13 noviembre 2019

perdemos la ESTABILIDAD

Jesús Sanchez Quiñones decía hace un par de días algo muy interesante sobre la ESTABILIDAD, que lo suscribo al cien por cien:
Cuando un país cuenta con estabilidad regulatoria, legal, fiscal, de gobierno, es competitivo y tiene capacidad de crecimiento, es fácil que se convierta en un destino de la inversión internacional. Por el contrario, cuando no existe seguridad jurídica, los mensajes de los gobernantes son antiempresas, y las condiciones generales hacen que el país no sea competitivo frente a otras alternativas estables, los inversores prefieren otras latitudes para invertir. La inversión es imprescindible para aumentar la capacidad de crecimiento de una economía y para crear empleo y bienestar.
España ha sido en las últimas décadas un destino destacado de la inversión extranjera. El fuerte crecimiento de la economía española desde la entrada en la Unión Europea no habría tenido lugar sin las cantidades ingentes de inversión y financiación exterior. De hecho, una de las debilidades de la economía española es la fuerte dependencia de la inversión y financiación exterior.
La deuda externa bruta de España ascendía a dos billones (2.000.000.000.000) de euros a fin de 2018. Para que los tenedores de dicha deuda renueven su "préstamo" a la economía española al vencimiento de las deudas, es fundamental que se sigan manteniendo las condiciones de estabilidad que existían cuando se produjo la primera inversión. De no ser así, o bien exigirán un mayor retorno a su inversión por el riesgo asumido, o bien desplazarán su inversión a otros lares.
A modo de ejemplo, en el momento de mayor tensión de la deuda pública española en verano de 2011 y 2012, la venta de bonos por parte de los inversores extranjeros ante la desconfianza por una posible salida de España del euro, provocó una subida de los tipos de los bonos a diez años hasta el 7%. Sólo la intervención del BCE evitó que la situación no descarrilara. Un riesgo de inestabilidad ahuyentó la inversión extranjera, afortunadamente sólo de forma temporal.
Desde que existe libertad de movimiento de capitales, hace más de veinticinco años, cualquier inversor español puede decidir el destino geográfico de su inversión. Esto aplica tanto a los grandes inversores como a los pequeños inversores que canalizan su ahorro a través de productos como los fondos de inversión.
Algo que suele ignorarse, es la capacidad que tiene cualquier inversor español, individual o institucional, de desplazar su inversión fuera de nuestras fronteras de forma extremadamente sencilla y sin tener que abrir ninguna cuenta fuera de España. Hoy en día es igual de sencillo invertir en acciones de empresas españolas o de cualquier otro país, comprar bonos de cualquier compañía española o de otro país europeo, invertir en un fondo de inversión con posiciones en activos españoles u otro que invierta fuera de nuestras fronteras.
Nadie debería dar por garantizada la permanencia de la financiación extranjera a la economía española. Para ello es imprescindible mantener la estabilidad de la que España ha gozado en las últimas décadas. Del mismo modo, tampoco debería darse por garantizado que los inversores españoles, grandes y pequeños, van a mantener el grueso de sus inversiones en España si no se dan las condiciones adecuadas.
Hoy esto se ha roto y en el futuro habrá consecuencias económicas evidentes, de mucho menor crecimiento, más paro, muchos más impuestos, más desequilibrios, peores perspectivas, al margen de las connotaciones políticas de federalismo, ruptura de España, república…
Sin embargo, otros países han sobrevivido a los populismos. Grecia es el mejor ejemplo. Portugal también, donde incluso bajaron los impuestos para reactivar su economía y atraer inversiones, y les ha funcionado.
¿Qué pasará en España? Muchas dudas y lo primero es que la gente se apretará el cinturón y la economía se parará del todo… Tristes abrazos,
PD1: Venga a recomendarte que rezáramos por los gobernantes y nada. Una de dos, o no lo hacemos con convicción, o como suele ser el caso, dentro de lo malo siempre hay algo bueno que no se vislumbra. Hay que insistir con los rezos por España y sus gobernantes, para que haya la sensatez que no vemos hoy.