14 enero 2022

perdimos demasiado PIB per capita...

Es decir, nos hemos empobrecido y seguiremos así…

La economía española: el corto y el largo plazo

La evolución de la economía de nuestro país a lo largo de 2021 ha obligado a revisar las estimaciones, en exceso optimistas, que se realizaron en su día con respecto a la recuperación del Producto Interior Bruto tras la reducción del 10,8% que experimentó en 2020. De acuerdo con los datos de la OCDE, difundidos hace algunos días, España ocupa el primer lugar entre los miembros de la organización en lo que se refiere al porcentaje de PIB perdido desde el comienzo de la pandemia. Las causas de tan pobres resultados son, sin duda, diversas; y van desde la especial vulnerabilidad a la pandemia de un país turístico como España hasta una mediocre gestión de la política económica. Pero es evidente que, más tarde o más temprano, la economía española se irá recuperando. Los datos de empleo son hoy mejores de lo inicialmente esperado, y a finales de 2022 ó principios de 2023 deberíamos encontrarnos con un nivel de PIB semejante al de 2019.

Resulta claro, sin embargo, que nuestras incertidumbres no van a terminar con la vuelta al PIB anterior a la crisis. Empezado el año 2022 es buen momento para preguntarse: ¿qué va a pasar cuando volvamos al nivel de 2019? ¿Cuál es el futuro de la economía española en el medio y en el largo plazo? Y me temo que no es fácil ser optimista en esta cuestión. Porque los problemas de nuestra economía no comenzaron en 2020.

Si analizamos la evolución de nuestro PIB per capita en relación a la media de la Unión Europea, observamos un deterioro evidente de la posición de España a lo largo de los últimos trece años. En 2008, esta magnitud en nuestro país suponía el 104% de la media de la Unión Europea. A partir de ese momento, la crisis golpeó con fuerza a la economía española. En 2010, nuestro PIB per capita era igual a la media del de la UE. Y el retroceso continuó hasta llegar a representar en 2020 sólo el 84,7% de la media europea. Como hemos visto, la crisis del Covid-19 ha sido especialmente grave para la economía española. Pero sería un error echarle la culpa de todos nuestros problemas. El retroceso relativo había empezado mucho antes. Las cifras de 2019, previas por tanto a la última crisis, muestran que nuestro PIB per capita ya había caído ligeramente por debajo del 90% del promedio de la Unión Europea. Esto no significa, como se ha afirmado alguna vez, que España se haya empobrecido a lo largo de la década de 2010. Pero sí que hemos ido perdiendo posiciones con respecto a otros países. El resultado es que en 2020 ya nos habían superado en PIB per capita (en términos de poder de compra) algunas naciones de la antigua Europa del Este, que hace no mucho tiempo tenían niveles de renta claramente por debajo del nuestro. En concreto, lo han hecho la República Checa, Eslovenia y Lituania. Estonia está prácticamente a nuestro mismo nivel. En la zona del Mediterráneo, Malta y Chipre están por encima de nosotros. Y las diferencias a nuestro favor con países como Portugal, Polonia o Hungría se van reduciendo.

Poco proclive a la empresa

¿Qué ha pasado? Las cifras anteriores a la pandemia nos indican que la economía española tenía ya entonces serios problemas en temas tan importantes como las tasas de paro y el déficit público. Y hay otras variables significativas a las que se suele prestar menor atención, pero que proyectan la imagen de una economía poco dinámica y excesivamente regulada e intervenida. Varias podríamos citar; pero me limitaré a una que me parece especialmente relevante. En todos los índices internacionales, España ocupa una posición mediocre en los indicadores que miden las facilidades para poner en marcha y llevar a cabo actividades empresariales. Y en las políticas públicas –salvo algunas excepciones relevantes, básicamente de algunas comunidades autónomas– no se observa ninguna voluntad de cambiar la situación. Por el contrario; parece que la actitud poco proclive a la empresa –aunque a veces sea más retórica que real– se acentúa. Y la política económica no parece ir precisamente en la línea de fomentar la creación y el desarrollo de empresas. El gasto del sector público crece y su deuda ha llegado a un nivel preocupante. La contrarreforma laboral no ha sido, tal vez, tan dañina como se pensaba hace meses; pero es evidente que puede crear frenos a la creación de empleo, sobre todo en el caso de las empresas pequeñas, tan importantes en nuestra economía, y en sectores que dependen en buena medida de la inversión extranjera. No sabemos qué pasará finalmente con la reforma fiscal del Gobierno. Pero la idea de subir la presión fiscal en un país en crisis, en el que el esfuerzo fiscal de los contribuyentes (presión fiscal ponderada por renta per capita) es ya muy alto, tiene poco sentido.

No consigo encontrar razones para pensar que España vaya, en el medio plazo, a recuperar las posiciones perdidas frente al resto de Europa en PIB per capita. Sería posible lograrlo, seguramente. Pero, para ello, habría que tomar medidas de política económica que, desde luego, no están en la mente de nuestros gobernantes.

Francisco Cabrillo

Catedrático de Economía en la Universidad Complutense,

Fundación Civismo.

España es el país que más ha subido la deuda pública en esta crisis. Hemos incrementado 22 puntos la deuda sobre el PIB:

Abrazos,

PD1: Si dejamos todo en manos de Dios, veremos la mano de Dios en todo… Dejaremos de pensar que esto que he conseguido por lo listo y buen profesional que soy, o que la familia que tengo, lo hemos logrado mi mujer y yo, y veremos que son regalos que nos ha hecho el Señor, que nos mima…