Tras la gran subida de la
inflación del año pasado, se trata de que se refleje en los salarios… El sector
público, que lo tiene toto indiciado con el IPC, lo ha conseguido. Ahora
veremos si lo logra el privado. Si los salarios subieran al mismo ritmo que la
inflación, esta se retroalimentaría. Veremos…
Inflación y salarios: la cuadratura del círculo
Las
subidas salariales podrían sobrepasar a la inflación en la primavera de este
año y permitir que parte de lo perdido desde 2021 se recupere en 2023
Hace no
muchas semanas escribí sobre cómo usar los precios relativos para
entender la evolución de variables como la inflación, los salarios reales o la
propia actividad económica en el último año. Un aumento de los precios de los
bienes que importamos frente a los que producimos en nuestro país llevan a un
aumento de los precios internos en su conjunto (inflación), a una caída de los
salarios reales y a una necesaria contracción de la actividad económica
(posible recesión), o en el mejor de los casos, un menor crecimiento.
Así, una simplificación extrema
me servía, no obstante, para marcar las principales cuestiones que creo han
definido económicamente 2022. La inflación surge, así, como un ajuste ante unos
precios relativos de las importaciones que aumentan generando un desencanto de
la sociedad ante un ajuste de sus salarios nominales insuficiente ante unos
precios que los sobrepasan.
En todo este marasmo de ajustes
también argumentaba que cualquier intento de adaptar nuestros ingresos
nominales (salarios y márgenes) a la evolución de los precios, podría implicar
el peligro de prolongar no ya solo el ajuste sino especialmente el coste que
esto provocaba. El mayor riesgo de nuestros días es tratar de alcanzar y
sobrepasar mediante aumentos salariales o de márgenes a los precios, lo que
llevaría muy probablemente a una espiral que podríamos catalogar de suicida.
Estos efectos de segunda ronda, si se erigieran en toda su magnitud, nos introduciría
en una nueva fase inflacionista para nada deseada.
Es posible que durante
2023 los salarios recuperen parte de su capacidad de compra perdida, y que
también lo hagan los márgenes y, mientras tanto, la inflación siga su
moderación
Sin embargo, también comentaba hace no mucho que, en un mundo de
costes energéticos en clara retirada, un aumento de los márgenes empresariales
no tendría por qué alentar la inflación. La razón es que, como consecuencia de
la existencia de histéresis en una buena parte de los precios (principalmente
en aquellos que se incluyen en lo que llamamos inflación subyacente), muchas
empresas podrían aprovechar estos menores costes energéticos para compensar con
beneficios presentes y futuros pérdidas pasadas. Sin embargo, esos márgenes
serían a costa de unos menores costes, pero no de unos mayores precios, no
generando, por lo tanto, un aumento de la inflación.
Pero del
mismo modo puede pasar con los salarios. Los precios del gas y del crudo no son
para nada semejantes a los experimentados en los peores meses de este pasado
2022. El gas ha caído en estos días por debajo de los 70 euros el megavatio
hora, mientras que el crudo lo hace por similares niveles. Debemos entender que
el gas viene de máximos de 340 euros, mientras que el crudo llegó a estar por
encima de los 120. El gas cuesta hoy un 21% menos que hace justo un
año, mientras que el crudo Brent lo hace en un 4% por debajo.
El ajuste es monumental, no solo estas dos mercancías sino en muchas otras, por
lo que las fuerzas que operan, en términos de precios relativos, son ahora las
contrarias a las existentes cuando nos temíamos lo peor.
Una caída de los costes
energéticos abre la posibilidad de que las empresas acepten durante este año
subidas salariales que tengan como objetivo recuperar parte del poder
adquisitivo perdido. Y tiene sentido. Si un aumento de los precios relativos de
los bienes de importación provoca inflación y caída de los salarios reales, una
caída de estos mismos precios relativos puede provocar el proceso contrario. La
histéresis abre ese colchón para un acomodo de unos márgenes y salarios
mayores. Es posible que durante 2023 los salarios recuperen parte de su
capacidad de compra perdida, y que también lo hagan los márgenes y, mientras
tanto, la inflación siga su moderación. La magia no es tal, simplemente se debe
a la retirada de buena parte de los precios de materias primas y de la energía.
Piensen que los precios son la suma de los costes, entre ellos los laborales
unitarios (influenciados por la productividad) y los márgenes. Una caída de los
costes no laborales deja espacio a un aumento de los otros dos sin que haya que
elevar precios. Con no bajarlos es suficiente, algo que la histéresis casi nos
garantiza.
Lo que aumentaron los
precios en el año de su fulgurante crecimiento servirá para remunerar de más a
los factores en los siguientes años cuando la avalancha de los precios
relativos se torne la contraria
Algo de esto es lo que nos cuenta un trabajo publicado por el
FMI recientemente. En su análisis de pasados episodios de
inflación lo que encuentran es que la moderación de los choques de precios
energéticos va seguida de aumentos de los salarios nominales, e incluso reales,
y que estos no inducen necesariamente a una mayor inflación, sino que pueden
ser coetáneos de una moderación de esta. Esto tiene sentido, obviamente, si esta
subida va acompañada de una mejora de la productividad o,
en cambio y como podría suceder, de una retirada de los costes energéticos.
Digamos que lo que aumentaron los precios en el año de su fulgurante
crecimiento servirá para remunerar de más a los factores en los siguientes años
cuando la avalancha de los precios relativos se torne la contraria.
¿Puede, por lo tanto, que en 2023
seamos testigos de una recuperación parcial de nuestro poder adquisitivo sin
generar un mayor impulso de la inflación? Es posible. Las condiciones existen y
deberían consolidarse durante este ejercicio. Las subidas salariales podrían
sobrepasar a la inflación en la primavera de este año y si, como he comentado,
van acompañadas de una continua moderación de precios importados, permitir que
parte de lo perdido desde 2021 se recupere en 2023. Pero, obviamente, para ello
necesitamos que se mantenga esa moderación de los precios relativos. Si es así,
podríamos cuadrar el círculo en este ejercicio. Pero todo depende de muchas
variables que deben alinearse de forma armónica. Ya veremos.
Abrazos,
PD1: En los últimos años, los que
han salido perdiendo son los jóvenes. En salarios, míseros, lo que les obliga a
quedarse en su casa. Mira lo que ha pasado en EEUU, ahí donde al cumplir 18
años te ibas de casa a vivir por tu cuenta:
The percentage of 25-34y old living
with parents or relatives in the US:
1970: 11%
2020: 29%
Says something about how wealth was
''created'' (not much real wage growth, but booming asset and house prices) and
unevenly distributed over the last decades.
Y lo que es tétrico es la tendencia a vivir sin una mujer. Años de soledad…