21 enero 2020

hay matices

No todo es alegría en la firma del primer acuerdo…
La expectativa de la firma del acuerdo comercial entre EE.UU. y China ha sido uno de los catalizadores de las bolsas en las últimas semanas. Finalmente, tras diversas demoras, se ha firmado la llamada fase I del acuerdo comercial. Se escenifica una tregua, pero está lejos de alcanzarse la paz comercial entre EE.UU. y China.
Gracias a la firma de este acuerdo, EE.UU. no aplicará los aranceles cuya entrada en vigor estaba prevista el pasado 15 de diciembre. Adicionalmente, se reducen del 15% al 7,5% los aranceles que entraron en vigor el pasado septiembre. Aun con estas rebajas, la tasa media de arancel aplicada a los productos chinos importados por EE.UU. es del 19,1%, frente a apenas el 3% de comienzos de 2018. Por lo tanto, el acuerdo firmado sólo evita un empeoramiento aún mayor del nivel de aranceles aplicados, pero están lejos de revertirse las medidas arancelarias tomadas en los últimos dos años desde que se inició la guerra comercial.
Como parte del acuerdo, China se compromete a aumentar sus importaciones de productos estadounidenses en un importe de $200.000 millones en dos años. De cumplirse supondría casi doblar las importaciones actuales que ascendían a $124.000 millones en 2017. Sólo en productos agrícolas, China se compromete a adquirir entre $40.000 millones y $50.000 millones procedentes de EE.UU. Dichas cifras contrastan con los $6.000 actuales o el máximo de $24.000 millones en 2017. En caso de no cumplirse el volumen de compras por parte de China, EE.UU. volvería a aplicar los aranceles que el acuerdo ha dejado sin efecto.
Parece altamente improbable que China sea capaz de cumplir el acuerdo aumentando las importaciones de productos americanos en la cuantía prevista. En cualquier caso, el aumento de las importaciones de productos estadounidenses irá en detrimento de las importaciones realizadas a otros países. Así, tras la firma del acuerdo en las condiciones mencionadas los grandes perjudicados serán el resto de países que exportaban productos a China, siendo Europa especialmente perjudicada. Si China dobla sus importaciones de productos estadounidenses será porque deja de comprar dichos bienes a otros productores.
Con todo, la fase I era la parte fácil de las negociaciones. Ahora, con el inicio de las negociaciones de la fase II se tratarán aspectos en los que la consecución de acuerdos será mucho más difícil. Entre estos temas destacan: las ayudas públicas a empresas "privadas"; la protección de la propiedad industrial y los datos; la piratería de software y de secretos industriales; o la liberalización de las inversiones extranjeras directas.
Para visualizar la dificultad de los acuerdos ante las dispares filosofías de ambos países, basta mencionar que China ha aprobado una ley criptográfica que prohíbe las redes virtuales privadas en su país. De tal manera que los correos electrónicos de las empresas y todo el flujo de datos generado estarán a disposición de la agencia china de ciberseguridad.
Dicha ley vulneraría los principios de privacidad de cualquier país occidental, pero el sistema chino no está basado en nuestros criterios occidentales.
A pesar de la celebración de la tregua que supone la firma de la fase I del acuerdo por parte de los inversores, parece inevitable que las tensiones entre EE.UU. y China sigan vivas, incluso de una forma creciente, generando volatilidad en los mercados financieros. Habrá que seguir atentos a los tweets de Trump.
Abrazos,
PD1: El otro día fue el evangelio donde unos  metían al paralítico por el tejado. El cura nos dijo en la homilía un aspecto que nunca me había fijado. Es un texto evangélico ya que otros tratan de mostrar al Señor, como sea, al necesitado, al que requiere misericordia.
¿Y nosotros qué? Hacemos esos esfuerzos por mostrar a Jesús a los demás, o nos conformamos con lo fácil, con lo que no nos incomoda. Ojalá tengamos tanta fe como para romper los tejados si hiciera falta…