No hacemos más que alucinar con las patochadas de Trump, un millonario excéntrico que trata de devolver a EEUU su prestigio previo, de las tonterías del ruso Putin, cuando monta a caballo semidesnudo o hace lucha libre, y poco decimos de la desunión de los europeos, con un presidente de la UE, Juncker, semi mamado. ¡En qué mundo nos ha tocado vivir!”
No creo que resulte arriesgado afirmar que si la Eurozona no se rompió en los años más duros de la última crisis fue porque el coste de la ruptura hubiera supuesto más problemas aún que el seguir tirando. Además, las políticas de BCE han acabado haciendo dependientes a todos los países de su financiación. El mejor ejemplo lo tenemos en esta imagen donde se puede apreciar que BCE es prácticamente el único comprador de deuda pública italiana:
Parece imposible que ningún país pueda salirse de la disciplina del BCE porque incluso hasta los que tengan compradores para sus bonos, deberán abonar en euros lo que hoy le deben a nuestro banco central, y todos le debemos mucho ya y va a ser así por años ya que aunque no compre más, hay mucho papel en cartera que tardará años en vencer. Visto así, parece que tenemos Eurozona para rato pero lo que está en juego ya no es sólo la Eurozona, es la propia UE. Ahora que Reino Unido se va, la evolución de la zona Euro y de la UE es más estrecha y el futuro de ambas está más ligado. El Bréxit está resultando duro, los gobiernos húngaro, polaco, italiano… están rompiendo el consenso sobre muchos temas pero el mayor problema está en Francia. Una victoria de Le Pen coincidente con un gobierno italiano de Salvini (hoy socio minoritario de gobierno pero primero en las encuestas) podría dinamitar la UE tal y como la conocemos.
La pregunta es por qué los europeos optamos por opciones populistas y nos quejamos tanto de la UE. Por supuesto uno de los motivos es la mediocridad de los actuales dirigentes políticos, el mal funcionamiento de muchas instituciones comunitarias etc. pero hay que recordar que antes de ella las cosas no iban precisamente mejor. Es como la excusa recurrente echar la culpa de la UE de errores nacionales. Francia tiene un grave problema de productividad, su economía no da para más y sin embargo, tiene un gasto social desmesurado y –aviso a los que creen a pie juntillas que el centralismo es la solución- una burocracia enorme y muy costosa… y sin embargo, piden más. Es algo inconcebible pero muy común en nuestro continente: nuestro estado del bienestar nos coloca entre los mejores países del mundo donde vivir, con niveles de justicia social muy superiores a naciones más ricas como los EUA, pero en vez de tomar las medidas necesarias para garantizar la viabilidad de la educación, sanidad, pensiones etc. públicas, hacemos lo contrario y nos empeñamos en destrozar las cuentas públicas tirando de déficit que se convierte en deuda, deuda que acabará por hacer inviable el sistema.
En España estamos igual con el tema de las pensiones que ya ha llevado a la Seguridad Social a la quiebra técnica. El sistema tal cual es, no se basa -como nos cuentan- en cobrar lo que hemos aportado durante nuestra vida laboral (eso aparte de ser falso sería un disparate financiero), se basa en que los trabajadores de hoy pagamos a los pensionistas de hoy confiando en que los trabajadores del mañana nos pagarán las pensiones a nosotros. Y no parece tan mal sistema si lo comparamos con las propuestas de algunos de fiarlo todo a la evolución bursátil pero evidentemente si la población activa se reduce y la pasiva crece, se produce un desfase y ese descuadre sólo se puede arreglar o haciendo aportar más a los trabajadores (vía cotizaciones o impuestos, algo que será insostenible en cuanto llegue la próxima crisis y suba el paro y baje la recaudación) o reduciendo el gasto en pensiones… bueno, luego está la tercera solución omnipresente siempre: tirar de más deuda, algo complicado ya para España (e Italia y Francia). Teniendo en cuenta que en esta crisis los pensionistas son el grupo asalariado que ha salido mejor parado (los que menos poder adquisitivo han perdido) y va aumentando su número y la cuantía de sus nóminas a nuevos récords mes a mes, parece lógico ajustar por ahí pero las protestas hicieron cambiar de opinión tanto a Rajoy como a Sánchez. Los votos de los jubilados son tantos que no parecen dispuestos a afrontar el problema.
No creo que haya dudas acerca de los beneficios para España de haber entrado en la UE: nada tiene que ver la España de 1986 con la de ahora. Hay más sombras respecto a la entrada en el Euro porque nos llevó a la mejor situación económica de nuestra historia pero resultó ser mentira. No obstante, muchas de las críticas al Euro son falsas: no es cierto que el Euro impulsara más los precios, los IPCs en los años 90 eran muy superiores a los de la primera década de este siglo, tampoco es que sin Euro no hubiéramos tenido crisis en 2008 porque otros países de nuestro entorno como Reino Unido vivieron la misma burbuja que nosotros aún con su propia moneda. El caso es que estamos dentro y salirnos es muy complicado y además estar dentro exige que todos los miembros nos abstengamos de determinados excesos. Para salir de la anterior crisis se han aceptado unos déficits enormes pero ahora es el momento de mejorar las cuentas públicas y en lugar de eso, las protestas –y los votos- de los indignados nos llevan por otro camino.
He leído muchas críticas a que Alemania y otros países –esos que cumplen con el déficit y están reduciendo su deuda pública- se hayan opuesto a crear un fondo de garantía de depósitos y un complemento de seguro de desempleo europeos porque “eran magníficas oportunidades para demostrar a los ciudadanos europeos que la Unión Europea piensa en ellos” pero yo les entiendo porque aportar más fondos y asumir más riesgos implica que todos los socios deben ser disciplinados con sus cuentas públicas y con la supervisión de sus entidades financieras. En 2017 Italia gastó dinero público en salvar a sus bancos cuando ya se había decidido en la UE que no se haría y ¿de qué sirvió? En 2018 ganaron las elecciones el Movimiento 5 Estrellas que hizo un pacto de gobierno con la Liga Norte que ha socavado los consensos en inmigración y ahora pretende saltarse los límites presupuestarios… y siguen salvando bancos con dinero público como el caso de Carige de este mismo año. ¿Por qué entonces arriesgarse si los socios no son de fiar? Ya no digo sólo de Alemania, ¿Por qué España –que no salvó con dinero público al Banco Popular- va a aceptar aportar dinero para un fondo que cubra a los depositantes italianos caso de que caiga alguno de sus bancos? En cuanto al seguro de desempleo, estaría fenomenal que los finlandeses aceptaran pagar el paro a los españoles pero es curioso que pretendamos eso cuando dentro de España ya hay quien se queja desde algunas autonomías de esa misma solidaridad.
En resumen, que no puede haber más Europa no porque no sería bueno (para mí sería lo óptimo: una misma fiscalidad, un mismo código penal, sindicatos transfronterizos etc.), sino porque unos países no pueden fiarse de los otros ya que los votantes tienden a optar cada vez más por los discursos populistas de beneficios a corto plazo y eso hará que sea imposible la necesaria disciplina en las cuentas públicas de cada estado miembro. Hasta Macron -que iba de gran esperanza europeísta- ha cedido a las presiones y seguramente el déficit de Francia incumpla en 2019 como lo hará el de Italia y lo mismo hasta el de España. Tres países con una calidad de servicios públicos de las mejores del mundo pero repleta de indignados que no van a ayudar a reducir la enorme deuda pública. Cuando llegue la próxima crisis esos indignados, que crecerán porque habrá más motivos, echarán la culpa a la UE y al Euro de lo que pasa en sus países y llegará el final… no sé si de la Eurozona y la UE (porque probablemente permanezca, y si es con menos países seguramente con serios conflictos diplomáticos entre miembros y exmiembros) pero desde luego sí de esta Eurozona y de esta UE. Y sospecho que el resultado no será mejor que el actual.
Abrazos,
PD1: Ayer, porque la quiero, llevé a mi mujer a cenar a un sitio bueno. Sí, era el día de los enamorados y tal. Hablamos de nosotros, de los 31 años que llevamos juntos y de lo que nos queda por delante… Nos contamos nuestras cosas. La única pena, que solo haya un día de los enamorados. Ya podían haberlo hecho trimestral!!!