Es muy difícil que los tipos de interés suban de ninguna de las maneras, durante bastantes años. Se van a quedar en negativo, pese a que no nos guste. Por eso las bolsas siguen optimistas y les da igual lo que diga Trump y sus amenazas de nuevas medidas, o que los chinorris utilicen contra-réplicas…
Ninguna economía que ha cruzado el umbral del nivel CERO en los tipos de interés y los ha situado en negativo, ha conseguido volver a tener tipos de interés de referencia positivos. Hasta ahora es un camino sin vuelta atrás.
En el caso de la Eurozona, el mensaje del BCE es claro: seguirá con la política actual de tipos de interés negativos y compra de bonos hasta que la inflación se acerque a su objetivo del 2%. En un escenario global de desaceleración económica, con bajo crecimiento, aunque no recesión, es difícil que se produzcan tensiones inflacionistas permanentes debidas a un sobrecalentamiento de la economía. En el pasado cercano, aunque ha habido momentos de tasas de inflación negativas, en ningún momento ha existido un peligro de deflación, entendiendo por tal la espiral en la que tanto el consumo como la inversión se posponen a la espera de precios más bajos. Cuando la inflación ha sido negativa en años pasados se ha debido a la brusca caída de precios de productos importados, principalmente el petróleo y sus derivados. Lo cual fue una magnífica noticia para la economía europea.
Existes factores estructurales que provocan que los índices de inflación se vean presionados a la baja. Entre ellos: la demografía, por el envejecimiento de la población; la presión sobre los precios globales de los productos asiáticos; la "amazonización" de la economía, de tal forma que la capacidad de subida de precios por parte de la mayoría de las empresas es mucho más limitada por la globalización de la competencia. Internet permite comparar precios y, en su caso, comprar no sólo en proveedores locales.
Sólo existen, en principio, dos factores que podrían provocar una subida de la inflación. En primer lugar, una escalada de precios de algunas materias primas, especialmente el petróleo. Esto ya aconteció en 2008 y 2011 cuando el crudo alcanzó los 120 y 150 dólares el barril, situando la inflación en el 4% y en el 3%, respectivamente. El segundo factor que podría provocar una subida considerable de la inflación es la pérdida de valor del euro por desconfianza sobre la moneda. El conjunto de las importaciones se encarecería y la inflación inevitablemente subiría. Prácticamente queda descartado en un horizonte previsible una subida de la inflación por un fuerte dinamismo de la economía.
Si se produjera un aumento de la inflación por cualquiera de los dos factores anteriores, el efecto sobre el crecimiento económico sería claramente negativo. Si adicionalmente a dicho efecto negativo el BCE subiera los tipos de interés para controlar la inflación, el bajo crecimiento económico actual previsiblemente se convertiría en recesión.
El BCE no normalizó los tipos de interés cuando la economía de la Eurozona crecía por encima del 2%, sino que incluso los consolidó en negativo. Ahora que las previsiones económicas para los próximos años son de un modesto crecimiento, parece altamente improbable cualquier mínima subida de tipos de interés. A su vez, cuanto más tiempo transcurra con los tipos actuales, no sólo los tipos de referencia sino también los de bonos soberanos y corporativos, más adicción se crea al entorno actual y más traumática será la futura normalización.
El BCE, al igual que otros bancos centrales, se ha metido en un camino de tipos negativos del que no sabe cómo salir. Ningún banco central que haya entrado en el territorio de los tipos de interés negativos ha sido capaz de volver a los tipos positivos. Teniendo en cuenta los factores que podrían provocar un repunte inflacionista (repunte del petróleo o brusca caída del euro), más vale que los deseos del BCE de lograr una inflación del 2% no se cumplan. Los efectos de una eventual subida de tipos serían muy perniciosos para el crecimiento económico.
De momento los tipos negativos en Europa han venido para un largo periodo de tiempo, siendo los ahorradores los grandes perjudicados.
Abrazos,
PD1: El Adviento sirve para volver a tener “hambre de Dios”. Es lo que se pretende, que se vuelva a coger ese espíritu perdido quizás, para que volvamos a querer las cosas de Dios.
Hay veces que no se hace la oración diaria y ves que no pasa nada. Hay gente que no va a Misa el domingo y ven que no pasa nada, que no tiene consecuencias esos actos, fruto de la pereza, o de lo que sea… Tener “hambre de Dios” es querer hacer todas estas cosas que hacemos diariamente. Es volver a recuperar esa conciencia cristiana, perdida puntualmente…
Pues en eso estoy, en recuperar el “hambre de Dios” en querer sentir su presencia cada rato, en querer recibirle, en tratarle…, y en contar todas estas cosas que nos pasan sin darnos cuenta…