Porque las alternativas no existen. No hay donde meter el dinero si no es en acciones. Vivimos unos tiempos difíciles y las valoraciones, de las tecnológicas, están en las nubes. Lo de los bancos centrales fue una solución temporal que ahora parece irreversible:
La "plaga" de los tipos negativos no ha dejado de extenderse desde que en 2014 el BCE comenzó a cobrar a los bancos por las cantidades depositadas en el Banco Central (FMD Facilidad Marginal de Depósito). Desde entonces, la práctica totalidad de los bonos soberanos (emitidos o avalados por los Estados) y corporativos (emitidos por empresas) con calificación (rating) de grado de inversión ofrecen la menor rentabilidad histórica.
En estas circunstancias, la inversión en activos de menor riesgo como los depósitos o los valores de deuda pública, difícilmente ofrece rentabilidad positiva. A modo de ejemplo, la inversión en un bono del Tesoro español con vencimiento dentro de siete años ofrece una rentabilidad negativa, incluso antes de cualquier comisión o gasto.
Este descenso de la rentabilidad se ha trasladado a la práctica totalidad de los bonos corporativos, especialmente a los que, por tener una calificación de grado de inversión, son susceptibles de ser comprados por el BCE. Como muestra, Telefónica acaba de emitir bonos a 10 años con una rentabilidad del 0,66%.
Ante la escasa o nula rentabilidad de la inversión en renta fija, teóricamente más conservadora que la renta variable, existe una gran incertidumbre entre ahorradores e inversores sobre la duración temporal de los actuales tipos de interés. El nivel de los tipos de interés es clave, no sólo para determinar el retorno máximo que se puede obtener en una inversión en renta fija, sino que también condiciona la valoración de todo tipo de activos. Cuanto más bajos sean los tipos de interés, mayor será la valoración de las bolsas y los activos inmobiliarios. Sin embargo, si los tipos de interés están en mínimos y la previsión es que no suban, es una clara indicación de que el crecimiento económico futuro se prevé reducido. Desde los niveles actuales difícilmente subirán de forma sostenible las valoraciones de las empresas cotizadas si no mejoran sus beneficios, que inevitablemente están ligados al crecimiento económico.
En el último trimestre de 2018 tanto la Reserva Federal como el BCE fracasaron en el intento de normalizar su política monetaria. EE.UU. tuvo que frenar sus subidas de tipos y volver a bajarlos tres veces, a la vez que ha vuelto a aumentar su balance, mes a mes, mediante la compra de Letras del Tesoro. El BCE por su parte, volvió a bajar los tipos de interés y a aplicar una política de compra de bonos soberanos sin fecha de caducidad.
El fallido intento de normalización monetaria ha puesto de manifiesto el nocivo efecto de la subida de tipos de interés y retirada de liquidez, por parte de los bancos centrales, sobre el crecimiento económico y los mercados financieros. A los primeros síntomas de una desaceleración de la economía, mayor de la prevista, y caída significativa de las bolsas (en torno al 20%) en el último trimestre de 2018 los bancos centrales volvieron a la política de liquidez abundante y tipos mínimos o negativos en el caso del BCE.
Teniendo en cuenta que la deuda sigue aumentando tanto en Europa, como en EE.UU. y a nivel global, cuanto más tiempo transcurra con el actual nivel de los tipos de interés, más dolorosa será la normalización futura de tipos.
Como se ha visto en EE.UU. en 2019, al menor atisbo de una desaceleración del crecimiento (ni siquiera recesión), las presiones sobre la Reserva Federal para bajar tipos de interés han sido considerables y fructíferas. En Europa es previsible que una próxima desaceleración del crecimiento económico provoque una presión para permitir a los Estados tener más déficit que acabará siendo financiado, directa o indirectamente por el BCE.
La actual situación de tipos de interés tiene visos de durar, obligando a los ahorradores e inversores a asumir riesgo si quieren obtener rentabilidad. Aunque la situación de tipos parezca irreversible a corto plazo, también es insostenible a largo plazo.
Los tipos de interés negativos comenzaron como una medida excepcional y temporal, pero tiene visos de convertirse en estructural, endémico y de difícil reversión.
Abrazos,
PD1: San Agustin nos dijo que nosotros tenemos que hacer algo, que no podemos quedarnos a esperar:
Nos espera todos los días, y no, nosotros solos nada podemos…