Interesante lo que dice este
experto:
Una recuperación económica heterogénea
Por su
importancia económica y social, merece la pena centrarse en la diferente
evolución del empleo y del PIB
En los últimos meses se ha originado un debate sobre la diferente
intensidad de la recuperación de la economía española según qué indicadores se
sigan. Mientras algunas estadísticas se encuentran por encima de sus niveles
prepandemia, como la afiliación a la Seguridad Social,
las compras con tarjetas de crédito o
las ventas diarias de las
empresas incluidas en el sistema de Suministro Inmediato de Información de la
Agencia Tributaria, otras como el PIB y algunos de sus principales
componentes, como el consumo privado y la inversión, están todavía por debajo.
Aunque hasta cierto punto es lógico que distintos indicadores económicos
reflejen una recuperación económica más avanzada o retrasada, puesto que miden
variables diferentes, su distinta velocidad en la recuperación está planteando
incluso dudas sobre la relevancia de unos indicadores sobre otros. Por su
importancia económica y social, merece la pena centrarse en la diferente
evolución del empleo y del PIB.
Lo primero que es necesario tener en cuenta es que existen diferentes aproximaciones para medir el empleo, como son la afiliación a la Seguridad Social, el empleo de la Encuesta de Población Activa, el de la Contabilidad Nacional (CN) o las horas trabajadas. A la espera de conocer a finales de mes el crecimiento del PIB del cuarto trimestre de 2021, si nos centramos en el tercero era cierto que, una vez desestacionalizada, la afiliación a la Seguridad Social contaba con unos 350 mil afiliados más que en el cuarto trimestre de 2019, aunque con unos 500 mil afiliados con actividad limitada. Es decir, la afiliación efectiva seguía estando un 0,8% por debajo de la del cuarto trimestre de 2019. Además debe tenerse en cuenta que el número de afiliados no se corresponde necesariamente con el de trabajadores, sino con el de situaciones que generan obligación de cotizar, por lo que no todos los afiliados trabajan, y los que lo hacen no dedican el mismo número de horas. Y también que la afiliación en el sector público estaba aproximadamente un 8,7% por encima, mientras que la privada efectiva se encontraba un 3,6% por debajo de los niveles previos a la pandemia. Por su parte, esas brechas para el empleo y las horas trabajadas de CN eran del 1,8% y del 3,4% respectivamente, por debajo de finales de 2019.
La diferencia entre la brecha del
PIB y la brecha de las horas trabajadas se explica por una caída acumulada de
la productividad del 2,5% desde el inicio de la pandemia
El propio INE lleva
insistiendo desde el inicio de la pandemia en que las horas efectivamente
trabajadas reflejan de manera más clara los efectos inducidos en el
empleo por la pandemia de la covid-19 y las sucesivas
medidas adoptadas, y guardan una mayor correlación con la evolución del PIB. En
el tercer trimestre de 2021, el PIB se encontraba un 5,9% por debajo del nivel
del cuarto trimestre de 2019. La diferencia entre la brecha del PIB y la brecha
de las horas trabajadas se explica por una caída acumulada de la productividad
del 2,5% desde el inicio de la pandemia.
Es cierto que esta brecha entre PIB y horas
trabajadas (es decir, en productividad) era la
mayor entre los países europeos, como
puede verse en el Gráfico 1, pero no es estadísticamente significativa dada la
heterogeneidad existente entre estos países. Las diferencias son incluso
mayores entre los distintos sectores productivos de la economía española, como
muestra el Gráfico 2. En algunos de ellos, como actividades financieras y
seguros su valor añadido ha aumentado un 13,5% y las horas un 0,8%. Por el
contrario, en las actividades profesionales, científicas y técnicas su valor
añadido ha disminuido un 13,3% y las horas han aumentado un 1,3%, con una caída
de la productividad del 14,6%. Para el conjunto de la economía, la caída del
PIB por hora trabajada en la segunda mitad de 2020 no se debe tanto a cambios
en la composición sectorial como a la disminución de la productividad en la mayor
parte de los sectores productivos, mientras que el efecto
composición sí que dominó a lo largo de los tres trimestres de 2021 para los
que disponemos de información.
¿Qué factores puede haber detrás de esas diferencias? Tal y como analiza un reciente estudio de BBVA Research, la crisis ha afectado de una manera muy diferente al empleo y actividad de los sectores económicos y de las regiones, de los componentes de la demanda agregada y de las rentas. Sin duda, el empleo es una de las variables económicas que más importan en la vida de las personas, por lo que hay que celebrar que en menos de dos años se haya recuperado la afiliación a la Seguridad Social, aunque las horas trabajadas no lo hayan hecho. Pero es difícil resumir en cualquiera de las aproximaciones agregadas al empleo los efectos tan heterogéneos de la covid.
El PIB trata de ofrecer la mejor estimación
posible del valor añadido de las actividades realizadas en los mercados de
bienes y servicios. Para ello ofrece una estimación consistente con tres
aproximaciones en su medición. Primero, con la suma de los distintos
componentes de la demanda agregada. Como muestra el Gráfico 3, mientras que el
consumo público se encontraba en el tercer trimestre de 2021 un 6,4% por encima
de su nivel de 4T2019, el consumo privado y la inversión estaban un 6,9% y un
7% por debajo, respectivamente. Segundo, también debe ser consistente con la
suma de los valores añadidos de los distintos sectores productivos. El
comercio, transporte y hostelería todavía estaba un 12,6% por debajo de su
nivel de actividad prepandemia. Tercero, con la suma de las diferentes fuentes
de renta de los agentes económicos. Al respecto, la remuneración nominal de
asalariados casi ha recuperado su nivel anterior a la crisis, pero el excedente
bruto de explotación y las rentas mixtas se sitúan un 10,7% por debajo.
La magnitud de la crisis
Es probable que el INE revise las
estimaciones del PIB y de sus componentes, pero es difícil anticipar la
dirección de las revisiones para 2020 y 2021, dada la magnitud de la crisis. Es
algo que iremos conociendo a medida que se disponga de más información, se
vayan cruzando todas las bases de datos y encuestas, y se garantice la
consistencia de la Contabilidad Nacional trimestral con la anual. Conviene
recordar que, de acuerdo con la metodología del Sistema Europeo de Cuentas Económicas, el INE
sigue una política de revisiones bien establecida. Por ejemplo,
en septiembre de 2021 se publicó el avance de 2020, con una caída del PIB del
10,8%. El septiembre de este año conoceremos la estimación provisional. Y en
septiembre de 2023, la estimación definitiva del PIB anual de 2020. No puede
descartarse, por ejemplo, que la caída en el primer año de la pandemia haya
sido mayor y que la recuperación en 2021 haya sido más intensa.
Como muchas otras estadísticas, el PIB tiene margen de mejora gracias a la disponibilidad de más y mejor información y con tiempos de publicación mucho más rápidos. Las nuevas tecnologías y las bases de datos masivas en tiempo real han permitido disponer de mejores estimaciones de los efectos económicos de la covid que las que hubiéramos tenido hace una o dos décadas. Solo hay que pensar que gracias al teletrabajo se pudieron publicar a tiempo las estimaciones del PIB del primer y segundo trimestres de 2020. Pero no hay que presuponer que las mejoras en la medición del PIB vayan a reducir las divergencias de corto plazo con las distintas aproximaciones disponibles de la evolución del empleo, que también tienen sus limitaciones.
Conviene, por lo tanto, no decantarse por
unos indicadores en detrimento de otros, ni para infraestimar ni para
sobreestimar la intensidad de la recuperación. Más allá de las posibles
divergencias en el corto plazo, una aproximación integral y equilibrada debe
prestar atención a la información subyacente que los indicadores económicos de
mayor utilidad nos ofrecen, sean de empleo, de actividad, de valor añadido o de
bienestar.
Rafael
Doménech
BBVA
Research y Universidad de Valencia
Abrazos,
PD1: A nuestras mujeres hay que
hacerlas reír todos los días. No vale con escuchar lo que nos cuentan,
ayudarlas en casa… Tienen que reírse con las tonterías que les contamos… Y a
nosotros nos encanta que nos toquen, que nos den besos, que nos hagan caricias,
que nos miren y comprendan nuestros problemas… Así que si piensas que no se ríe
suficiente tu mujer, deja lo que estés haciendo, aunque sean las 7 de la
mañana, y le dices cualquier tontería para que se ría…
Es el problema de los matrimonios
que los maridos no divierten a sus mujeres y las mujeres no dan suficientes
muestras de cariño a sus maridos…