12 noviembre 2015

alquilaremos y no compraremos...

Eso parece:

Emilio Ontiveros: “La vivienda en propiedad sigue siendo un fetiche cultural y casi religioso”

Emilio Ontiveros es un hombre preocupado. Este catedrático de la Universidad Autónoma y fundador de Analistas Financieros Internacionales (AFI), no se cree el escenario optimista planteado por el Gobierno en los Presupuestos Generales del Estado para 2016 y tiene dudas sobre cómo afectará a la salud económica del país la incertidumbre generada tras las elecciones catalanas… “y lo que suceda en las generales”.
Sin embargo, lo que más le preocupa es que no hayamos aprovechado los años de la crisis para cambiar en mayor medida los motores de crecimiento de nuestra economía “que siguen siendo los mismos que antes: el turismo, la construcción y el sector servicios”. 
Ontiveros explica con el sosiego del profesor que ya se sabe la lección que, sacrificando la innovación, la educación y el empleo de calidad, las buenas perspectivas económicas que hay actualmente pueden ser simplemente un efecto rebote de una economía. “Partía de un punto tan bajo que era casi imposible caer más. La economía española ha sido una de las más castigadas y en más flancos”, afirma.
Durante una entrevista con idealista/news, el veterano economista ha asegurado que “firmaría” que la economía de nuestro país creciese al 2,5% durante los próximos 10 años “siempre y cuando la calidad del empleo creado fuera algo superior”. 
Además, para el presidente de AFI es clave que la mejora real de la economía se traslade de los informes macroeconómicos a las familias a través de una mejora en los salarios. Esa sería la única fórmula con la que se estimularía el consumo interno y se generaría un crecimiento “importante y autónomo”.
En cuanto al mercado inmobiliario, Ontiveros sí atisba una cierta recuperación aunque descarta una nueva burbuja, al menos a corto plazo, porque “la renta de las familias no está creciendo y la financiación está más medida”. Por eso apuesta por un claro avance del mercado del alquiler liderado por los jóvenes. Ontiveros lo tiene claro: “hay que acabar con el yo no me caso o me voy de casa de mis padres hasta que sea propietario de una vivienda”.  
¿Se cree las previsiones económicas del Gobierno?
En los Presupuestos Generales del Estado para 2016 se ha hecho un ejercicio de menor realismo que lo que se venía haciendo los años anteriores. Esto tiene dos justificaciones: el clima electoral y la premura por aprobarlos a principios de agosto. El cuadro macroeconómico con el que se han elaborado corresponde a junio, y desde entonces han pasado cosas en el entorno internacional que han modificado las condiciones de estabilidad financiera. De hecho, los organismos internacionales prevén una caída del crecimiento para el año que viene y advierten de una seria dificultad para que llevemos la tasa de paro por debajo del 19% antes del 2020. 
Hablas de la incertidumbre generada por China… 
Desde que se aprobaron los Presupuestos, hay muchas hipótesis de partida que se han movido, entre ellas el protagonismo asignado a la economía china, que representa el 14% del PIB mundial. No sabemos si va a crecer al 7%, al 6% o al 4%, como dicen algunos economistas, y cuál es el potencial de contagio de los episodios de inestabilidad financiera, y algún susto ya hemos tenido en agosto. Ha habido una pérdida de riqueza financiera muy importante, que condiciona los estados de ánimo a la hora de tomar decisiones de inversión. Hay economías emergentes muy dependientes de China que están sufriendo más de lo que creíamos como Rusia, Sudáfrica, Colombia o Brasil, donde España tiene mucho invertido. 
Y para empeorar la situación surge la crisis de los refugiados.
En el mejor de los casos constituye un factor de distracción para las instituciones europeas. Empezando por el presidente de la Comisión Europea, [Jean-Claude] Junker, que debería haber estado centrado en fortalecer el crecimiento y la inversión. Sin embargo, ahora el plan de inversión ha pasado a un segundo plano y su principal preocupación es gestionar una crisis sin precedentes, independientemente de los costes específicos que tenga la crisis, que también los va a tener.
Es decir, el horizonte económico no es tan optimista como se nos han hecho creer.
Lo razonable es que empecemos a tener una cierta ralentización del crecimiento. Yo firmaría crecer al 2,5% en los próximos 10 años, siempre y cuando la calidad del empleo creado fuera algo superior. Los analistas hemos simplificado demasiado al considerar como positivas unas cifras de creación de empleo que cuando se traducen en términos de empleos a tiempo completo o en rentas de las familias, no son tan espectaculares.
¿Por qué? 
Así es imposible cumplir con dos condiciones básicas para que la economía española garantice un crecimiento sostenible: reducir las deudas y que el consumo de bienes duraderos sea más expansivo. A pesar del esfuerzo de desapalancamiento que han hecho familias y empresas, todavía tenemos niveles de endeudamiento privado muy elevados. Además, la gente no cambia el tresillo porque un miembro de la familia haya encontrado trabajo si este empleo está rodeado de unas circunstancias de precariedad o de baja renta. Estas circunstancias no animan a ver un crecimiento importante y autónomo, sino una ralentización en el ritmo de crecimiento.
Eso quiere decir que la mejora económica no ha llegado aún a la gente de a pie.
Esta recuperación es la más asimétrica de cuantas hemos tenido: la macroeconomía dice unas cosas y el estado de ánimo, la percepción de la gente, otras muy distintas. Eso tiene dos explicaciones. Una, el escepticismo, e incluso desconfianza, que la gente tiene sobre la solidez de la recuperación. En segundo lugar, y muy importante, hay que hacer una diferenciación clara entre el crecimiento del PIB o de los beneficios empresariales y el crecimiento de las rentas de la mayoría de la población. 
Claro, los políticos hablan de recuperación y la gente se enfada…
Tener una tasa de desempleo en torno al 20%, aunque la hayamos reducido, no invita a tirar cohetes, a que en la calle haya una gran confianza. Hay un importante contingente de familias españolas en las que ya no entra ningún tipo de inyección económica en forma de protección por desempleo. Si las rentas han caído, el contingente de paro es elevado y el que ha encontrado empleo no puede garantizar que lo va a tener durante mucho tiempo, lo razonable es que la familia de renta media o media-baja no esté muy confiada.
Y esto, ¿cómo puede afectar en un año electoral? 
Cuanto más se intensifique el triunfalismo, mayor puede ser la desconfianza de la gente. Si se sale a la calle diciendo que esto va de maravilla y que la economía española está creciendo por encima del 3%, la gente va a tomar más distancia sobre el discurso macroeconómico y sobre los propios políticos. Hasta que no veamos claramente un crecimiento en la calidad del empleo y una cierta traslación a rentas, sobre todo a las que más han sufrido, va a ser difícil que se cierre esa brecha entre el discurso de los políticos y el escepticismo de la gente.  
Un final de año apasionante el que tenemos por delante.
Tenemos tres meses singularísimos en nuestro país. Sobre la mesa de las elecciones de Cataluña ha estado la consideración de la eventual segregación del 20% del PIB de la economía española. Hasta ahora los mercados financieros han estado tranquilos. Además, hay unas elecciones generales en las que por primera vez en la historia de la democracia española vamos a tener un parlamento muy fragmentado, sin facilidad para que haya mayorías absolutas y sin que todavía esté claro cuáles van a ser las alianzas relevantes para formar Gobierno. 
¿Eso puede echar atrás a muchos inversores internacionales?
Un parlamento fragmentado no tiene por qué ser malo, pero desde el punto de vista de la toma de decisiones de inversión tanto españolas como extranjeras se percibe siempre con un punto de incertidumbre y cautela. Los inversores extranjeros se plantean si los políticos españoles van a ser capaces de llegar a algún tipo de acuerdo para asentar el ritmo de crecimiento y al mismo tiempo gestionar problemas que no tenían antes, como el de Cataluña. 
Y la vivienda, ¿qué perspectivas tiene?
La purga sectorial que se ha sufrido ha sido muy intensa y lo razonable es que hubiera un cierto rebote porque las caídas de precio han sido muy considerables. Si a eso le añades la propensión de determinados agentes –como la Sareb o los bancos– a ofertar stock de vivienda, es comprensible un cierto repunte de la demanda y los precios. Hay lugares en los que el stock no era elevado, la erosión de renta no fue grande y, además, la evolución demográfica ha favoreciendo un repunte en precios.
¿Volverán los excesos?
No vamos a asistir a grandes saltos en precios porque no formaría parte de lo razonable. El mercado de la vivienda ha demostrado ser muy flexible. En España llegó a haber más de 80.000 promotoras inmobiliarias. Uno no era nadie si después de la comida no creaba una promotora. Teníamos un sector que antes de la crisis suponía el 13% del valor añadido bruto y del empleo y que en 2007 representaba en España el doble de la media europea en términos de PIB, pero también era el doble de lo que había representado en la crisis inmobiliaria del 92-93, como si no hubiésemos escarmentado. 
Entonces, ¿es momento de comprar o alquilar?
El único elemento que invita a plantearse la adquisición de vivienda son los tipos de interés bajos, pero con un planteamiento inversor y no como solución habitacional. La rentabilidad de los activos de contraste a la vivienda está por los suelos y eso ha hecho que haya recuperado su atractivo como vehículo de inversión para personas que lo vean como una alternativa a un plan de pensiones de cara a la jubilación. El alquiler va a tener cada vez mayor protagonismo relativo en el mercado de la vivienda. Además, existe una presunción de que el mercado del alquiler va a contar con mayor apoyo institucional, mientras que la compra no va a encontrar incentivos como los de antaño. Eso no quiere decir que por la vía de la inversión vayamos a absorber todo el stock de viviendas vacías o amparar un ritmo de crecimiento como el de 2007. 
¿Y las socimi?
Todo lo que sea facilitar la existencia de instrumentos financieros para canalizar ahorro e inversión hacia un sector como el inmobiliario no me parece mal. Quizá uno de los factores de mayor trascendencia que ha tenido la crisis inmobiliaria en nuestro país es que la vivienda estaba mucho más democratizada, por desgracia. El 80% de la riqueza del 80% de las familias es vivienda y colateralizada con el sistema bancario, en la economía más bancarizada del mundo. Otros inversores no tenían protagonismo. Para lo que ha servido esta crisis es para tratar de potenciar vehículos, como las socimi, que puedan dispersar el riesgo entre los agentes. 
¿Qué es necesario para que despunte definitivamente el mercado del alquiler?
España todavía tiene un problema cultural muy arraigado en relación a la vivienda. Se está suavizando pero todavía la vivienda sigue siendo un fetiche cultural y casi religioso. Todavía uno no es nadie si no tiene una vivienda propia, con los inconvenientes que eso conlleva en aspectos como la movilidad geográfica o las decisiones de vida en común. En España hemos tenido desgravación fiscal para la compra de la primera y la segunda vivienda. Quizá ahora hay que plantearse mayores incentivos para favorecer el alquiler. Mejoraría el tratamiento del alquiler a las rentas medias y bajas, y no penalizaría a las empresas que se planteasen la reconversión hacia la puesta en alquiler de parques de viviendas desocupadas. Hay que hacer una transición, además de cultural, fiscal y económica, y esta transición debe estar liderada por el segmento juvenil.
Abrazos,
PD1: Lo que tienen los bancos en sus balances de pisos embargados, son mierdecilla…, muchos invendibles.

Fitch avisa: los brotes verdes del ladrillo no llegarán a los inmuebles de los bancos

El precio de venta de los inmuebles embargados es un 67% inferior al valor inicial, con datos del primer semestre. Fitch cree que la banca tiene 150.000 viviendas "invendibles".
El mercado inmobiliario español va (y seguirá yendo) a dos velocidades. Esto opinan los analistas de Fitch que, en un informe dado a conocer hoy, destacan como la recuperación del ladrillo se limita al mercado "prime" (de mejor calidad) y no llega a los inmuebles que están en los balances de los bancos, por canjes de deuda o embargos.
Fitch calcula que las ventas de estos tipos de inmuebles realizadas en el primer semestre han tenido un descuento del 67% sobre el valor al que se registró inicialmente en balance. Varios bancos en la presentación de resultados semestrales han asegurado que empiezan a tener pequeñas plusvalías con la venta de pisos, pero estas ganancias se calculan sobre el valor neto, es decir, el valor contable del inmueble descontando ya las provisiones realizadas.
Los analistas de la agencia esgrimen varias razones que explican porque la recuperación no llega a este segmento del mercado. En primer lugar, está la baja calidad de muchos de los activos inmobiliarios de la banca, y, especialmente, su localización. La recuperación, indica Fitch, se está notando sobre todo en las grandes capitales, mientras que los pisos embargados están a menudo en las zonas de costa, donde la actividad económica sigue escasa y los brotes verdes no han aparecido. De hecho, la agencia estima que actualmente los bancos tienen en su balance unas 150.000 viviendas que considera "invendibles".
PD2: ¿Habrá en EEUU otra crisis inmobiliaria?
Markets discover price via supply and demand: Big demand + limited supply = rising prices. Abundant supply + sagging demand = declining prices.
Eventually, prices rise to a level that is unaffordable to the majority of potential buyers, with demand coming only from the wealthy. That’s the story of housing in New York City, the San Francisco Bay Area and other desirable locales that are currently magnets for global capital.
In the normal cycle of supply and demand, new more affordable housing would be built, and prices would decline.
But that isn’t happening in hot real estate markets in the U.S.  What’s happening is rental housing is being built to profit from rising rents and luxury housing is being built to meet the demand from wealthy overseas buyers.
With limited land in desirable urban zones and high development fees, it’s not possible to build affordable housing unless the government subsidizes the costs.
Meanwhile, the supply of existing homes for sale is limited by the owners’ recognition that they won’t be able to replace their own home as prices soar; it makes financial sense to stay put rather than sell and try to move up.
Some homeowners are cashing in their high-priced homes and retiring to cheaper regions.But this supply is being overwhelmed by a flood of offshore cash seeking real estate in the U.S.
This is part of the global capital flows I described in my recent analysis What Happens Next Will Be Determined By One Thing: Capital Flows. As China and the emerging market economies stagnate, capital that was invested in these markets in the boom years is moving into dollar-denominated assets such as bonds and houses.
This globalization of regional housing markets is pricing the middle class out of housing in areas that also happen to be strong job markets.
Many commentators are concerned that a nation of homeowners is being transformed into a nation of renters, as housing is snapped up by hedge funds and wealthy elites fleeing China and the emerging markets.
But will current conditions continue unchanged going forward?
Let's start with the basics of demographic demand for housing and the price of housing.
Demographics & Housing Valuations
There are plenty of young people who'd like to buy a house and start a family (a.k.a. new household formation), but few have the job or income to buy a house at today's nosebleed levels -- a level just slightly less insane than the prices at the top of Housing Bubble #1:
(Charts courtesy of Market Daily Briefing)
The current Housing Bubble #2 (also known as the Echo Bubble) certainly isn’t being driven by rising household income, as median household income has declined when adjusted for inflation:
What enabled households to buy homes as prices pushed higher?  Super-low mortgage rates:
Now that mortgage rates have hit bottom, there’s not much room left to push housing valuations higher by lowering rates. No matter how solid the buyers’ credit rating, mortgages remain intrinsically risky, as unexpected medical emergencies, job losses, divorces, etc., trigger defaults in the best of times. In recessions, job losses typically cause defaults and lenders’ losses to rise.
All debt, including home mortgages, is based on household income and debt levels. The higher the debt load, the more money the household must devote to debt service. That leaves less to spend on additional debt or other spending.
As this chart shows, the ratio of debt-to-earned income (wages and salaries) has declined since the speculative frenzy of Housing Bubble # 1, but it remains almost twice the levels of the pre-bubble era:
Based on the fundamentals of domestic income -- debt levels and current home prices --only the top 10% of households has much hope of owning a home in globally desirable regions:
If domestic buyers can no longer afford to buy, then who’s left? Cash buyers from overseas is one answer.
Capital Flows into U.S. Real Estate
Chinese millionaires buying homes for cash in the U.S. and Canada have been voting on conditions in China with their feet.  The tide of money leaving China has turned into a veritable flood, with hundreds of billions of dollars leaving China in the past year aone as economic conditions there deteriorated.
This flood tide can be seen in real estate transactions, not just in the U.S. but in Australia, Canada and the U.K.:
These cash purchases by wealthy foreign nationals are creating a bifurcated housing market.
In areas deemed desirable, Chinese and other foreign nationals are dominating the market (see: 80% Of All New Home Buyers in Irvine, CA Are Chinese).
In regions that are below the radar of offshore buyers, for example, broad swaths of the Midwest, home prices remain more affordable.
But even domestic markets with relatively few foreign buyers have seen soaring home prices if there is strong job growth and limited land for new development.
A Bifurcated Housing Market: The New Normal?
These dynamics have created islands of strong job growth and global/domestic demand for housing in which only the wealthy can afford to buy and everyone else is a renter for life. These islands are surrounded by a sea of lower-cost housing in regions with weak job growth and stagnant wages.
Is this bifurcation the New Normal? Or is Housing Bubble #2 heading for the same shoals that popped housing bubble #1 in 2007-08?
Right now, the general consensus is that housing prices “will never decline” in New York City, the San Francisco Bay Area, etc.—the islands of job growth and high valuations--due to the strong U.S. economy and capital flows into USD-denominated assets. But if the bulk of this capital flow has already occurred, and capital controls and clawbacks become the order of the day, this prop under current nosebleed housing valuations might be kicked away far sooner than anticipated.
Pues eso parece, se alquila más ahí también que se compra. Mira los datos:
PD3: En España el stock de casas sin vender sigue muy elevado. Y la bajada de población hace que sean necesarias menos viviendas. Según El País:

España acumula más de 1,2 millones de viviendas en venta

Casi 700.000 casas de segunda mano buscan comprador, según el portal Idealista

La caída de la población hará que el 'stock' de pisos nuevos y usados se sitúe alrededor del millón, según un estudio de Anticipa

Y como hay tantas sin vender, no se construyen nuevas… ¿Para qué?
PD4: Al Señor le dieron una bofetada en la cara que le dolió. No se comportó como si no hubiera pasado nada, por muy bueno que fuera… No reaccionó con ira y gran enfado; podía haber causado estragos… Su comportamiento fue de enojo, ¿por qué me pegas? Si he dicho la verdad…, si he mentido…
Nosotros, que intentamos imitar a Jesucristo, ¿qué hacemos? Aceptamos los golpes de la vida sin reaccionar; nos enfadamos mucho y nos revelamos en demasía con los males que nos pasan… O nos preguntamos los por qué y para qué de los envites que nos da la vida. ¡Qué cantidad de cosas hay que aceptar con gratitud, ya que, aunque no las entendamos, sabemos que nos las han mandado! Pero podemos protestarle al Señor y preguntarle, en la oración, todos las dudas que nos surjan… No seamos pusilánimes, ni reaccionemos con ira. Imitemos al Señor.