Tras el acuerdo de Glasgow del pasado fin de semana, se opta por dejar subir 1,5 grados la temperatura del planeta. Para conseguirlo se pagará a los países que no han entrado en energías verdes, siendo el coste muy alto. España se ha comprometido a pagar 1.250 millones de euros, cada año, que daremos a otros países para que lo consigan. Esa generosidad de los ricos… ¿Lo seguimos siendo a pesar de nuestra abultada deuda pública y el enorme despilfarro público que tenemos? Es de locos, pero queda super bien ante los colegas europeos, que nosotros no somos como los animales de los polacos o húngaros y tal…
Por supuesto, los grandes contaminantes, EEUU, Rusia y China no estuvieron ni firmaron nada… Ellos pasan de esta moda verde, necesaria, pero muy cara.
En la "economía verde" no todo es rosa
Cualquier decisión en la vida tiene ventajas e inconvenientes. Esta premisa es válida tanto para las decisiones personales, familiares, empresariales o gubernamentales. Cuando se trata de convencer a la población de la bondad de una determinada decisión, se transmiten sólo las ventajas de dicha decisión, minimizando o simplemente ignorando los inconvenientes asociados.
Con la decisión de cambiar a una "economía verde" ha ocurrido exactamente eso: se han puesto de manifiesto las bondades, ninguneando los inconvenientes. Desear una economía sostenible, que permita legar un planeta habitable a las próximas generaciones, es un objetivo común y aceptado por cualquier persona de bien. Con esta intención se han acordado políticas de transición energética desde fuentes más contaminantes hacia fuentes de energía limpias. Hasta aquí el consenso es casi unánime. El problema reside en la planificación para pasar a una economía "descarbonizada".
Lo que la actual crisis energética pone de manifiesto es el silenciamiento de las consecuencias para familias y empresas de correr demasiado en esta transición energética. Un elevado número de empresas, para demostrar su compromiso con los criterios medioambientales de buen gobierno, desean presumir de consumir sólo energía verde. Pero siendo realistas, primero se debería disponer de suministros suficientes de energía de fuentes "verdes" antes de dar por finiquitadas las fuentes de energía "contaminantes".
Cuatro quintas partes de la oferta mundial de energía proceden de fuentes fósiles (petróleo, gas y carbón). Pretender una transición acelerada a fuentes "limpias" supone asumir riesgos elevados de escasez de suministro en determinados momentos y, como consecuencia, de fuertes repuntes en los precios de las distintas fuentes de energía y de la electricidad. Correr demasiado tiene dolorosas consecuencias para las empresas y las familias, especialmente las menos pudientes.
Se han demonizado y desincentivado las inversiones necesarias para mantener los suministros energéticos procedentes de fuentes fósiles antes de tener garantizado el suministro a través de energías "limpias". La extracción de petróleo y gas requiere de constantes reinversiones para mantener estables las reservas disponibles. Sin embargo, desde 2014 las inversiones de la industria petrolera se han reducido desde $750.000 millones a apenas $350.000 millones este año. En el pasado, ante un incremento de los precios del petróleo o del gas, como el que estamos viviendo ahora, se materializaban nuevas inversiones para obtener más petróleo y gas.
Ahora mismo, la presión sobre las compañías energéticas para abandonar las nuevas inversiones en energías "contaminantes" impide que dichas inversiones se produzcan en la cuantía que la demanda requiere. Cualquier inversión en minas de carbón está igualmente demonizada, dificultando el aumento de producción de esta "contaminante" fuente de energía. Incluso el BCE ha comenzado a condicionar las financiaciones otorgadas por los bancos a través nuevos "test de estrés de cambio climático".
Adicionalmente, la creación de un pseudo impuesto denominado "derechos de emisión de CO2" encarece aún más la obtención de energía a través de fuentes fósiles. Desde 2017 el precio de estos derechos se ha incrementado un 1.000%, y sólo en 2021 ha subido un 200%.
Para empeorar la situación, decisiones políticas como el cierre de las centrales nucleares en Alemania, que suministran energía equivalente al 10% de la demanda alemana diaria, dos décadas antes de lo previsto, aumenta la demanda de otras fuentes de energía, tensionando los precios.
Aunque las causas de la actual crisis energética son diversas, se ha puesto de manifiesto la necesidad de disponer de fuentes de energías alternativas a las renovables si se desea garantizar el suministro. Un año de sequía en Sudamérica ha hecho que la generación de energía hidráulica haya sido muy inferior a lo esperado. Un verano con poco viento en Europa ha reducido la generación de energía eólica. Cuando las energías renovables "fallan" deben ser sustituidas por otro tipo de energías: nuclear o de fuentes fósiles.
El crecimiento económico implica un aumento en el consumo de energía. Cuanto más crece una economía, más energía utiliza. Europa debería reflexionar sobre la velocidad de la transición a la economía verde y el encarecimiento artificial de las fuentes tradicionales de energía a través de los derechos de emisión de CO2. Es un craso error demonizar la economía de fuentes fósiles antes de disponer de la infraestructura suficiente que sostenga una economía verde.
Abrazos,
PD1: Dios es siempre fiel. Nos quiere con la locura de Padre, como los padres queremos a nuestros hijos. Él mira nuestro corazón, no nuestras apariencias. Así que hay que posturear menos y querer más a los demás.