La Autoridad Fiscal advierte del incumplimiento del compromiso de gasto este año y anticipa que serán necesarios nuevos ajustes a partir de 2027 para cumplir con los objetivos pactados con la Comisión Europea
La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha rebajado su previsión de crecimiento para España por el impacto negativo de la guerra comercial iniciada por Estados Unidos. Su nueva proyección, presentada este miércoles, anticipa un crecimiento del 2,3% en 2025, un recorte de dos décimas. También recorta su previsión para 2026, en este caso en tres décimas, hasta el 1,7%. Lo ha hecho en la presentación del informe de seguimiento del plan fiscal y estructural que remitió el Gobierno a la Comisión Europea a finales de abril.
La AIReF plantea así un escenario de desaceleración de la economía que continuará más allá de 2027 para estabilizarse en el entorno del 1,5% a medio plazo. Esto significa que la Autoridad Fiscal no cree que la guerra comercial vaya a desencadenar una crisis en España. La demanda interna seguirá creciendo con fuerza, actuando como cortafuegos ante el deterioro de la coyuntura internacional. Sin embargo, advierte de la elevada incertidumbre que rodea a las previsiones de crecimiento, tanto nacionales como internacionales.
El nuevo cuadro macroeconómico de la AIReF se sitúa ya de forma consistente por debajo del que acaba de actualizar el Gobierno. La brecha entre las previsiones del Gobierno y las de la AIReF es de 3 décimas para este año, de 5 décimas en 2026 y de 4 décimas en 2027. Ante esta situación, la AIReF advierte que el cuadro macroeconómico elaborado por el Gobierno "resulta optimista".
Tras años en los que el Gobierno estaban en línea con las previsiones de la AIReF, ahora empieza a generarse una divergencia. La Autoridad Fiscal cree que el Ministerio de Economía está siendo muy optimista en un contexto de "revisiones a la baja del crecimiento global". Esta brecha entre las dos proyecciones no debería ocurrir, ya que el Gobierno tiene que solicitar a la AIReF el aval a su cuadro macroeconómico.
Sin embargo, esta vez ha conseguido sortear este requisito, ya que la actualización se incorpora en un informe de seguimiento del plan, por lo que no era obligatorio solicitar el aval. "Es un informe ex post, no ex ante, pero aunque formalmente no sea preceptivo un aval, sí que hubiese sido necesario una consulta o un debate técnico", ha lamentado la presidenta de la AIReF, Cristina Herrero. El último cuadro macroeconómico para el que el Gobierno pidió a la AIReF su aval fue en septiembre, y en ese momento no había previsiones más allá de 2026. Sin embargo, la AIReF ha explicado que las previsiones del Ejecutivo todavía entrarían dentro del rango para recibir el aval.
El principal foco de discrepancia está en la inversión (FBCF). El Gobierno prevé que sea uno de los principales motores de la economía española durante los próximos años, con un crecimiento que más que duplicará al del PIB. Por el contrario, la AIReF prevé que la inversión se frenará en los próximos años, con una evolución muy en línea con el PIB. Entre sus argumentos están la incertidumbre sobre la política económica global, la lenta recuperación de los permisos de construcción de viviendas y el final de los fondos europeos a partir del año 2027.
La AIReF también es más pesimista que el Gobierno con la evolución del consumo, tanto privado como público. En consecuencia, espera una aportación más limitada de la demanda nacional. Por ejemplo, para 2026 la Autoridad Fiscal espera que genere 1,8 puntos de PIB, mientras que el Gobierno espera 2,8 puntos.
Hay otro punto relevante del informe del plan fiscal y estructural que la AIReF no comparte: el crecimiento del PIB potencial. El Gobierno espera que el PIB potencial se estabilice en el 2,3%, mientras que la AIReF anticipa una desaceleración hasta el 1,6% en 2028. La Autoridad Fiscal considera que el entorno internacional tan complejo no permite sostener la mejora del crecimiento potencial. Sin embargo, el Gobierno valora que el crecimiento de la inversión en Europa y en España, con el gasto en Defensa en primer plano, sostendrá el dinamismo de la economía.
Abrazos,
PD: Cuidado con la falsa humildad:
La humildad es una exhibición de los vivos. Parece un poco absurdo pensar en ella como atributo de los muertos. Los mausoleos también son decisiones de los vivos, bien para sí mismos, bien para terceros a quienes se considera dignos de semejantes honras fúnebres.
Santa Teresa que era muy lista y tenía muchas horas de vuelo, desconfiaba de los ataques de humildad. En una carta reprendía a una de sus monjas a la que le gustaba firmar como “Sor Estercolero”. “Espero hermana”, le escribía, “que su humildad no sea solo una cuestión de palabras”.
En general, Santa Teresa hablaba de “las humildades falsas que pone el demonio”. En una ocasión se refirió a su gran competidora, y milagrera, Catalina Cardona, mencionando maliciosamente, como de pasada, que solía firmar como “la pecadora”.
A Santa Teresa todas estas exhibiciones de humildad le crispaban los nervios.
La humildad es casi siempre un sentimiento impostado. La formación de la personalidad lleva aparejado una inevitable dosis de extremada soberbia. La afirmación frente a los demás es un requisito de la maduración hacia la vida adulta. Lo natural es esa soberbia, a la que los años van poniendo en su sitio, no la humildad.
Se confunde con frecuencia la humildad con la naturalidad o con la bonhomía.
Salvo a quienes aman el trato adulatorio y manifestarse ellos mismos de manera bombástica, a casi todo el mundo le gusta la naturalidad de los demás. Que no es que sea tampoco una virtud innata o adquirida, sino una manera más cómoda de estar en el mundo.
La naturalidad es a la moda “casual” o distendida lo que la altanería y el trato distante y altivo es al terno con corbata o, extremando las cosas, al chaqué, al smoking o al frac. No hay que retroceder a los tiempos en que “Fernando VII usaba paletó” para lucirse más incómodo.
Naturalidad no es modestia igual que arrogancia no es sabiduría. La naturalidad es comodidad para los demás y para uno mismo.
En esa búsqueda de la naturalidad los humanos hemos llegado gracias a “la rebelión de las masas” a lo que antes se llamaba “apearse el tratamiento”. Falangistas y comunistas lo hicieron en el siglo XX, implantando el uso del “camarada”, que era todo un pasarse de rosca de fraternidad ficticia.
El primer indicio de que alguien ha ido cumpliendo años se produce cuando un niño hace el recorrido inverso. Es decir, cuando le “desapea” el tratamiento a alguien y le trata de Ud.
Hay una humildad, quizás natural, quizás taimada, que se manifiesta en los maniacodepresivos cuando abandonan la fase de la euforia.
En los últimos tiempos y gracias a Twitter se ha puesto de moda expresar las opiniones propias haciéndolas preceder de un falsario “IMHO”, que son las siglas en inglés de “In My Humble Opinion” (en mi humilde opinión ó EMHO). Esas declaraciones de humildad están muy bien porque previenen a quien las escucha contra el arrebato de soberbia que viene a continuación. Ese EMHO es en el terreno de la humildad lo mismo que las afirmaciones de “transparencia, código de buen gobierno, rendición de cuentas o actitud implacable en la lucha contra la corrupción” son en el de la política: una advertencia involuntaria para que los incautos salgan corriendo y se pongan a cubierto.
Parece mentira que la humildad exhibida siga teniendo tan buena prensa, a pesar de lo que la fustigó Jesús en la parábola del fariseo y el publicano, lo que dejó la humildad confinada estrictamente al terreno de la oración mental.
Puede que la humildad, si es que existe, solo sea el reverso de los remordimientos.
En suma, la humildad no es, a lo que parece, más que un truco, entre otros muchos, para conseguir dominar a los demás.