11 septiembre 2023

movimiento de las divisas

Recientemente el dólar se ha estado fortaleciendo otra vez. Se sigue usando como principal moneda de cambio en las operaciones, habiendo el euro perdido una parte importante de transacciones en los últimos dos años…

Matizando la desdolarización

Tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, los países occidentales congelaron 300.000 millones de dólares de reservas rusas en divisas, principalmente en dólares estadounidenses y euros. Adicionalmente, siete grandes bancos rusos fueron excluidos del sistema de pagos SWIFT, imposibilitando la mayor parte del comercio ruso en dólares o euros.

Todos los países emergentes, entre ellos los integrantes de los BRICS, y los más de veinte países que han solicitado su inclusión, tienen en común que ninguno de ellos ha aplicado sanciones a Rusia. Son muy conscientes del peligro que supone su dependencia del dólar y el riesgo de aplicación de sanciones secundarias por parte de los países occidentales, léase EE. UU. 


A día de hoy, EE. UU. sigue aplicando sanciones secundarias a aquellas empresas que realizan operaciones con Irán, en determinados sectores. Para ello, el control del sistema SWIFT es fundamental, al poder chequear qué operaciones se realizan a través de dicho sistema de pagos internacionales.

Mientras los países emergentes sigan realizando su comercio internacional en dólares y mantengan reservas en dólares fuera de sus fronteras, corren el eventual riesgo de ver su tráfico comercial internacional frenado y sus reservas congeladas. Por ello, es lógico que uno de los principales objetivos declarado de los BRICS sea realizar la mayor parte de su comercio internacional en divisas distintas del dólar y del euro.

Hoy en día no existe una moneda internacional aceptable por los países BRICS que pueda sustituir al dólar. El yen chino no cumple las condiciones para ser una alternativa, al no existir libertad de movimiento de capital en China, ni un sistema financiero sólido y transparente.

La creación de una moneda común entre los países BRICS es una tarea muy compleja de difícil materialización en el medio plazo. Los 11 países integrantes de los BRICS actuales tienen una gran disparidad en sus cifras macroeconómicas y es impensable un proceso de convergencia como el que realizaron los países europeos para incorporarse al euro hace ya más de veinte años.

El historial de control de las cuentas públicas en los países que se incorporan a los BRICS es poco edificante. Como consecuencia, la depreciación de sus divisas contra el dólar en la última década es generalizada: 98% del peso argentino; 90% del rial iraní; 78% de la libra egipcia, o el 55% del real brasileño. Con estos mimbres es difícil construir una moneda común, aunque sólo fuera empleada en el comercio internacional entre empresas de dichos países.

En cualquier caso, cuanto más aumenten el comercio entre los países integrantes de los BRICS, mayor es la posibilidad de realizar operaciones en monedas distintas del dólar y del euro, utilizando sus propias monedas nacionales. No obstante, la confianza de cada uno de los países en la moneda de sus socios es limitada. Así, Rusia no tiene ningún problema en vender petróleo a la India facturando en rupias indias, porque Rusia importa de India más de lo que le exporta. Por lo tanto, las rupias recibidas por la venta de petróleo se utilizarán en comprar productos indios. Rusia no va a acumular reservas de divisas en rupias.

La incorporación de tres de los mayores países productores de petróleo a los BRICS supone que este bloque de países ya controla el 47% de la producción mundial de petróleo. Las manifestaciones públicas de los dirigentes de Arabia Saudita, primer proveedor de petróleo de China, de facturar sus exportaciones de petróleo en yuanes, supone una declaración de intenciones que acabará teniendo su efecto en la menor utilización del dólar, aunque de forma gradual.

Lo que realmente necesitan los BRICS no es tanto una moneda común, como un sistema de liquidación entre los bancos centrales para sus balanzas de pagos, para mantener controlados los desajustes en las balanzas de comercio y de inversión.

En cualquier caso, aunque se hable de posible desdolarización del comercio internacional, lo que de hecho se está produciendo es una "des-eurización" (si existiera la palabra). Es decir, una menor utilización del euro en el comercio internacional, excluidas las operaciones intraeuro. Mientras que en julio de 2021 el 40% de los pagos de comercio internacional se realizan en euros, apenas dos años después, dicho porcentaje se ha reducido a menos de un 14%. En el mismo periodo, el peso del dólar ha aumentado hasta casi el 60% del volumen.


Algo se mueve en el mundo. Pese a ello, el dólar seguirá siendo la divisa de referencia durante largo tiempo. No obstante, todo apunta a que su hegemonía ha perdido ya su punto álgido. La desdolarización será un proceso lento, pero inexorable.

Abrazos,

PD: El Papa Francisco dijo: “A veces nos contentamos con observar algún precepto y repetir oraciones, pero el Señor espera que vayamos a su encuentro, que le abramos el corazón. Porque, al entrar en intimidad con Jesús, se curan nuestros afectos.”

No vale ser muy devotos y rezar muchas oraciones. Hay que parase un rato cada día y hacer oración mental. Establecer un dialogo con el Señor. Contarle nuestras inquietudes y anhelos. Y escuchar lo que nos dice, que nos habla. Otras veces no hace falta contarle muchas cosas, sino darle gracias por las cosas que nos va regalando. Otras alabarle y decirle cuánto le queremos…