31 octubre 2013

31 octubre 2013 Subida del Ibex

Hay una seria discrepancia entre la economía real y la financiera. Siempre suele haberla. Pero en estos tres meses de fuerte subida del mercado español, más si cabe…

La amnesia de los inversores

Han bastado tres meses de fuertes subidas en las bolsas para que muchos ahorradores se olviden de las malas experiencias pasadas con la renta variable y vuelvan a plantearse entrar en bolsa. Es curioso que quien no tenía ninguna intención de invertir en bolsa con el IBEX 35 a 6.000, 7.000 u 8.000 puntos, se lo plantee cuando el índice alcanza los 10.000 puntos.

La influencia de los medios de comunicación en el estado anímico y de confianza general es indiscutible. Tras ocho semanas de subidas ininterrumpidas, el excelente comportamiento de la bolsa se ha convertido en una de las principales noticias de cualquier noticiario.

Los flujos de dinero hacia la renta variable europea, y también la española, han sido constantes y crecientes en estos tres últimos meses, provocando una espiral que se autoalimenta: entra dinero en los fondos de inversión de renta variable; el gestor se ve obligado a comprar acciones en proporción similar a la que cada valor tiene en el índice; la presión compradora hace que suban las cotizaciones; las subidas de cotizaciones generan nuevas entradas en fondos de renta variable; la espiral continúa. Noticias como la entrada de inversores extranjeros de renombre como Bill Gates en el accionariado de empresas cotizadas, refuerza la sensación de que no estar invertido en bolsa es perder oportunidades de lograr fuertes rentabilidades y provoca más flujo de compra en las bolsas.

La percepción de España para los inversores extranjeros está cambiando a mejor de forma significativa. Conseguir aparecer en portada del Financial Times y del Wall Street Journal con una noticia positiva sobre el fin de la recesión en España y el interés de fondos de Capital Riesgo americano en paquetes de activos de la SAREB es el mejor espaldarazo a la MARCA ESPAÑA. No hace tanto que la portada de algún periódico internacional ilustraba la imagen de España con un mendigo rebuscando en un contenedor de basura.

Nadie sabe durante cuánto tiempo seguirán entrando flujos hacia la renta variable española, ni en qué cuantía. Es cierto que hace apenas un año España ni siquiera entraba dentro de los destinos elegibles en las carteras de muchos inversores institucionales extranjeros. Por tanto, las compras actuales no significan que estén priorizando o sobreponderando España frente a otros destinos, sino que simplemente están reduciendo su infraponderación a nuestro mercado.

El ahorrador o inversor particular que se pregunta ahora si ha llegado el momento de invertir parte de un error de base. Ante la pregunta ¿dónde invierto? habría que responder: ¿para qué invierte?, ¿cuál es la finalidad de la inversión? La inversión por impulsos es la menos recomendable: ahora se invierte porque la bolsa está subiendo; lo mismo que se venderá cuando la bolsa caiga un 5% o durante varias semanas consecutivas.

La rentabilidad de los depósitos y la renta fija durante los próximos años será exigua, sin que puedan servir de referencia las rentabilidades obtenidas en los últimos dos años. Quien desee obtener mayores rentabilidades deberá invertir parte de su patrimonio en renta variable. Ahora bien, las fuertes oscilaciones de las bolsas se volverán a producir en el futuro. Tras una subida del 30% en tres meses a nadie le debería sorprender una corrección de cierta importancia, aunque luego se reanuden las subidas.

Quien sólo se plantea invertir en bolsa cuando la bolsa sube y porque la bolsa sube, no debería colocar sus ahorros en renta variable: venderá cuando la bolsa baje. La amnesia de muchos inversores comienza a ser un brote que puede acabar en epidemia

Abrazos,

PD1: Esta nueva fase de recuperación está basada en cosas no muy recurrentes. Es posible que no dure mucho. Además, la confianza está por los suelos y la gente se da cuenta que sobre sus espaldas recae todo el esfuerzo, machaque fiscal, mientras que la austeridad o la tijera no se ha visto en las administraciones públicas…

¿Recuperación sin ahorro?

Después de nueve trimestres consecutivos con crecimientos intertrimestrales negativos, la economía española ha alcanzado crecimiento positivo en el entorno del 0,1% en el tercer trimestre de 2013. Pero la tasa de crecimiento interanual se sitúa aún en el -1,2% y no será positiva hasta el primer trimestre del próximo año, mientras que el crecimiento interanual del empleo tardará aún más, no se producirá hasta 2015. Desde que comenzó la crisis, hace ya más de seis años, ésta es la segunda recuperación de la actividad, tras la que se inició en el primer trimestre de 2010. Entonces se alcanzó crecimiento interanual positivo en el tercer trimestre de 2010 que volvió a cifras negativas a finales de 2011. La primera recuperación comenzó con variaciones del empleo del -3,6% que llegaron a ser del -0,9 a mediados de 2011. La recuperación comienza ahora con variaciones del empleo en el entorno del -3,1% que, si la recuperación persiste, terminarán siendo positivas. 

Pero hay una diferencia notable entre la recuperación actual y la de 2010. Entonces la tasa de ahorro de las familias se había casi duplicado desde el 6,5% del PIB al inicio de la crisis hasta el 12,3% del PIB en diciembre de 2009. Ello constituyó un factor de impulso de la recuperación. Pero la situación ahora es bien diferente. La tasa de ahorro de las familias se ha reducido 5 puntos del PIB desde entonces hasta el 7,3% de junio de 2013. Ello cuestiona que el gasto de las familias pueda ser un factor de sostenibilidad de la recuperación actual. Los factores de soporte deben ser la demanda externa y la inversión. 

Cuando comenzó la crisis, la inversión era el 31% del PIB y ahora sólo supone el 18,8%, un nivel mínimo en muchos años. Para que la recuperación sea sostenible es preciso que la inversión recupere un nivel intermedio. Debería aumentar hasta el entorno del 25%, es decir más de 6 puntos del PIB. Como se aprecia en el gráfico, el cierre de la balanza por cuenta corriente se ha debido al desplome de la inversión porque, en contra de lo que suele afirmarse, el ahorro no sólo no ha subido desde el inicio de la crisis sino que incluso se ha reducido en 1,8 puntos. La variación de 10,4 puntos del saldo corriente se ha debido a la caída de la inversión de 12,2 puntos. Ello explica la intensidad de los efectos sobre el empleo de la larga crisis actual. 

Pero para que la inversión aumente 6 ó 7 puntos del PIB resulta necesario que el ahorro aumente en la misma magnitud. En caso contrario, la inversión sólo podría aumentar con ahorro externo. Y suponiendo que ello fuera posible, que se accediera a la financiación en los mercados internacionales, implicaría volver a un déficit por cuenta corriente de 6 puntos del PIB. 

La conclusión es clara. Para que la recuperación sea sostenible es necesario aumentar el ahorro nacional en al menos 6 puntos del PIB. Lo deben hacer el sector público y las familias. El ahorro público sigue en cifras negativas, es decir el gasto corriente supera a los ingresos en al menos 4,6 puntos del PIB. Ello cuestiona el proceso de consolidación fiscal. El ahorro público debe aumentar reduciendo el gasto corriente. Y ello debería ser compatible con la reversión de las subidas impositivas para permitir la recuperación del ahorro de las familias. Sin ahorro no habrá inversión ni recuperación sostenible.

PD2: El otro día vi a mis hijos pequeños que intentaban aprender geografía… ¡Qué recuerdos! Pues no muchos. Comprobé mi gran capacidad de olvido. Si quieres intentarlo, pasarás un rato divertido…Tienes que pinchar el país que te proponen.

PD3: Es falso que Dios de cosas malas a los malos y cosas buenas a los que rezan. Eso es mentira. Dios es bueno y quiere lo mejor para todos sus hijos que somos nosotros, para los buenos y para los malos. Hay gente que se cree que Dios le castiga, o que castiga a otros con enfermedades y les manda eso que dicen muy malamente de “castigos divinos”. Esto es falso y deleznable. No, Dios no quiere el mal a nadie, ni nos castiga si somos malos, o si no le prestamos atención. Dios nos quiere y quiere que voluntariamente le amemos. A los que vamos a Misa, rezamos y tratamos de ser mejores nos quiere igual que si no hiciéramos esas cosas. Bueno, algún detallito yo sí que veo que me da, bastantes por cierto. No busco eso por tratarle de forma abundante, por querer imitar a Nuestro Señor, por echarle varias horas al día. Me encanta hablar con Dios, me encanta su “cháchara”. Hay gente que no sabe que los que rezamos intentamos oír lo que nos quiere decir. Y nos dice muchas cosas. Sólo hay que escucharle. La cantidad de memeces que se oyen en la tele, o nos cuenta la gente… Pues bien, Dios nos habla a los que rezamos, y nos pide cosas, y nos da consejos, y nos dice muchas veces si lo que hacemos es lo correcto, o nos da sugerencias para mejorar… Solo hay que intentar sintonizarle.