Con la deuda se sustituye consumo futuro por consumo actual:
Economía dopada por la deuda
La deuda ha sido un impulsor del crecimiento económico durante décadas. El endeudamiento ha sido creciente tanto en familias, como en empresas y Estados. El creciente endeudamiento ha sido un dopaje para el crecimiento económico global que difícilmente se mantendrá a futuro. Nada crece hasta el infinito, las deudas tampoco.
La facilidad para aumentar el endeudamiento ha creado una falsa percepción de riqueza y un nivel de crecimiento económico sólo sostenible mientras se mantenga el nivel de endeudamiento.
En el caso de una familia, si el endeudamiento se ha destinado al consumo, se habrá sustituido consumo futuro por consumo actual. La cantidad debida se tendrá que devolver más adelante añadiéndole los intereses correspondientes, con lo que el consumo futuro se reducirá todavía más. Por el contrario, si el endeudamiento se ha destinado a una inversión, incluida la vivienda propia, se estará renunciando a consumo actual por consumo futuro. En cualquier caso, la capacidad de endeudamiento de una familia es limitada. Una familia que recurrentemente durante años gaste más de lo que ingresa, se costumbrará a un nivel de vida no sostenible. El coste del endeudamiento incremental será cada vez más elevado, sin que exista garantía de encontrar financiador de los futuros excesos de gastos.
En el caso de las empresas, el endeudamiento les permite financiar proyectos, expandir sus operaciones o invertir en determinados proyectos en cuantías superiores a las de sus recursos propios. Para que la empresa sea sostenible, la rentabilidad de las inversiones realizadas debe ser superior al coste de la deuda utilizada. La realidad hoy en día, especialmente en las grandes empresas, es el convencimiento de que una parte significativa de las deudas nunca se van a devolver a su vencimiento, simplemente se refinanciarán de forma permanente. El problema radica en que no se puede garantizar que al vencimiento de las deudas habrá alguien dispuesto a refinanciarlas, ni cuál será el tipo de interés al que lo haría.
En el caso de los Estados, se ha convertido en una normalidad el gastar más de lo que se ingresa, manteniendo de forma permanente déficits públicos que hay que financiar a través de la emisión de nueva deuda. De forma generalizada, estos déficits no se producen por la realización de inversiones a largo plazo que reportarán un determinado retorno, sino por el incremento imparable de los gastos corrientes de los Estados (salvo honrosísimas excepciones como Portugal).
El aumento constante de la deuda que ha servido para dopar el crecimiento económico ahora puede comenzar a pasar factura por diversos factores:
- El incremento de los tipos de interés, tras una década de tipos artificialmente bajos, implica que el coste financiero de la deuda aumenta, detrayendo recursos antes destinados a otros fines, mermando el crecimiento económico. La cantidad que se destine a pagar intereses no se podrá dedicar a otras partidas, incluidas las de inversión.
- Efecto expulsión de la financiación privada (crowding out). Con la subida de la rentabilidad exigida a los bonos soberanos, la cantidad de financiación disponible para el sector privado disminuye y, además, se le exigirá un tipo de interés superior que cubra la prima de riesgo adicional.
- A su vez, estos efectos pueden llevar a una desaceleración de la actividad que reduzca los ingresos y, por tanto, exija un endeudamiento adicional.
Como muestra el gráfico anterior, según aumenta el nivel de endeudamiento, la aportación al crecimiento económico de la nueva deuda es menor. Desde 2009, por cada 4,7 dólares de aumento de deuda, la economía sólo ha crecido 1 dólar. La dificultad de seguir aumentando el endeudamiento al mismo ritmo que en el pasado cercano, lleva al convencimiento de que los crecimientos económicos futuros serán menores que los vistos en las dos últimas décadas.
La advertencia de este artículo de 2016 parece hacerse realidad (Leer: La Economía Ben Johnson).
Algunas personas con una posición aparentemente muy holgada de riqueza personal acaban dejando una situación muy delicada a sus herederos en el momento del fallecimiento por el elevado volumen de deudas acumuladas. La apariencia de riqueza era sólo eso, apariencia, no realidad. Sus herederos se tendrán que hacer cargo de las deudas y no podrán mantener el nivel de vida del progenitor fallecido. El consumo de la persona fallecida se realizó a costa del consumo futuro de sus herederos.
La situación descrita, entendible respecto a una familia, es extrapolable a los Estados y las siguientes generaciones de un determinado país, aunque rara vez se mencione.
Solo se entiende así la subida del oro y del bitcoin… Abrazos,
PD: La disposición fundamental que hemos de vivir y la virtud que hemos de ejercitar es la esperanza. El Adviento es, por excelencia, el tiempo de esperanza, y la Iglesia entera está llamada a vivir en la esperanza y a llegar a ser un signo de esperanza para el mundo. Nos preparamos para conmemorar la Navidad, el inicio de su venida: la Encarnación, el Nacimiento, su paso por la tierra. Pero Jesús no nos ha dejado nunca; permanece con nosotros de diversas maneras hasta la consumación de los siglos.