Si no se actúa con políticas estructurales y fiscales, es posible que andemos encaminados a una época larga de menor crecimiento económico o estancamiento.
La receta de la próxima recesión
"I told you once, I told you twice, but you never listen my advice", Steve Perry
España parece haber caído en la trampa de 2009. Pensar que todo está solucionado porque el banco central apoya y se mantiene la expansión fiscal. Unos piden mayor déficit -más deuda- y las agencias de calificación alertan ante la parada, o reversión, de reformas estructurales esenciales.
España se encuentra ante un 2016 y 2017 complicados. La incertidumbre política ya cuesta alrededor de 2.000 millones mensuales. El propio BBVA estima un coste de la falta de gobierno estable que llega al 1,3% en 2017. Es decir, España crecería la mitad de lo estimado si se prolonga el frenazo institucional. No nos debe sorprender, en un país donde el Estado es el 45% de la economía. Pero nos debe preocupar más la certidumbre. La certeza de que una enorme parte del arco parlamentario propone como aumentar el gasto corriente, más déficit y más impuestos.
La gran falacia que algunos políticos nos cuentan es que esas medidas nos llevarán a “salir de la crisis” y crear empleo. Y no es cierto. España lleva una expansión fiscal acumulada de más de 600.000 millones de euros en ocho años. El gasto público aumentó casi un 9% anual, un 49% en total, entre 2004 y 2009. Desde entonces se ha reducido menos de un 5%. Llevamos ocho años sobrepasando el límite de déficit del pacto de estabilidad. A eso lo llaman “austericidio”. Si fuera por “relajar” el déficit y aumentar el gasto, España sería una de las economías más prósperas de Europa. La promesa de relajar el déficit hoy para cumplirlo en dos años es parecida a la de los malos estudiantes que prometen aprobar si no se les castiga por suspender hoy. No ocurre. El propio BCE, en su estudio Lecciones de las estimaciones fiscales explica que los estados incumplen por hacer estimaciones optimistas de ingresos para financiar aumentos de gasto corriente. Agranda el agujero.
Sin embargo, algunos políticos nos dicen que no se puede llevar a cabo un ajuste, como exige Bruselas, de unos 10.000 millones de euros porque “nos llevaría directos a la recesión”. Curiosamente, parece que llevar a cabo un aumento de la presión y esfuerzo fiscal de más de 25.000 millones de euros no tendrá -según los mismos políticos- ningún efecto nocivo en la economía. Los mismos que prometen bajar el IVA cultural porque “destruye la cultura” consideran que subirle los impuestos a usted y a las empresas no destruye nada. Los impuestos son malísimos para “la cultura” pero excelentes para usted.
Mientras erosionamos el crecimiento potencial con amenazas intervencionistas e incertidumbre política, y negamos los graves desequilibrios de la economía apelando al inexistente “derecho al déficit”, preparamos la próxima recesión.
La receta de la próxima recesión ya la conocemos:
-Los gastos no se reducen. Bajo la excusa del gasto social, que no se ha tocado en esta legislatura, engordar a base de “observatorio de los salarios”, “observatorio de la competitividad”... Aumentar gasto corriente financiado con deuda.
-Los impuestos aumentan. Bajo el engaño de que el problema es de ingresos, aumentar la presión y esfuerzo fiscal sin pensar que recaudamos menos por el tsunami fiscal y burocrático al que sometemos a empresas y familias, que impide que las primeras crezcan de micro-pyme a gran empresa, y que las segundas consuman. Se sigue acudiendo a la falacia de que las grandes empresas no pagan impuestos porque se incluyen resultados en otros países -que ya tributan en dichos países- y no se cuentan las divisiones en pérdidas. Si juntamos seis empresas en pérdidas en España con seis que ganan, oh sorpresa, sale que las doce pagan muy poco. Y eliminando deducciones hundimos la inversión. Los aristócratas del gasto público siempre piensan que usted gana mucho y ellos gastan poco.
-El déficit no se cumple. Y acumularemos otros 180.000 millones de deuda en tres años antes de que una nueva crisis de deuda nos despierte del cuento de que se baja el déficit gastando.
-El Banco Central no suple las deficiencias estructurales. Nos acostumbramos a que el bajo coste de deuda y la alta liquidez van a suplir un modelo endeudado y de bajo valor añadido sin entender que se acentúan y perpetúan los problemas. Y, como hemos comprobado en Portugal o Grecia, el banco central no soluciona los desequilibrios, los disfraza a corto plazo.
La próxima recesión vendrá de repetir los mismos errores que nos llevaron a la anterior. Pero será más grave, ya que no se han resuelto los desequilibrios creados en la década de exceso. España debe afrontar un periodo de bajo crecimiento global entendiendo que no va a contar con el viento de cola exterior para compensar los desajustes internos. Hay que recuperar las políticas de oferta que harán que nuestra economía se modernice. Devolver el esfuerzo fiscal a familias y empresas, aumentar la renta disponible, reducir burocracia e impedimentos administrativos, pensar en I+D como patentes y empresas creadas, no como gasto en estudios sin utilidad, permitir que las pymes crezcan y exporten mejor desde una fiscalidad no confiscatoria. Y dejar de pensar que copiando los modelos “dirigistas” vamos a tener un resultado distinto que el estancamiento que siempre han generado.
Desde la irresponsabilidad presupuestaria ponemos en peligro el estado del bienestar que algunos fingen querer proteger, al hacerlo insostenible. Pensar que no hay que profundizar en las reformas, echarle la culpa del déficit a los ingresos y hacer cálculos de cuento de la lechera de recaudación por nuevos tributos, además de continuar perpetuando la maquinaria burocrática a base de observatorios y comités, es la receta de la recesión. Pero cuando pase, le echarán la culpa al enemigo exterior.
Abrazos,
PD1: Mark Twain dijo: «Señor, haz que los malos lleguen a ser buenos, pero te lo suplico, ¡qué los buenos lleguen a ser SIMPATICOS!»