13 julio 2015

Es tan ridículo...

Hoy te copio una interesante ilustración de lo que pasa con la pesca y los comisionistas que rondan ese mercado. ¡Qué trajín se traen con el pescado madre! Es estúpido…, es el mundo globalizado y picaresco que vivimos…
            He pasado, iba a decir media vida, pero ha sido ya algo más, llevando cosas de un lado para otro. No voy a enumerarlas pues la lista sería interminable, en ocasiones lo transportado ha sido extraño, absurdo, sin aparente razón vaya…
            Pero desde hace ya unos cuantos años, unos 15, me dedico solo a llevar de un lado para otro una cosa, pesca, pescados en su mayoría provenientes de nuestro mar, el Cantábrico. Poco a poco he ido penetrando en ese oscuro mundo del comercio mayorista del pescado, lo he ido conociendo cada vez más de cerca. Mayoristas, intermediarios, pescadores, minoristas, todos quieren sacar su tajada, un trozo del pastel, y curiosamente he aprendido que los que se llevan un trozo más grande son los que menos trabajan y exponen, que raro ¿no?… Creo que el mundo de hoy en día está repleto de sinsentidos, pero lo que hoy veo que sucede a mi alrededor me deja perplejo en muchas ocasiones, gente que compra y vende pescado por teléfono sin tan siquiera llegar a tenerlo, lo cogen con una mano y lo sueltan con la otra. El pescado ha dejado de ser lo que era, un alimento para la población, hoy es un producto que alimenta la codicia que nos rodea, una mercancía con la puedes enriquecerte si sabes mover tus fichas, eso sí, a costa del sudor de unos cuantos que a menudo se juegan el pellejo por bastante menos de lo que deberían.
        Con el paso de los años he podido evitar en mi camino a algunos intermediarios de mi sector, léase empresas de transporte, y a día de hoy he conseguido llegar a hacer tratos directamente con algún armador de barcos de pesca. Y he aquí que es cuando más me estoy sorprendiendo de lo que sucede con el pescado, el trato directo con los mayorista y armadores me está descubriendo hasta que punto puede llegar lo absurdo en este mundo.
       Trabajo, entre otros, con un armador francés que tiene varios barcos con matrícula de Bayona, localidad del sur de Francia en el Cantábrico, los barcos faenan en la costa comprendida entre los puertos franceses de St Jean de Luz y La Rochelle. Se dedican a la pesca de diferentes especies, sepia, calamar, pota, merluza y pescadilla, salmonetes, san pedros, cigala, buey de mar, marrajo, vaya, un poco de todo como puede adivinarse.
      Lo absurdo del tema: Como ya he dicho estos barcos pescan en aguas francesas y su puerto de destino es Pasajes, aquí en Euskadi, y parte de las capturas el armador quiere que yo se las lleve al puerto galo de St Jean de Luz.
       Todo sucede de la siguiente manera:  Recibo una llamada por la mañana del armador avisándome unas horas antes de la llegada a puerto (Pasajes) de los barcos. Yo acudo allí con mi camión frigorífico, tras la descarga el armador hace una división o reparto de las capturas y me entrega parte de ellas para que se las lleve seguidamente al puerto de St Jean de Luz que está a escasos 35 km. Este pescado lo descargo a última hora de la tarde en la lonja del puerto francés y queda allí guardado en cámara frigorífica. Más tarde, de madrugada, se venderá junto con las capturas que se descargan de otros barcos en ese puerto.
      A esa venta acuden mayoristas franceses, una vez comprado el pescado estos comienzan a venderlo tanto a minoristas franceses como a mayoristas de Pasajes, así que de nuevo el pescado vuelvo a llevarlo por carretera a Pasajes. Pero ahí no acaba el tema, esos mayoristas de Pasajes comienzan a su vez a vender por teléfono ese pescado a sus diferentes clientes y algunos de esos compradores están nada más y nada menos que en París, sí sí, en París…
 
      Ahí vuelvo a entrar yo en escena, para transportar ese pescado hasta París existe una línea de transporte diario en camiones frigoríficos que sale todos los días de St Jean de Luz con destino al mercado central de mayoristas de París. Mi labor consiste en volver a llevar ese pescado de Pasajes hasta St Juan de Luz, el pescado es cargado en dichos camiones al mediodía y esa misma noche es descargado en París donde de nuevo se llevará a cabo, ya de madrugada, una venta de mayoristas para los minoristas. Al día siguiente el pescado es consumido en París.
Resumiendo:
Día 1: el pescado es capturado en aguas francesas.
Día 2: se descarga en Pasajes y es transportado a St Jean de Luz.
Día 3: se vende en St Jean de Luz a mayoristas, estos a su vez lo venden a otros de Pasajes y se trae a esta localidad. Luego se vende a mayoristas de París y se lleva a los camiones que salen de St Jean de Luz con destino París.
Día 4: El pescado se vende a minoristas en París y estos finalmente lo hacen con el público.
          Hasta 3 veces el pescado ha recorrido por carretera el trayecto comprendido entre Pasajes y St Jean de Luz, luego dicen que el pescado está caro…
           No sé si habré sabido explicar todo ese ir y venir del pescado, espero que sí. Así, me es difícil no sentirme cómplice de todo ese mercadeo, veo pasar por delante de mis narices todo ese pescado y no acierto a dar una explicación.    
         Todavía recuerdo cuando aún quedaban algunos barcos con el casco de madera en Hondarribia, fueron los últimos de nuestra costa. Por desgracia, los armadores se vieron obligados a realizar grandes inversiones para renovar la flota, los antiguos barcos con casco de madera dieron paso a barcos de acero con gran capacidad de capturas, un buen número de aquellos vetustos barcos no tuvieron suerte y su continuación quedó truncada por el recorte del numero de barcos que vino de las autoridades europeas. Muchos marineros quedaron ya en tierra para siempre con prejubilaciones los que tuvieron suerte, o directamente pasaron a engrosar la lista de parados. Poco a poco el mundo de la pesca a ido menguando en el número de barcos, la actividad frenética que soportaban nuestros puertos casi a diario a quedado drásticamente reducida, las tripulaciones de muchos barcos están formadas hoy en día en parte por inmigrantes en su mayoría subsaharianos, cuesta encontrar a jóvenes de aquí dispuestos a llevar una vida de tanto sacrificio con tan poco beneficio. Pero esa mengua en el número de barcos no significa menos capturas, los barcos de hoy en día utilizan artes de pesca capaces de atrapar cantidades muy importantes de pescado, artes que no siempre son todo lo beneficiosas que deberían, para entendernos, atrapan todo lo que se les pone delante sin importar el tipo de especie, una vez izadas las redes se procede al descarte de las especies que no se estiman económicamente rentables.
         No se cuanto tiempo serán capaces de soportar los mares esta presión, tal vez dentro de 50 años nos alimentemos exclusivamente de pescado producido en piscifactorías cebado con sospechosos piensos, ¿ o seremos capaces de darnos cuenta del expolio al que estamos sometiendo al planeta ?, yo personalmente soy de los pesimistas en este tema, lo siento por las futuras generaciones.
       Nuestro mares languidecen, contaminación, sobrepesca, alteraciones físicas de los hábitats, cambio climático, poco a poco vamos convirtiendo los mares en los grandes vertederos del planeta.
Dicen que todo empezó en el mar, tal vez algún día todo acabe también.
Mira como es la oferta y la demanda de pescado. Se estrangulará…
Abrazos,
PD1: En la encíclica Laudato Si, el Papa Francisco nos llama a un cambio en nuestro estilo de vida de las sociedades desarrolladas, alejado del consumismo obsesivo (depredador insostenible de recursos), del egoísmo materialista (verdadera contaminación interior) y del individualismo insolidario (intergeneracional e intrageneracional). Un nuevo estilo de vida, ejercitando una sobriedad liberadora, saboreando la ternura en las relaciones interpersonales y disfrutando de un ritmo de vida pausado.
Las tres claves de cambio que se proponen son: sobriedad y sentido de gratitud; motivación y educación; y relación con lo creado. Ambas invitan a una sana conversión interior, olvido del egoísmo y destierro del consumismo: cambiar de estilo de vida, con invitación a la austeridad y aliada de la pobreza. Y es que la deuda ecológica no tiene la misma significación que la económica, pero su impacto en el medio y largo plazo será irreversible.