22 abril 2019

la banca española

Los problemas que sufren los bancos españoles:

La prima de riesgo de la banca española se sitúa en 1.100 puntos y amenaza la economía

Los bancos están en el centro de la diana de políticos, reguladores e inversores. Y los banqueros ya avisan de que estos golpes pueden salir caros a la economía, especialmente en Europa, donde están más castigados y las empresas dependen en mayor medida de la financiación tradicional.
Las entidades lanzaron un mensaje de humildad el pasado verano con la amenaza de un impuesto especial que abanderó Pedro Sánchez antes de llegar a la Moncloa. Este mensaje consiste en que los bancos no son rentables. O no lo suficiente, y esto no es bueno ni para sus accionistas ni para el conjunto de la economía. Un mensaje que se sigue repitiendo, especialmente por el incremento del coste del capital que sufren en las últimas semanas.
“El coste del capital pasa del 12%, cuando el bono español cotiza al 1%”, lamentó Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, en su participación en la quinta edición del Foro El Confidencial-Pimco. Es decir, una prima de riesgo de 1.100 puntos básicos debido a la mala reputación, la presión regulatoria y la baja rentabilidad, factores que están interconectados y retroalimentados. “Europa tiene un problema”, insistió Gortázar, ya que “la banca es el aparato circulatorio de la economía, y si no funciona a pleno pulmón, tampoco la economía”.
La banca en la sombra (‘shadow banking’) ha crecido en los últimos años hasta rozar los 100.000 millones de euros, según los últimos datos del Banco de España (BdE). En este cajón de sastre, se engloba toda financiación alternativa a la banca tradicional, como fondos monetarios, de deuda o de capital riesgo, emisiones de acciones y bonos, etc. Esta forma de financiarse es más habitual en Estados Unidos que en Europa, y en la economía española, aunque ha crecido hasta el 11%, aún es minoritaria.
En efecto, la economía española sigue dependiendo de la banca tradicional para obtener financiación —con un volumen cercano a los 900.000 millones—, algo más visible en las pymes, que acaparan el 99% del tejido empresarial. Así, los bancos insisten en que necesitan ser rentables para poder generar capital y remunerar al accionista de forma sostenible, y con ello mantener el grifo del crédito abierto.

Desconfianza del mercado

El coste del capital es la rentabilidad que exigen los inversores para realizar una inversión. No es fácilmente observable, y los bancos aseguran que está entre el 8% y el 10%, pero se quedan cortos. El BdE estimó el año pasado que supera el 10%, frente al 6% del universo cotizado —antes de la crisis, bancos y otras cotizadas estaban a la par—, mientras que algunos analistas creen ahora que sobrepasa holgadamente el 12%.
El cálculo que usan para ello es el PER (veces que se repite el beneficio por acción en el precio) actual y el futuro. La evolución lógica de una acción cotizada depende de las ganancias esperadas, aunque las dos variables no siguen la misma tendencia si varía el perfil de riesgo. Cuando aumenta la aversión, se eleva la exigencia de rentabilidad (coste del capital) y viceversa. Con los bancos, el mercado espera un descenso de los niveles de PER en los próximos meses, lo que supone que aumenta el coste implícito del capital.
Es decir, los inversores prevén que las entidades mejoren su cuenta de resultados, pero la cotización no irá en la misma línea. El nuevo varapalo se produjo con las perspectivas lanzadas por el Banco Central Europeo (BCE), que dibujan la peor realidad posible para el sector. Por una parte, confirma que los tipos seguirán en los niveles actuales al menos hasta diciembre, lo que mantiene en mínimos la rentabilidad de su actividad tradicional de captar y prestar dinero. Por otra, empeoró las previsiones macro, confirmando la idea de desaceleración económica, lo que podría volver a deteriorar los balances de los bancos y obligar a más provisiones.
En este contexto de fondo, la presión regulatoria se mantiene en máximos. Para Gortázar, la mala reputación está detrás, por lo que mejorarla es una cuestión que debe ser prioritaria, como suelen admitir en público algunos de los ejecutivos más relevantes. En este sentido, las patronales (AEB y CECA) y los directores de Comunicación culminaron un proceso para seleccionar una agencia con la que trabajar en una estrategia de imagen a medio plazo, eligiendo la propuesta conjunta de Thinking Heads, Eurocofin y Alto Analytics, mientras que contarán con Román y Asociados para futuras iniciativas en finanzas sostenibles.

Sabadell sufre la mayor prima de riesgo

Sabadell es el caso más claro, con un coste implícito del capital por encima del 16%, después de que el mercado haya puesto el foco en su colchón de capital. La ratio de máxima calidad (CET1 ‘fully loaded’) se deterioró en 1.000 millones el año pasado, hasta caer al 11,3%, y ahora supervisores e inversores exigen un 12% de forma no vinculante, desafío que ha aceptado el banco para este año con generación orgánica y ventas, como la promotora SDIN (Solvia) o la gestora.
La caída del capital y de los beneficios se debió a costes no previstos en la integración tecnológica de TSB y ventas de carteras, pero pese a que desde la entidad afirman que son dos hechos excepcionales, ha aumentado la desconfianza. La entidad cotiza en 0,4 veces el valor en libros, y aunque el mercado prevé una mejora en la cuenta de resultados, no espera que la cotización se mueva en la misma línea por el aumento del coste del capital.
Banco Santander, BBVA y CaixaBank tienen niveles superiores al 12%. Los tres tienen ratios de capital inferiores al ansiado y reclamado 12%, y en los dos grandes hay riesgos políticos asociados a algunos de sus principales mercados, como Brasil, México o Turquía. Bankinter y Bankia son los únicos bancos españoles cotizados con un coste implícito del capital inferior al 10%, que aun así es superior a la mayoría de empresas que están en bolsa.
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Abrazos,
PD1: ¡FELICES PASCUAS!