No nos gustan nada las mentiras, o lo que nos quieren decir para que estemos a gusto… Queremos las certezas. Últimamente, en la radio que pongo en el coche, Radio Intereconomía, solo oigo a los siempre-alcistas parloteando de lo mucho que va a subir esto en el segundo semestre… En España solo salen a opinar los que ven la economía pujante, al margen de que esto sea cierto o no.
“Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa”. Winston Churchill. O como la gente escucha solo lo que quiere oír
Malo si eres bajista o pesimista. Me lo dijo en público uno de los peores directores, que he tenido. Y han sido muchos. También los ha habido excelentes. A continuación llegó uno de los crashs más famosos de finales de 2020. Le importó un bledo. En la mente de este individuo se había instalado la idea cierta de que los lectores solo querían leer noticias amables de la Bolsa. Siempre dirección Norte. No existían ni el Sur ni el Este ni el Oeste. Los mercados, no obstante, eran, antaño, soberanos y siempre tenían la razón. Desde el inicio de la Gran Represión Financiera este concepto, como tantos otros, han sido enterrados vivos. Mucho antes, Winston Churchill sentenció: “Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa”. Añado: o como la gente escucha solo lo que quiere oír. Sucede en la Bolsa, en la vida, en la política, en la economía. En todos los ordenes.
Y esto es así, porque Científicos de Estados Unidos lograron entender cuáles son los mecanismos que hacen que el oído se convierta en un órgano selectivo. Es decir, cuando oímos sólo lo que queremos escuchar e ignoramos lo que no nos conviene oír. Según el portal de la BBC, estos investigadores descubrieron que el cerebro puede utilizar filtros que permiten seleccionar sonidos en ambientes ruidosos, como la conversación de una sola persona en una fiesta o una multitud, e ignorar el resto.
El estudio, publicado en la revista Nature, es un avance importante en el entendimiento de cómo el cerebro procesa el lenguaje. Desde hace tiempo se sabe que los seres humanos somos capaces de escuchar selectivamente, incluso se ha acuñado un nombre para este proceso, el “efecto de la fiesta de coctel”. Aunque se conoce esta capacidad humana de extraer un sonido especial en un ambiente sonoro, hasta ahora no se había logrado entender cómo son los procesos que nos permiten llevarla a cabo.
Es un mercado de Siemprealcistas. Y no estoy solo. Ángel Blanco recordaba en El Confidencial que "Hace ya muchos años, a finales del pasado siglo, recuerdo que el jefe de una famosa tesorería nos tachaba (cariñosamente) de “siempre-alcistas” a aquellos que habíamos empezado nuestra carrera en mercados en los noventa. Aparte de que tuviéramos una experiencia limitada, era cierto que nos habíamos acostumbrado a vivir en el mejor de los mundos, con eventos como la entrada en Europa y su positivo efecto en la valoración de todos los activos ligados a España, el crecimiento de los países emergentes y el avance de la tecnología como catalizador de crecimiento o la globalización de la inversión - lo que nos conducía, diariamente, a alcanzar nuevos máximos.
La percepción de riesgo estaba limitada y la frase de "esta vez es diferente" se veía acompañada de numerosas excusas como: la liquidez y su búsqueda de nuevas inversiones, la democratización de los mercados a través de fondos, la mayor utilización de productos derivados que favorecían la liquidez y limitaban los riesgos o, en esos momentos, la globalización...
La Ley del Péndulo siempre ha funcionado en la Bolsa. Que una de las bolas no le rompa la cabeza, el corazón o la cartera
Abrazos,
PD1: El petróleo sigue imparable, de ahí parte de los problemas de inflación que tenemos:
PD2: De nuevo el Obispo Munilla: “La Biblia no cuenta relatos ajenos a nuestra vida, sino que habla de nosotros; o, mejor dicho, habla con nosotros…”