Estudiada en la carrera con ahínco, pero no vista en muchos años. Muy interesantes estos razonamientos:
El Banco de España y el comité de expertos sobre el salario mínimo
La opinión pública debería entender que con esta política se están estrangulando las posibilidades de empleo de los jóvenes y de los menos cualificados
El haber llevado a cabo un análisis riguroso de las consecuencias de la última subida del salario mínimo sobre el empleo en nuestro país honra al Banco de España (BdE), no sólo por la calidad del documento sino porque con ello manifiesta su independencia en el difícil ambiente político reinante. Los autores del estudio han realizado un notable esfuerzo didáctico para hacerlo comprensible a la mayoría de economistas interesados en el tema, aunque al parecer ha sido insuficiente para que lo entiendan todos.
Así lo atestigua la reciente recomendación del comité de expertos sobre el salario mínimo, efectuada varios días después de la publicación del informe del BdE, de seguir efectuando subidas adicionales del mismo hasta 2023. Comité este que tiene todo el aroma de haber sido montado por la ministra de Trabajo pro domo sua. De momento se desconocen los estudios empíricos en los que dicho comité apoya sus recomendaciones. A falta de la publicación de estos estudios, cabe efectuar algunas calificaciones provisionales de los miembros del citado comité y de la ministra que los utiliza como coartada para seguir perpetrando sus ataques a los trabajadores más vulnerables. O bien estas personas manejan un cuerpo de conocimientos ajeno a la disciplina de la economía (y acaso también a la ley de los silogismos y demás imposiciones de la lógica) o les importa un ardite la suerte laboral de los jóvenes y de los trabajadores menos cualificados o bien ambas cosas a la vez.
El cálculo de la elasticidad
Mientras llegan esos estudios, quizá no sea del todo inútil intentar hacer algo más inteligible el trabajo del BdE. Vaya por delante que, a mi juicio, las consecuencias negativas de la subida del salario mínimo son aún peores que las calculadas en el citado trabajo por razones que especificaré más adelante. El concepto clave para entender el informe es la elasticidad de la demanda de empleo por parte de las empresas ante variaciones del salario. Más concretamente, el concepto clave sería la elasticidad de la demanda de empleo de trabajadores con salarios alrededor del mínimo ante la subida porcentual del mismo en 2019. Partiendo de los niveles salariales y de productividad existentes, el valor de dicha elasticidad mediría la variación porcentual del empleo de ese colectivo de trabajadores por cada punto porcentual de variación del salario mínimo. Así, una elasticidad del -x% implicaría una caída del x% del empleo por cada punto porcentual de aumento del salario mínimo. Huelga decir que el cálculo de dicha elasticidad no es sencillo y está siempre rodeado de incertidumbre. Consecuentemente con ello, el estudio del BdE estima que el valor de esta elasticidad en el periodo de referencia se sitúa en una horquilla entre el -0,3% y el -0,5%. Como se puede observar, cuanto más negativo sea el valor de la elasticidad mayor será la caída del empleo provocada por el aumento salarial.
Pérdida porcentual de empleo
Así pues, la pérdida porcentual de empleo neto de los trabajadores afectados por la subida del salario mínimo es igual al producto de dos variables: la elasticidad de la demanda de empleo de los trabajadores potencialmente afectados por la variación del salario mínimo multiplicada por el incremento proporcional del salario mínimo. Si la citada elasticidad fuera del -0.5%, la subida del salario mínimo del 22% en 2019 habría acarreado una pérdida de empleo de este colectivo de trabajadores del 11%. La pérdida porcentual de empleo neto total sería igual a este 11% multiplicado por la proporción del total de trabajadores que representa el colectivo afectado por el salario mínimo. Siendo esta proporción del 10%, dicha pérdida de empleo neto total sería del 1,1%. Aplicando esta caída al montante de la población asalariada existente a finales de 2018 se obtiene la cifra de unos 170.000 puestos de trabajo destruidos en 2019 por la subida del 22% del salario mínimo que entró en vigor a comienzos de dicho año. Evidentemente la destrucción de empleo sería inferior si utilizáramos el valor menos negativo de la horquilla de elasticidades estimada por el BDE pero aún así sería considerable, especialmente para los trabajadores con salarios alrededor del mínimo que sufrirían una pérdida de empleo neto del 6,6%.
La subida pone en marcha procesos de inversión y robotización tendentes a sustituir trabajadores poco cualificados por máquinas de un tipo u otro
Hay razones para pensar que las consecuencias de la subida del salario mínimo son peores que las contempladas por el estudio del BdE. El objetivo de este estudio es calcular el impacto de la subida del salario mínimo en el 2019 sobre el empleo en dicho año. Se trata, por tanto, de una elasticidad a corto plazo. Pero esta subida seguirá afectando negativamente al comportamiento del empleo más allá de 2019. Esto es así porque la subida pone en marcha procesos de inversión y robotización tendentes a sustituir trabajadores poco cualificados por máquinas de un tipo u otro, además de seguir imposibilitando la supervivencia de empresas altamente intensivas en esos trabajadores afectados por la subida del salario mínimo. Por esta razón, las elasticidades de la demanda de empleo a largo plazo, que intentan capturar todo ese cúmulo de efectos que se extienden más allá del año, son más negativas que las de corto plazo.
El drama del salario mínimo, sobre todo cuando se sube tan bruscamente después de notables subidas previas, es que perjudica gravemente a una minoría y aparentemente beneficia a un grupo mucho más amplio de trabajadores. Aparentemente porque buena parte de los potenciales beneficiarios de la medida se encuentran con reducciones involuntarias del número de horas de sus contratos de manera que a pesar de la subida no se altera su renta salarial anual. Es una medida de la que desgraciadamente ha hecho bandera el autodenominado progresismo para demostrar a la sociedad que están del lado de los trabajadores. Pero no de todos. La opinión pública debería entender que con esta política se están estrangulando las posibilidades de empleo de los jóvenes y de los menos cualificados. Ahí están las permanentemente enormes tasas de paro de estos trabajadores para demostrarlo.
Abrazos,
PD1: Ya tenemos al nuevo cura y mucho lio doméstico. Me impresiona como todos mis hijos han mamado el “voy yo” que les hemos enseñado desde que eran pequeños. Cuando en casa somos muchos, hay mucho que hacer. Se pueden asignar tareas para cada uno. Y también se puede enseñar a los hijos que arrimen el hombro cuando se necesita. Esa maravilla de que todos estén dispuestos a ayudar, ese “voy yo”, aunque no le toque…
Como decía San Juan Bosco: “Nunca hay que decir no me toca, sino ¡Voy yo!”
Y eso que han aprendido en casa les debe valer también en su vida laboral exitosa que tienen. Saben que les toca a ellos, los marrones, lo más pesado, lo que no quiere hacer el otro. Es el mejor mensaje de amor: servir.