30 noviembre 2017

reversion a la media

Es lo normal que puede pasar en un mercado claramente alcista como este, que nos vayamos al centro del canal y nada se haya roto… Lo malo es que el centro del canal está muy lejos…
El mercado bursátil mundial ha mostrado un impulso extraordinario desde las elecciones presidenciales estadounidenses, y los inversores que apostaron por esa fuerza irresistible obtuvieron grandes ganancias. Pero la gente debería pensar mucho sobre otra fuerza que es mucho más fiable que el impulso. Según la historia, es la fuerza irresistible real, y consiste en cuatro palabras: "Reversión a la media".
A pesar de las subidas y las valoraciones, cuando se considera la reversión a la media, el sesgo de Wall Street en el mercado bursátil parece tan exagerado como los espejos en las ferias que alargan a un niño escuálido a la altura de un pivot de la NBA.
Para comprender mejor esa reversión, piense en el S&P 500 como una gran acción. El concepto establece que cuando el precio de esa acción se vuelve extremadamente elevado en comparación con las ganancias que los inversores obtienen de esa acción, ya sea en forma de dividendos o ganancias reinvertidas, el precio relativo a esas ganancias regresa a la media de largo plazo, como si estuviera gobernado por una fuerza gravitatoria.
Entonces, examinemos lo que le sucede a esa relación entre precio y ganancias, o el PER del mercado, después de que se eleva a niveles inusualmente altos, precisamente el escenario a los que hoy se enfrentan los inversores.
La mejor medida para las valoraciones de actuales de las acciones es el CAPE, o la relación precio/ganancias ajustada cíclicamente, desarrollada por el economista de Yale Robert Shiller. El CAPE suaviza las fluctuaciones volátiles de las ganancias al usar una media de 10 años de ganancias ajustadas a la inflación como la lectura actual. La razón es básica: cuando las ganancias suben, los PER no ajustados parecen artificialmente bajos - la imagen probable de hoy en día - y cuando se desploman como en 2009, las acciones parecen falsamente caras. El CAPE elimina esas distorsiones.
El CAPE para el S&P 500 promedió alrededor de 16 desde 1888 hasta 1990, y un número mucho mayor de 19 en el último cuarto de siglo. Una gráfica del CAPE desde finales de la década de 1960 muestra cuatro períodos en los que la medida llegó a extremos. Y es instructivo ver qué sucedió después de que la medida se disparara muy por encima de esos puntos de referencia.
La primera meseta: desde julio de 1962 hasta noviembre de 1965, el CAPE aumentó bruscamente, desde 17 a 24. Para finales de 1970, había caído a su media de largo plazo de 16. El segundo ejemplo: A principios de 1992, el CAPE estaba parado alrededor 19, una vez más, cerca de su nivel normal en las últimas décadas. En julio de 1999, había alcanzado su punto más alto, 44. Luego prevaleció el miedo a las alturas y, en febrero de 2003, el CAPE había disminuido a la mitad.
El tercer caso: después de la gran caída desde mediados de 1999 hasta principios de 2003, el CAPE repuntó a casi 28 en mayo de 2007. Una vez más, la gravedad prevaleció y cayó a 20 a finales de 2010 cuando Estados Unidos salió de la crisis financiera. El cuarto ejemplo se aplica hoy: desde finales de 2010, el CAPE se ha disparado alcanzando un récord de dieciséis años de 31.2 en octubre.
Del análisis de las pasadas subidas sacamos una conclusión básica: el CAPE nunca se ha quedado en 31 por un período prolongado. Solo superó ese nivel dos veces, primero brevemente antes del desplome histórico de 1929, y segundo, durante un período relativamente largo de cuatro años durante la burbuja tecnológica desde mediados de 1997 hasta mediados de 2001. Y cada pico del pasado fue seguido por un desplome.
Aquí está el peligro: si el S & P 500 volviera a un CAPE de 20, justo por encima de su media de las últimas décadas, los precios de las acciones tendrían que caer un 36%. Esta no es una predicción de que tal colapso sea inminente, o que vaya a suceder. Es simplemente un recordatorio de que, si bien el impulso está del lado del mercado, la historia no.
Abrazos,
PD1: Todo tiene un fin…
El actual mercado de renta variable sigue manteniéndose al alza y disfrutando en los últimos trimestres de una baja volatilidad poco frecuente. El índice S&P 500® sigue en crecimiento acelerado. El índice no ha sufrido una corrección superior al 5 % desde febrero de 2016, y desde marzo de 2009 no ha tenido una desaceleración mayor del 20 %. De hecho, la desaceleración más reciente, de solo un 3 %, finalizó el 4 de noviembre de 2016, unos pocos días antes de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos.
¿Qué hay detrás del alza?
En primer lugar, las bajas tasas de interés, no solo en EE. UU., sino en todo el mundo. El rendimiento a 10 años del Tesoro de los EE. UU. no se ha cotizado por encima del 3 % desde finales de 2013. Las bajas tasas de interés hacen que las valoraciones de renta variable resulten muy atractivas frente a las alternativas de renta fija.
En segundo lugar, la política coherente de todos los bancos centrales ha generado un trasfondo estable de las condiciones financieras, dando lugar a un entorno saludable para el funcionamiento de las empresas. Es lo que ha sucedido incluso con los grandes ingresos más lentos de los últimos años.
En tercer lugar, el rendimiento global de la renta variable se ha afianzado con la fuerte recuperación de los beneficios empresariales en todo el mundo. Se espera que el índice S&P 500 genere este año un crecimiento de las ganancias operativas por acción cercano al 10 %, lo que marcaría el mejor año en cuanto al crecimiento de los beneficios desde el inicio de la recuperación de la crisis financiera en 2010-2011. Europa, Japón y los mercados emergentes van todos encaminados a obtener sólidas ganancias este año, después de un largo periodo de debilidad. Según mi análisis, esta tendencia podría continuar durante el año próximo. El fuerte crecimiento de los beneficios junto con el techo de crecimiento mejorado constituye una sólida base para la confianza de los inversores, y refuerza la racha de baja volatilidad global del año anterior.
¿Cuánto más puede durar esta tendencia?
El crecimiento económico ha mejorado este año en todo el mundo, impulsando la confianza de los inversores en una mejora sostenible de los fundamentos del comercio. En ausencia de condiciones que normalmente conducen a la recesión, es posible que la persistencia de la baja volatilidad se mantenga todavía durante algún tiempo. Diversos tipos de contratiempos podrían generar una desaceleración a corto plazo, en especial porque el periodo de baja volatilidad de los precios ya ha durado un cierto tiempo. Desde luego, es imposible predecir los acontecimientos y, por ahora, la combinación de la mejora en los beneficios, la relativa predictibilidad de las políticas de los bancos centrales y la confianza de los inversores permiten suponer que el mercado se mantendrá en alza, salvo correcciones temporales en los precios.
PD2: Hay tanta gente tan bien preparada para la muerte que deja asombrados a los que tienen dudas del final. Bonita reflexión para el mes de difuntos que termina: