Volvemos a la ortodoxia, y va a
escocer…
Cuando alguien gasta más de lo que ingresa, se ve
obligado a endeudarse para financiar su déficit, es decir, el
exceso de gastos sobre los ingresos. Si esta situación se repite año tras año,
el tipo de interés exigido por cada nuevo préstamo aumentará, al aumentar el
volumen de la deuda. El riesgo de incumplimiento del deudor se incrementa según crece la
deuda.
Lo
anterior es pura lógica económica, entendible
por cualquier buen padre de familia, pero que no
ha aplicado a la deuda de los Estados de la Eurozona durante
más de una década por la distorsionante intervención del BCE.
Llevamos años
sin que los Estados de la Eurozona hayan tenido que someterse a la disciplina
exigida por la mera lógica económica y por los mercados.
Aunque la actuación inicial del BCE, y de otros bancos centrales, pudo estar
justificada para evitar que la crisis financiera tras la caída de Lehman
Brothers se convirtiera en una depresión, el mantenimiento de sus medidas
durante demasiado tiempo ha creado efectos perversos.
Conviene
repasar las distintas decisiones adoptadas por el BCE que han ido distorsionando
la formación de los precios y, por tanto, los tipos de
interés de los bonos soberanos desde entonces.
Ante
las limitaciones iniciales para la compra de
bonos soberanos por parte del BCE, se aprobaron, ya en 2011, programas de "barra
libre de liquidez" para la banca a tipos de interés ínfimos.
De este modo, la banca podía comprar de forma cuasi ilimitada bonos soberanos.
La compra de bonos soberanos por parte de los bancos se considera, a efectos
regulatorios, que tiene riesgo cero, a diferencia de cualquier otra inversión.
El
efecto de dicha medida era doble. Por un lado, se
facilitaba un jugoso beneficio a los bancos que realizaban
dicha operativa, por la diferencia entre el tipo de interés recibido de
los bonos soberanos comprados y el coste de los préstamos de la "barra libre de
liquidez" utilizados para financiar dichas compras.
Por otro lado, se conseguía crear (artificialmente) demanda de bonos soberanos que
limitaba la subida de los tipos de interés de estos.
La
medida anterior no fue suficiente para evitar episodios de elevadas primas de
riesgo de los bonos soberanos periféricos. En verano
de 2012 se produjo la famosa frase de Draghi: "whatever
it takes". El BCE se comprometía a hacer todo lo necesario
para salvar el euro, incluso comprar bonos soberanos de los Estados bajo determinadas
condiciones.
En
2014 el BCE situó los tipos de interés de corto plazo en negativo,
manteniéndose por debajo de cero hasta julio del pasado año. Adicionalmente, el
BCE introdujo distintos programas de compra de activos (APP-
Asset Purchase Programme), principalmente de bonos
soberanos de los distintos países de la Eurozona. Estos
programas de compra de bonos han distorsionado completamente el mercado de
bonos soberanos y, por extensión, el resto de mercados de
crédito.
La
adquisición de los bonos soberanos por parte del BCE se ha realizado sin
exigir condicionalidad alguna a los Estados emisores, sin
importar el precio de los bonos, ni el tipo de interés recibido. Durante
años, el BCE ha adquirido un volumen de bonos equivalente, o incluso superior,
a la emisión neta de cada año en muchos de los países de la Eurozona.
Esto ha hecho que los tipos de interés estuvieran artificialmente bajos y
los distintos gobiernos se ufanaran de su buen hacer por emitir bonos a tipos
de interés negativos.
La
vuelta
a la lógica económica, sin la anestesia proporcionada por
el BCE, será costosa y dolorosa. Ahora, el BCE
ya no aumenta su cartera de bonos soberanos. Sólo
reinvierte el importe de los vencimientos de algunos de los
bonos que mantiene en su balance. A su vez, los tipos
de interés ya no son cero o negativos. Los
inversores, aplicando la lógica económica, solicitarán
mayor tipo de interés según vaya aumentando el riesgo.
Al
inicio de la década pasada, el BCE tomó una medida para "invitar"
a los bancos a comprar los bonos soberanos, a través de los
programas de "barra libre de liquidez". Con esa medida
pretendía evitar tener que comprar él mismo los bonos de los Estados, aunque
finalmente tuvo que hacerlo y en cantidades ingentes
Fuente: BCE
Ahora,
el BCE puede adoptar otra medida para volver a "invitar" a
los bancos a comprar bonos soberanos. Basta con dejar
de remunerar toda la liquidez aparcada en el BCE en la
Facilidad Marginal de Depósito (3,5 billones de euros). Este dinero depositado
en el BCE hoy proporciona un retorno del 4% sin riesgo. Si todo o parte de los
3,5 billones de euros se quedaran sin remuneración, los bancos se verían
obligados a invertir dichas cantidades en deuda pública, aunque sea a corto
plazo.
Aunque
no es una medida que hoy esté encima de la mesa, su aplicación futura no es
nada descartable. Aun aplicándola, no hay que descartar que el BCE finalmente
se vea obligado de nuevo a comprar bonos soberanos y distorsionar, otra vez,
los tipos de interés, la lógica económica, y la disciplina que exigen los
mercados a los emisores de bonos.
Abrazos,
PD: En el evangelio de ayer, le
preguntan por el primer mandamiento. Y contestó lo que ya sabemos: ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer
mandamiento’
Y añadió el segundo: ‘Amarás a tu prójimo como a ti
mismo’
El segundo es más fácil, más o
menos todos lo hacemos. Quizás no se cae en la cuenta lo de amarse a uno mismo
que pasa desapercibido por el texto. Nos tenemos que querer, que gustar como
somos. Cuanta gente hay tan descontenta con lo que son y tienen, de ahí tantos
problemas de salud mental…
Pero el primer mandamiento, el
que dice es el más importante, es el que menos se hace del decálogo. Amar a
Dios. No es fácil. Se ama lo que se ve: a nuestra mujer, a nuestros hijos, al
dinero (no se debería), al prójimo... Se es muy solidario con el que sufre, por
guerra, por pobreza, por enfermedad… Pero, ¿amar a Dios? Y encima el Señor nos
dijo que era el más importante, por eso lo puso el primero. Y nos dijo que lo
hiciéramos con todo nuestro corazón, alma y mente… No, no se hace.
Puedes hacer muchas cosas buenas,
cumplir muchos preceptos, muchas cosas buenas, pero si no tienes amor, esto no
sirve para nada…
El cristianismo es la religión
del amor. Pero nuestro Dios nos mandó quererle y no lo hacemos… Hay que ponerle
remedio. Y éste se encuentra en el trato con el Señor, en la oración, en la
contemplación…