Tenemos un monstruo que nos come
y nos empobrece. Se le han quitado las ganas al personal de gastar en nada. El
consumo se ha desplomado. Se toman muchas cañas en los bares y punto. No se
compra nada de nada…
La inflación es
la subida generalizada de los precios de los bienes y servicios de
consumo de una de una economía (ver entender la inflación). La inflación provoca
una pérdida de la capacidad de compra del dinero y
un empobrecimiento de las familias y las empresas que no pueden aumentar sus
ingresos a la velocidad en la que lo hacen los precios. Con
el mismo dinero cada vez pueden comprar menos cosas.
El
principal mandato de los bancos centrales es el control
de la inflación, con un objetivo a medio plazo de un
incremento anual del 2%. Como menciona el BCE en su web, la
economía funciona mejor cuando los precios se mantienen estables en general. El
dinero conserva su valor y las personas y las empresas pueden planificar mejor
sus gastos e inversiones. Ilustrativamente, el
BCE representa a la inflación como un monstruo que
destruye la economía y empobrece a los ciudadanos.
Fuente:
web BCE
Cuando
la demanda supera a la oferta en cualquier
producto o servicio, se produce un incremento del precio de dicho producto o
servicio. Esto se aplica a cualquier cosa, desde un litro de gasolina hasta las
entradas para la final de la Champions. Si la oferta es limitada y la demanda es abundante, los precios
suben. Cuando la subida de precios en los productos y servicios
es generalizada, se produce la inflación.
Ante
un exceso de demanda sobre la oferta existen dos
formas de afrontar la situación: tratando de reducir
la demanda, o bien, facilitando el aumento
de la oferta. Ante un exceso de demanda de billetes de tren
entre Madrid y Barcelona sobre la oferta disponible, se puede poner trabas a
las demandas o incluso aumentar los impuestos a los billetes para reducir la
demanda, o se puede aumentar la oferta posibilitando que nuevos operadores
cubran dicho trayecto ferroviario, logrando una reducción de los precios (como
así ha ocurrido). Los bancos centrales sólo actúan sobre la demanda, no sobre la
oferta.
Durante
la última década, el BCE ha
aplicado una política hiperlaxa con liquidez abundante y tipos incluso
negativos. El objetivo (errado) era aumentar la inflación hasta el 2% a
través de impulsar la demanda de bienes y servicios.
La economía ha estado "dopada" durante todo este tiempo (Economía Ben Johnson), por la inyección de liquidez y
los tipos de interés artificialmente bajos. Se ha pretendido aumentar la
demanda de bienes y servicios. Realmente, es difícil
entender cuál era el problema cuando la inflación era cercana a cero debido,
principalmente, a la caída de los precios importados, sobre todo de productos
energéticos. No es cierto que una caída
suave de los precios retraiga el consumo en espera de
caídas adicionales de precios. El ejemplo claro son los productos
electrónicos: cada nuevo modelo incluye mejores prestaciones y
los precios se reducen año a año.
Ahora,
cuando después de más de una década de intentar dopar la
demanda aparece el "monstruo" de la inflación, los bancos centrales
pretenden reducir los precios reduciendo la demanda, a través
de retirada de liquidez del sistema y subidas de los tipos de interés.
En Europa, la
principal causa de la inflación es el incremento de los combustibles y los
alimentos por problemas en la oferta, no por exceso de demanda.
Los incrementos de precios en otros bienes se deben, en gran parte, a problemas
en las cadenas de suministros y al efecto secundario del aumento de los costes
energéticos.
Así, intentar
atacar la inflación provocando una disminución de la demanda y no un aumento de
la oferta implica, inevitablemente,
un severo peaje sobre el crecimiento económico. Adicionalmente,
la demanda (el gasto) del sector público de la economía es muy
inelástica, incluso creciente en momentos de deterioro
económico por el mayor gasto social. Por lo tanto, el
ajuste y la reducción de la demanda recaen de forma mucho más intensa sobre el
sector privado de la economía, sobre familias y empresas.
Como
reconocía recientemente Powell, el presidente de la Reserva Federal, la
lucha contra la inflación causará "cierto dolor" (some
pain). Los bancos centrales tienen una difícil
elección: luchar contra la inflación y provocar una fuerte ralentización de
la economía, incluso una recesión, o
seguir sosteniendo la demanda de forma artificial aumentando las inyecciones de
liquidez y manteniendo los tipos de interés en niveles ínfimos,
aunque la inflación siga presente durante largo tiempo.
Sorprendentemente, no
se diferencia entre la inflación provocada por un sobrecalentamiento de la
economía y de la demanda, como podría ser el caso de EE.UU. con
un mercado laboral muy tensionado, de la inflación provocada por problemas de oferta, como es el caso
de Europa. A causas distintas deberían aplicarse medidas
distintas.
El
mandato de control de precios del BCE no distingue respecto de cuál es la causa del alza de la
inflación. Por lo tanto, las subidas de tipos están
garantizadas. Queda por ver cuál será el dolor infligido a la
economía. Tantos años de "barra libre de liquidez" y "tipos
negativos" no iban a salir gratis (Leer artículo de 2016).
Y esta tendencia de consumir
menos no pasa solo en España:
Abrazos,
PD1: Cuando acaba la Misa se nos
dice: “podéis ir en Paz”. Está muy mal traducido del latín: “Ite, missa est”,
que tampoco quiere decir solo que la Misa se ha acabado. Sino que nos manda en
imperativo: Id y contar lo que aquí se ha dicho. Es un mensaje apostólico, es
lo último que oímos en la celebración, que vayamos y lo contemos, que seamos
apóstoles…