Y si nos deterioramos, faltarán muchos más años… No tenemos petróleo, ni producimos la mayoría de cosas que consumimos…, solo ensamblamos coches que otros producen por partes fuera. Somos un gran país de servicios bancarios, de turismo y de agricultura… Pero todos los cacharros que usamos, los compramos fuera
España necesitará 25 años para reducir la deuda exterior a un nivel sostenible
El desapalancamiento privado ha sido compensado con la mayor deuda del Estado. Eso ha generado un enorme desequilibrio que tardará 25 años en corregirse a niveles sostenibles
La unión monetaria —el euro— nació, entre otros motivos, para igualar el coste de financiación de los tesoros nacionales. Se suponía que al compartir los estados una misma moneda, los diferenciales de tipos de interés iban a ser residuales. Pero la realidad está siendo muy distinta.
Los elevados diferenciales de prima de riesgo han venido para quedarse y nada indica que en los próximos años se vaya a producir una convergencia relevante en las condiciones de financiación de los estados. Es decir, lafragmentación financiera —lo que el Banco de España ha llamado“renacionalización”— ha creado compartimentos estancos en lugar de integración.
¿La causa? La posición cíclica de cada país, pero, sobre todo, los problemas de fondo de la economía. En particular, el endeudamiento exterior. Algo que explica que la prima de riesgo española se mueva actualmente en torno a los 115 puntos básicos pese a que el PIB habrá avanzado de media anual entre 2015 y 2017 ligeramente por encima del 3%. O al hecho de que Italia, que está fuera del Protocolo de Déficit Excesivo, tenga que soportar un diferencial frente al bono alemán a 10 años equivalente a 177 puntos básicos, casi cinco veces más que Francia.
Un informe realizado por Europa G —un 'think tank' especializado en economía política— lo achaca a los altos endeudamientos exteriores, que pesan como una losa sobre la solvencia de las economías. Pero también a factores de naturaleza política. Según el autor del estudio, el economista Josep Oliver, existe un “problema de solvencia exterior”, toda vez que la posición de inversión internacional (el saldo entre lo que España pide prestado al exterior para financiar su economía y lo que las empresas invierten en el extranjero) es uno de los más altos de la eurozona (el 84% del PIB), un nivel que se sitúa en línea con Grecia y Portugal.
Por el contrario, países como Holanda, Bélgica o Alemania registran una deuda exterior neta positiva que se sitúa entre el 54% y el 76% del PIB, lo que les asegura financiación en caso de un nuevo estrangulamiento del crédito como el que se registró hasta 2012, antes de que Draghi, el presidente del BCE, comenzara la política monetaria ultraexpansiva. España, como sostiene el informe, está reduciendo de manera muy suave el endeudamiento exterior, lo que significa que si se consolida el actual superávit de la balanza de pagos, en torno al 2% del PIB, se necesitarían alrededor de 25 años para alcanzar el nivel que los organismos económicos multilaterales consideran compatible con la estabilidad. Es decir, un déficit situado en torno al 30-35% del producto interior bruto.
¿Tipos bajos para siempre?
Este factor, según Oliver, es el que explica los elevados diferenciales, cuyo impacto negativo está hoy mitigado por el hecho de que los tipos de interés son extremadamente bajos, pero a medida que el BCE vaya normalizando su política monetaria, el diferencial tendrá cada vez un coste más elevado para el Tesoro público.
El elevado endeudamiento exterior tiene que ver, sobre todo, con el comportamiento del sector público, toda vez que el privado ha realizado en la última década un desendeudamiento extraordinario superior a los 500.000 millones de euros. Las administraciones públicas, por el contrario, han hecho justo lo contrario. Han aumentado su deuda en más de medio billón de euros.
Este efecto 'compensación' explica que los pasivos exteriores de España continúen siendo muy importantes. Equivalen a nada menos que el 237% del PIB, lo que necesariamente genera problemas de liquidez y financiación en momentos de tensión.
Según las cifras de Europe G, el 52,3% del desequilibrio exterior corresponde al sector público, cuando en 2008 apenas representaba el 20,5%. En el caso de los bancos, por el contrario, ha pasado de representar el 48,3% de la deuda externa al 22,7%, lo que refleja la naturaleza del ajuste, principalmente en la construcción y el sector inmobiliario.
¿Y cómo se ha financiado ese fuerte endeudamiento público? El autor del estudio identifica tres etapas: la concesión ordinaria de crédito (España llegó a absorber el 55% en el año 2012); la 'solidaridad' del BCE a través de instrumentos como el LTRO Y TLRO (la banca llegó a absorber el 28% de esta vía de financiación) y, finalmente, la compra de activos, de los que España ha recibido una parte proporcionalmente más elevada. Al acabar este año 2017, el Banco de España (que actúa en nombre del BCE) habrá adquirido activos que representan el 21,5% del PIB, en torno a 250.000 millones de euros.
Abrazos,
PD1: La importancia de la oración:
10 consejos para mejorar tu oración
Un decálogo que te servirá para conversar con Dios con toda confianza
1. Orar es sencillo. Conversa con Dios con toda confianza, sin necesidad de escoger las palabras. Por muy bonitas consideraciones que busques para dirigirte a Él, infinitamente más bellas son las que Él tiene.
“Te doy gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y se las has mostrado a los pequeños” (Lc 10, 21)
2. Orar es dejarse agarrar por la mano de Dios. Él te elevará hasta su rostro, como a un niño pequeño, para llenarte de besos.
“Fui para ellos como quien alza a un niño hasta sus mejillas y se inclina hasta él para darle de comer” (Os 11,4).
3. Orar es escuchar y hablar con Dios como con un amigo íntimo. Déjate encontrar por Él, te conducirá a ese espacio de tu alma donde oirás su voz y tú tendrás la confianza suficiente para responderle.
“Y las ovejas escuchan su voz y a sus ovejas las llama una por una”(Jn 10, 3).
4. Orar es vaciarse de cosas, de preocupaciones, de ti mismo. Ofrécele tu pobreza, tu egoísmo, tu tiempo, tu rutina y, sobre todo, tus deseos. Él llenará el vacío que vaya quedando en tu corazón.
“Cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está allí, en lo secreto”(Mt 6, 6).
5. Orar es empobrecerse. Al principio abundan las palabras de amor, confianza y entrega, hasta que desaparecen en el silencio. El sentimiento de la presencia de Dios es quien llena ese silencio.
“Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van ser escuchados” (Mt 6, 7).
6. Orar es permanecer en la presencia de Dios sin desfallecer. Dios no busca personas que profundicen en consideraciones intelectuales, sino hombres y mujeres que no se cansen de orar. A los que oran mucho les concede el don de la oración pura. La “cantidad” depende de nosotros, la “calidad” del Padre de las luces.
“Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer” (Lc 18, 1).
7. Orar es descubrir a Jesucristo dentro de ti. Si te acercas a Él con fe y humildad te admitirá entre sus seguidores, los pobres, que todo lo esparan de Dios y nada de sí mismos. Déjate que te mire y te ame, no te escondas a su mirada y consiente en dejarte abrazar por Él.
“La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!” (Gal 4, 6).
8. Orar es amar. El termómetro que mide la autenticidad de tu oración es la caridad con el prójimo. La oración te ayudará a descubrir lo que hay dentro de su rostro, detrás de su cara: sus sufrimientos y alegrías, sus ansiedades y proyectos. La oración te llevará a descubrir al hermano y unirte a él.
“La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación” (St 1, 27).
9. Orar es dejar hablar al corazón. Estudiamos métodos de oración, muchos avalados por la santidad de quienes los practicaron, buscamos un buen libro de oración. El centro de la oración, la fuente de donde brota la más fresca y cristalina es nuestro corazón.
“Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí,. Como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de aguas viva” (Jn 7, 37)
10. Orar es entrar. Dios está en el corazón, ahí vive y ahí actúa, ahí quiere comunicarse. El hombre está fuera de sí, en las cosas. Vive distraído y exiliado. En la oración los `protagonistas inician un movimiento de aproximación, hasta que se encuentran en un profundo silencio de amor.
“Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14, 23).
Benigno Colinas, CSsR