que pivotó no alrededor del eje del crecimiento sino del de la solidaridad: quienes reclamaban la revisión del sistema por menoscabar las posibilidades de crecimiento de las CCAA que aportaban pasaron a ser calificados de insolidarios y de separatistas. Y en ese contexto es en el que la frase del Dr. Antoni Castells adquiere todo su significado.
12 – Un sistema fiscal perverso que combina una presión fiscal reducida con un nivel de fraude fiscal muy elevado que, como consecuencia, origina una crónica insuficiencia recaudatoria en un entorno de un muy elevado nivel de economía sumergida.
De la economía sumergida y del fraude fiscal se han efectuado en España diversas estimaciones; de estas se deriva que la economía sumergida alcanza un volumen que oscila entre el 19% y el 23% del PIB y el fraude fiscal se movería entre el 6,5% y el 9% del PIB; cifras que por sí solas son enormes. La pregunta automática: ¿por qué no se persiguen ambos destinando a ello los recursos que sean precisos?.
España en un país que, en contra de lo que piensa la mayoría de la población, tiene una baja presión fiscal: mientras que en España es del 30,4%, en Dinamarca alcanza el 48,1%, el 46,9% en Suecia, … ; nuestros vecinos Francia y Portugal el 41,6% y el 31% respectivamente; sólo Irlanda, con el 28,2% la tiene menor en la UE-15. Y con respecto al fraude fiscal, las estimaciones realizadas de España más que duplican las de los países del euro. Sin embargo la ciudadanía española piensa que paga muchos impuestos, a la vez que la recaudación fiscal es insuficiente como pone de manifiesto el déficit existente.
El problema fiscal de España es doble. Por un lado las bases imponibles quedan limitadas por una panoplia de deducciones y reducciones que, para compensarlas, son gravadas por unos tipos muy elevados, pero a la vez, las personas cuyos ingresos provienen únicamente del trabajo por cuenta ajena y se mueven en cantidades medias y reducidas, no tienen forma de obtener rebajas en sus bases; por otra parte, las grandes sociedades cuentas con abundantes recursos fiscales –todos legales– para reducir su factura fiscal  Es decir, la estructura fiscal de los impuestos directos en España está orientada a favorecer a 'los ricos y potentes'. En cuanto a los indirectos su función es meramente recaudatoria tal y como están diseñados.
España no recauda lo suficiente para abordar el gasto público que debería corresponder a una economía occidental y desarrollada, de ahí que el gasto público sea reducido en España: el equivalente al 43,6% del PIB en el 2014, frente al 58,7% en Finlandia, el 57,2% en Francia, el 57% en Dinamarca, … , el 49% de media en los países del área euro. Y como no recauda lo suficiente se enfrenta a diversas carencias y a dificultades para reducir su tasa de pobreza. La solución pasaría por reducir significativamente la economía sumergida y el fraude fiscal, pero el hacerlo acarrearía consecuencias.
Muchas de las actividades realizadas en negro y que engrosan el fraude fiscal únicamente son viables en negro porque el fraude es el nutriente que precisan para continuar existiendo, de tal modo que su paso a la economía blanca significaría su desaparición con el impacto que ello tendría para sus proveedores, para el sistema bancario y para el empleo. ¡Tremendo!. La economía española mantiene una tasa descomunal de economía sumergida que ocasiona un cuantiosísimo fraude fiscal –si mañana fuese eliminado todo el fraude en España la economía española pasaría a tener superávit fiscal– pero su liquidación supondría un retroceso económico sin parangón.
Lo cierto, grotesco y preocupante, es que la economía de España depende de la actividad en negro y del fraude fiscal para mantenerse, y así continuará mientras en Europa se lo signa permitiendo. Y sí: con la crisis este cuadro se ha agudizado.
13 – La dependencia, en esas previsiones gubernamentales, de factores sobre los que España en nada puede influir: bajos precios del petróleo, tipos de interés muy reducidos, depreciación del euro.
La tan traída y llevada 'recuperación' que en España se está produciendo desde finales del 2014 y que ya muestra signos de agotamiento se ha basado en tres líneas. Por un lado, las ganas de la población española de creer que España realmente estaba saliendo de la crisis y que ha llevado a un aumento del consumo y a un descenso de la tasa de ahorro. Por otro, una disminución del desempleo que ha sido sustituido por empleo precario –temporal y a tiempo parcial– remunerado con salarios insuficientes y que ha influido en un repunte de la actividad exportadora y turística sustentada en una competitividad obtenida a base de rebajas salariales. Por otro más, en una serie de factores completamente externos a la capacidad de influencia española.
A España le ha beneficiado, le están beneficiando los bajos precios del crudo, y las compras masivas de deuda por parte del BCE que inyectan cantidades ingentes de liquidez en el sistema y que deprimen al euro, y los bajos y decrecientes tipos de interés que contribuyen a tal depresión del valor de la moneda única, pero son factores externos que mañana pueden desaparecer, o reducirse, por lo que su efecto beneficioso se volatilizaría.
Conclusión:
Pienso que soluciones a la situación en la que España se halla no existen. La economía española es como es debido a siglos de hacer las cosas como se hicieron. Ejemplos mil, sólo uno: mientras que en la década de los años veinte la II Revolución Industrial estaba ya implementada en casi toda Europa occidental, en España aún estaba pendiente la reforma agraria. Soluciones no hay, pero algunos posibles paliativos sí podrían ser aplicados. Una lista no exhaustiva podría ser:
- Llevar hasta sus extremos la colaboración internacional, no sólo europea, a fin de coordinar medidas y políticas económicas y sociales.
España es una economía pequeña, débil y muy dependiente, por lo que sola y aislada muy poco puede hacer. Su salida pasa por colaborar y coordinarse con otras economías. Pienso que el Gobierno que salga de las elecciones del 20 D, tenga el color que tenga y esté compuesto por las caras por las que esté compuesto debe tener como tarea prioritaria promover la cooperación con otras economías.
- Redefinición de la administración territorial.
La actual división de España en regiones no funciona porque está basada en un objetivo que carece de lógica económica: aproximar las rentas medias de cada región a la renta media de España sin considerar las distorsiones que ello crea en zonas con verdaderas posibilidades. Pienso que esa administración territorial debe modificarse potenciando las zonas con proyección (y modificando perímetros regionales) y reestatalizando competencias de aquellas regiones que no puedan sostenerlas. Paralelamente pienso que debería producirse una agrupación de municipios en los casos en que tal agrupación sea beneficiosa.
- Favorecer la formación de clusters viables.
Se halla íntimamente ligada a la anterior. La gran ventaja de los clusters es la generación de economías de escala y de sinergias, creando núcleos de atracción de compañías que se complementan. Debería ponerse todo el esfuerzo en la creación, el estímulo y el desarrollo de esas zonas.
- Antes de efectuar recortes o reducciones de gasto público analizar si lo que ahora se está gastando se está gastando 'bien'.
Tras las primeras manifestaciones de la crisis en el 2007, y tras la sensación de caos que se produjo tras la quiebra de Lehman en el 2008, los Gobiernos de todos los países se pusieron a gastar y a inyectar dinero público a mansalva par fomentar la recuperación, en España fue a través del llamado Plan E. Y las consecuencias de ello fueron un déficit y una deuda pública monstruosos, lo que ha dado lugar a recortes indiscriminados de gasto en una especie de café para todos a la inversa. Pienso que lo que hubiese debido hacerse, lo que debería hacerse cuando sea imprescindible abordar una reducción de gasto, es un análisis exhaustivo de en qué se está gastando y disminuir aquel gasto que sea menos necesario.
- Priorización de los gastos y de la inversión a realizar, atendiendo tanto a actividades como a zonas y en función de los retornos que generasen de forma que ambos se optimicen.
Continuamos en la línea anterior: escoger, analizar costes-beneficios, maximizar opciones, priorizar. Caso por caso, partida por partida, elemento por elemento. La idea es la de que cada céntimo es importante.
- Durante esta fase de ajuste / salvación las contribuciones fiscales deben estar en función de la capacidad real de pago.
Las cuestiones fiscales son hoy muy complejas porque las correspondientes a las grandes fortunas, a los grandes patrimonios, a las grandes compañías no son nacionales, sino internacionales. Alguien con un patrimonio de 100 millones, de 500 millones, una compañía con niveles de cashflow de 2.000 millones, dispone de una panoplia de herramientas que permiten reducir muchísimo la cuota fiscal, y siempre moviéndose en la más estricta legalidad.
Durante décadas se han permitido la existencia de 'regímenes fiscales especiales' en diferentes países y territorios porque ha convenido: esas fortunas, esos grandes patrimonios, esas compañías transnacionales debía contar con una salida –legal– a la progresividad fiscal de sus países sedes. Se puede criticar, o no, pero lo que no se puede ahora es cambiar el pasado. Lo que ahora debe decidirse es si, para resolver esta situación de déficit que afecta a casi todos los países se debe adoptar una decisión conjunta, o no.
España, en términos de capacidad de decisión y de influencia política es una hormiga, por lo que poco pude hacer ella sola en términos mundiales … y nacionales: hoy la libertad en el tránsito de capitales y fondos legales es total, y está bien que así sea. De lo que se trataría es de consensuar una política fiscal global en cuanto a normas conceptuales y operativas, y adoptar políticas fiscales locales de tal modo que adaptasen los tipos a la capacidad efectiva de pago de cada persona física o jurídica. Como ya he expresado en diversos foros y en distintas ocasiones soy partidario de un impuesto único sobre el gasto, pero mientras las cosas se arreglan, a pagar según capacidad.
- Decretar una amnistía fiscal sin peajes y con olvido del pasado a fin de que aflore actividad sumergida; posteriormente persecución del fraude.
Las amnistías fiscales han sido muy criticadas, el razonamiento por lo que lo han sido es simple: ¿cómo se puede considerar igual a alguien que ha cumplido con sus obligaciones fiscales que a quienes no han cumplido?. Pienso que debería tomarse una decisión final: perdonar y olvidar el pasado, y a partir de la conclusión para el perdón y el olvido perseguir el fraude a sangre y fuego, sin paliativos ni excepciones.
Y aquí sucede lo mismo: la capacidad de España en este ámbito en términos globales es prácticamente inexistente, por lo que su papel debería ser influir para que se avanzase en este sentido.
- Redefinición de la política fiscal.
La filosofía política fiscal que aún es de general aplicación en los países desarrollados y, conceptualmente, en muchos otros, nace tras la II GM y lo hace con un objetivo muy claro: recaudar lo máximo posible para que los Estados puedan alimentar el elevado y creciente gasto público que se decide afrontar y que abarca desde la financiación del modelo de protección social al cada vez más caro armamento que sostiene la Guerra Fría, pasando por los gastos y las inversiones civiles que ayudan y fomentan el crecimiento económico. Es decir: durante décadas el tándem 'Estado potente – Gasto público abundante' fue una constante. Pero eso ya no es así y el nuevo modelo pienso que no va a ir por ahí.
Ahora el 'crecimiento continuado y permanente' ya no se lleva porque es imposible debido a que los recursos son limitados y su oferta nos es infinita, pero es que además no existe capacidad de consumo –la inversión también lo es– para absorber todo lo que la oferta es capaz de fabricar. Paralelamente las grandes corporaciones se hallan ya por encima de los Estados porque disponen de elementos de presión que son mucho más efectivos que los resortes de los Estados, con la ventaja para ellas que su territorio es todo el planeta.
La redistribución de la riqueza ya no es necesaria porque ya no hay enemigos de los que apartar a poblaciones descontentas; con el modelo de protección social sucede lo mismo y, encima, ya no es financiable porque no se cumplen las premisas bajo las que se diseñó en los 50; y ya no es preciso que los Estados tengan los aparatos administrativos con los que contaban debido a que con Internet, por un lado, y las corporaciones, por otro, se pude y pueden realizar tareas que antes desempeñaba el Estado. Es decir, los Estados, en esta tendencia de responsabilizar a las ciudadanías de lo que les atañe, precisan de menos fondos y, en cualquier caso precisan de esos fondos de otra manera.
De ahí que piense que hoy debería eliminarse la fiscalidad sobre los ingresos para poner el acento de la imposición en el gasto atendiendo al tipo de bien o servicio en el que se gasta, y con impuestos negativos en los bienes definidos como básicos o de primera necesidad.
- Instauración de la Renta Básica.
La tendencia que está dibujando el nuevo modelo apunta a un desempleo estructural muy elevado por apuntar a la baja la demanda de trabajo, a un subempleo enorme porque el trabajo que se precise se necesitará de forma ultraflexible, y a un modelo de protección social insuficiente por infinanciable. Pero las necesidades básicas estarán ahí y ahí van a seguir.
La cuestión es si se desea eliminar la pobreza y garantizar unos mínimos esenciales a una parte muy numerosa de la población que no va ser necesaria en términos económicos; una cantidad adaptada al poder adquisitivo de la zona de referencia.  Por las razones que se quiera, incluido el mantenimiento del orden público. Y con una ventaja: sería conveniente que esta sistemática se aplicase en todos los países, pero cada país puede ponerla en marcha cuando lo crea conveniente; y también aquí las corporaciones podrían desempeñar un papel fundamental.
(La idea de Renta Básica que contemplo es el modelo que define el Dr. Daniel Raventós).
- Análisis de la capacidad real de pago de países, empresas y familias a fin de conocer qué volúmenes de deuda son pagables y cuáles no, para, posteriormente, realizar compensaciones y quitas.
No importa lo que digan los políticos –prácticamente todos– y los expertos –la inmensa mayoría–: la deuda total no se puede pagar en su totalidad. Se puede estar soñando que sí, y se pueden continuar contabilizando los bonos y los créditos con un valor que se sabe que nunca se va a poder recuperar, pero esa es una ficción que tiene fecha de caducidad: cuando un acreedor se pregunte en público cuándo y cuánto va a poder cobrar.
Tampoco abordar esta problemática está al alcance de una sola economía, por muy potente que sea, y menos puede hacerlo una economía pequeña como la española. Por ello debe ser el conjunto de acreedores o una mayoría significativa de los mismos quienes adopten la decisión de proponer compensaciones de deuda y quitas en las cantidades que no sean abordables. La justificación de esta propuesta es muy sencilla: más vale percibir el X% de algo que el 100% de nada. Y con esto hecho se podría pensar en afrontar otros menesteres; de hecho, posiblemente este punto debería figurar en primer lugar en esta lista.
Recuérdese, nuevamente, que España representa el 2% del PIB del planeta y el 10% del europeo. Muy poco no, absolutamente nada puede hacer España por sí sola, máxime teniendo en cuenta que la actividad económica, al igual de lo que sucede en otros países, se conentra en escasos lugares, escasas compañías y escasas personas.
Abrazos,
PD1: Si lo único que hay que hacer es coger a la persona que más quieres y decírselo… Hay que decirlo, con obras y de palabra. A Dios también.