Recientemente el dólar se ha
estado fortaleciendo otra vez. Se sigue usando como principal moneda de cambio
en las operaciones, habiendo el euro perdido una parte importante de
transacciones en los últimos dos años…
Matizando la desdolarización
Tras la
invasión de Ucrania por parte de Rusia, los países
occidentales congelaron 300.000 millones de dólares de reservas rusas en
divisas, principalmente en dólares estadounidenses y euros.
Adicionalmente, siete grandes bancos rusos fueron excluidos del sistema de pagos
SWIFT, imposibilitando la mayor parte del comercio ruso en
dólares o euros.
Todos los
países emergentes, entre ellos los integrantes de los BRICS, y
los más de veinte países que han solicitado su inclusión,
tienen en común que ninguno
de ellos ha aplicado sanciones a Rusia. Son muy
conscientes del peligro que supone su dependencia del dólar y el riesgo de
aplicación de sanciones secundarias por parte de los
países occidentales, léase EE. UU.
A día de hoy, EE. UU. sigue aplicando sanciones secundarias a aquellas empresas que realizan operaciones con Irán, en determinados sectores. Para ello, el control del sistema SWIFT es fundamental, al poder chequear qué operaciones se realizan a través de dicho sistema de pagos internacionales.
Mientras
los países emergentes sigan realizando su comercio internacional en
dólares y mantengan reservas en dólares fuera de
sus fronteras, corren el eventual riesgo de ver su tráfico
comercial internacional frenado y sus reservas congeladas. Por
ello, es lógico que uno de los principales objetivos declarado de
los BRICS sea realizar la mayor parte de su comercio internacional en divisas
distintas del dólar y del euro.
Hoy
en día no existe una moneda internacional aceptable por los países BRICS
que pueda sustituir al dólar. El yen chino no cumple las
condiciones para ser una alternativa, al no existir libertad de movimiento de
capital en China, ni un sistema financiero sólido y transparente.
La creación
de una moneda común entre los países BRICS es una tarea
muy compleja de difícil materialización en el medio plazo.
Los 11 países integrantes de los BRICS actuales tienen una gran
disparidad en sus cifras macroeconómicas y es impensable
un proceso de convergencia como el que realizaron los
países europeos para incorporarse al euro hace ya más de veinte años.
El
historial de control de las cuentas públicas en los países
que se incorporan a los BRICS es poco edificante. Como consecuencia, la depreciación
de sus divisas contra el dólar en la última década
es generalizada: 98% del peso argentino; 90% del rial
iraní; 78% de la libra egipcia, o el 55% del real brasileño. Con estos mimbres
es difícil construir una moneda común, aunque sólo fuera empleada en el
comercio internacional entre empresas de dichos países.
En
cualquier caso, cuanto más aumenten el comercio entre los países integrantes de
los BRICS, mayor es la posibilidad de realizar operaciones en
monedas distintas del dólar y del euro, utilizando sus propias monedas
nacionales. No obstante, la confianza de cada uno de los
países en la moneda de sus socios es limitada. Así, Rusia no
tiene ningún problema en vender petróleo a la India facturando en rupias indias,
porque Rusia importa de India más de lo que le exporta. Por lo tanto, las
rupias recibidas por la venta de petróleo se utilizarán en comprar productos
indios. Rusia no va a acumular reservas de divisas en rupias.
La incorporación
de tres de los mayores países productores de petróleo a
los BRICS supone que este bloque de países ya controla el 47% de la
producción mundial de petróleo. Las manifestaciones públicas de
los dirigentes de Arabia Saudita, primer proveedor de petróleo de
China, de facturar sus exportaciones de petróleo en yuanes,
supone una declaración de intenciones que acabará teniendo su efecto en la
menor utilización del dólar, aunque de forma gradual.
Lo
que realmente necesitan los BRICS no es tanto una
moneda común, como un sistema de liquidación entre los bancos centrales para sus
balanzas de pagos, para mantener controlados los desajustes en
las balanzas de comercio y de inversión.
En
cualquier caso, aunque se hable de posible desdolarización del comercio
internacional, lo que de hecho se está produciendo es una "des-eurización" (si
existiera la palabra). Es decir, una menor utilización del euro en
el comercio internacional, excluidas las operaciones intraeuro.
Mientras que en julio de 2021 el 40% de los pagos de comercio internacional se
realizan en euros, apenas dos años después, dicho porcentaje se ha reducido a
menos de un 14%. En el mismo periodo, el peso del dólar ha aumentado hasta casi
el 60% del volumen.
Algo se mueve en el mundo. Pese a ello, el dólar seguirá siendo la divisa de referencia durante largo tiempo. No obstante, todo apunta a que su hegemonía ha perdido ya su punto álgido. La desdolarización será un proceso lento, pero inexorable.
Abrazos,
PD: El Papa Francisco dijo: “A
veces nos contentamos con observar algún precepto y repetir oraciones, pero el
Señor espera que vayamos a su encuentro, que le abramos el corazón. Porque, al
entrar en intimidad con Jesús, se curan nuestros afectos.”
No vale ser muy devotos y rezar muchas oraciones. Hay que parase un rato cada día y hacer oración mental. Establecer un dialogo con el Señor. Contarle nuestras inquietudes y anhelos. Y escuchar lo que nos dice, que nos habla. Otras veces no hace falta contarle muchas cosas, sino darle gracias por las cosas que nos va regalando. Otras alabarle y decirle cuánto le queremos…