Ayer se publicaron los datos de
producción industrial y fueron sorprendentes:
Increíble la caída de las químicas y de las empresas intensivas en energía, que son las que más tiene el DAX.
Germany avoided recession in
2022. Production in energy-intensive sectors fell sharply (red), but that drop
was offset by transitory bumps in auto (orange) and chip-linked (blue) output.
Those positives are now fading, which explains weak December IP. German
recession is coming.
Veremos si ha sido temporal por culpa de la inflación y tal.
Abrazos,
PD1: Miguel Ángel Robles ha
publicado REZA
POR MÍ. Si te animas, léetelo despacio:
Rezar es una conversación con Dios.
Es el momento de más calma del día, y, en mi caso, el de primera hora de la
mañana, poco más de las seis, y el agua de la ducha caliente cayendo despacio
sobre los hombros.
Rezar es una fotografía en sepia,
un regreso a la casa de tus abuelos y al tiempo sin tiempo de tu infancia.
Es un Padre Nuestro hablando con
Dios para que te ayude en los exámenes. Es el refugio del frío, y el silencio
acogedor. Rezar es tener memoria.
Rezar es lo que va antes del
trabajo o después del trabajo, y lo que nunca lo suplanta
Es lo único que puedes hacer cuando
ya no puedes hacer más, y es la forma de comprometerse de quien no tiene otro
medio de hacerlo, como cuando rezamos por un enfermo que se va a operar y ya
está todo en manos del cirujano (y de Dios).
Rezar hace milagros, ofrece
consuelo al que reza y a aquel por quien se reza. Rezar nunca es inútil, porque
siempre conforta.
Rezar es decir rezaré por ti y,
también, reza por mí. Y es, por tanto, lo contrario a la vanidad.
Rezar es la aceptación de tus
limitaciones. Es aprender a resignarse cuando lo que pudo ser no ha sido. Es
vivir sin rencor, aprender a olvidar, aceptar la derrota con dignidad y
celebrar el triunfo con humildad.
Rezar es buscar las fuerzas
si no se tienen y confiar en que las cosas van a ser como deberían ser.
Rezar es optimismo, no dar nada por
perdido, luchar y resistir. Rezar es fragilidad y entereza.
Rezar es desconectar y apagar el
móvil. Es introspección en la sociedad del exhibicionismo. Es relajarse y
calmar los nervios. Y prepararse mentalmente para lo que ha de venir. No es
solo buscar el coraje, sino también la inspiración, la idea, el enfoque, la
luz, el claro en medio de la espesura.
Rezar es razonar, aunque parezca lo
más irracional que haya. Es la mente funcionando como cuando juegas un partido
de tenis. Es planificar y anticipar las jugadas. Es abstracción en los tiempos
de lo concreto y lo material. Es pausa en un mundo excitado. Es calma cuando
todo es ansiedad. Y es aburrido en la dictadura de lo divertido.
Rezar es una forma extrema de
independencia.
Rezar es un placer oculto, que se
reserva para la intimidad. Un acto privado, y casi a escondidas, que, cuando se
hace acompañado, necesita mucha confianza.
Rezar es una declaración de amor
por la persona que tienes en tus rezos. Es derramar tu cariño sobre los que más
quieres y sentir el cariño de los que rezan por ti.
Rezar es tener a otros en tus
oraciones y estar en las oraciones de otros, que es mucho más que estar solo en
su memoria.
Rezar, y sobre todo que recen por
ti, es la mayor aspiración que uno puede tener en la vida. Un privilegio
inmenso. Es querer tanto a alguien como para rezar por él, y que alguien te
quiera tanto como para rezar por ti.
¿Cabe mayor orgullo? ¿Existe mayor
plenitud que la de saber que hay una madre, un hermano, un hijo o un amigo que
quiere que Dios te proteja, y te dé salud, y te ilumine, y te ayude, y te
acompañe, y esté siempre contigo?
Rezar es tener fe. Tener fe en la
vida, en las personas, en tus amigos, en tus hijos, en tus padres, en Dios.
Rezar es un súper poder que nos
predispone al bien.
Rezar es creer y ser practicante de un mundo mejor.