Interesante esto que cuentan y que nos llevado el euro a la paridad:
Riesgo energético y estanflación en la Eurozona
No deberíamos esperar a
que se materialice el riesgo de estanflación para recuperar el consenso y la
necesidad de adoptar medidas apoyadas en la colaboración público-privada
El
creciente riesgo de un corte abrupto del suministro de gas natural
por parte de Rusia constituye una de las principales
amenazas socioeconómicas para la UE, cuya coyuntura sigue marcada por la
ralentización de la actividad y la inflación en máximos.
Una reacción que podría adoptar
el Gobierno de Vladímir Putin, no sólo como
respuesta al apoyo militar a Ucrania, al último paquete de sanciones de
la UE y a la decisión de Lituania de bloquear el
transporte de mercancías a través de su territorio hacia el enclave ruso
de Kaliningrado, sino también para evitar que los Estados
miembros logren alcanzar sus objetivos de almacenamiento de gas de cara al
próximo invierno.
Ante este posible escenario, en
una coyuntura en la que el precio del gas natural en Europa se ha encarecido 6
veces respecto a su promedio entre 2015 y 2019, países como Alemania, Austria,
Países Bajos e Italia han optado por la reapertura de sus centrales de carbón.
Todo ello en un contexto en el que la Comisión Europea ha recalcado la
necesidad de acelerar el despliegue de las energías renovables y el desarrollo
de medidas de ahorro energético, en línea con las ya diseñadas por el Ejecutivo
alemán. Al mismo tiempo que la Agencia Internacional de la Energía ha
advertido que Europa debe prepararse al impacto de un posible un bloqueo total
del gas de Rusia, a pesar de que los últimos datos de la consultora ICIS
señalan que el continente ha reducido su dependencia en el suministro un 20%
del total importado frente al 40% anterior a la invasión de Ucrania.
Los costes de la energía
De esta forma, los nuevos pasos
de la guerra económica de Rusia, que se unen al bloqueo del transporte de grano
desde Ucrania por el mar Negro, añaden nuevas presiones sobre los
precios energéticos, los costes de producción y la capacidad de
compra de los hogares. Al mismo tiempo que provocarían una aceleración de las
actuales tensiones inflacionistas, en un entorno en el que el pasado mes de
mayo la inflación de la Eurozona alcanzó un nuevo máximo histórico de un 8,1%
anual. Una evolución explicada principalmente por el repunte de los costes de
la energía (39,2% interanual) y de los alimentos (7,5% interanual), que ha ido
acompañada de la subida de los precios de los servicios asociada
al aumento de su demanda con la plena reapertura de las actividades de consumo
social.
Deberían priorizar las políticas
de oferta y de ganancias de productividad y no el diseño de nuevos mecanismos o
cargas fiscales que puedan introducir rigideces y lastrar la competitividad del
tejido empresarial
Así, la combinación de
crecientes vientos de cara en torno a la crisis energética, la
menor demanda externa, los elevados niveles de incertidumbre y el significativo
deterioro de la renta disponible y de los márgenes empresariales proyectan una
moderación de la senda de crecimiento de la Eurozona a corto plazo. Por ello,
será clave el grado de resiliencia del mercado laboral, la
aceleración de los planes de recuperación y las medidas de
política económica que se adopten para contribuir a moderar el impacto de la
crisis energética y el crecimiento de los precios, que en su caso deberían
priorizar las políticas de oferta y de ganancias de productividad y no el
diseño de nuevos mecanismos o cargas fiscales que puedan introducir rigideces y
lastrar la competitividad del tejido empresarial.
De ahí que, al igual que los
bancos centrales, los gobiernos de las economías avanzadas tienen que afrontar
en su caso cómo lograr un adecuado equilibrio entre amortiguar la pérdida de
renta disponible de los hogares y evitar introducir cambios regulatorios que
impacten en la inversión privada, en un contexto marcado por elevados niveles
de incertidumbre y en el que su papel es clave en el desarrollo de los planes
de recuperación Next Generation EU y en la
adaptación del tejido socioeconómico al escenario
geopolítico que lentamente se abre paso.
Fuente: Singular Bank, a partir del BCE 2022
Todo ello sin olvidar que, tras
el incremento de la actividad esperado en la temporada estival, el grado de
deterioro de la economía real a partir del otoño determinará la magnitud de la
recesión en 2023. En este sentido, serán determinantes las nuevas reacciones
energéticas que adopte Rusia, que podrían situar a la
zona monetaria europea en un claro escenario de estanflación. Según el BCE,
en caso de que se produjera un bloqueo del suministro de gas natural el avance
del PIB de la Eurozona podría limitarse a un 1,7% anual este año frente al 2,8%
proyectado actualmente. Al mismo tiempo, la inflación general promedio de 2022
se situaría en un 8,0% anual, 1,2 puntos porcentuales superior a lo previsto de
un 6,8% anual.
Fuente: Singular Bank, a partir del BCE 2022
Este escenario adverso deterioraría
significativamente las expectativas de crecimiento y de
evolución de los precios en 2023, al prever que la zona monetaria europea
sufriría una contracción de su PIB de un 1,3% anual y una tasa de
IPC promedio anual de un 6,4%. Un entorno de estanflación
ausente desde la década de los 70, que no sólo retrasaría la
recuperación de los niveles de producción previos a la pandemia, sino que
también abre nuevos retos socioeconómicos y políticos. Por ello, no deberíamos
esperar a que se materialice el riesgo de estanflación para recuperar el
consenso y la necesidad de adoptar medidas apoyadas en la colaboración
público-privada. El otoño está a la vuelta de la esquina.
Abrazos,
PD1: Me encanta la parábola del
Buen Samaritano. Esa que muelen a palos a uno y dos le esquivan y llega un
samaritano y le ayuda, cuida, le lleva a una posada y deja dinero para su
mejoría… El Obispo Munilla habla de ella: