Es ahora la moneda de intercambio… Y menos mal que se acaban los fríos…, aunque se usa para generar electricidad también…
El gas viaja mal
Con la
imposibilidad de importar determinados productos rusos debido a las sanciones,
encontrar otros exportadores depende de la disponibilidad de dicho producto en
el mercado y de la facilidad del transporte de dicho producto.
De
todas las importaciones europeas de productos rusos, la más difícil de
sustituir es el gas natural. A diferencia de cualquier otro
producto, el transporte del gas requiere de una infraestructura específica que
es costosa y lleva años construir. Así, el gas ruso llega a Europa,
principalmente, a través de distintos gaseoductos.
La otra
forma de transportar el gas es a través de un complejo
proceso que consiste en licuar
el gas a través de un proceso de enfriamiento del mismo a -161ºC,
lo que permite reducir el espacio que ocupa por un factor de 600, manteniendo
las propiedades del gas. Es decir, el gas natural licuado (GNL) ocupa 1/600 el espacio que ocupa la
cantidad original de gas a temperatura ambiente, facilitando
el transporte, distribución y comercialización. Este sistema
permite transportar el GNL en grandes barcos "metaneros".
En el puerto de destino debe existir, a su vez, plantas
de regasificación. Estas plantas realizan el cambio de estado
del GNL y lo vuelven a convertir en gas natural en estado gaseoso. De nuevo,
para transportar el gas desde los puertos de destino hasta distintas
geografías, son necesarios gaseoductos que permitan
transportar importantes cantidades de gas. (En el caso de España, el gas ruso,
GNL, llega en metaneros a plantas de regasificación).
En las últimas semanas el presidente Biden ha ofrecido a los países de la UE sustituir una gran parte de las importaciones de gas ruso por GNL estadounidense. Sin embargo, dicho ofrecimiento tiene algunas limitaciones relevantes para poder llevarse a cabo. Aunque las exportaciones de gas natural estadounidense a través de metaneros están en máximos históricos, la capacidad para aumentar el volumen actual de exportaciones es muy limitada.
Algunas
de las exportaciones estadounidenses que normalmente irían
a Asia, se han desviado a Europa. Al
destinar mayores cantidades de gas a la exportación, en lugar
de destinarse al consumo interno, ha facilitado que el precio
del gas para los consumidores estadounidenses también se haya incrementado,
creando tensiones adicionales en la inflación y voces, como la de la demócrata
Elizabeth Warren, solicitando la limitación de las exportaciones de gas.
El sector
energético estadounidense está en manos de empresas privadas.
Lógicamente, estas empresas sólo se embarcarán en cuantiosas inversiones en proyectos de
construcción de plantas de licuefacción, cuyo periodo de
construcción puede durar hasta cinco años, si tienen garantizados
contratos de suministro a muy largo plazo (al menos 20
años).
La Unión
Europea tiene un problema. Con los compromisos
de descarbonización, que implican una reducción
del uso del gas en un 30% para 2030 y emisiones
NETAS CERO para 2050, ¿quién va a firmar un contrato a
largo plazo de suministro de gas? Los compradores europeos necesitarán gas en
2030 o 2035, pero si se quiere cumplir con los compromisos "verdes", no es
seguro que se necesite en 2040 o más allá en el tiempo.
Esta falta de seguridad respecto de la demanda
a largo plazo por parte de los compradores europeos es
un factor limitante para que las empresas americanas decidan realizar
cuantiosas inversiones en nuevas plantas de licuefacción. El
objetivo europeo de EMISIONES NETAS CERO en 2050, que implica una
reducción muy sustancial del consumo de gas para entonces, tampoco ayuda a que
se materialicen estas inversiones.
De
igual modo que Europa difícilmente puede sustituir gran parte de las
importaciones rusas de gas en el corto y medio plazo, Rusia
tampoco puede desviar en el corto plazo gran cantidad de las exportaciones de
gas con destino a Europa a otros compradores. A medio plazo,
gran parte del gas que actualmente viene a Europa desde Rusia, acabará en
países asiáticos, pero la infraestructura para que esto suceda tardará tiempo
en construirse.
A
pesar de los titulares sobre el corte del suministro de gas ruso a Polonia y Bulgaria por
no acceder a pagar en rublos, al menos cuatro compradores europeos ya
han accedido a dicha forma de pago (la empresa alemana
UNIPER, la austriaca OMV, Hungría
y Eslovaquia). Adicionalmente, otras diez
empresas europeas ya han abierto cuentas en rublos en Gazprombank para
realizar los pagos de las importaciones de gas en la forma requerida por Rusia.
La
dependencia alemana del gas es tal, que incluso hasta
hace menos de un mes las reservas de gas en Alemania han estado gestionadas por
una filial de Gazprom (Gazprom Germania). Curiosamente,
los niveles actuales de reservas de gas se encuentran en mínimos.
A
pesar de estar en momentos excepcionales, las decisiones
energéticas que llevan vigentes durante décadas difícilmente se pueden
modificar de la noche a la mañana. Sobre todo, en un producto
que viaja tan mal como el gas.
Abrazos,
PD1: Mayo, mes de María. Hay que
empezarle a ponerle flores, a pedir su intercesión…