11 octubre 2013

11 octubre 2013 ¿Nos sacará de pobres las exportaciones?

No sé yo. La balanza comercial se ha reducido gracias a que no importamos tanto. Como nuestra industria ha casi desaparecido, necesitamos menos petróleo y compramos menos BMWs y otros productos duraderos… Pero vamos a ver cómo andamos con este artículo de Juan Carlos Barba:
Comenzando con las exportaciones, en el gráfico siguiente podemos ver la evolución de estas en España y Alemania, y en España y Francia desde el año 1994. En el primer gráfico se ve cómo la exportación en Alemania ha crecido siempre aproximadamente a la misma tasa que en España, con períodos en que crecía más (1994-1999, 2000-2001, 2003-2005 o en estos momentos) y períodos cuando lo hacía menos (sobre todo 2004-2008). Es un mito que el gigantesco problema de deuda que hemos acumulado se deba a la pérdida de competitividad acumulada desde el inicio de la era euro, porque si no este gráfico ofrecería una imagen radicalmente distinta.
Si en el gráfico anterior hemos visto cómo las empresas españolas supieron mantener el pulso exportador a la bestia exportadora de la economía mundial manteniendo tasas de crecimiento similares, en el siguiente vemos cómo ganaron por goleada a las francesas, con tasas muy superiores de crecimiento durante casi todo el tiempo durante los últimos 20 años. Y, sin embargo, eso no ha hecho que Francia haya estado en una situación crítica en ningún momento de la crisis.
El problema de la dispar evolución de la situación en Europa, algo que sorprende que no comprendan los analistas de Morgan Stanley, no es que las exportaciones hayan evolucionado de forma distinta o que se haya perdido competitividad en unos sitios más que en otros, sino el distinto impulso de la demanda interna en unos sitios y en otros al abrigo de las facilidades que tenía la banca para obtener crédito en los mercados internacionales durante la época dorada de la financiarización de la economía mundial. Algo que aprovecharon nuestros bancos y cajas para incrementar de forma brutal su cifra de negocio y sus beneficios. En el siguiente gráfico vemos los efectos de esta burbuja crediticia sobre nuestras importaciones, cuyo impresionante aumento es la causa básica de nuestra delicada situación (que recordemos que es por la elevadísima deuda externa). Las importaciones en España crecieron a ritmos muy superiores a los de Alemania durante años y años de forma casi continua hasta que se hundieron, y lo siguen haciendo, a partir de 2008, cuando se cerró el grifo en los mercados financieros internacionales para nosotros.
La misma imagen se repite en el caso de Francia, aunque en esta ocasión, y al haber evolucionado mal las exportaciones francesas en los últimos 20 años, este país sí que ha ido acumulado un moderado desequilibrio externo, aunque mucho menor que el nuestro. De ahí viene, y no de otro lado, el que los alemanes sean los alumnos de matrícula, los franceses tengan el aprobado raspado y nosotros tengamos un suspenso en esos exámenes a los que los inversores internacionales someten a los países.
Los precios de producción en los diferentes países tienen realmente poco que ver con la evolución de las exportaciones. España ha aumentado sus precios más que Francia durante el período 1995-2013 y a pesar de ello, y como hemos visto, nuestras exportaciones se han comportado mucho mejor. Nuestros precios de producción, de forma sorprendente, han permanecido estables respecto a Alemania, con oscilaciones mínimas, desde la última devaluación de la peseta (1995), lo que a su vez quiere decir que los precios de producción alemanes han aumentado más que los franceses.
Estos hechos aparentemente contradictorios tienen una explicación muy simple, y es que el aumento del comercio mundial en los últimos 20 años ha sido tan enorme y el cambio tecnológico tan grande que hace que estos factores de costes, cuando nos movemos a niveles del 10% o poco más, pierdan importancia. España, por ejemplo, exporta ahora casi siete veces más que en 1993. Incluso corrigiendo la inflación es cuatro veces más que hace dos décadas. Las economías que más han ganado en esta carrera por el comercio mundial han sido las que han tenido empresas que se han sabido mover y adaptar sus productos a la evolución de la tecnología y las que han propiciado acuerdos comerciales favorables. Nosotros, que veníamos de una situación de aislamiento relativo, teníamos muy buenas expectativas después de nuestra integración en la CEE y luego en la Eurozona, y nuestras empresas las aprovecharon bastante bien.
El segundo punto al que hace referencia Morgan Stanley es el de la reducción de los costes laborales. Independientemente de que para afirmar esto tomen la estadística de costes laborales unitarios cuya fiabilidad en el caso español hay que poner en duda, ya que se calcula a partir de los datos de un PIB con toda probabilidad muy hinchado, los costes laborales en economías como la española, de ingresos más bien altos y especializadas en exportaciones que requieren altas inversiones en capital, tienen una importancia relativamente pequeña. Promedian sobre el 8% de la facturación en los sectores que se dedican a la exportación, por lo que por mucho que se bajaran los costes salariales las empresas -algo que realmente sólo últimamente se está comenzando a hacer- no podrían mejorar más que levemente los precios de producción.
La devaluación interna, por tanto, además de injusta y dolorosa para la mayor parte de la población, es sobre todo estúpida e inútil. Sólo un apoyo decidido a los sectores económicos intensivos en tecnología puede garantizar un futuro para la población española. Y este apoyo no supone en la mayor parte de los casos dar dinero a las empresas, sino establecer un marco regulatorio que les permita llevar a cabo con facilidad sus proyectos, una incentivación fiscal clara (y no tan ambigua como la actual) de la tecnología aplicada a los procesos productivos y el establecimiento de una banca pública que se dedique específicamente a financiar los proyectos en los sectores estratégicos. Todo lo demás será perder el tiempo y causar sufrimientos innecesarios a la población.
Así que no te dejes engañar por los cantos de sirena bursátiles y anda con ojo. La crisis es muy severa y los plazos para salir de la misma (de la crisis de deuda) son larguísimos, varias decenas de años. Sí, creceremos el año que viene un poco, después del bajo nivel alcanzado es obvio. Pero que el Ibex copie a otras bolsas y suba un 20% en 3 meses es de coña, con perdón. Ya está a un PER de 16 veces beneficios, por encima de su media histórica… El techo no lo sabemos cuándo lo alcanzará, pero la vuelta a la cruda realidad será contundente… Aprovecha para aligerar la cartera de Ibex, si es que te queda algo. Abrazos,
PD1: Nuestra industria se está quedando en manos de otros… No tenemos emprendedores que monten empresas industriales. No podemos competir ni por precio de mano de obra, ni por regulaciones y administraciones que no ayudan… Definitivamente, nunca seremos tan industriales como lo fuimos en otras épocas…

Casi el 40% de la industria española está ya en manos de empresas extranjeras

El mapa industrial de España está cambiando. Pero no sólo por el perfil de su especialización tras el derrumbe del sector de la construcción, sino también por la propiedad de sus activos. Y los datos más recientes muestran que casi el 40% del volumen de negocio de la industria ubicada en España es propiedad de empresas de capital extranjero. En concreto, el 37,2% de la industria nacional pertenece a filiales de multinacionales radicadas en España.
No se trata de un fenómeno extraordinario. Al contrario. La presencia extranjera en la industria española ha ido creciendo de forma sostenida desde que estalló la crisis. En 2008, al comenzar el deterioro de la actividad económica, el número de empresas extranjeras ascendía a 1.717, pero en 2011, últimos datos publicados, ya son 2.216 las filiales de multinacionales instaladas en España, lo que representa un aumento del 29%.
Durante ese periodo, por el contrario, el número de empresas industriales no ha dejado de bajar, lo que sugiere que aprovechando la crisis, muchas multinacionales han adquirido empresas nacionales o han creado filiales. En concreto, y según el Ministerio de Industria, han desaparecido 20.269 empresas industriales en apenas tres años, hasta las 129.332, lo que refleja con toda crudeza la intensidad de la crisis. En términos de ocupación, eso significa que en sólo un trienio se han volatilizado casi 600.000 empleos en este tipo de empresas.
Un dato ilustra la dureza de la crisis y la desindustrialización del país. En 1993, el primer año de la serie histórica, existían en España 145.665 empresas industriales, de las cuales el 87% tenía menos de 20 trabajadores. Esto significa que hace dos décadas existían algo más de 16.000 empresas industriales de las que sobreviven ahora. Es decir, se ha retrocedido a niveles históricamente bajos. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria tiene mucho que ver con ello, habida cuenta de que prácticamente el 70% de la construcción no tiene que ver directamente con el ladrillo, sino con la industria auxiliar, que ha desaparecido por el desplome de la construcción de viviendas y el ocaso de la licitación oficial. Expresado en otros términos, con base 100 en 2005, el índice de producción industrial se sitúa hoy (mes de julio) en 76,9 puntos, lo que significa que ha desaparecido uno de cada cuatro euros que producía la industria.
Pocos producen mucho
Lo paradójico es que el número de empresas industriales extranjeras apenas representa el 1,75% del total, lo que significa que pocas empresas producen mucho. O lo que es lo mismo, los datos del INE muestran el gran tamaño de las empresas foráneas que han instalado filiales en España. En particular, en sectores como el automóvil, los equipos eléctricos y electrónicos, la industria química o la farmacéutica. De hecho, uno de cada cinco ocupados en la industria lo hace para una multinacional. Por el contrario, las ramas de actividad con menor contribución de las empresas filiales son el textil, la confección, la hostelería y el transporte con un volumen de negocio atribuible a las filiales inferior al 10% del total.
Para hacerse una idea de lo que representa ese porcentaje, hay que tener en cuenta que la presencia del capital extranjero mayoritario se sitúa en el 21% en el caso del comercio y el 17% en los servicios.
 ¿Y cuál es el origen del capital extranjero colocado en la industria española? Pues las dos terceras partes (el 67%) proceden de la Unión Europea, mientras que otro 15% viene de América. En particular, de Francia, Alemania y EEUU. Por ramas de actividad, Alemania generó el 22% en material de transporte; Italia, el 16% en industrias extractivas, energía, agua y residuos, y Países Bajos, el 16% en la industria del caucho y materias plásticas.
La importancia del capital extranjero en la industria española es capital. Según la Encuesta sobre Estrategias Empresariales, el 55% del empleo de la industria química ha sido generado por filiales de empresas multinacionales extranjeras; el 63%, de la industria del motor, y el 24% de la industria metalúrgica.
PD2: Los cristianos, como San Pablo, cuando hacemos apostolado no mostramos, no contamos, no enseñamos sólo un mensaje, unos mandamientos, un modo de vida…, no. Un cristiano cuando habla enseña a Dios, vivo y presente entre nosotros. Sí, el mensaje es el amor, pero mostramos al Señor. Enseñamos al Dios creador, al Dios redentor a través de Jesús, y al Dios que tenemos más cerca, al Espíritu Santo. No predicamos un mensaje, compartimos a Dios mismo…