Todo el mundo se quiere llevar el gato al agua con una divisa digital que sea la que se use como medio de pago de las transacciones internacionales, y como moneda de reserva. El riesgo es que sean las grandes multinacionales las que la saquen primero y se hagan con este pastel.
La preponderancia del dólar
estadounidense es total, a pesar de la aparente fortaleza del euro estos días…
¿Romperá el euro al alza?
Ayer mismo, el BCE argumentaba la bondad de que sea la UE la que lidere esto…
El BCE alerta de los riesgos para la estabilidad y la
independencia de no emitir una moneda digital
Pero es otra vez China la que va
ganando…
Hoy en día se realizan millones
de transferencias de dinero de un lado a otro del mundo
teniendo la total confianza del buen
término de la transacción. Si algo funciona desde hace décadas ni siquiera nos
preguntamos qué sistema hay detrás del mismo y quién lo controla.
El sistema que soporta la
inmensa mayoría de las transacciones bancarias internacionales es
proporcionado por una compañía denominada SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication).
Aunque su sede está en Bélgica, se define
como una entidad independiente de cualquier gobierno. Más
de 11.000 bancos de más de 215 países y territorios distintos están adheridos
a SWIFT.
Desde su creación en los años 70,
ha facilitado de forma creciente las transacciones bancarias internacionales,
sin que nadie se planteara que pudiera hacerse un uso geopolítico de SWIFT amenazando con la exclusión del mismo a los bancos de un país concreto. Utilizar la amenaza de
expulsión del uso del sistema SWIFT supondría utilizar el sistema como arma de
política internacional y de presión ante terceros países sobre temas que nada
tienen que ver con las transacciones financieras. Su propia definición como
"entidad global neutral cooperativa" parecía evitar
dicha utilización.
Excluir a
todas las entidades financieras de un país de SWIFT,
implica en la práctica que dicho país no pueda pagar ni
cobrar internacionalmente y que las tarjetas de crédito emitidas en dicho país
no funcionan en el extranjero. El país en cuestión no podrá realizar
ninguna transacción financiera internacional, al menos en las principales
divisas internacionales.
La Administración Obama fue
la primera que amenazó a un país, Suiza, con la exclusión de
sus bancos de SWIFT si los bancos suizos no acababan con
cierta opacidad de sus clientes. Dicha amenaza surtió efecto, pero
puso de manifiesto la capacidad de control del
gobierno americano sobre las decisiones de SWIFT.
La expulsión de SWIFT de Irán
entre 2012 y 2015 fue el caso más conocido. Mediante dicha
exclusión, Irán no podía vender su petróleo, ni ningún otro bien, a ningún país
en dólares americanos, ni comprar bienes y servicios pagando en cualquiera de
las principales divisas. Además, EE.UU. se permitió prohibir a
cualquier empresa del mundo intermediar con los iraníes. Así, en
2014, un tribunal estadounidense condenó al banco francés BNP
Paribas a pagar 8,8 millones de dólares por haber ayudado a
Irán a sortear el bloqueo de SWIFT.
Estas sanciones a Irán dieron una oportunidad a China para internacionalizar el yuan, al
adquirir petróleo iraní pagando en la moneda china, sin utilizar SWIFT. Otros
países, como India y Turquía, comerciaron con
Irán a través de trueques de productos.
Ahora, es el Parlamento Europeo quien ha amenazado a Rusia de
desconectarle de SWIFT si "su agresión a Ucrania continúa".
La evidencia de la utilización de SWIFT como un arma disuasoria para bloquear
financieramente un país provoca que países como Rusia y China
lleven años preparando alternativas a SWIFT.
El ministro de exteriores ruso se
atreve a augurar que Rusia está preparada para
desconectarse de SWIFT, recalcando además "el entendimiento de que el dinero digital puede
convertirse en el futuro en la base del sistema financiero
internacional actualizado y operaciones de liquidación
transfronterizas".
China no es ajena a esta situación. De hecho, el gigante asiático, tiene una estrategia muy clara para evitar la dependencia de SWIFT, y del dólar, en sus transacciones con sus socios de Asia, Oriente Medio, África y, en última instancia, Europa. Sus programas "One Belt, One Road", el Yuan Digital y el despliegue de la ruta de seda digital (más de 15.000 km de fibra óptica) están todos relacionados y orientados al mismo objetivo.
Las divisas digitales se
convertirán en una nueva arma en
la lucha por controlar la supremacía mundial y,
de paso, disponer de un control absoluto sobre la
población. China lleva la delantera.
Abrazos,
PD1: Hay que hacer más pausas, al
menos para rezar algo más: