Va a acelerar los cambios en su política económica.
El BCE se da hasta el tercer trimestre para decidir si sube tipos por la incertidumbre
DESCARTA ESTANFLACIÓN EN LA EUROZONA
Una de cal y otra de arena. El BCE endurece su política monetaria rebajando los estímulos. Pero hasta el tercer trimestre, en función de cómo vayan la guerra y el IPC, no tomará decisiones trascendentales
Esperar y ver. La vieja máxima de los mercados en momentos de turbulencias se ha hecho fuerte en el BCE. O dicho de otra manera, en tiempo de desolación, no hacer mudanza, que decía san Ignacio. El banco central, pese a la guerra, o precisamente por ello, deja casi todo igual, salvo en un aspecto que no cambia de forma significativa (aunque sí simbólica) su política monetaria: la reducción de su programa de compra de activos (APP, por sus siglas en inglés) durante el segundo trimestre, que en lugar de 120.000 millones será de 90.000 millones. Lo que ocurra en el tercer trimestre, ya se verá.
El otro programa de compras, el derivado de la pandemia, caduca a finales de marzo, como se preveía. El BCE, ya en el primer trimestre, ha reducido el ritmo de compra de activos, pero se compromete, de nuevo una de cal y otra de arena, a reinvertir los valores invertidos al amparo del programa de la pandemia, al menos hasta 2024.
Ahora bien, si la guerra en Ucrania continúa, en tanto que afecta a la inflación, el BCE está dispuesto a rectificar a partir del tercer trimestre en función de cómo estén las cosas, lo que algunos han interpretado que puede subir los tipos de interés en el cuarto trimestre. Lo que dice el BCE, en concreto, es que cualquier ajuste de los tipos de interés oficiales tendrá lugar “algún tiempo después de que finalicen las compras netas del Consejo de Gobierno en el marco del APP y será gradual”. No antes, por lo tanto, del 1 de octubre.
Dicho esto, y para equilibrar el mensaje, todo muy matizado, también deja claro que si el crecimiento de la economía se hunde por el impacto directo e indirecto de la guerra, no descarta seguir comprando bonos si se considera oportuno. La clave, por tanto, está en el tercer trimestre, cuando, en palabras de Lagarde, el BCE decidirá la “calibración de las compras netas”, y el análisis dependerá de las perspectivas en ese momento. Para el conjunto del año, lo que estima el BCE es que no habrá estanflación en la eurozona, que crecerá un 3,7% este año (cinco décimas menos que lo previsto anteriormente).
Esto significa, ni más ni menos, que el camino hacia la normalización de la política monetaria está lleno de incógnitas. Todo dependerá, en particular, de la evolución de los precios de la energía y, en general, de la marcha del conflicto en Ucrania. De hecho, todo está sujeto a tantas incertidumbres que el BCE sitúa la normalización de su estrategia monetaria en 2024, cuando la inflación subyacente, que elimina los componentes más estacionales, energía y alimentos no elaborados, se sitúe en el 1,9%.
Objetivo: inflación del 2%
Para no dejar dudas, el propio BCE aclara que “el Consejo de Gobierno espera que los tipos de interés oficiales se mantengan en sus niveles actuales hasta que prevea que la inflación alcance el 2% bastante antes del final de su horizonte de proyección [2024] y de forma duradera en el resto de dicho horizonte”.
Mientras tanto, toca navegar en aguas turbulentas, lo que explica que el BCE trabaje con un escenario base y otro alternativo. En el escenario base, el programa de compra de activos se acabaría en el tercer trimestre del año siempre que no se observe un debilitamiento significativo de las presiones inflacionistas, lo que podría dar lugar a la primera subida de tipos ya este año, aunque esto parece improbable salvo que la inflación deje de ser un fenómeno temporal.
Los mercados, sin embargo, ya lo descuentan, aunque no de forma dramática, y ayer el euro, muy debilitado en las últimas semanas frente al dólar, rebotó hasta las 1,11 unidades. Las rentabilidades de los bonos, igualmente, aumentaron. El bono alemán a 10 años cerró en el 0,27%, mientras que la prima de riesgo española volvió a rozar los 100 puntos básicos.
En el escenario alternativo, la retirada de estímulos sería más suave y, por supuesto, nada de subida de tipos, que tendrían que esperar a 2023. Dependiendo, de nuevo, de la marcha del conflicto en Ucrania y de la situación geopolítica. Se impone, por lo tanto, la flexibilidad en el diseño de la política monetaria, que se irá adecuando a los cambios en tiempo real. ‘Wait and see’ (esperar y ver).
Aunque tras la reunión de este jueves del BCE no se puede hablar, 'a priori', de vencedores y vencidos, lo que parece claro es que los halcones no han logrado su objetivo de un súbito endurecimiento de la política monetaria pese a los altísimos niveles de inflación (5,1% de media en 2022, estiman los economistas del banco). A cambio, los gobernadores más moderados han aceptado dar algunas señales ‘duras’, como la reducción del programa de estímulos si continúan las malas noticias desde el frente de la inflación. El tipo de interés oficial, de hecho, se mantiene en el 0,0% con un IPC fuera de control (5,8% en febrero), algo impensable hace poco tiempo.
El BCE ha anunciado, en concreto, que reducirá las compras de activos a 40.000 millones de euros en abril, 30.000 millones de euros en mayo y 20.000 millones de euros en junio. El mes pasado dijo que las compras netas iban a ascender a 40.000 millones de euros durante el segundo trimestre y 30.000 millones de euros al mes en el tercer trimestre; además de 20.000 millones de euros después por un periodo indefinido. Como se ha dicho, el BCE ya había previsto que “a finales de marzo de 2022” se pondría fin al programa de compras de activos en el marco del PEPP, el plan creado a raíz de la pandemia (hasta 1,85 billones de euros). Esto quiere decir que el BCE, de hecho, parece mirar más a Kiev que al IPC.
Abrazos,
PD1: Ayer lo decía el Papa Francisco en el Ángelus: que acabe esta barbarie. Hay que seguir rezando por ello.