Cuántos errores de inversión veo cada día. La gente se piensa que, por evitar los fondos y acciones, no sufren riesgo. Y esto está muy lejos de la realidad. Se están vendiendo mucho volumen en fondos de rentabilidad asegurada a 6 años con un rendimiento máximo del 0,5% TAE. Pícara banca, como siempre. Y si la inflación en estos 6 años es del 2% anual acumulativa, haces el pan como unas tortas. Y si el banco que te los vende no está en 6 años, o la estructura financiera peta, te la enchufan…, solo palmas tu.
Otros optan por invertir en inmuebles pensando que todo es de color de rosa… Pero puede haber imponderables: problemas con el inquilino, necesidad de liquidez, variaciones en el precio a la baja, dentro de una España ingobernable donde podemos ver tiempos peores…
"Ojos que no ven, corazón que no siente". El refranero español es un compendio de sabiduría popular, aplicable también al mundo de las inversiones financieras. La percepción del riesgo en las inversiones frecuentemente está distorsionada por la existencia de una valoración diaria. Si la valoración de una inversión no varía porque no existe un mercado líquido que marque permanentemente el precio de la inversión, se tiende a considerar que dicha inversión tiene menos riesgo que los activos con valoración diaria, cuando puede ser todo lo contrario. Cuando "los ojos no ven" la variación de la valoración, "el corazón no siente" la inquietud de una pérdida latente reflejada en la caída de la valoración.
Tras un periodo tan convulso en los mercados financieros como el acaecido en el último trimestre de 2018, con caídas en la práctica totalidad de las bolsas y de los instrumentos de renta fija, muchos inversores pueden tener la tentación de huir de los activos con valoración diaria, como las acciones cotizadas o los fondos de inversión, buscando refugio en otras inversiones que no tengan oscilación "visible" en su valoración. Con este movimiento es posible que duerman más tranquilos, pero no necesariamente estarán consiguiendo reducir el riesgo de sus inversiones. Las oscilaciones en la valoración de los activos con valoración diaria, reflejan un riesgo latente de pérdida de patrimonio que no se percibe en otro tipo de inversiones sin valoraciones permanentemente actualizadas. Que no se perciba cambio en la valoración, no quiere decir que no se produzca.
Aunque una inversión en bolsa o en fondos de inversión se realice con un horizonte de años, la valoración diaria empuja a tomar decisiones precipitadas ante caídas coyunturales de las valoraciones, aunque el horizonte de la inversión esté a años vista. En inversiones alternativas, sin valoración, ni liquidez a corto plazo, se obvia el valor que se obtendría si se necesitara vender antes de tiempo el activo.
La existencia de una valoración diaria está ligada, como norma general, a la posibilidad de convertir en liquidez la inversión en dicho activo en un breve espacio de tiempo. Los fondos de inversión y las acciones son liquidables de forma prácticamente inmediata a precios de mercado. Las inversiones alternativas a las anteriores, como los inmuebles o los fondos de capital riesgo, entre otros, no disponen de un mecanismo de liquidez inmediata. De existir, como en el caso de algunos fondos de capital riesgo, la merma en el precio de venta sobre la valoración "teórica" del momento suele ser considerable.
La no existencia de una valoración permanente de mercado no implica que el valor de determinado activo se mantenga en el tiempo, ni que esté exento de riesgo. Es frecuente que inversores que se consideran a sí mismos como conservadores o muy conservadores, ante la actual situación de los tipos de interés nulos e incluso negativos, renuncien a invertir en fondos de inversión que pueden sufrir pérdidas latentes y decidan invertir en un inmueble para después alquilarlo. Dicha opción no está libre de riesgos. Aunque dichos riesgos no sean visibles, existen. Entre ellos:
- Concentración del patrimonio en pocos activos (a veces en uno solo)
- Riesgo de impago de la renta por parte del inquilino
- Riesgo de iliquidez. La liquidez de cualquier inmueble es inferior a la de las acciones, bonos o fondos de inversión. Es difícil calibrar el riesgo de pérdida de valor en la venta ante una urgencia de convertirlo en liquidez.
- Riesgo de Valoración. En el subconsciente español existe la idea enraizada de considerar que el precio de los inmuebles nunca baja. La última crisis ha mostrado que dicha idea popular no es cierta. En un entorno de ínfimos tipos de interés y baja inflación es ingenuo afirmar que los inmuebles sólo pueden subir de valor. Como siempre, habrá que discriminar entre inmuebles, y siempre existirán oportunidades puntuales.
No es posible desligar la inversión de la psicología del inversor. Nadie debe invertir en activos "de riesgo" un euro más de la cantidad que le permita dormir tranquilo. Si no, lo venderá en el peor momento. Aun así, considerar que las inversiones sin valoración y, por tanto, sin liquidez, no tienen riesgo, es una defensa psicológica que ignora la realidad y confirma el refrán: "Ojos que no ven, corazón que no siente".
Abrazos,
PD1: Siguiendo con la explicación de ayer de la Misa del retiro, nos contó el cura que mucha gente va a Misa sin vivirla, sin que el Señor entre en su corazón, sin que le sirva para nada. Es como cuando los primeros cristianos estaban impasibles en el calvario viendo como lo crucificaban, cuando no entendían nada de lo que les decía, cuando no lo reconocían y le mataron.
Cuántas veces en la Misa, que se hace lo mismo que se hizo entonces, miramos al cura y su evolución, escuchamos y respondemos lo que le toca al pueblo, y no nos pasa nada. Estamos fríos y enrutinados. Nos parecemos a esos primeros cristianos que no se coscaban de nada…
Hay que tratar que cada Misa que vamos, tengamos la oportunidad de lograr una gran intimidad con el Señor (nos lo comemos!!!), de reconocerle, de dejarle que actúe en nosotros, de ofrecernos, de estar un rato con Él, de que nos sirva para algo… Hay que dejar de ser espectadores, de vivir y estar presente en lo que ocurre en cada Misa…
Cuántas misas son un folclore del cura personalista y que tanto nos distraen. Evitémoslas. Qué gozada cuando lo importante es lo que allí ocurre, no las formas. Y qué importante es cuando nos metemos dentro de la Misa y salimos de la rutina de saber que eso ya lo conocemos…