Los mensajes de la FED han sido
erróneos:
Solo les falta decir que el objetivo de inflación a futuro será del 3% y que los tipos se quedarán más arriba para los siguientes años…
Factores inflacionistas
Los
mensajes del BCE y de la Reserva Federal cuando la inflación comenzó a superar
su nivel objetivo del 2%, a mediados del pasado año, se centraban en transmitir
tranquilidad porque se suponía que era un repunte coyuntural. Más de
un año después es claro el error de apreciación y el temor a una
inflación sensiblemente más elevada del 2% durante más tiempo.
Ya no se puede contar con los factores deflacionistas que han ayudado a la contención de precios durante décadas (leer artículo). Además, han surgido distintos factores inflacionistas que previsiblemente serán estructurales y no meramente coyunturales.
Coste energético en Europa. Las
sanciones de la UE a los productos energéticos rusos han provocado un aumento
considerable del coste de la energía y de la electricidad en Europa, sin
que haya visos de una vuelta a los reducidos precios disfrutados por el Viejo
Continente hasta hace apenas un año. Aunque no aumente más
el precio de la energía desde los niveles actuales, las
empresas ya han comenzado a repercutir el aumento de sus costes a los precios de
sus productos y servicios.
Costes de los alimentos. El
fuerte aumento de los precios del gas ha llevado a una paralización
de más de dos tercios de la producción de fertilizantes en
Europa. Esto, unido a la sequía y a las limitaciones de las exportaciones desde
la zona en conflicto hace presagiar aumentos adicionales de los precios de los alimentos.
Desglobalización. Aunque
las empresas de la UE parecen no tener problema en seguir produciendo
en China, Estados Unidos sí está tomando medidas para repatriar determinadas
producciones, especialmente de productos con un elevado
contenido tecnológico. Está aprobando leyes (US
Chips Act e Inflation Reduction Act) que subvencionan
con miles de millones de dólares a las empresas para trasladar su producción a
suelo americano, a la vez que prohíben la venta de determinados
productos a empresas chinas. Obviamente, la producción de estos productos en
suelo estadounidense será más cara que la producción actual en China o en otros
productores asiáticos.
Del Just in time al Just in case. Durante décadas se han
intentado optimizar los costes y la producción minimizando los inventarios
tanto de productos intermedios como de productos finales. Desde la rotura
de las cadenas de suministro y de producción como
consecuencia del covid y de los intermitentes confinamientos en áreas
industriales chinas, la seguridad de los suministros ha pasado a primar más que el
coste de unos inventarios reducidos. Aunque ello suponga más
costes.
Transición energética. Todos
los estudios coinciden en el elevado coste de la transición energética, que
inevitablemente repercutirá en los precios. Curiosamente, la
UE parece no tener problema en autoimponerse dichos costes, aunque
otras áreas geográficas generadoras de un volumen mucho
más elevado de CO2 no estén dispuestas a dichos sacrificios.
Políticas ESG (Enviromental, Social, Governance). La fiebre de la imposición de medidas ESG sobre las empresas está generando costes añadidos en las compañías que no van destinados a una mejora de la productividad, sino a otros objetivos distintos a los meramente económicos. Estos costes añadidos también son inflacionistas.
Todos
estos factores se han convertido en estructurales, dificultando el objetivo de
inflación de los bancos centrales. La solución previsible, ante la
imposibilidad del BCE y de la Reserva Federal de conseguir su objetivo de
inflación del 2% en un horizonte razonable de
tiempo, será subir dicho nivel objetivo hasta al menos el 3%.
Es sólo cuestión de tiempo.
Abrazos,
PD1: Ya somos 30 personas: Mi querida mujer, que tantas pesadeces me soporta, 9 maravillosos hijos, 2 yernos y 4 nueras estupendas, y 12 nietos, más uno a punto de nacer... Solo queda dar Gracias a Dios…