El futuro nunca va a ser como el pasado. Nunca lo ha sido y ahora mucho menos. Demasiada innovación, demasiados cambios de hábitos, demasiada tecnología… Pero el ser humano primará sobre el resto. Muy interesante:
Escenarios del futuro
Hoy quiero contaros el resultado de una lectura reciente (aquí). El autor hace algunas consideraciones sobre el futuro de la economía inglesa, pero no lo hace como siempre, formulando predicciones económicas de crecimiento, empleo, inflación, etc., sino «pintando» cuatro escenarios de lo que puede ser esa economía en, digamos, 2035. No pretende acertar en esos escenarios, sino más bien presentar trozos de cómo será el país dentro de quince años. Y me parece que esos escenarios tienen sentido también para España, y para otros muchos países. Lo que cambiará es, probablemente, la intensidad e importancia relativa de cada uno de esos escenarios.
Al primero lo llama «economía big tech». Las máquinas se imponen, el mundo cambia rápidamente, la productividad crece, aparecen nuevos productos y servicios de alta calidad… Los empleos del futuro son: desarrolladores de software, ingenieros de transformación digital, más un ejército de abogados y consultores de relaciones públicas en las empresas de big tech.
El segundo es la «economía de precisión». Los big data se adueñan de las cadenas de suministro, el comercio tradicional desaparece, todos estamos sujetos al ojo vigilante de los explotadores de los datos. Empleos al alza: analistas de cambio de conductas, científicos de datos, directivos de reputación…
El tercero es la «economía de la empatía», la reacción al dominio de la tecnología. La gente busca experiencias auténticas y más interacción personal; un futuro de servicio responsable, sobre todo en sectores basados en la relación humana: educación, entretenimiento y servicios superpersonalizados. Ocupaciones en asesores de marca personalizados, infometristas en social media, desintoxicadores digitales y consultores de autenticidad.
El último escenario es la «economía del éxodo», consecuencia de una posible nueva crisis como la de 2008: la adopción de las tecnologías se frena, la inversión cae, los salarios se estancan, austeridad, inestabilidad política, problemas de cambio climático exacerbados… se pierde la fe en el capitalismo, se vuelve a la economía del trueque y al proximidad, a las cooperativas y la ayuda a corta distancia…
El autor aclara que, sea cual sea el escenario dominante en 2035, serán los humanos, no los algoritmos, los que decidirán cómo dejaremos que las tecnologías afecten a nuestras vidas. Una conclusión optimista, pero razonable: no hay nada escrito sobre el futuro; los determinismos fracasan siempre ante la libertad e iniciativa de los humanos, aunque, eso sí, nuestros aprendizajes son lentos y dolorosos.
Abrazos,
PD1: Ayer en Misa me emocioné con la liturgia. Estuve un poco más atento de lo habitual. ¡Cuántas veces estás en Misa y te olvidas de lo que oyes y rezas por unos y otros sin más! Pues ayer tuve una experiencia muy bonita que es escuchar todo lo que se decía… Y lo llevamos haciendo un montón de siglos más o menos igual, mismas oraciones, mismas peticiones… ¿Qué sería de nosotros si no pidiéramos?