En su momento, todo se solucionó
con tres palabras. Ahora con una…
El lenguaje como arma
El manejo
adecuado del lenguaje ha permitido a los bancos centrales cambiar
su objetivo de inflación de forma inadvertida para la mayoría.
El lenguaje también es útil como arma en la política monetaria desarrollada por
los bancos centrales.
El objetivo
del BCE es lograr la estabilidad de los precios.
En el caso de la Fed su mandato es dual: estabilidad de precios y el
máximo empleo sostenible. El objetivo abstracto de estabilidad de
precios se concreta en lograr un nivel determinado de inflación.
Hasta agosto de 2020,
el objetivo de inflación de la Fed era del 2%. Desde
dicha fecha se modificó la definición del nivel objetivo a
una "inflación media" del 2% (Flexible
Average Inflation Targeting, FAIT). Aunque el cambio
parezca menor, la introducción de la palabra "media"
(average)
tiene grandes consecuencias en
la forma de aplicar la política monetaria.
Con
el cambio de la definición del objetivo, de 2% a media del 2%,
la actuación prevista de la Fed cambia sensiblemente. Con
el objetivo del 2%, la Fed se inclinaba a subir
los tipos de interés cuando la inflación se encaminaba hacia dicho guarismo.
Desde que se introdujo el objetivo de "inflación media", la Fed
puede atemperar las subidas de tipos, aunque la inflación se
encuentre muy por encima del 2%. Este cambio del objetivo fue lo que facilitó
que la Fed no subiera los tipos de interés en 2021 hasta que la inflación
no superó el 7%, al considerar la subida de los precios
como transitoria.
Como
suele suceder, el BCE no tardó en copiar a la Fed cambiando
la definición de su objetivo en julio de 2021. Se pasó de un nivel objetivo de
inflación cercano, pero inferior al 2%, a un objetivo del 2% a medio plazo.
La
excusa dada por el BCE para el cambio de definición del
objetivo se basa en que "estabilidad de precios
significa evitar una inflación excesivamente elevada, o excesivamente reducida.
Por este motivo, nuestro objetivo es lograr una tasa de inflación del 2% a
medio plazo".
El
objetivo de una inflación media del 2% durante un periodo,
indeterminado, implica que si la inflación se ha situado
sensiblemente por debajo del 2% durante una larga franja temporal, la
inflación podrá situarse por encima del 2% sin que se incumpla el objetivo.
Entre 2010 y agosto de 2020, el momento de la definición del nuevo objetivo de inflación por parte de la Fed, la inflación de EE. UU. ha oscilado entre el -0,2% y el 3,9%, siendo la media mensual de todos esos años de 1,7%.
En
el caso de la Eurozona, entre 2010 y julio de 2021,
momento de la modificación de la definición del objetivo, la inflación ha
oscilado entre -0,6% y el 3%, siendo la media
mensual de todo ese periodo de apenas el 1,25%.
A pesar de tener actualmente una inflación del 6,1%, la media
mensual desde 2010 hasta ahora es del 2%.
¿Realmente se cumple el objetivo de inflación?
En
la práctica, tanto la Fed como el BCE han logrado subir su objetivo de inflación sin
abandonar el guarismo del 2%, solamente añadiendo la palabra "media"
(average). La indeterminación de cómo se calcula la media de inflación y
a qué periodo temporal se refiere dicha media, otorga
a los bancos centrales un amplio margen de maniobra, aunque la
inflación esté "temporalmente" muy alejada del 2%.
Adicionalmente,
al subir en la práctica el objetivo de inflación sin abandonar el mágico
2%, consiguen que las expectativas de inflación tampoco se incrementen por
las propias actuaciones de los bancos centrales. Si su objetivo se expresara
como 3%, las expectativas de inflación por lo menos serían dicha cifra.
No
es la primera vez que los bancos centrales utilizan el lenguaje
como arma de política monetaria. Quedará para la historia el
famoso "Whatever it takes" de Draghi de 2012, que consiguió
encauzar una crisis de deuda soberana con sólo tres palabras.
Abrazos,
PD: Ayer fue el Corpus. El
evangelio del día fue precioso:
(Jn 6,51-58): En aquel tiempo,
Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de
este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la
vida del mundo».
Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».