Se les está yendo de las manos…
En la
última década, el BCE es el gran artífice de haber evitado problemas mayores
en la financiación de algunos Estados de la Eurozona, entre ellos
España. Su actuación se centra no solo en adquirir directamente
bonos soberanos, sino también en facilitar financiación
"ultrabarata" a la banca para que a su vez adquiera bonos
soberanos.
El
problema radica en que las medidas "temporales" introducidas
por la autoridad monetaria son difícilmente reversibles. La última medida
ha sido la concesión de 1,3 billones de euros de préstamos a la banca por
los que el BCE pagará (no recibirá) un interés de hasta el -1% si cada banco
prestatario mantiene un determinado nivel de préstamos a empresas y familias.
Una elevada cantidad de dicho importe se destinará a comprar deuda pública.
En este
tipo de programas la banca tiene un doble incentivo para adquirir bonos
soberanos. En primer lugar, el tipo de interés de la financiación (en
este caso de hasta -1%) es inferior a la rentabilidad recibida por
invertir en bonos soberanos al mismo plazo. Así, invirtiendo
en bonos españoles a tres años, la rentabilidad neta para el banco es del 0,76%
al año. Invirtiendo en bonos italianos la rentabilidad es del 1,31%. El segundo
motivo es la consideración por parte de la normativa bancaria europea de los bonos
soberanos como activos sin riesgo y, por tanto, sin límites en la
cuantía que cada banco puede invertir en deuda pública (con matices). En un
entorno extremadamente complejo para el negocio bancario, esta vía
"fácil" de obtención de beneficios sin riesgo será
ampliamente utilizada por la banca, sobre todo la española e italiana.
La
primera vez que el BCE estableció un programa de financiación a la banca a
largo plazo (tres años) fue en diciembre de 2011 con los
programas LTRO (Long Term Refinancing Operations). Nada más aprobarse
dichos programas, el entonces presidente de la Comisión Europea, Durao
Barroso, animaba a la banca europea a adquirir bonos soberanos. Se
solucionaban dos problemas: la financiación de los Estados y el fortalecimiento
de los balances bancarios a través del aumento de sus beneficios. Desde
entonces, sistemáticamente se han sucedido los programas de financiación a la
banca a largo plazo, con determinadas limitaciones y en condiciones muy
favorables, desde 2014 incluso con tipos de interés negativo. Los nombres de
los programas parecen una sopa de letras: LTRO, VLTRO, TLRO I, II, III.
De
los 1,3 billones de euros concedidos en junio por el BCE a la
banca en el programa TLRO III, unos 760.000 millones irán destinados a
repagar préstamos anteriores del BCE a la banca. El importe restante,
más de medio billón de euros, irá destinado en gran parte a la adquisición
de bonos soberanos.
A corto
plazo es una buena noticia que los Estados del sur de Europa se puedan
financiar a tipos ridículos o incluso negativos. Sin embargo, la distorsión
permanente de los tipos de interés de mercado de los bonos soberanos induce a
los distintos gobiernos a considerar que las ayudas directas e indirectas del
BCE serán permanentes y crecientes en volumen, sin importar el destino que se
da al aumento de la deuda. El sentido común dice que no será así. La
Eurozona no es Japón. La existencia de un banco central pero diecinueve Estados
con situaciones fiscales muy dispares hace inevitable la aparición de tensiones
ante la "eventual" mala gestión de algún Estado miembro.
En
cualquier caso, las progresivas medidas adoptadas por el BCE desde
2008 tienen difícil marcha atrás sin generar
considerables turbulencias en la financiación de determinados países, entre
ellos España
Abrazos,
PD1: Es tan fácil como dejar de
mirarse a uno mismo y darse a los demás…