Suelen ser los primeros meses del año. Aprovechando estas bajadas, quizás sea el momento de invertir, cuando el miedo arrecia…
"Si nos fíamos de las estadísticas a muy largo plazo, que son las que mejor funcionan, en apenas una semana entraremos en el mejor momento para comprar acciones, para entrar en Bolsa. Un análisis de Architas revela que el dinero invertido en FTSE All Share cada año entre el 1 de noviembre y el 30 de abril habría dado una rentabilidad del 167 por ciento en los últimos 22 años. El dinero invertido durante estos seis meses habría dado un rendimiento medio del 8.4 por ciento anual durante ese período, en comparación con solo el 1.3 por ciento para el dinero invertido entre el 1 de mayo y el 31 de octubre. Y el análisis muestra que el fenómeno no es exclusivo del Reino Unido (como se puede observar en el siguiente gráfico)", me dice el estratega de una importante gestora.
Los mercados bursátiles en cada una de las principales regiones de inversión en todo el mundo también han generado rendimientos estelares en el período de seis meses desde el 1 de noviembre.
De hecho, el efecto es aún más significativo en Japón, donde los mercados han subido una media del 11.8 por ciento anual durante el período. Hubiera subido un 11 por ciento en Europa.
Una inversión en Japón entre el 1 de mayo y el 31 de octubre habría perdido dinero.
Tom Becket, director de inversiones de Psigma Investment Management, dice: "Los mercados de renta variable tienden a tener su mejor momento en los últimos meses del año ya que las personas operan con su cartera en función de lo sucedido en los últimos 12 meses y entra en juego el optimismo para el próximo año".
Pero debido a que el período durante el cual se generan estos retornos es de seis meses, es difícil atribuir esta tendencia a un solo factor.
Los mercados bursátiles tienden a estar más tranquilos durante los meses de verano, cuando gran parte de los gestores están de vacaciones.
Navidad, por su parte, ha sido típicamente un período bueno para el mercado bursátil, y los inversores usas sus ingresos para volver a entrar en el mercado.
Adrian Lowcock, director de inversiones de Architas, dice: "Cualquiera que sea la causa, el efecto de los seis meses parece existir.
"Y, aunque probablemente no sea una buena idea ir a los extremos y sacar su dinero de la bolsa durante seis meses al año, el comienzo de noviembre puede ser un buen momento para hacer nuevas inversiones".
Pero el efecto de seis meses no se materializa todos los años.
Lo podemos ver en 1999 y 2000, en el momento de la burbuja de las puntocom, en 2003 antes de la invasión estadounidense a Iraq, y en medio de la crisis financiera de 2008 y 2009.
¿Se materializará en 2019? Los inversionistas deben, por supuesto, ser cautelosos a la hora de basar las decisiones de inversión en torno a un adagio que puede ser más una coincidencia que un hecho.
Otro dicho común es que los inversores deberían 'vender en mayo y marcharse', es decir, salir de la bolsa de valores en mayo hasta septiembre para aumentar las ganancias.
La idea que subyace detrás de este dicho es que durante el verano las bolsas suelen subir menos y hay más probabilidad de oscilaciones violentas. Sin embargo, el análisis de Fidelity encontró que aquellos que lo habían hecho habrían perdido en 18 de los últimos 30 años.
Becket dice: "Si bien es cierto que el mercado bursátil tiende a estar más tranquilo durante el verano y se anota las mayores ganancias a final de año, si basa su estrategia de inversión en estos dichos, probablemente terminará pareciendo estúpido".
Abrazos,
PD1: La actitud de alerta, de preparación, no puede ser intermitente, sino que ha de ser permanente. Por esto, nos dice el Señor: “Estad en vela, pues, orando en todo tiempo” (Lc 21,36). ¡En todo tiempo!: ésta es la justa medida del amor. La fidelidad no se hace a base de un “ahora sí, ahora no”. Es, por tanto, muy conveniente que nuestro ritmo de piedad y de formación espiritual sea un ritmo habitual (día a día y semana a semana).
Ojalá que cada jornada de nuestra vida la vivamos con mentalidad de estrenarnos; ojalá que cada mañana, al despertarnos, logremos decir: Hoy vuelvo a nacer (¡gracias, Dios mío!); hoy vuelvo a recibir el Bautismo; hoy vuelvo a hacer la Primera Comunión; hoy me vuelvo a casar... Para perseverar con aire alegre hay que “re-estrenarse” y renovarse.