01 julio 2019

Cada vez nos vamos japonizando más y más...

No parece que haya remedio alguno. Les hemos dio copiando lo que les había pasado los años precedentes y ahora sufriremos lo que han sufrido ellos durante tantos años…
Con mucha frecuencia se escucha hablar del peligro de "japonización" del mercado de renta fija en Europa por causa de las compras de deuda pública de países de la Eurozona (y también de renta fija privada) que ha llevado a cabo el Banco Central Europeo.
Con mayor frecuencia aún, y viniendo desde mucho más atrás, todo el mundo se espanta ante la perspectiva de caer en un estancamiento económico como el de Japón y acumular, como allí, entre una y tres décadas perdidas, según el grado de exageración que se quiera imprimir al aserto.
Si el balance del BCE ya supera el equivalente a un 40% del PIB de la Eurozona, el del Banco de Japón está por encima del 100%. El peligro, suele decirse, es que en la zona euro sigamos el mismo camino sin retorno del Banco de Japón, con el riesgo asociado de caer, como allí, en un estancamiento económico casi perpetuo. Pero si se reflexiona un poco, se puede decir que para nosotros quisiéramos un estancamiento parecido .
Y es que Japón, a pesar del poco edificante comportamiento de su Bolsa (el Nikkei 225 está ahora en poco más de la mitad del nivel que llegó a alcanzar hace treinta años) y a pesar de sus catástrofes naturales, agravadas por desastres tecnológicos altamente dañinos para la salud pública (central de Fukushima) sigue siendo una economía envidiable. Con problemas, como todo el mundo (entre ellos el de envejecimiento de su población, como en otros países desarrollados). Pero envidiable.
La costumbre de repetir machaconamente que la economía japonesa acumula muchos años de estancamiento deja a ésta muy malparada cosméticamente y hace olvidar la realidad de una economía que, además de seguir siendo la tercera por tamaño del planeta, es desde muchos puntos de vista, digna de elogio. Por citar algo concreto:
1) En fechas muy recientes, la renta per cápita de Japón medida en términos comparables, estaba situada en 37.500 dólares, bastante por debajo de la de EEUU y Alemania, aunque muy similar a la de Reino Unido, pero con un grado de desigualdad social muy inferior (algo que, cada vez se valora más en el mundo de hoy);
2) Eso ha sido compatible con que en Japón no hayan aparecido movimientos populistas y con que Japón goce de un grado de estabilidad política desconocido ahora en Occidente y 3) sus empresas de alta tecnología, ya sea fabricando coches o robots, siguen estando en el grupo de cabeza mundial.
Aunque haya que ser algo irónicos, y como comentaba el Financial Times hace un par de años, Japón, es el modelo de sociedad que debería entusiasmar a los partidarios del Brexit (aunque ellos no lo mencionen, probablemente por esa mala prensa de "su estancamiento económico"): "en Japón el nivel de vida es elevado, la desigualdad de rentas es relativamente baja y la cultura japonesa retiene la cohesión propia de una sociedad étnicamente homogénea". Por no hablar, claro, del paro casi inexistente (2,5%), aunque el mercado laboral esté, como aquí, partido en dos: quienes tienen empleo estable y quienes lo tienen precario.
Su estancamiento de la última década ha coincidido con el estancamiento en Occidente también, lo que ha hecho que el aumento salarial en términos reales esté en todas partes en el entorno de cero, pero con el grupo de asalariados mal pagados de Japón representando solo el 13,5% del total, que es la mitad del de EEUU, un tercio menos que el de Reino Unido y un 25% menor que el de Alemania. 
Es verdad que Japón ya no es la feroz empresa de finales de los 1980s que luchaba por superar a EEUU, pero mirar por encima del hombro a Japón y lamentarse de haber tenido que recurrir en la zona euro al mismo tipo de estímulos monetarios que ellos (y que los EEUU) para sostener la economía en un nivel de crecimiento que la estabilizara socialmente son ganas de lamentarse por no estar en una situación mucho mejor, algo que, obviamente, desearía todo el mundo. Las políticas alternativas de rigor fiscal y/o monetario, que suenan razonables en los libros, llevan consigo un grado de experimentación social que muy pocos estarían dispuestos a asumir si se vieran inmersos en ella. Es decir, y en palabras de Agustín de Foxá: "los experimentos… con gaseosa".
En fin, Japón, tras el estallido de burbuja, perdió, según Richard Koo (el conocido economista de Nomura) un porcentaje de su riqueza equivalente al triple de la que perdió EEUU en los años 1930s. Para una catástrofe semejante puede decirse que se ha recuperado de aquello relativamente bien y que solo para los años 1990s puede hablarse de falta de crecimiento. Como suele decir Paul Krugman, "quizá el mundo debería pedirle disculpas a Japón" por la mala prensa que ha tenido todos estos años a cuenta de su década pérdida y/o de su estancamiento económico.
Japón: política monetaria cuntitativa y USDJPY
Abrazos,
PD1: La fe no depende de las obras, pues "una fe que nosotros mismos podemos determinar, no es en absoluto una fe" (Benedicto XVI). Al contrario, son las obras las que dependen de la fe. Tener una verdadera y autentica fe implica una fe activa, dinámica; no una fe condicionada y que sólo se queda en lo externo, en las apariencias, que se va por las ramas… La nuestra debe ser una fe real. Hay que ver con los ojos de Dios y no con los del hombre pecador…