18 diciembre 2018

Draghi y sus comentarios...

Se genera incertidumbre…
Tal y como había anunciado reiteradamente, ayer el BCE decidió terminar su política monetaria de expansión cuantitativa tras casi cuatro años de practicarla. Con ello el tamaño de su balance ha alcanzado los 4,66 billones (trillion) de euros, que equivalen a un 41,6% del PIB de la Eurozona. Esa expansión del balance la ha conseguido el BCE no solo por la compra de deuda pública de los estados de la zona euro sino también con los préstamos directos a los bancos que inició Mario Draghi en diciembre de 2011, un mes después de ponerse al frente del BCE.
Una inyección de liquidez tan fuerte ha permitido, primero, la supervivencia del euro, y después, que la economía de la zona euro haya estado algo más de tres años en una fase fuertemente expansiva.
El gráfico inferior muestra cómo, aparentemente, esa inyección de fuerza a la economía de la Eurozona está perdiendo vigor: la oferta monetaria, M3 (línea azul) está creciendo a un ritmo del 3,9% anual, bastante por debajo, por tanto, del 5% de crecimiento anual del período 2015-2017. El crédito al sector privado (línea marrón) se ha estancado en los últimos meses y crece al 2,8%, ligeramente por debajo de sus mejores momentos, alcanzados a comienzos de este año.
Esos datos son compatibles con los que han ido mostrando en los últimos meses la pérdida de vigor de las economías europeas, desde la de Alemania (-0,2%, en el tercer trimestre), hasta la de Italia (-0,1%) en ese trimestre también, lo que ha llevado a que el PIB de la zona euro solo creciera 0,2%.
Todo esto en un ambiente de desaceleración global marcado porque: 1) el PIB de Japón también se contrajo el trimestre pasado (-0,6%) tras haberlo hecho en el primer trimestre (-0,3%), 2) lo mismo le ha sucedido a Suiza (-0,2%) y Suecia (-0,2%) y 3) mientras la flojera se extiende desde Rusia hasta Canadá, pasando por la propia China donde se van publicando datos económicos cada vez peores (la venta de coches ha caído un 5% anual; no se veía una caída desde hace treinta años).
Solo la economía de EEUU parece vigorosa, aunque con los sectores de la construcción y del automóvil también desacelerándose.
Con toda la munición del BCE aparentemente agotada y la economía de la Eurozona en desaceleración, todo el mundo se pregunta qué armas puede tener el BCE para combatirla si amenazase con convertirse en recesión. La respuesta es sencilla: las mismas de siempre solo que exageradas aún más: desde seguir bajando el tipo de interés con que penaliza los depósitos de los bancos (ahora está en -0,40%) hasta seguir comprando más emisiones de renta fija pública y privada. Al fin y al cabo, esto último es lo que ha estado haciendo el Banco de Japón desde hace muchos años y no ha pasado nada. Aunque eso mismo revela que algo tampoco va bien en la economía japonesa (aunque decir esto suene estrafalario, habida cuenta de que sigue siendo uno de los países con más riqueza acumulada).
Entre las medidas que podría haber aprobado ayer el BCE se encontraba una nueva ronda de préstamos a los bancos (los llamados TLTROs) que no se produjo, aunque Mario Draghi no la descartó para el futuro. Aunque esto pudiera ser necesario para algunas entidades en concreto, de conjunto, no parece necesario: el exceso de liquidez de la zona euro ronda los 1,9 billones de euros y los depósitos de los bancos en el día a día (a los que el BCE penaliza con el mencionado 0,40%) ascienden a 657.000 millones de euros.
Mario Draghi inyectó no solo liquidez en estos siete años últimos sino también confianza en el euro. A pesar de todos los malos augurios que se lanzaron, el euro sobrevivió. Ahora se inicia una nueva etapa en la que el euro debería fortalecerse frente al dólar, en ese vaivén propio de los mercados de cambio, no solo porque la política monetaria será menos expansiva en Europa en el futuro próximo, sino porque el rigor fiscal supera con mucho (más que duplica) al de EEUU en este momento. 
Abrazos,
PD1: La vida plena:
1 Ama
2 Enseña
3 Cuida a los tuyos
4 Da sin esperar nada
5 Cumple tus promesas