04 febrero 2015

renta fija

La renta fija tiene un riesgo. Subidas de rentabilidades implican bajadas de precios, pérdidas de capital en los bonos. Los fondos de bonos, como se tienen que valorar todos los días para dar entrada y salida a nuevos partícipes, incurren en ganancias y pérdidas de capital diarias…

El riesgo de la renta fija

Es imposible entender lo que está sucediendo en el mercado de renta fija sin tener en consideración la alteración de los precios que provoca la actuación de los bancos centrales. El efecto de las medidas de compra de activos aprobadas por el Banco Central Europeo tiene un impacto directo sobre los precios de los bonos soberanos y, consecuentemente, sobre los tipos ofrecidos por dichos bonos.
En el mercado de renta fija el precio de los bonos se mueve en sentido inverso a larentabilidad ofrecida por dichos bonos. Si la rentabilidad ofrecida baja, como ocurrió en 2014, el precio del bono sube. Por el contrario, si la rentabilidad sube, el precio baja.
Analicemos el caso concreto del bono del Tesoro español a diez años. Proporcionaba una rentabilidad anual del 4,1% al inicio de 2014. La rentabilidad proporcionada por dicho bono había descendido hasta el 1,42% al final del año. El precio del bono subió, desde 102, 1 hasta 124,4, proporcionando una revalorización en precio del 21,9%, sin considerar el cupón pagado en el periodo.
 
Actualmente la rentabilidad de dicho bono es del 1,33%. Suponiendo que la rentabilidad pudiera bajar hasta CERO, la revalorización del precio del bono sería de sólo el 10,6%. Por el contrario, si el tipo de interés exigido fuera del 2,33% la caída del precio sería del 7,2%. Si la rentabilidad subiese hasta el 3,3% la caída del precio del bono sería del 13,4%. Sólo recordar que hace apenas un año dicho bono ofrecía un 4,1% de rentabilidad.
En definitiva, los precios actuales de los bonos, y por consiguiente su rentabilidad, dejan escaso margen de revalorización desde los niveles actuales y presentan un nivel de riesgo en caso de subida de las rentabilidades exigidas considerable. El riesgo asumido no se paga con la escasa rentabilidad que ofrecen los bonos. Es un problema generalizado en toda Europa, no es exclusivo de los bonos soberanos españoles.
El Banco Central Europeo acaba de anunciar su primer QE, que apenas ha comenzado a ejecutar. Siguiendo el modelo estadounidense, tras el QE1 vino el QE2, el QE3 e incluso el QEn o indeterminado en cuantía. De momento los inversores ni se plantean que en algún momento las compras del BCE finalizarán. Ya habrá tiempo en el futuro de pensar en ello. En EE.UU. las compras han durado casi seis años, pero todo llega a su fin. El gran peligro de la situación actual, totalmente condicionada por la actuación de los bancos centrales, es acostumbrarse a la misma hasta convencerse de que es una situación permanente, y no coyuntural. La intervención de los mercados hace que el riesgo se minusvalore, de tal forma que se pierda la noción de riesgo.
Salvo que los ciclos hayan muerto, los tipos acabarán subiendo, provocando fuertespérdidas a los tenedores de renta fija. De momento parece precipitado ejercer de aguafiestas, pero la prudencia nunca está de más.
Abrazos,
PD1: En 1913, un dólar estadounidense compraba lo mismo que un siglo antes. Se mantuvo el IPC, la inflación, plana en 100 años. Después, en elr esto del siglo XX, hubo inflación y mucha… No obstante, ahora tienen pinta de que la baja rentabilidad de los depósitos puede durar muchos años… Nos esperan muchos años de inflación cero y tipos a cero…
PD2: El disparate es que hay demasiados países que cuentan rentabilidades negativos sus bonos públicos… Es una burbuja brutal…
Los bonos a 10 años:
Y en Europa, que no había diferencias tras la entrada del euro en 1999, ¿se vuelve a estar como antes a pesar de las enormes diferencias entre países? Es ridículo…
Sobre todo, porque el nivel de rendimientos de los bonos no marca el riesgo de cada país:
El ser humano tiene dos clases de amores: aquellos que se pueden perder y los que no se pierden. Entre estos últimos se encuentran, por ejemplo, el afecto por la ciudad donde uno ha nacido y el amor a los hijos. Son amores que, sin hacer nada, se mantienen. Entre los que sí se pueden perder, nos encontramos, entre otros, con el amor a la pareja y el amor al trabajo. Son amores que no se mantienen solos. Al principio deslumbran y los sentimientos son muy fuertes, -al enamorarse o encontrar un buen trabajo, por ejemplo- pero, con el paso del tiempo, el entusiasmo se desvanece y puede estar uno más centrado en lo negativo que en lo positivo. Si uno no lucha por mantenerlos, por quererlos, por querer quererlos, por poner la voluntad en amarlos, en definitiva si uno no lucha por ser libre en el amor -para lo cual tendrá que emplear, además de los sentimientos, la inteligencia y la voluntad- es probable que aparezcan sentimientos negativos que le pueden impedir seguir queriendo.
En estos amores hay que saber que habrá épocas en que uno camine contracorriente; lo cual es normal: nadie es dueño de sus sentimientos. Cuando esto suceda, habrá que utilizar la inteligencia, para saber qué es lo que uno tiene que seguir hacer, y la voluntad para hacer aquello que uno ha visto que debe hacer. Si en el momento en que se pierde la emoción, el sentimiento positivo, uno piensa que ya no quiere, lo que realmente sucede es que no sabe qué es querer. Confundir el sentimiento con el amor es un síntoma de inmadurez que puede generar mucha inestabilidad en la vida. Una persona que piense así, nunca va a saber mantener sus amores, porque ese sentimiento no lo podrá mantener de una manera estable. Nadie puede: irá y vendrá. Es lo propio de los sentimientos, y nosotros somos dueño de ellos.
Aunque se pierda el sentimiento, el amor no se pierde. Si eso fuera así, el ser humano no sería libre porque no podría elegir sus amores al depender éstos de algo que yo no controlo: el sentimiento. Pasa mucho actualmente en nuestra sociedad. Creemos que el amor es solo sentimiento. Si al perder el sentimiento vemos sólo lo negativo, la vida se hará dura. Sucede en el ámbito profesional (nos centramos más en los colaboradores que no funcionan) y en el ámbito personal (estamos más pendientes de los defectos del otro que de sus virtudes). Son muestras de estar centrados en lo negativo