25 junio 2015

¿Por qué nos cuesta tan cara la luz?

Porque no hemos hecho más que disparates, subvencionar todas las renovables, quitarles la subvención y cabrear a todo quisqui, y mucho más… ¡Políticos! ¡Insensatos!
Les presento un país donde, a pesar de contar con una capacidad excedentaria del 12%, se instalaron 23.000 megawatios de nueva capacidad de generación, y cuando ya superaba el 18%, otros 20.000 megawatios, para crecer, con jugosas subvenciones.
Les presento un país donde el exceso de capacidad de generación es hoy del 40%.
Les presento un país donde los costes fijos regulados, impuestos y subvenciones suponen el 62% de la tarifa eléctrica. Donde se echa la culpa de todo a una “liberalización” inexistente, donde el componente liberalizado no llega al 38% de la tarifa.
Y les presento un país donde se aprobaron 400MW de solar fotovoltaica y se instalaron 4000, con mucha alegría. Paga usted.
Un país que pasó de tener los costes de electricidad más bajos de Europa a una de las tarifas más caras
Ese país pasó de tener uno de los costes de la electricidad más bajos de Europa (con el mismo “oligopolio” y número de empresas –de hecho menor)  a tener, tras la planificación de “el coste no importa mientras sea verde”, una de las tarifas eléctricas más caras de Europa. 
En ese país, España, donde la energía renovable ya supone casi el 60% de la energía producida, se dice que “no se apoya a las renovables”.  La traducción es “no nos dan más subvenciones”, porque no hay traba alguna a seguir creciendo… Si hay demanda. 
En ese país, muchas empresas se lanzaron al sector renovable no desde un modelo energético, sino “constructor-promotor”, es decir, ignorando las necesidades de demanda y suministro, sino solo búsqueda de subvenciones. Porque las que tenían un modelo energético e industrial han sobrevivido admirablemente hasta a recortes regulatorios que, por supuesto, jamás he apoyado. 
Pues bien, en ese país, tras llenar la tarifa de costes regulados y subvenciones, tras crear la mayor sobrecapacidad de la OCDE –ningún país de nuestro entorno llega siquiera al 20%- nos queremos bajar del tren. Mientras, esa sobrecapacidad se remunera - paga usted- entre subvenciones al carbón, interrumpibilidad, primas, etc…
Ese mismo país, donde hasta hace cuatro años nos decían que las subvenciones eran “el coste de un café”, que pagar 10 veces más por energías subvencionadas creaba mucho empleo, que cuando la demanda volviera el coste no se notaría y cosas similares, hoy se lleva las manos a la cabeza ante un borrador de decreto ley sobre autoconsumo en el que, Dios nos libre, se incluye un posible cargo por el uso de la red a aquellos usuarios que utilicen la red eléctrica. Impuesto al sol, lo llaman.
Señores, en España el único impuesto al sol que existe es el que ya paga usted por la energía solar casi 10 veces más cara que la media del resto de las tecnologías, por las primas más generosas y peor planteadas de la OCDE. Las que nos han llevado a cargar durante años con la carga de pagar a precio de oro tecnologías nacientes y no beneficiarnos posteriormente de la caída de costes.
Asumir que no se debe pagar una parte de la red de transporte y distribución de electricidad por la energía generada para autoconsumo, cuando se pretende usar la red como elemento de respaldo y verter el exceso a dicha red, es como comprar un chalet y decir que no pagas el alumbrado público y el servicio de recogida de basuras.
Los sistemas eléctricos son todos integrados. Todos. Por eso la red –que es pública y regulada- se costea entre todos.
Desafortunadamente, en este país, el legislador ahora tiene que ser preventivo, y ante el más que probable efecto llamada de otro modelo constructor-promotor, se tiene que legislar para evitar un enorme burbujón de sobrecapacidad adicional. 
Pon un panel solar en el techo y vende la electricidad a la red, que te forras  y recuperas la inversión sin casi capital y con un préstamo a cómodos plazos. ¿Les suena?. Lo mismo que les vendían a los pobres que participaron de la burbuja de 10 veces más instalaciones solares de las planificadas, diciéndoles que se podían endeudar el 80-90% de la inversión porque lo garantizaba el BOE. Ya sabemos cómo acabó.
El estudio “The Future of Solar” del MIT (5 mayo 2015, presentado por Richard Schmalensee) y el World Energy Outlook de 2013 de la Agencia Internacional de la Energía hablan del problema de pobre competitividad de la energía solar residencial comparada con la centralizada y alertan del subsidio que supone la mala regulación que no impute costes de usos del sistema a los autoconsumidores. De hecho, explican que la generación distribuida aumenta los costes de las redes de distribución al asumir las exportaciones de los autoconsumidores. Vamos, que las inversiones en redes adicionales necesarias las paga el que se queda dentro del sistema.
Soy partidario del autoconsumo, por supuesto. Pero no de dejarle el facturón de nuestra caradura verde y negra-carbón a los que queden. Porque no se puede construir la casa por el tejado.  Se tiene que racionalizar el mercado eléctrico, reducir costes fijos, impuestos y subvenciones y dejar que las empresas compitan, no subvencionar el exceso de capacidad. Permitir que se limpie el exceso cometido durante la época de “a crecer a crecer”.
Y soy partidario de que se limpien los sectores ineficientes que se lanzaron a la burbuja, partidario de que se acaben ya las subvenciones al carbón –que no tienen nada de verde y todo de político- y sobre todo de que los errores de planificación no los paguen los consumidores. Que los que se benefician de las subvenciones no le echen la culpa a todo el mundo menos a ellos, mientras cobran el cheque todos los meses.
Quiero autoconsumo cuando tengamos un sistema donde haya verdadera competencia, donde nadie venda su electricidad garantizado por ley, donde no haya primas y sí deducciones fiscales,  y donde todas las tecnologías, renovables o no, compitan sin “régimen especial” ni pagos especiales.
Quiero que se permita el autoconsumo, como se va a hacer, no tengo duda. Pero no quiero que bajo el epígrafe “autoconsumo” se me cuele otra burbuja. 
Quiero que el consumidor más desfavorecido, el que no tenga el lujo de disponer de varios miles de euros y un chalet individual para instalar un panel en el tejado, no tenga que pagar el exceso que dejaron los de “el coste, mientras sea verde, no importa”. 
El consumidor cautivo, el que no puede costearse el lujo de “bajarse del tren” no puede ser el que cargue con las decenas de miles de millones de primas, costes fijos y subvenciones creadas al calor de “creceremos más que Alemania”.
Convertir el autoconsumo en una solución de privilegiados para el exceso creado desde la demagogia, la mala planificación y las subvenciones no es nada liberal. Primero, los cimientos, que si no la factura de la fiesta subvencionada 2004-2010 la van a  pagar, como siempre, los pobres.  
Abrazos,
PD1: Mira que España está llena de molinos y representan un increíble porcentaje de generación. Nos han pasado. Quizás no había esa política horrible de subvención como en España:
A nivel mundial, estas son las previsiones:
Demasiado carbón…
Y en cuanto al petróleo:
PD2: El otro día asistimos a una función de fin de curso con las niñas. Representaron una obra de los hermanos Quintero que fue tronchante. Pusieron acento andaluz y sacaron grandes carcajadas del público. Al final, se me acercó una de las formadoras para decirme lo que había disfrutado con María este año, por lo bien educada que era. Insistía diciéndome que ella trataba con muchos hijos de familias muy numerosas, como la nuestra, y que era una excepción. Seguía insistiendo aunque me decía que no se debe alabar, que no era una buena costumbre... Nosotros le decíamos que no es que fuera muy bien educada, sino que era una chica muy buena, muy preocupona con los demás, muy servicial… Al final nos daba la razón, es mejor ser bueno que tener muy buenos modales… Y María cumple ambos caracteres, es muy buena chica, y encima está bien educada.
Yo conozco a muchas familias numerosas grandes, cuyos hijos han sido criados por cuidadoras y bastante abandonados de sus respectivos progenitores. Esa tentación de hacer una tropa y no llegar a los hijos por ser tantos… Mi mujer y yo dispusimos desde el inicio que cada uno de nuestros 9 vástagos tenía que ser querido y tratado como si fuera un hijo único, dándole el mimo y el tiempo necesario para que así lo fuera. Ha sido agotador, pero los frutos los podemos ver con agrado… Volvería a hacer lo mismo de nuevo, casarme con mi doña, y tener tanta prole…